por LUIZ MARQUÉS*
La desregulación de los órganos de control y la uberización del trabajo evocan una evidente regresión civilizatoria y una acelerada marcha atrás en la evolución del Homo sapiens.
La utopía basa su posibilidad en la realidad. El mundo no está dando un giro hacia un nuevo comienzo desde cero, como supuso la Revolución Francesa cuando estableció un nuevo calendario (1793) para anunciar la muerte del Ancien Régime y el declive de la Iglesia católica. El año I deja de ser el nacimiento de Cristo, para marcar el advenimiento de la República. Las fiestas cristianas están extintas. Napoleón Bonaparte vuelve al calendario gregoriano (enero de 1806). La historia no puede negar durante mucho tiempo lo que se acumula en la cultura y a través de ella. El desafío es redescubrir aquello que repone nuestras ilusiones perdidas.
En el Brasil republicano, los vectores para un nuevo país son: (a) los logros getulistas a favor de los trabajadores con la aprobación del salario mínimo nacional y la Seguridad Social, después de 1930; (b) la Campaña de la Legalidad liderada por la audacia brizolista, en 1961 y; (c) la Constitución Ciudadana de 1988, con el SUS (Sistema Único de Salud) como símbolo de una nación inclusiva, democrática e igualitaria. Los sueños son catapultados por episodios que forman una identidad colectiva.
Desde la última fecha conmemorativa hasta hoy, con excepción del intervalo golpista entre 2016 y 2022, los brasileños han vivido treinta años bajo una democracia liberal, en el sentido turenano de “respeto a las normas procesales”. Ahora se descubre que esas décadas provocaron que los enemigos del Estado democrático de derecho se ahogaran; ahora atrapados, todavía sin la responsabilidad nominal de las fracciones empresariales involucradas en el siniestro complot: finanzas, agronegocios, gran comercio minorista. Lo mismo ocurre en el Poder Legislativo y Judicial.
Véase Lava Jato cuya principal misión era fragmentar a Petrobras, el presal, las empresas de ingeniería y la idea misma de bienestar social. Eliminó 4,4 millones de puestos de trabajo. Recuperó R$ 6 mil millones y tuvo una pérdida de R$ 153 mil millones en la operación judicial.
En general, se piensa en el neoliberalismo como “biopolítica” (Michel Foucault), “necropolítica” (Achille Mbembe), “capitalismo de vigilancia” (Soshana Zuboff), “capitalismo caníbal” (Nancy Fraser), “nueva razón del mundo” ( Pierre Dardot y Christian Laval). En esta gama de enfoques, la solidaridad institucional estatal es la primera víctima de las políticas neoliberales. Su trituradora ataca los restos del humanitarismo para reafirmar la guerra fratricida de todos contra todos.
Los descubrimientos arqueológicos de esqueletos de más de diez mil años revelan prácticas funerarias y el cuidado de individuos –con huesos rotos– que no sobrevivirían sin ayuda. El sentimiento de solidaridad acompaña la formación de comunidades primitivas remotas. Significa que la desregulación de los órganos de supervisión y la uberización del trabajo no sólo evocan una obvia regresión civilizatoria, sino una acelerada marcha atrás en la evolución de la economía. Homo sapiens. .
En medio de la Revolución Digital, somos testigos del regreso de las hordas morales y sin ley. Fortunas colosales tocan la trompeta del fin del mundo, con la mirada absurda de un colonizador al espacio exterior. Cuando Thomas Hobbes describe las penurias del “estado de naturaleza”, en Leviatán (1651), no se centra en los neandertales; apunta a los hábitos burgueses de su época para justificar la creación del “estado social”.
Películas, como Star Wars, dirigida por George Lucas en 1977, y obras literarias como La cosa, publicado por Stephen King en 1986, denuncian las distopías contemporáneas ante el miedo a la alteridad encarnado, alegóricamente, por la presencia de inmigrantes. A veces con el simulacro de una guerra intergaláctica, a veces con apelaciones a lo sobrenatural: tanto en la prensa como en la pantalla hay una inmersión en una ascendencia bárbara disfrazada de efectos técnicos. No es casualidad que la era de la digitalización coincida con el caos, genere desastres y series exitosas en corrientes.
La pregunta sobre quién está frenando el apocalipsis en curso lleva a la pregunta sobre el “sujeto”. El proletariado estaba a favor del desarrollo de las fuerzas productivas. La crisis ambiental y social asociada a la dinámica del capitalismo rentista empodera a nuevos sujetos, a partir de lo que existe, es justo y es posible. Esperanzas del mundo, uníos. El que lucha no está muerto.
Necesidades radicales
Según Agnès Heller, en para cambiar la vida (1982) “La teoría dice que los estratos sociales que expresan necesidades radicales pueden convertirse en sujetos de transformación revolucionaria”. El neologismo distingue las necesidades objetivas de las subjetivas (“necesidades”). Engloba clases sociales, antirracistas, feministas, grupos de orgullo. gay, recursos hídricos, carriles bici, etc.
Las “necesidades radicales” convierten a estratos y movimientos –como el MST, el MTST, la CUT, la UNE y la MMM (Marcha Mundial de las Mujeres)– en vanguardias ideológicas y políticas para superar contradicciones sistémicas y descubrir otros horizontes de emancipación. Todo aquel que se rebela contra la racionalidad económico-privada lleva consigo una conciencia que apunta a la “sociedad regulada”. La asimilación de los valores democráticos a través del “derecho a tener derechos” sirve de guía para la “buena lucha”. No debe confundirse con ninguna transgresión social; tiene principios.
La iniciativa del expresidente de la favela (28/11) aborda las necesidades con el “Programa Periferia Vive” en los siguientes ejes: (i) infraestructura urbana; (ii) instalaciones sociales; (iii) fortalecimiento social y comunitario y; (iv) innovación, tecnología y oportunidades. No remedia las necesidades con una lógica cuantitativa, que convierte a las personas en instrumentos de otras personas. Inserta a personas “marginadas” en la estructura social. No todas las necesidades se refieren a productos materiales o a la producción material de la sociedad. Los medios corporativos guardaron silencio. Ocultó las tasas de interés desindustrializadoras del Banco Central.
Los colectivos tienen las condiciones políticas para avanzar en la realización de “la felicidad, la libertad y la democracia”. A cada uno según sus necesidades; a cada uno según su capacidad. El Estado es fundamental para inventar formas institucionales de convivencia humana y ambiental donde la solidaridad reemplace la competencia predatoria, que esconde casi la mitad del PIB mundial (100 billones de dólares) en paraísos fiscales. El camino de la transformación está lejos de Apuestas, y cerca del cielo.
Las batallas periféricas impulsan la desalienación de la ética centrada en el desempeño y el beneficio. Las convicciones nacen de la argumentación basada en pruebas, no del odio y el resentimiento para perpetuar la dominación y la subordinación. EL deja Vu de injusticias es inmensa; lo inusual se observa en las acciones plurales que se multiplican, sin detenerse. De dónde sacar energía para alterar la realidad es secundario. Son de interés los métodos y objetivos de la nueva sociabilidad y gobernabilidad. Como dice la canción, “la fe no suele haya”y hace una contribución original a la construcción del socialismo.
Preguntada sobre el siglo en el que le gustaría vivir, Agnes Heller responde: “El siglo XVII, cuando ateos, agnósticos y creyentes podían reunirse en la taberna para beber vino juntos”. Fascistas, neoliberales, conservadores –palabras que denuncian pleonasmos– reconstruyen los muros de la intolerancia para bloquear las críticas; la espada de la aporofobia contra los pobres; y el orgullo del negacionismo cognitivo. “Tesis/síntesis/antítesis/cuidado con tu paso”; el mesías está hecho de barro.
Necesitamos volver a la diferencia filosófica entre “libertad” y “voluntad”. La libertad es siempre libertad para algo y, al ser una relación, necesita continuamente expansión. Su conceptualización contiene deber y reconocimiento. Nadie puede ser libre si hay otros que no lo son a su alrededor. La libertad entendida de forma negativa, de algo, se encuentra en el campo minado de la voluntad indomable.
En tiempos de cólera, el gobierno federal aprovecha los vacíos en el Congreso para implementar políticas inclusivas, democráticas e igualitarias: basadas en lo que existe, lo que es justo y lo que es posible en una correlación de fuerzas adversa. La proyección de Lula en la articulación internacional “para combatir el hambre y defender la democracia” es un síntoma de la metástasis del sistema capitalista. El imperialismo en crisis, y con los BRICS pisándole los talones, abortó el golpe de estado que blandía el libre mercado y las privatizaciones. ¿Quién te vio...?
* Luis Marqués es profesor de ciencia política en la UFRGS. Fue secretario de Estado de Cultura de Rio Grande do Sul durante el gobierno de Olívio Dutra.
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