por ELÍAS JABBOUR*
Formación económica y social en China
Un tema caro a mi agenda de investigación y un tema que me ocupa todos los días y me obliga a leer lo que se ha producido al respecto. No voy a hablar de “capitalismo de estado” ni cosas por el estilo, quiero tratar aquí otro punto: ¿qué determina la naturaleza de una formación económico-social? ¿Poder sobre los medios fundamentales de producción o las “relaciones de producción”? En teoría, es una respuesta simple que se refiere a lo que viene primero, la economía o la política.
Dado que la política es primordial, es evidente que la naturaleza de una formación económico-social debe recaer en quién ejerce realmente el poder y qué forma histórica de propiedad es la cualitativamente dominante. Por ejemplo, a pesar de que el sector privado emplea a más personas y su tamaño en China es mucho más grande que el sector público, las empresas privadas no son las responsables de generar efectos de encadenamiento en el resto de la economía, y mucho menos se generan dentro de ellas ciclos de acumulación. Es el sector público el que concentra este poder.
A diferencia de economistas vulgares como Branko Milanovic que en su best seller (capitalismo solo) determina la eternidad del capitalismo a partir de un aspecto puramente cuantitativo de las relaciones de propiedad en China, trabajamos con lo descrito anteriormente. Y esto lleva directamente a otra pregunta: ¿cuál es la naturaleza del bloque histórico en el poder en China? Es lo mismo que en Corea del Sur, Alemania, EE. UU., etc. o sería de un nuevo tipo, de “estrategia socializadora”. Esta respuesta dice casi todo. Pero los economistas heterodoxos que se deslindan con nosotros reducen nuestra opinión al hecho de que en China existe una innumerable cantidad de empresas estatales y de planificación económica. Equivocado.
Los economistas heterodoxos no tienen respuesta a lo que ocurre hoy en China, trabajan con la idea ex ante del asunto y piensan que China aplica creativamente teorías ya elaboradas y eso la convierte en una réplica de Japón, Corea del Sur y el “Estado”. industria. La separación entre teoría e historia y entre sujeto y objeto se manifiesta fácilmente cuando lo “nuevo” (a nuestro juicio China inaugura una nueva dinámica de acumulación que llamamos “Nueva Economía del Diseño) no se enfrenta, porque no logra superar Kant y llegando a Hegel. De ahí que ante lo “nuevo” se recurra a un análisis basado en “Estado, mercado e instituciones” o en las llamadas “variantes del capitalismo”
El error fundamental de los marxistas académicos/occidentales es poner a Marx al revés y proponer que las relaciones de producción determinan la naturaleza de una formación económico-social. Siguiendo esta lógica, sería posible implementar el socialismo después de la esclavitud, por ejemplo. La técnica y la profundización de la división social del trabajo nada tuvo que ver con el surgimiento y desarrollo del capitalismo y todo se resolvería con una (checklist) moral y previa: si tiene plusvalía, mercado de trabajo y “explotación” es capitalismo.
Quienes trabajan con este tipo de enfoque se oponen directamente a la historia, como forma de organizar el pensamiento, y en consecuencia no perciben las continuidades y discontinuidades de la historia. En otras palabras, se niega a Hegel y a Marx, para quienes lo concreto es la síntesis de múltiples determinaciones y, añadimos, “combinaciones” (“a” + “b” + “c”) en pro del principio de identidad kantiano: “a” es diferente de “b”.
Es un “marxismo” que, lejos de poder encontrar síntesis en algo, busca la manifestación en el movimiento real de algo que está listo y terminado en sus propias cabezas. Una forma de pensar pequeñoburguesa, ya que el ejercicio del poder político requiere mucho más que juicios morales y más compromiso con la realidad tal como se presenta. China es una sociedad en tránsito del campo a la ciudad y donde se manifiestan simultáneamente “múltiples contradicciones”, incluidas las condenadas por los marxistas atemorizados por la destrucción provocada por la Primera Guerra Mundial: circulación de mercancías, desigualdad social y territorial, moneda en su forma de mercancía, mercado, sector privado y capitalismo.
Señalamos, en nuestro libro China: el socialismo en el siglo XXI (Boitempo) que la experiencia china debe ser vista como una nueva formación socioeconómica que en su seno emerge una forma histórica aún embrionaria y que llamamos socialismo. Este “socialismo embrionario”, como todo lo demás en la vida, opera bajo condiciones históricas y geopolíticas no elegidas por el Partido Comunista de China. Elaboramos el concepto de “metamodo de producción” para identificar las amplias restricciones impuestas al socialismo en las realidades periféricas. De ahí que el sector industrial y la propia planificación económica estén orientados al mercado y atentos a los límites impuestos por la ley del valor.
En otros términos. Siempre debemos recordar que Adam Smith percibió en la profundización de la división social del trabajo una característica del capitalismo, Marx percibió en el socialismo la “superación de la división social del trabajo”. El gran problema es que la historia escribe recto por renglones torcidos.
El socialismo es la única forma de organizar una sociedad en la que literalmente se empieza desde cero. Es decir, en sociedades completamente destruidas. Esto quiere decir que un país como China en 1949 ni siquiera contaba con una división social del trabajo y mucho menos con fuerzas productivas acumuladas capaces de sustentar nuevas relaciones de producción. La experiencia histórica del pueblo chino aún tiene un largo camino por recorrer, comenzando por el estrangulamiento tecnológico impuesto por EE.UU. Un obstáculo superable que debe ser visto como el “aspecto principal de la principal contradicción”, dado que el imperialismo impone un muro al desarrollo tecnológico del socialismo. La lucha de clases en su manifestación suprema.
El concepto se manifiesta en el movimiento y no en la voluntad humana.
*Elías Jabbour es profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ). Es autor, entre otros libros, junto con Alberto Gabriele, de China: el socialismo en el siglo XXI (Boitempo).
El sitio web de A Terra é Redonda existe gracias a nuestros lectores y simpatizantes.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
Haga clic aquí para ver cómo