por GÉNERO TARSO*
La opción entre muerte y muerte es la opción de la barbarie y está ganando
Estoy cerca, en una calle solitaria, donde dos viejos seguramente hablan de las dificultades del arte de sobrevivir. Son dos hombres de pelo blanco, vestidos con sencillez, frente a una pequeña casa antigua. Es un barrio de gente pobre, donde disfrutar del escaso viento matinal -del verano cada vez más caluroso- es un privilegio. Uno de ellos, que está sentado con la cabeza erguida, responde algo al que está de pie.
Al pasar junto a ellos, escucho al que está de pie decirle al que está sentado -atento y reverente- como un viejo conocido: “… hay que elegir entre morirse de hambre o morirse del virus”. La sentencia revela reverencia y fatalidad, no placer ni adhesión. Ni admiración ni respeto. Pero recepción de un orden mítico, del que no pende ninguna posibilidad de resistencia o alternativa.
Entonces recuerdo un discurso de Walter Benjamin sobre el nazifascismo y la guerra: “En el piloto y jefe de un solo avión con bombas de gas convergen todos los poderes capaces de privar al ciudadano de la luz, el aire y la vida, y que en tiempos de paz se distribuyen entre miles de jefes de departamento”. El fascismo crea su fatalidad mítica en la razón invertida de la palabra del líder: la razón ilustrada se adentra en las tinieblas medievales y abre espacios de luz; la razón perversa del fascismo, sin embargo, huye de los espacios de luz y abre la puerta de las tinieblas y de la muerte.
De la frase que escuché, como si fuera un fragmento de un discurso sobre la desgracia, entendí mejor los efectos de la estrategia de un genocidio llegando al inconsciente: promueve la dominación creando dolor consentido. La política de Bolsonaro es precisamente esa: convencer a esa parte indefensa –disponible en la sociedad– de que es bueno estar confinado entre dos ilusiones-frontera: no entre la vida y la muerte, sino entre los dos tipos de muertes en el mercado del odio liberal: la muerte por inanición o muerte por el virus.
Mi querida amiga Clara Ant me envía una grabación sobre un hecho brutal que le paso a parte de su familia, en un lejano día 2a. Guerra, cuando los nazis ocuparon Polonia. Separados de las familias recogidas por los nazis -todos judíos-, los hombres capturados fueron llevados por los nazis a un lugar “discreto”, para cavar una enorme fosa donde serían enterrados tras el fusilamiento colectivo de los “valientes” soldados alemanes.
En cada movimiento de la pala, mientras abrían la zanja en la tierra generosa, me imagino a cada uno de estos hombres mirando al cielo ya la tierra, conscientes del camino que los conducía a la tumba común. En esta certeza, el ritmo de la tierra ultrajada les hablaba ciertamente de una muerte solitaria, que vendría en el intento de una rebelión imposible; o indicaba la muerte colectiva, cuyo ritual de ofrenda colectiva sería recompensado por las mujeres que se salvarían.
Entre las mujeres que pudieron caminar tras los asesinatos en masa estaba la madre de Clara Ant, quien recibió un puñado de papas hervidas de un vecino no judío, lo que salvó vidas y abrió nuevas vías de resistencia. Un gesto de amor, una forma de autoconservación de la dignidad humana, un germen de resistencia moral que planta la posibilidad de un futuro.
¡Muerte por el virus o muerte por inanición! Esta es la convicción trabajada por los ideólogos del bolsonarismo que especula con el miedo, la fragilidad de las personas frente a la desgracia programada y que nos hace preguntarnos: ¿Dónde estaban estas personas que hicieron esto? ¿Quienes son ellas? ¿Cómo de repente comenzaron a apropiarse de la vida de millones y los llevaron, como autómatas, a cavar sus propias tumbas? La opción entre la muerte y la muerte es la opción de la barbarie y es vencedora.
Todos los que rechacen la barbarie, todos los que rechacen el fascismo, todos los que no acepten que la disyuntiva es "muerte o muerte", sino vida o muerte -y estén dispuestos a luchar por la vida- deberían sentarse en una amplia y generosa Mesa de unidad política contra fascismo.
En este año infernal de 2021, en el que el Centrão y cientos de militares del Gobierno parecen haberse puesto de acuerdo para asesinar todos los sueños de una República con democracia y justicia, debemos llevar papas en el bolsillo de la conciencia, para alimentar la deseo colectivo de luchar y vencer a los bandidos instalados en el poder.
* Tarso en ley fue Gobernador del Estado de Rio Grande do Sul, Alcalde de Porto Alegre, Ministro de Justicia, Ministro de Educación y Ministro de Relaciones Institucionales de Brasil.