Estado, debate de ideas y formación de la cultura de clase

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por ARMANDO BOITO JR.*

Crítica a los conceptos de sociedad civil (Gramsci) y aparatos ideológicos de Estado (Althusser)

El título de esta mesa redonda –“Estado, debate de ideas y formación de cultura de clase”– permite varias entradas. Opté por una intervención teórica, presentando brevemente y comentando críticamente dos conceptos muy similares que relacionan el Estado y la lucha de ideas. Este es el concepto de sociedad civil de Antonio Gramsci, un concepto desarrollado en el cuadernos de prisión, y el concepto de aparatos ideológicos de Estado que presenta Louis Althusser en un breve texto que tuvo gran repercusión.

No pretendo presentarlos en detalle y en toda su complejidad. Mi objetivo principal es criticarlos. Gramsci y Althusser utilizan, respectivamente, el concepto de sociedad civil y el concepto de aparatos ideológicos de Estado precisamente para mostrar la participación del Estado en la formación de la cultura o ideología de las sociedades capitalistas. Brevemente, ambos reflexionan sobre la cuestión de cómo el Estado capitalista contribuye a la formación de la ideología burguesa como ideología dominante ya obtener el consentimiento de los dominados. El tema es de la mayor importancia para el marxismo, pero la dirección que ambos le dan no parece la correcta.

 

Breve presentación de conceptos.

Tendré que repetir lo que ya se sabe y, dada la brevedad necesaria, puedo incurrir en algunas simplificaciones. En el caso de Antonio Gramsci, la sociedad civil es el terreno donde clases y grupos sociales luchan por la hegemonía de sus ideas y valores. Este terreno, como todos saben, está conformado por diversas asociaciones como iglesias, escuelas, prensa, partidos políticos, sindicatos, clubes y otras instituciones que producen y difunden la ideología, que para Gramsci es una determinada concepción del mundo. La clase cuyas ideas y valores predominan en la sociedad civil es la clase hegemónica. Sus ideas y valores de clase son luego incorporados, a menudo después de modificaciones y giros secundarios, por otras clases sociales, produciendo una especie de consenso activo en la sociedad en su conjunto, que es lo que le da a la clase hegemónica el estatus de clase dominante -en Además de la fuerza, la clase dominante puede contar con el sometimiento voluntario de los dominados.

En el caso del concepto de Louis Althusser, el concepto de aparatos ideológicos de Estado se enfrenta al mismo problema: cómo y por qué las clases trabajadoras se someten a la clase dominante. No es sólo a través de la represión, sino también a través de la ilusión ideológica. El concepto de aparatos ideológicos de Estado, que a grandes rasgos es un concepto que hace referencia a las mismas instituciones a las que se refiere el concepto de sociedad civil de Gramsci, este concepto también cumple la misma función: nombrar y explicar la producción y difusión de la ideología dominante. . Así, a pesar de que el pensamiento de Gramsci y Althusser pertenecen a diferentes tradiciones del marxismo y a pesar de utilizar expresiones muy diferentes para denominar sus conceptos, estos se refieren a un mismo hecho empírico -las instituciones mencionadas- y pretenden, en términos generales, tratar el mismo problema. .

Comenzaré destacando la importancia de que Gramsci y Althusser se dieran a la tarea de pensar el problema que buscaban delimitar con tales conceptos. ¿Dónde radica esta importancia? El marxismo del siglo XX estuvo fuertemente marcado por el economicismo, que es una concepción del materialismo histórico que busca reducir todos los fenómenos políticos y culturales a lo que llaman “la base económica”, de tal manera que la sociedad, en sus múltiples dimensiones, no es nada. más sería una manifestación fenoménica de un núcleo central que sería la economía. Este tipo de enfoque, que todavía está presente en el marxismo hoy, se erige como un verdadero obstáculo epistemológico que bloquea el desarrollo del marxismo como ciencia social.

Desvía a los autores marxistas del análisis de la estructura jurídico-política y la ideología de las sociedades capitalistas y, al hacerlo, dificulta también el establecimiento de una estrategia socialista capaz de orientar la lucha revolucionaria. Gramsci y Althusser, al plantear el problema que plantearon ¿cómo contribuye la ideología a la reproducción de la dominación de clase? – y al preguntarse cómo se produce tal fenómeno a nivel del Estado burgués, al plantear esta cuestión, repito, contribuyeron a remover ese obstáculo y a reabrir todo un campo de trabajo para el desarrollo del marxismo como ciencia social. Decimos reabrir porque Marx, Engels y Lenin ya habían comenzado el trabajo de análisis de la llamada superestructura.

Una segunda observación consiste en lo siguiente: Antonio Gramsci y Louis Althusser integraron asociaciones civiles (Gramsci) y aparatos ideológicos (Althusser) a la concepción marxista del Estado. En el caso de Althusser, la misma expresión que nombra el concepto ya indica que los aparatos ideológicos son parte del Estado. En el caso de Gramsci, el significante –“sociedad civil”– puede generar malentendidos sobre su significado. Sin embargo, Gramsci insiste en que la sociedad civil es parte del Estado. El Estado tendría dos dimensiones: la sociedad política, que sería el Estado en sentido estricto, principalmente su aparato represivo, y la sociedad civil, que, junto con la dimensión anterior, conformarían el Estado en sentido amplio.

La fórmula presente en Cuadernos de prisiones es: Estado = sociedad politica + sociedad civil. ¿Qué podría justificar la inserción de asociaciones civiles y aparatos ideológicos en el Estado? La tesis fundamental de la teoría marxista del Estado con la que tanto trabajaba: la idea de que la función social del Estado es organizar la dominación de clase. Ahora bien, como la función social de las asociaciones civiles y los aparatos ideológicos sería la misma, les pareció, y les sigue pareciendo a muchos marxistas, que sería adecuado concebirlas como parte del Estado. Althusser, basándose explícitamente en Gramsci, escribió que dado que la distinción entre público (Estado) y privado (asociaciones) es una distinción del derecho burgués, no podía guiar el análisis marxista. En otras palabras, una institución regida por el derecho privado podría ser parte del Estado.

Dos breves aclaraciones para que entendamos mejor lo que vendrá a continuación. El concepto de sociedad civil de Gramsci no tiene nada que ver con el concepto de sociedad civil de Hegel, para quien la sociedad civil es el terreno donde los agentes económicos defienden sus intereses particularistas. En Hegel, precisamente, el particularismo de la sociedad civil se opone al universalismo del Estado. Estado y sociedad civil serían realidades distintas y separadas. Por tanto, aunque la palabra utilizada sea la misma en Gramsci y en Hegel -sociedad civil-, tanto la idea, es decir, el concepto, como la realidad empírica a la que se refieren estos conceptos son diferentes.

El concepto gramsciano tampoco tiene nada que ver con el concepto liberal de sociedad civil –y buena parte de la bibliografía brasileña ignora esta diferencia. A principios del siglo XX, algunos liberales superaron la clásica oposición entre el Estado, por un lado, y los individuos, por otro, oposición que rigió todo el liberalismo del siglo XIX, comenzando por el liberalismo de Juan Estuardo -Molino. Los nuevos liberales concibieron un papel para las llamadas instituciones intermediarias: asociaciones de varios tipos, iglesias, partidos políticos, etc. – que sería mediar en la relación entre los individuos y el Estado y proteger los derechos individuales. En esta concepción, la sociedad civil también está fuera del Estado y puede incluso convertirse en sujeto político.

En Brasil, durante el período de la dictadura militar, los liberales progresistas tenían como consigna llamar a la organización de la sociedad civil contra el Estado dictatorial. Incluso hoy, los liberales progresistas repiten este llamado a la sociedad civil contra las amenazas autoritarias del gobierno de Bolsonaro. Esta concepción y esta táctica nada tienen que ver con el Gramsci marxista. El concepto gramsciano prohibe pensar a la sociedad civil como sujeto político ya que está irremediablemente dividida. Para repetir: es el terreno en el que se desarrolla la lucha de grupos y clases por la hegemonía. Es interesante notar que, en la relación del concepto de Gramsci con el concepto liberal de sociedad civil, puede surgir confusión debido a que tanto la palabra como la referencia empírica del concepto de Gramsci y de los liberales son la misma. Lo que no es lo mismo es la idea, es decir, el concepto mismo. Y es esta diferencia la que lo define todo.

 

Los efectos ideológicos del aparato estatal

Veamos qué se puede decir de la idea presente en ambos autores según la cual el aparato ideológico del Estado (Althusser) o de las asociaciones de la sociedad civil (Gramsci) se diferenciaría del aparato represivo del Estado (Althusser) o del Estado en un sentido estricto (Gramsci) para actuar (fundamentalmente) en el terreno de la ideología. Tendríamos la cara represiva, o fundamentalmente represiva, y la cara ideológica, o fundamentalmente ideológica, del Estado. De hecho, también hay formulaciones en los textos de Antonio Gramsci y Louis Althusser que sugieren que una cara sería meramente ideología y persuasión y la otra mera represión, sin que el adverbio se interponga fundamentalmente como salvedad. Pero la cuestión de si es fundamental o exclusiva carece de importancia para la crítica que pretendo hacer. Vuelvo a llamar la atención sobre el hecho de que estamos examinando la cuestión del Estado en la lucha de ideas, que es una forma de lucha de clases, que es el tema propuesto para nuestra mesa redonda.

¿Cuál es el problema de fondo de los conceptos de aparato ideológico del Estado y de sociedad civil? Estos conceptos atribuyen erróneamente a estos dispositivos e instituciones la función de producir y difundir la ideología burguesa, mientras que la función del Estado, en un sentido restringido, sería reprimir cualquier insubordinación localizada y revueltas masivas de las clases trabajadoras. Esta idea, desde mi punto de vista, es incorrecta, y esta es la primera crítica que dirijo a tales conceptos.

Antonio Gramsci y Louis Althusser no se dan cuenta de que precisamente eso que llaman Estado en sentido estricto o aparato represor del Estado es, en realidad, el productor y principal difusor de las figuras básicas de la ideología política burguesa. En efecto, las llamadas asociaciones privadas de hegemonía lo que hacen es reafirmar, movilizar, desarrollar y enriquecer, en el sentido burgués del término, tales figuras ideológicas y difundirlas en la sociedad. Y lo hacen de una manera específica, particular, propia de cada una de estas instituciones.

Para explicar lo que decimos, volvamos a una aportación fundamental de Nicos Poulantzas. Este autor muestra en su obra Poder político y clases sociales (Ed. da Unicamp) que la estructura organizativa del Estado de tipo capitalista produce efectos ideológicos fundamentales que permiten la reproducción de las relaciones de producción capitalistas. El derecho estatal burgués formalmente igualitario, al ocultar a los individuos su pertenencia a una determinada clase social, genera un efecto que Poulantzas denomina efecto de aislamiento. El trabajador, bajo el efecto de esta ideología, se ve a sí mismo como individuo con intereses únicos, y no como portador de intereses derivados, fundamentalmente, de su situación de clase. Todo movimiento socialista tiene que luchar contra este “individualismo espontáneo” que está presente entre los trabajadores.

El burocratismo del Estado burgués, a su vez, unifica a los ciudadanos así aislados en un colectivo imaginario que es el colectivo nacional. Como todas las instituciones representativas y burocráticas del estado burgués están formalmente abiertas a individuos de todas las clases sociales, tales instituciones aparecen como socialmente neutrales y representantes de un interés general, que sería el llamado interés nacional. Este es el efecto que Poulantzas llama el efecto de representación de la unidad. En la forma dictatorial del Estado burgués, la mera existencia de una burocracia profesional, civil y militar, formalmente abierta a todas las clases sociales, produce tales efectos ideológicos.

En su forma democrática, el estado burgués también se basa en las elecciones, en las que cada ciudadano vale un voto y puede elegir a los ocupantes del estado. Al efecto ideológico que provoca la existencia de la burocracia moderna se suma el amplio y profundo efecto ideológico que producen las elecciones y la representación política en las masas trabajadoras. Perry Anderson hizo este último punto en su discusión de los conceptos de Gramsci: Las antinomias de Antonio Gramsci (Nueva revisión a la izquierda no. 100, 1976). Sabemos que todo movimiento socialista lucha contra la ilusión del interés general común que estaría representado en el Estado para desarrollar la conciencia socialista de los trabajadores. Por tanto, la idea de ciudadano y de nación, que son la materia prima esencial de los partidos y sindicatos burgueses y pequeñoburgueses, de la prensa burguesa, de la escuela capitalista, etc., se generan en otra parte y no en estas instituciones.

Cada una de estas instituciones reafirmará, difundirá y desarrollará, siempre de manera específica según la naturaleza de cada institución, tales figuras ideológicas. Los partidos políticos burgueses y pequeñoburgueses podrán presentarse como defensores del interés nacional, ocultando su carácter de clase. Es el fenómeno de la opacidad del escenario político provocada por la disimulación del carácter de clase de tales partidos, opacidad que sólo puede romperse cuando los trabajadores organizan un partido socialista de masas que se proclama abiertamente partido de clase.

La escuela capitalista podrá presentarse como una institución pública, neutra frente a las clases sociales, que ofrezca a todos los ciudadanos, independientemente de su origen de clase, la misma oportunidad de ascenso social – cuando tal ideología entre en crisis, como ha sucedido en las últimas décadas, se pueden implementar políticas compensatorias de cuotas raciales y sociales cuyo impacto democrático es tan real como limitado. Pero, volviendo al meollo del argumento, tales operaciones ideológicas sólo son posibles porque el Estado (en un sentido restringido) produjo y difundió, como resultado de su propia organización estructural, las ideas de interés nacional y de ciudadanía.

En resumen, sin los efectos ideológicos que genera el Estado (en sentido estricto) no sería posible que las asociaciones privadas de hegemonía desempeñaran el papel ideológico que les corresponde. Dependen de la ideología que produce el aparato estatal (en sentido estricto). Estas asociaciones juegan un papel activo en el desarrollo de la ideología burguesa, en la creación de “variantes” de esta ideología y en su difusión, pero esto no autoriza a concebirlas como las agencias ideológicas primarias de las sociedades capitalistas, distintas en esa medida , de un Estado (en sentido estricto) que sería fundamental o exclusivamente represivo.

 

La diferencia estructural entre el Estado y las instituciones de la “sociedad civil”

Tampoco podemos concebir estas asociaciones e instituciones como parte del Estado – y esta es mi segunda crítica. La forma en que se organizan la familia, las iglesias, la prensa, los partidos políticos, etc. es diferente a la forma en que se organiza lo que tradicionalmente llamamos aparato del Estado. Son reglas de organización diferentes y los valores que inspiran estas reglas también son diferentes en un caso y en otro.

Una observación inicial. El Estado, en estos conceptos de Gramsci y Althusser que comentamos, sería todo y todos los individuos, sin excepción, serían parte del Estado. El Estado abarca a toda la sociedad. Es cierto que no todos son miembros de un partido político, ni siquiera de un sindicato o patronal, también es cierto que muchos ya terminaron su carrera escolar, están fuera de la escuela, pero todos, o casi todos, pertenecen a una familia, pronto prácticamente todos serían parte del estado. Algo que se puede decir de entrada es que es dudoso que un concepto tan amplio, que amalgama Estado y sociedad, pueda establecer la especificidad particular del fenómeno que pretende designar. La idea misma de agentes del Estado, empleados del Estado, perdería su sentido.

Otro problema que se destaca es el siguiente: ¿los partidos y los sindicatos son parte del Estado? Althusser y Gramsci no siempre son cuidadosos en hacer la salvedad “a excepción de los partidos revolucionarios, socialistas, etc…”. Ahora bien, en los sistemas de partidos de las democracias burguesas modernas puedes tener, y has tenido a lo largo de la historia, partidos que son antisistema, estos partidos no son meras piezas del juego político de la democracia burguesa.

Pasemos al corazón del argumento. El Estado burgués, como ya dijimos, recluta a sus miembros de todas las clases sociales y lo hace, agregaremos ahora, mediante concursos y elecciones formalmente públicas. Es claro que el individuo perteneciente a una familia de escasos recursos no tiene la misma oportunidad que el perteneciente a una familia de altos ingresos en concursos formalmente públicos, principalmente en concursos para vacantes en altos cargos del Estado. A pesar de ello, el hecho de que no exista una ley que prohíba la participación en concursos formalmente públicos de individuos en razón de su pertenencia a una clase o de su nivel de ingresos, este hecho produce un verdadero efecto ideológico. Cabe agregar que la burocracia del Estado, civil y militar, está organizada según una jerarquía rígida y centralizada formalmente basada en competencias. Son estas normas las que componen lo que Poulantzas, en el citado libro, denomina burocratismo. Es este burocratismo el que hace posible que el Estado burgués actúe de manera unitaria en la organización de la dominación de clase de la burguesía.

Bueno, así no son las cosas en la organización de la familia, la iglesia, los partidos políticos, etc. No es así como tales organizaciones reclutan o pueden reclutar a sus miembros y no es así como estas mismas organizaciones garantizan su unidad interna y son administradas. ¿Cómo, entonces, sería aceptable englobar bajo un mismo concepto, el concepto de Estado, instituciones con formas de organización tan diversas? Estoy hablando de reglas y valores organizacionales. Eventualmente alguien puede objetar que estaría abandonando el campo del marxismo y entrando en un terreno institucionalista o idealista. Yo no pienso asi. Y, en este tema, repito que Althusser y Gramsci dieron el ejemplo: es necesario pensar, analizar y desarrollar el marxismo en el análisis de la superestructura, no sólo en el análisis de la economía. Y los conceptos para analizar uno y otro no son, ni pueden ser, los mismos, aunque deben, en el marxismo, estar vinculados.

 

¿Lucha de clases en el estado?

En Gramsci, la sociedad civil es el terreno donde las clases luchan por la hegemonía y esa misma sociedad civil es parte del Estado. Lo que tenemos como consecuencia necesaria es que hay lucha de clases dentro del Estado. El Estado que para Marx, Engels, Lenin y gran parte del marxismo posterior es un organizador de la dominación de clase, este Estado aparece en el Gramsci de la prisión cuadernos como una institución dentro de la cual se puede inscribir la lucha de clases. Si hay lucha de clases dentro del Estado, significa que este Estado está, en teoría, abierto a los intereses y valores antagónicos de las clases sociales: a las medidas capitalistas y las medidas socialistas, a la ideología burguesa y a la ideología socialista.

En el caso del texto de Althusser sobre los aparatos ideológicos de Estado, encontramos algo muy similar. Cuando Althusser publicó este texto, recibió numerosas críticas. Su análisis fue criticado como funcionalista, ya que ocultaría las contradicciones entre estos aparatos y dentro de cada uno de ellos. Sociedad y Estado aparecerían como un todo funcionalmente integrado, impidiendo percibir alguna forma de superación del capitalismo. Posteriormente, agregó una adenda al texto original donde reconoce que subestimó las contradicciones y, para corregirse, agregó que, en realidad, los aparatos ideológicos del Estado estarían atravesados ​​por la lucha de clases. Por tanto, también en el texto de Althusser, la concepción del Estado incluye la idea de que habría lucha de clases dentro de esta institución.

Esta afirmación de Althusser fue incluso citada por Santiago Carrillo, Secretario General del Partido Comunista de España, en su libro Eurocomunismo y Estado, como tesis que autorizó la estrategia reformista de la corriente eurocomunista. En la década de 1970, el PCI, PCF y PCE realizaron una operación intelectual revisionista de la teoría marxista del Estado para justificar su estrategia parlamentaria y legal de transición al socialismo. Entonces pudieron hacer uso tanto de la concepción del Estado presente en el prisión cuadernos de Gramsci, así como por este texto de Althusser porque, de hecho, ambos permiten concebir una estrategia reformista de transición al socialismo. Ni Gramsci ni Althusser eran eurocomunistas. El eurocomunismo surgió mucho después de la muerte de Gramsci, y Althusser, a su vez, criticó públicamente esta corriente política. Esto no cambia, sin embargo, el hecho de que los conceptos que estamos examinando de estos autores autorizan el uso que hacen de ellos los eurocomunistas.

Vemos que, partiendo de una discusión teórica abstracta, llegamos a una discusión política y práctica. La crítica política a estos conceptos, que presenté muy brevemente indicando que sustentan la existencia de la lucha de clases dentro del Estado, esta crítica política requeriría del desarrollo de la crítica teórica que la sustenta, cosa que no podré hacer. aquí. Ese sería un tema para otra conferencia.

Terminaré diciendo que hemos aprendido y seguiremos aprendiendo mucho estudiando la obra de Antonio Gramsci y Louis Althusser. Sin embargo, el desarrollo del marxismo, además del aprovechamiento y perfeccionamiento de conceptos y tesis que integran el vasto acervo teórico que heredamos, exige a veces la negación, rectificación y crítica de conceptos y tesis que forman parte de ese mismo acervo. Incluso cabe señalar que la obra de Gramsci y Althusser pasó por distintas fases. No son homogéneos. Los conceptos de sociedad civil y Estado en un sentido más amplio se desarrollan en el Cuadernos de prisiones, no rigen los excelentes análisis históricos y políticos que hace Gramsci antes de su arresto. El concepto de aparatos ideológicos de Estado no aparece en las dos obras más conocidas de Althusser: por marx, publicado recientemente por la Editora da Unicamp, y Leer capital.

Me quedé sin tiempo un poco. Gracias a todos por su atención.

*Armando Boito es profesor de ciencia política en la Unicamp. Autor, entre otros libros, de Estado, política y clases sociales (Unesp).

Transcripción revisada por el autor de la conferencia dictada en el X Día Internacional de las Políticas Públicas de la Universidad Federal de Maranhão (UFMA) en noviembre de 2021. Transcrito por Gleisa Campos.

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