Ensayo sobre la fauna brasileña

Imagen: Marika Mäkelä
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por DANIEL BRASIL*

Comentario al libro de Agenor Couto de Magalhães

Tengo un ejemplar, que heredé de mi abuelo, del libro Ensayo sobre la fauna brasileña, de Agenor Couto de Magalhães, publicado en 1939. El autor, en ese momento, era jefe de la sección de caza y pesca de la Secretaría de Agricultura, Industria y Comercio del Estado de São Paulo. La portada informa que el volumen fue distribuido gratuitamente.

El prefacio (llamado el Exordio) dice: “La presente obra, como dice el título, no es más que un ligero ensayo sobre la fauna brasileña (...). Elaborándolo en un lenguaje sencillo y accesible, pretendí marcar el punto de partida de futuras observaciones sobre la vida de estos animales autóctonos, hasta hoy casi desconocidos para nuestro pueblo”.

El punto de vista es a menudo el de un cazador, no el de un conservacionista, y usado en un curso de biología en la actualidad sin duda causaría indignación. Llama la atención el estilo “simple y accesible”, lleno de citas en francés y alemán. En un pasaje, describe a un cazador (“un devoto de Santo Humberto”) al borde de una laguna esperando la llegada de las cercetas.

“El sol ya no tiñe el horizonte de fuego con el resplandor de un fuego inmenso. Solo una franja descolorida de rojo se destaca contra la puesta de sol púrpura. Aquí, el cielo se curva en una vasta bóveda de azul, desvanecido, quizás, por el frío de la noche que despertó allí una hermosa estrella trémula anunciando el crepúsculo. Las alegres jaçanãs cantan en los pantanos en períodos repetidos, anunciando también la hora de la tarde. No tardan en aparecer bandadas de cercetas que, ruidosas, cruzan el espacio húmedo y álgido del vargedo. Los planos rompen entonces la armonía del paisaje melancólico (…)”.

Otro capítulo, dedicado a la descripción de los guacamayos, tiene este memorable comienzo: “Tan pronto como, arrastradas por las pesadas velas, que a duras penas se inflaban y desplegaban la insignia de la Cruz de Malta, las lentas carabelas lusitanas, los atrevidos navegantes, llegaron a Brasil, pisando la tierra de Santa Cruz y recorriendo con la mirada a la gente bronceada que asombrada acudía en tropel a las blancas playas del norte, se llevaban dos sorpresas dignas de registro: los cuerpos tostados de las indias desnudas y las rojas , plumas amarillas y azules de los hermosos guacamayos que se posaban sobre los hombros regordetes de las bugras de la tierra salvaje que acababan de descubrir.”

El esteticista Agenor Couto de Magalhães también describe cazar un manatí o dispararle a una nutria, entre otras proezas. Oscila entre el entusiasmo y la repugnancia, como si el cazador que lleva dentro se enfrentara a un futuro ecologista. Al lamentar que ya no se encuentra con frecuencia a la danta, afirma que “no supimos tener leyes para la preservación de esta manera tan valiosa de los paisajes tropicales de la tierra indígena”.

Y continúa: “Esta negligencia que, como ciertas dermatosis, se extiende por todo Brasil, algún día terminará, y ojalá a tiempo para salvar al menos una parte de su patrimonio (…). Sé muy bien que me estoy volviendo demasiado sedicioso en estas constantes digresiones. Pero no tengo gran culpa en hacerlos, pues a ella me atrae el amor que debo a esta tierra y la responsabilidad que me corresponde como estudioso de estos problemas. Lucharé, sin embargo, con la constancia que me caracteriza, por la defensa de este invaluable patrimonio que yace en la falta de protección”.

Por otro lado, señala que la agachadiza “es una de las especies más interesantes para el cazador que quiere practicar el tiro en vuelo”, o que la agachadiza, cuando se retira a dormir “cualquier animal se le puede acercar y lo hace”. no asustarlo. Por eso ciertos cazadores tienden a sorprenderlo en el sagrado recuerdo, para luego matarlo con frialdad, sin emoción, sin gusto, sin arte”. ¿Me gusta? ¿Arte? En otro pasaje afirma que “Si comparamos las cacerías africanas y asiáticas con las nuestras, necesariamente concluiremos que las nuestras son superiores en belleza y emoción”.

De una familia tradicional de cuatrocientos años, el apellido Couto de Magalhães nombra calles y escuelas en varios estados. Agenor ciertamente asistió a buenas escuelas y sobresalió en adjetivos. Una perdiz era la “reina codiciada de campañas interminables”, un macuco, “el príncipe de la selva”. Un deseo-deseo, el "cantando claramente de los potreros” (él mismo lo pone entre comillas, debió haberlo oído y le pareció hermoso). El perezoso tiene una “fisonomía cómica”, el mapache es “un atrevido ladrón de gallinas”, y el jacamim es el “juez de paz del terreiro”. Para consuelo contemporáneo, una imagen de cazadores que exhiben ciervos sacrificados en Mato Grosso se denomina “masacre bárbara y sin sentido”. Sí, el libro tiene algunas fotos, obviamente en blanco y negro.

Contradictorio, el autor se divide entre la admiración por los practicantes del “arte de la caza, con espíritu de deportista” y el lamento por la desaparición de especies en diversas regiones. Su pensamiento a veces es utilitario, viendo valor económico en algunos animales y lamentando la destrucción de sus hábitats como si fuera “un desperdicio”, a veces es ecológico (concepto que desconocía), mostrando admiración por la diversidad de la naturaleza. Incluso afirma que la destrucción ambiental “es un delito, es una barbarie que debe ser reprimida, con toda severidad, por los poderes públicos”.

leer un libro como Ensayo sobre la fauna brasileña con los ojos del siglo XXI ayuda a comprender la formación del pensamiento conservacionista ambiental con todas las contradicciones culturales, de clase y de época a las que está sometido. Y, para los analistas de estilo, es un ejemplo del lenguaje a veces romántico, a veces naturalista de los escritos científicos brasileños anteriores a la Segunda Guerra Mundial. No deja de ser una lectura sabrosa, sazonada por el tiempo, aunque a veces deja un regusto amargo a sangre.

* Daniel Brasil es escritor, autor de la novela traje de reyes (Penalux), guionista y realizador de televisión, crítico musical y literario.

referencia


Agenor Couto de Magalhães. Ensayo sobre la fauna brasileña. São Paulo, Secretaría de Agricultura, 1939 (https://amzn.to/45aZftm).


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