por JEANNE MARIE GAGNEBIN*
Comentario a uno de los volúmenes de la obra completa de Walter Benjamin
Con este volumen, el lector tiene a la mano dos ensayos críticos que permiten no sólo comprender mejor la vida y obra de Goethe (ayudado, en este libro, por las excelentes notas de Marcus Mazzari), sino también comprender el alcance reflexivo y metodológico de la práctica La crítica de Walter Benjamin.
El primer ensayo (1922), dedicado a la novela de Goethe, Las afinidades electivas, es un texto denso y difícil de la juventud de Benjamin: un escrito con presupuestos profundamente metafísicos que proporciona un nexo privilegiado entre el doctorado sobre el concepto de crítica en el romanticismo alemán, todavía marcado por el estilo de la tesis académica, y el libro mucho más atrevido y personal sobre el drama barroco.
El segundo ensayo, de 1928 –cumple un pedido de la “Gran Enciclopedia Soviética”, que quería una “interpretación marxista de Goethe en 300 líneas”, como le dice Benjamin a Scholem–, es un texto más limpio y con un claro enfoque político. Ambos textos tienen en común el gesto específico de la crítica de Benjamin: deshacer la imagen sacralizada construida por la tradición dominante, deconstruir la monumento Goethe, ya sea como monumento a la lucha de la burguesía contra el feudalismo, o como imagen de una “nobleza olímpica”, paradigma de la grandeza y el clasicismo alemanes (interpretación de Gundolf).
La crítica iconoclasta de Benjamin provocó y provoca cierto malestar porque impide una identificación afectiva con el personaje del “gran escritor”, reemplazando la devoción por la hoja de la precisión. Precisión, sin embargo, amorosa, ya que Benjamin tiene no sólo con la obra, sino también con la persona de Goethe una relación de proximidad, casi de ternura, como lo demuestran otros pequeños textos, en particular los sueños relatados en calle de un solo sentido. Benjamin parece haber captado, como nadie antes, la problemática central de la obra y la vida de Goethe, a saber, una oscilación perpetua (Variar), una dolorosa vacilación entre el ímpetu erótico y el inquieto de la Sturm und Drang (“Rush and Storm”, un movimiento de entusiasmo juvenil e irreverencia) y el ideal clásico, sí, de clase, un ideal de calma aristocrática al que Goethe trata de conformarse en la corte de Weimar.
En la entrada de la Enciclopedia, Benjamin diagnostica esta oscilación del poeta a partir de su incapacidad (que remite a la repugnancia) para comprender la historia, es decir, también, las configuraciones políticas concretas del Estado y la Revolución (en particular la francesa). Esta dificultad también se refleja en cómo la veía Schiller, citado por Benjamin, en las investigaciones de Goethe vinculadas a la botánica y la mineralogía: la Naturaleza ofrece a Goethe un “refugio” en relación con la Historia y le proporciona el marco conceptual más amplio de su pensamiento tanto estético como político. , un marco responsable de sus hallazgos y sus limitaciones. Así, según Benjamin, “no fue la estética, sino la contemplación de la naturaleza lo que reconcilió para él ((Goethe)) literatura y política”.
Este apego a la naturaleza explica también el tenor profundamente angustioso y “mítico” de Las afinidades electivas, cuyo título, por cierto, alude a un fenómeno químico. Aquí debemos recordar que la categoría de “mito”, en Benjamin, se opone a las categorías de historia y redención; lo mítico no designa un tiempo de la humanidad definitivamente superado por la racionalidad, sino un trasfondo de violencia que siempre amenaza con hundir las construcciones de la civilización humana, cuando éstas descansan sobre la obediencia a las convenciones sociales y no sobre decisiones tomadas por sujetos que se arriesgan a actuar histórica y moralmente (y para el joven Benjamin, la moralidad no se trata de aceptar la ley, sino de la búsqueda de la justicia). Concepción del mito retomada por Adorno y Horkheimer en Dialéctica de la Ilustración.
Así, los edificios arquitectónicos y matrimoniales se derrumban en Las afinidades electivas porque los cuatro protagonistas, precisamente por exceso de educación, obediencia a las convenciones, por “noble indulgencia, tolerancia y delicadeza”, dejan de luchar por lo que realmente quieren: “Tanto sufrimiento, tan poca lucha”, exclama Benjamin. Esta pasividad los lleva a perderse frente a los héroes de la pequeña “telenovela”, narrada en la segunda parte de la novela por un invitado de la pareja. Benjamin desvela el núcleo constitutivo de la novela inscrito en el texto mismo, en la oposición casi estructural entre los personajes de la novela -que siguen sus afinidades, aunque sean electivas- y los personajes de la novela -que toman decisiones, aun a riesgo de sus vidas. Esta oposición entre decisión y afinidad (ni siquiera la elección es suficiente si no está respaldada por la decisión) es leída por Benjamin como la clave de la oposición entre la acción histórica y moral, siempre arriesgada, y la pasividad sacrificial, por sublime que ésta parezca. , como en la figura de Ottilie, que hace emerger las fuerzas míticas del destino y la catástrofe.
Con esta interpretación, Benjamin choca de frente con las edificantes lecturas de la novela que ven en ella una defensa, emprendida por Goethe en el umbral de la vejez, de la institución del matrimonio e, igualmente, una santificación del carácter de Ottilie, tan hermosa como pasiva y sufriente. . Benjamin no solo critica los supuestos moralizantes de esta lectura; muestra que la angustiosa belleza de la novela nace en buena parte de la ambigüedad del propio narrador (por metonimia, del mismo Goethe) en relación con estas augustas convenciones sociales, cuya observación pasiva, aun con buenas intenciones, no conduce a una conducta verdaderamente moral, sino que se desliza hacia la ruina de los edificios de la “civilización” como hermosos jardines, hermosas casas, hermosos matrimonios y familias felices.
Así, el contenido material (Sachgehalt, confieso que no estoy de acuerdo con la traducción por “contenido fáctico”, porque Benjamin no alude a “hechos”, sino a cosas, Sachen, o a los materiales, Materialien, como dirá Adorno en teoría estética), debidamente analizado por el comentario filológico, revela el contenido de verdad (estado de alarma) del trabajo. El crítico lo vislumbra, mejor que el propio autor, precisamente por la violencia y el poder (Gewalt) de “distancia histórica”, afirma Benjamin en la introducción del ensayo, insistiendo en la productividad del distanciamiento frente a las ilusiones de inmediatez de la comprensión afectiva.
Este contenido de verdad en la novela es la denuncia de la pretensión de suficiencia de la “bella apariencia” (der schöne Schein) tanto en términos de estética como de conveniencia social. Benjamin no rechaza la belleza y el brillo de la proyecto de ley, pero denuncia la tentación de engaño que puede acechar allí: precisamente por ser bello, puede conducir a la concepción de una totalidad armoniosa, “la totalidad falsa, engañosa – la totalidad absoluta”. Crítica que retoma al rehabilitar la figura arbitraria de la alegoría y al cuestionar la concepción del símbolo como totalidad de sentido en Origen del teatro barroco.
en el ensayo sobre Las afinidades electivas, Benjamin hace uso de un concepto que aproxima al de “cesura” en Hölderlin: es el “sin expresión” (das ausdruckslose), una fuerza no estética, pero de origen moral que logra romper, interrumpir la falsa totalidad armoniosa de la bella apariencia, denunciando su carácter ilusorio, para que la obra ya no pueda emerger como una “totalidad engañosa”, y “ absoluto”, sino como “fragmento del mundo verdadero, torso de un símbolo”. Al mismo tiempo, como observa B. Lindner en su excelente entrada sobre este ensayo en benjamin handbuch, lo inexpresivo salva la belleza de la bella apariencia, porque la hace estremecer y paralizar en un instante de tiempo ante la disolución de su falsa totalidad.
Esta noción de interrupción, de cesura, será decisiva a partir del ensayo sobre Las afinidades electivas a las tesis “Sobre el concepto de historia”, último texto de Benjamin. A pesar de varias lecturas unilaterales de su obra, ésta da fe de su oposición a cualquier esteticismo y de la preponderancia que su pensamiento ha dado siempre a la dimensión moral e histórica de la acción humana.
*Juana María Gagnebin Profesor de Filosofía de la PUC/SP y de Teoría de la Literatura de la Unicamp. Es autora, entre otros libros, de Historia y narración en Walter Benjamin (Perspectiva).
Publicado originalmente en Revista de reseñas, No. 9 de mayo de 2010.
referencia
Wálter Benjamín. Ensayos completos: Escritos sobre Goethe. Traducción: Mônica Krausz Bornebusch, Irene Aron y Sidney Camargo. São Paulo, Editorial 34.