por NATALIA FINGERMANN & LUIS FERNANDO VITAGLIANO
El presidente Jair Bolsonaro naturaliza una vez más la estructura patriarcal y falocrática de Brasil
“Los niños visten de azul, las niñas visten de rosa” es la frase ontológica pronunciada por la ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, Damares Alves, justo al inicio del gobierno de Bolsonaro. Para muchos, una metedura de pata que conviene superar. En general, demuestra el apoyo reaccionario de este gobierno.
Cuando el presidente dice que después de cuatro hombres, se debilitó e hizo mujer, deja clara su percepción jerárquica de género. De modo que establece una relación de dominio de una identidad sobre la otra. Para Bolsonaro, la feminidad está asociada a la fragilidad, la emoción y la interdependencia, mientras que la masculinidad está vinculada al poder, la racionalidad y la autonomía.
Al distinguir espacios en términos de identidad de género, socialmente construidos, fortalece símbolos y estructuras del patriarcado característico de la sociedad brasileña, constantemente reforzado por el discurso de Jair Bolsonaro. Esto se hizo más que evidente la semana pasada cuando el presidente trató a hombres y mujeres de negocios de manera separada y bastante diferente.
La cena con los Empresarios y el almuerzo con las Empresarias representan y fortalecen ese “desempeño repetido” (BUTLER, 2016) que construyen las identidades de género en Brasil de forma cotidiana y continua.
Sin una mirada crítica a los medios tradicionales de comunicación y con una naturalización de la estructura patriarcal, los símbolos presentes en estos dos Encuentros pasan desapercibidos para la opinión pública en general. De hecho, para algunos, el encuentro de Bolsonaro con las empresarias que “visten de rosa” señaló un posible cambio en su tono.
Lógicamente, el Encuentro con las Empresarias busca crear la imagen de un presidente conciliador, aunque es muy probable que este encuentro fuera tratado como un proceso de humillación para él y sus aliados más cercanos. Porque, en la mirada patriarcal, realizar un encuentro con Empresarias significa bajar un escalón en la jerarquía de géneros, lo que claramente puede representar una fragilidad de su poder.
Además, es importante resaltar que al dividir al empresariado en base a criterios de sexo y género (considerado sinónimo de Bolsonaro), el presidente va en contra de los intereses nacionales, sin sumarse a los esfuerzos económicos de las empresas que podrían colaborar.
Finalmente, vale la pena mencionar algunos de los símbolos traídos por cada uno de los encuentros. Cuando hubo una reunión con los empresarios, Bolsonaro no estuvo acompañado por la Primera Dama. Por la noche, en una cena, “los empresarios que visten de azul” hablan solos, con autonomía, sobre el rumbo del país.
En el encuentro con “las empresarias que visten de rosa”, se cambia el horario de encuentro. Al proponer un almuerzo, el mandatario demuestra su alineamiento con las normas de una sociedad patriarcal, que entiende que la velada no corresponde a las mujeres de familia, quienes deben ser recibidas por él acompañadas, esta vez, de la Primera Dama, Michelle Bolsonaro.
Y así, sin que muchos se den cuenta, el presidente Jair Bolsonaro vuelve a naturalizar la estructura patriarcal y falocrática de Brasil.
*Natalia Fingerman Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Santos (UNISANTOS).
*Luis Fernando Vitagliano tiene una maestría en ciencias políticas de la Unicamp.
referencia
Judith Mayordomo. Cuestiones de género: feminismo y subversión identitaria. Traducción: Renato Aguiar. Río de Janeiro: Civilización Brasileña, 2016.