por ALEXANDRE ARAGÃO DE ALBUQUERQUE*
El golpe de Estado de 2016 y las decisiones de Ciro Gomes
El golpe es una elección perversa. Las malas intenciones que lo mueven son recogidas y reconocidas con el tiempo. La ciencia política consagra un golpe de Estado como un acto político de traición a alguien oa algo. Es un recurso extremo que utiliza la clase dominante para recuperar privilegios amenazados, retenidos dentro de un orden injusto y desigual construido a lo largo de la historia de una determinada sociedad.
Como atestigua el profesor Wanderley Guilherme dos Santos, en su libro La democracia entorpecida (FGV, 2017), el golpe actual es aún peor que el de 1964 en la medida en que tiene un compromiso antinacional y reaccionario mucho más violento que el de la época. Aquellos soldados del 64, a pesar de haber creado un sector déspota y asesino, nutrieron compromisos con los intereses nacionalistas. No es el caso del golpe de 2016, en el que casi toda la derecha golpista (civil, militar y religiosa), encabezada por Temer, es profundamente antinacional.
Los hechos que marcaron la última semana de septiembre esclarecen aún más la codicia en que se basa el botín usurpador de las riquezas naturales, el patrimonio público brasileño y la vida de las familias trabajadoras, degradadas en sus derechos humanos básicos por las políticas antisociales bolsonaristas.
Por un lado, los resultados alcanzados por el trabajo de investigación del CPI sobre Genocidio, instalado en el Senado, confirmaron, a través de pruebas testimoniales y documentales, todas las denuncias de corrupción moral y financiera implantadas en la estructura del gobierno de Bolsonaro, que van desde negación a la producción de estratagemas para el exterminio de seres humanos, copiando los peores ejemplos de los horrores nazis alemanes (1929-1945). Por lo tanto, el CPI demuestra claramente que el gobierno de Bolsonaro no solo perpetró crímenes comunes y responsables, sino también crímenes de lesa humanidad.
Por otra parte, las filtraciones de los “Pandora Papers”, una serie de reportajes realizados en el ámbito del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), del que Revista Piauí, los portales Metrópoles, Poder 360 y Agência Pública han revelado que el ministro de Economía, Paulo Guedes, junto al presidente del Banco Central de Brasil, Roberto Campos Neto, tienen depositada una importante suma de dólares estadounidenses en paraísos fiscales.
En septiembre de 2014, Guedes fundó “offshore” Dreadnoughts International, en las Islas Vírgenes Británicas, un “paraíso fiscal” en el Caribe. No se sabe hasta el día de hoy por qué fueron llamados "paraíso". De hecho, son territorios criminales que esconden el dinero sucio que circula por el mundo. Guedes aportó US$9,55 millones a su cuenta en el extranjero.
El artículo 5 del Código de Conducta de la Alta Administración Federal prohíbe que altos funcionarios (como Guedes y Campos Neto) mantengan inversiones financieras en Brasil y en el exterior, que puedan verse afectadas por políticas gubernamentales. En enero de 2019, Guedes se convirtió en el principal ministro del gobierno bolsonarista (Posto Ipiranga). Como el ex juez Moro, declarado incompetente y sospechoso por el Supremo Tribunal Federal (STF), no pudo ser invitado ni aceptado para asumir el Ministerio de Economía. Guedes es quien, en el famoso Reunión Ministerial de Juramentación, en mayo de 2020, dirigiéndose a la ministra Damares, sentenció con su “depurada ética pública”: “Que cada uno se joda (¡sic!) como quiera”.
El mismo bochorno ocurre con Campos Neto. Como presidente del Banco Central, y al mismo tiempo propietario de un “offshore” en un “paraíso fiscal”, tiene acceso privilegiado a datos estratégicos sobre políticas cambiarias y de tasas de interés, capaces de afectar inversiones financieras, dentro y fuera de Brasil También como Moro, Campos Neto debería ser declarado sospechoso e incompetente para asumir tal presidencia.
Finalmente, el último hecho que llama la atención al final de la semana pasada fue otra milimétrica virulencia de Ciro Gomes contra la militancia del PT, cuando finalizó su discurso sobre Paulista, el día 2: “El pueblo brasileño es mucho más grande que el fascismo rojo o amarillo. verde".
Ya había declarado recientemente que “utilizará la campaña electoral para recordarle al país que Lula adoptó la corrupción como método de gobierno cuando fue elegido en 2002”.(https://veja.abril.com.br/blog/radar/lula-levou-a-corrupcao-para-o-centro-dopoder-diz-ciro-gomes/).Como también había habido una “fake news” en la misma semana, muy al estilo bolsonarista, que asociaba a Lula con Prevent Senior, una empresa investigada por el CPI sobre Genocidio.
Al igual que Bolsonaro, Ciro Gomes ha pasado hasta ahora por siete partidos políticos (PDS –antes ARENA–, PMDB, PSDB, PPS, PSB, PROS y PDT). Para el senador Jacques Wagner (PT-BA), Ciro, quien fue ministro en el gobierno de Lula, con esta posición estratégica proporciona una “daño a la democracia”. Según el senador de Bahía, "cree ganar los votos de la extrema derecha con estas críticas frívolas a Lula".
Como afirmaron recientemente el gobernador Flávio Dino (PSB-MA) y Carlos Siqueira, presidente nacional del PSB, el enemigo a vencer es Bolsonaro y el fascismo del que es portador: no se pueden admitir tonterías en un momento tan grave.
Candidato a la llamada “tercera vía” formada por la batuta de Rede Globo, Ciro Gomes optó por centrar el fuego en Lula y el PT para convencer al electorado de Bolsonaro de que él sería el más confiable para derrotar a Lula en 2022. Valter Pomar, Ciro no se contenta con lanzar insultos, sino que apunta a un modelo de desarrollo nacional en el que el pueblo sea un mero subalterno. Y para garantizar esa subalternidad popular necesita neutralizar a la izquierda. Es decir, Ciro sigue el libro de jugadas neofascista desarrollado desde el golpe de 2016. Por lo tanto, su odio a Lula y al PT no le debe nada al bolsonarismo. Lógicamente, si puede, se romperá encima de los que odia.
Pero lo que llama la atención en todo esto es que ciertos políticos del PT de Ceará, como el gobernador Camilo Santana (PT-CE) o el diputado federal José Guimarães (PT-CE), tratan a Ciro como un aliado grosero, callándose perentoriamente en la cara. de sus continuos ataques estratégicos para Lula y el PT. Tal como lo señala Pomar en su artículo en el portal Brasil 247, el silencio de estos políticos y dirigentes del PT de Ceará, sólo lo explica Freud. O tal vez un poco de conocimiento de historia y ciencias políticas también.
*Alexandre Aragão de Albuquerque Máster en Políticas Públicas y Sociedad por la Universidad Estatal de Ceará (UECE).