Por Milton Pinheiro*
Los pasos del golpe construyen su acto de fuerza, las circunstancias de la pandemia son una ventana de oportunidad para la extrema derecha
Si bien la centralidad del poder se manifiesta en el aparato estatal, es necesario comprender que la historia es una experiencia vivida y su proceso concreto, en curso, manifiesta acciones emprendidas por hombres y mujeres. Son prácticas valorativas, intereses ejercidos, disputas políticas y condiciones objetivas que son internas al proceso histórico. Así, este complejo social nos permite construir, en la investigación histórica, a partir del proceso de lucha de clases, que alteran valores, acciones, intereses y percepciones, los faros de condiciones objetivas que, desde dentro de las manifestaciones históricas reales, pueden revelar el proceso dialéctico. .
La coyuntura brasileña, condensada en las más diversas crisis, está tensa por la postura golpista del presidente militar, Jair Bolsonaro. El agitador fascista, jefe de un gobierno de extrema derecha, operó un conjunto de acciones que están encontrando terreno fértil en este espacio-tiempo de la pandemia del coronavirus. Se trata de la construcción del aislamiento político, agitación cotidiana de su base política y social, caos controlado y mensajes progresistas de acción golpista. Bolsonaro no necesita las camisas negras, ya tiene las hordas amarillo-verdosas que se alimentan del oscurantismo, el racismo, la lgbtfobia, la misoginia, la teología neopentecostal de la “prosperidad” y la cruzada anticomunista y, desde el punto de vista de las fracciones del bloque de poder, en segmentos de la burguesía industrial y comercial que no dependen del consumo masivo, ni del dólar devaluado.
La pandemia ha llevado a las organizaciones obreras y a la izquierda socialista a las “Fortalezas Cerradas”, sin otra opción en este momento -que no sean las acciones virtuales y las brigadas solidarias-. ¿Cómo salir a las calles, puertas de fábricas, escuelas, universidades, comunidades populares y manifestarse en la vía pública?
Estamos en una situación muy compleja y difícil, incluida la posibilidad de que la pandemia ejecute a los luchadores sociales, para que podamos hacer política en ese momento. Actuando a través de la guerra de guerrillas virtual, cacerolazos, peticiones, formación política con el más amplio rango posible a través de vida, resistencia de quienes están en la primera línea de los servicios esenciales; todo esto parece muy poco para enfrentar el neofascismo y el caos controlado del gobierno de extrema derecha en este momento, sin embargo, ¿qué hacer? ¿Cómo puede la izquierda socialista crear una plataforma de lucha en esta coyuntura que no se limite al esfuerzo político que se está haciendo? La historia nos informa, hasta el momento, que ninguna revolución ha sido operada en tiempos de pandemia mundial. Sin embargo, necesitamos encontrar formas y medios para que la larga noche planeada por el neofascismo y la extrema derecha del gobierno de Bolsonaro no opere su acto final.
Se colocan en la agenda acciones que organizan un campo ideológico y se preparan para intervenir, muy de cerca, en el terreno de la lucha de clases.
Está comprobado que las políticas del neoliberalismo son las responsables de la incapacidad de responder satisfactoriamente a la pandemia. Las acciones de control fiscal para impedir las inversiones sociales y proteger el fondo público para la revalorización del capital son responsables de la destrucción de la salud y la educación públicas, las prestaciones sociales, un conjunto de servicios esenciales que producen condiciones de vida social menos inhumanas. La ideología neoliberal está siendo develada, por lo tanto, necesitamos atacar este proyecto burgués y dejarlo expuesto ante los trabajadores y la población en su conjunto.
La historia de la actualidad, a través de los hechos recientes (desde 2013 hasta ahora), nos informa que los liberales, los conservadores, los agentes de las finanzas tóxicas, los mutantes socialdemócratas, la extrema derecha y el complejo de la mezquina política en los distintos niveles del parlamento son los responsables de la presencia de Bolsonaro en el Palacio del Planalto y por lo que plantea como un riesgo para las libertades democráticas. Como nos advierte Domenico Losurdo, el liberalismo siempre ha estado del lado de las tensiones más abruptas en el orden político y su divorcio de la democracia formal está presente desde la antigüedad en la historia política de la humanidad.
Si bien en la estructura del orden del capital no todo lo estatal es público, en el contexto ideológico actual es fundamental defender lo público y estatal. Sólo con la ampliación de los servicios públicos, sostenidos por la inversión estatal, la población en su conjunto tendrá condiciones mínimas de sobrevivencia. Necesitamos la ampliación del SUS, inversiones en universidad pública, ciencia y tecnología, formación en educación básica y, sin duda, la renacionalización de lo privatizado para que podamos generar un parque productivo para defender nuestra soberanía.
Es necesario anticipar lo que propondrá la burguesía interna, articulada por el bloque de fuerzas en el poder, como salida a la crisis económica. La lógica del gestor de capitales en el gobierno de Bolsonaro, Paulo Guedes, es destructiva para cualquier solución que tenga en cuenta las necesidades básicas de los trabajadores y de la población en su conjunto. La presión parlamentaria, la construcción de diferentes formas de protesta y movilización, así como propuestas alternativas que se consoliden como consignas que logren ganar entre las masas, son caminos que debemos construir para operar en el terreno de la lucha de clases.
El agitador fascista, Jair Bolsonaro, avanza en su lógica bonapartista. La etapa actual del golpe reúne acciones públicas de la extrema derecha, se manifiesta en el enfrentamiento con las instituciones del Estado (parlamento federal y STF), se confirma con el apoyo velado de las Fuerzas Armadas, se publicita con la disputa realizada por la pequeña burguesía (clase media) en el tema de la pandemia y el confinamiento social, y gana contornos de victoria con la incapacidad del Congreso Nacional y del Supremo Tribunal Federal para reaccionar ante los movimientos agresivos del mandatario militar. ¿Venceremos al movimiento organizado del caos controlado de Bolsonaro con declaraciones difusas de gobernadores y parlamentarios, con críticas de jueces del STF, con evasivas del Ministerio Público? El escenario político nos dice que los actuales faros de la democracia formal no operarán con impedimentos para contener el proyecto de asalto al poder del neofascismo bolsonarista.
Los pasos del golpe van construyendo su acto de fuerza, las circunstancias de la pandemia son una ventana de oportunidad para la extrema derecha; la condensación de la crisis, al desvelarse, puede ponernos frente a frente con la historia. Las tareas que debe realizar la izquierda socialista son enormes en un contexto de estas características y particularidades. El primer paso es la autoorganización de los movimientos obreros y populares, al mismo tiempo que, en los momentos de estancamiento de la lucha de clases, cuando estamos un paso por detrás del enemigo, necesitamos avanzar con mucha fuerza en la agitación socialista, en formación política y en la construcción de alternativas para la más amplia unidad de acción entre las fuerzas que se sitúan en el campo de la lucha contra el golpe y en la defensa de los intereses de la clase obrera.
Organizar y luchar, luchar y organizar es la razón dialéctica para bloquear el golpe y vencer en el terreno de la lucha de clases.
*milton pinheiro es profesor de historia política en la Universidad del Estado de Bahía (UNEB). Organizó, entre otros libros, Dictadura: lo que queda de la transición (Boitempo).