Elena Torres Cuéllar

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por JOANA COUTINHO & MAURÍCIO BRUGNARO JÚNIOR*

Entrada del “Diccionario de marxismo en América”

Vida y praxis política

Elena Torres Cuéllar (1893-1970) nació a finales del siglo XIX, en el seno de una familia de trabajadores pobres del interior de México, teniendo dificultades para completar sus primeros estudios. En 1907, a los 14 años, inició su vida laboral como cajero en una tienda llamada Negociación americana. Durante este tiempo comenzó a asistir a un curso nocturno, organizado por profesores de la Escuela Estatal de Guanajuato, dirigido a estudiantes trabajadores de bajos ingresos, y también asistió a clases privadas de contabilidad y mecanografía.

A los 16 años publicó sus primeros escritos, denunciando la dictadura de Porfirio Díaz (1830-1915) –ya en su cuarto mandato– y demostrando su inconformismo con la condición subordinada a la que estaban sometidas las mujeres mexicanas, tanto en el ámbito social como en el social. ámbitos profesionales. En un principio Elena Torres Cuéllar firmaba algunos de sus artículos con los seudónimos de “Una Guanajuatense”, “Violeta” y “Julieta”. En esta época contribuyeron a la lucha revolucionaria varias mujeres, oponiéndose a la dictadura y manifestándose públicamente, entre las que destacan, además de Elena Torres, Dolores Jiménez (1850-1925) y Juana Belén Gutiérrez de Mendoza (1875-1942). .

En 1915, en plena guerra revolucionaria, era profesora en la Centro educativo da Casa del Trabajador Mundial, en Guanajuato. Durante el mismo período conoció y se acercó al general constitucionalista Salvador Alvarado (1880-1924), realizando labores educativas en zonas rurales de varios estados mexicanos. También tuvo una breve experiencia como taquígrafa en Cuartel General del Ejército del Noroeste, al mando del general Álvaro Obregón, cuando José Siurob, gobernador de Guanajuato, la nombró como interviniente del Colegio Guadalupano, de monjas, dentro de las medidas de intervención revolucionaria aplicadas en el estado. Su primera medida consistió en promover la importancia de la educación y los ideales revolucionarios, exigiendo que las monjas asistieran a las Congreso Pedagógico, en diciembre de este año.

En los meses de enero y diciembre de 1916, habiéndose hecho cercana a Hermila Galindo (1886-1954) –una de las feministas más importantes de la época–, Elena Torres Cuéllar viajó a Yucatán (Mérida), para representarla en dos de los Congresos feministas.

Al año siguiente se mudó a Yucatán, donde tomó un curso de Dibujo en escuela de bellas artes de Mérida, trabajó en la Escuela Experimental y desarrolló actividades políticas, integrándose al equipo de Felipe Carrillo Puerto (1874-1924), líder del Partido Socialista de los Trabajadores de Yucatán (PSTY) – que más tarde se conoció como Partido Socialista de Yucatán (PSI).

Todavía en 1917, en una conferencia, Elena Torres Cuéllar conoció al profesor Cayetano Andrade, especialista en métodos pedagógicos. A partir de este encuentro comenzaría a estudiar la metodología Montessoriano – método creado por la médica y educadora italiana María Montessori. Según este pedagogo, la educación debe priorizar la autoeducación como un logro para el niño, garantizando así una mayor autonomía y libertad individual en el proceso de aprendizaje. Elena Torres Cuéllar comienza entonces a aplicar el método Montessori a un pequeño grupo de niños y, en Mérida, presentó su proyecto de nuevas prácticas educativas al general y gobernador Salvador Alvarado, quien la invitó a colaborar con su gobierno, ya que compartían una misma preocupación: la educación como camino para mejorar las condiciones de vida. de la población.

Durante el mandato de Alvarado (1915-1918) se crearon alrededor de mil escuelas rurales. Elena Torres Cuéllar estuvo al frente de este proyecto, habiendo dirigido la primera escuela Montessori. Dichas instituciones, destinadas a formar a los hijos de trabajadores pobres, además de ser establecimientos educativos, tenían la función de ser un hogar para los niños, enseñándoles a cuidar de sí mismos, a desarrollar sus juegos y su intelecto sin obligarlos a seguir prácticas tradicionales. .

En 1919, afectado por las consecuencias de la guerra civil, el gobierno de Venustiano Carranza (1917-1920) tomó medidas antipopulares, enfrentando varias huelgas. Uno, sin embargo, ganaría protagonismo, el del 12 de mayo, al haber atraído a los trabajadores y a la opinión pública. Esta huelga contribuyó a la formación de un centro de organización entre los educadores de la capital, abriendo más espacio político para el feminismo y obteniendo el apoyo de la prensa (a través de Juana Gutiérrez de Mendoza y Evelyn Trent Roy). Elena Torres fue enviada luego a la capital mexicana, por PSY, para intentar unir al feminismo radical de Yucatán con grupos del Distrito Federal.

En agosto, impulsada por Elena Torres Cuéllar, junto a Trent Roy y Gutiérrez, la organización del Consejo Nacional de Mujeres. Elena Torres Cuéllar asumió como primera secretaria. Este Consejo se propuso unificar los diferentes grupos locales y regionales que comenzaban a surgir en diferentes estados, además de trabajar para establecer contacto con organizaciones feministas de otros países, adoptando un programa organizado en tres ejes: primero, emancipación económica con igualdad salarial, mínimo salario, adecuación sanitaria en las empresas y condiciones laborales de las mujeres; segundo, la emancipación social, con la formación de asociaciones libres entre trabajadores e intelectuales, y participación igualitaria entre hombres y mujeres; y tercero, la emancipación política, con igualdad de derechos políticos para hombres y mujeres.

Ese mismo año, el Congreso Nacionalsocialista, que tenía como objetivo formar un partido que pudiera ser reconocido como la sección mexicana de la recién fundada Internacional Comunista (CI). En el acto, Evelyn Trent Roy, la única mujer que había participado como delegada en el congreso socialista, fue quien explicó a sus compañeros de la Consejo Nacional de Mujeres las ideas del movimiento comunista – que comenzaban a extenderse por todo el mundo. Sin embargo, con la expulsión de Juana Gutiérrez (por publicar el periódico Alba como si fuera un órgano del Consejos), los demás miembros se organizaron para formar, todavía en 1919, el llamado Consejo Feminista Mexicano, de la que Elena Torres pasó a ser secretaria general.

Esta nueva entidad, considerada la primera organización política feminista en México, contribuyó a desarrollar los proyectos y formas organizativas que seguiría el movimiento de mujeres en su momento, sumándose a la partido comunista de mexico (PCM) como su frente feminista. Junto con el PCM, el nuevo Consejos Fundaría la escuela León Tolstoi (en Ixtacalco) y patrocinaría publicaciones de libros escritos por mujeres, creando bibliotecas para sus miembros (en su mayoría educadores y trabajadores). Con el fin del periódico Alba –que sólo tuvo un ejemplar–, la revista oficial del Consejo Feminista, llamado La Mujer.

Como líder feminista, Elena Torres Cuéllar colaboraría en publicaciones periódicas de varios países, cuyas temáticas eran bastante amplias, como “El Desmonte"(1919), “La Antorcha” (1924-1925), “Repertorio Americano de Costa Rica” (1927) y “El Maestro Rural”(1932), además de revistas de educación de Perú y Ecuador.

A fines de 1920 trabajó en el Distrito Federal con José Domingo Ramírez Garrido (1888-1958), como secretaria en el Servicio Secreto; Ramírez estaba dispuesto a radicalizar y modernizar esta institución, para lo que empleó a mujeres que colaboraran en la organización y mejora de la situación de las trabajadoras. Ese mismo año, Álvaro Obregón (1880-1928) fue nombrado presidente de México (1920-1924) –por Partido del Trabajo Mexicano (PLM).

Durante su gobierno se prestó atención al campo educativo, habiéndose impulsado, en 1921, la fundación de la Secretaría de Educación Pública (SEP). En este contexto, Elena fue una de las más estrechas colaboradoras del entonces rector de universidad nacional de mexico, José Vasconcelos (1882-1959), quien impulsó la creación de esta Secretaría, que tuvo como objetivo educar al pueblo a través de la democratización de la educación, consolidando vínculos nacionales en torno a la cultura mexicana. Todavía en 1921, fundó y dirigió durante dos años el primer Programa Nacional de Meriendas de la SEP, que, al momento de su salida, ya ofrecía más de diez mil comidas diarias en escuelas de barrios pobres de la Ciudad de México.

En 1924 Elena Torres Cuéllar recibió una beca de la Profesores de universidad da Columbia Uiversity (Nueva York), donde se especializaría en Educación Rural. Durante su estancia en Estados Unidos participó en el Conferencia Panamericana de Mujeres (1925), en Washington.

Regresó a México en 1926, y ese mismo año fue nombrada profesora de la Facultad de Letras da Escuela Normal Superior – cargo que perdería al año siguiente, por su cercanía a Vasconcelos y las críticas al entonces presidente Plutarco Elías Calles (1925-1928). Luego regresó a Estados Unidos, donde enseñó español en Escuela Internacional de Missouri.

Entre las muchas actividades que realizó durante estos tiempos, en 1926, asumió como inspectora encargada de organizar las Misiones Culturales de la Escuela Normal Superior da Facultad de Filosofía y Letras da Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En 1929 se posicionó a favor de José Vasconcelos, candidato a presidente por la Partido Nacional Antireeleccionista (PNA), en oposición a Pascual Ortiz, representante del Partido Nacional Revolucionario (PNR) y considerado leal a Calles. El PNA propició la formación de un frente de mujeres, en el que participaron estudiantes, campesinas y trabajadores urbanos. Como forma de apoyo a la ANP, Elena Torres y otras feministas enviaron correspondencia al embajador estadounidense Dwight Whitney Morrow, en la que expresaban su punto de vista: “nuestros enemigos son hombres que sueñan con ser ricos, como los millonarios de su país. , que se aprovechan del poder público para enriquecerse”.

En 1932, designado por el Secretario de Educación Pública (SEP), regresó al proyecto de escuelas normales rurales. Al año siguiente, participó en un programa innovador, impartiendo clases de economía doméstica por radio, actividad que tenía como objetivo ampliar la difusión de programas educativos en todo el país. Aún en 1933 regresó a la SEP, al frente de los educadores de Misión de Viaje Cultural de la SEP, siendo responsable de organizar la Misiones Culturales da Escuela Normal Superior de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM – habiendo realizado estudios sobre alimentación (nutrición).

En 1934 participó en la Equipo Técnico de Educación Rural, cuya función era elaborar un modelo de plan de estudios para la enseñanza de la economía doméstica. Ese mismo año viajó a una conferencia en Chile, luego viajó a Costa Rica, Ecuador, Panamá, Perú y luego a Venezuela, en un itinerario que incluyó dar conferencias sobre educación rural y conocer las instalaciones educativas de estos países.

Dos años más tarde pasó a formar parte del Comité Permanente de la Consejo Nacional de Educación Primaria y Rural en Estados y Territorios.

En 1937 fue nombrada directora de Taller sobre Asuntos de Educación Primaria Rural y Urbana, desarrollando investigaciones de impacto sobre las condiciones económicas y sociales de los habitantes de más de trescientos pueblos mexicanos.

Desde principios de los años 1940 hasta mediados de la década siguiente fue inspectora de educación primaria (1942-1955). En 1941 participó en la 1er Congreso Mexicano de Ciencias Sociales, organizado por Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. También se desempeñó como consejera, representando a México en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), trabajando en París y Londres entre 1945 y 1947.

En 1956, se convirtió en miembro de la comisión que condujo a la Campaña a favor de la mejora del lenguaje da Oficina Técnica de la Dirección General de Educación Primaria y Supervisión de Estados y Territorios.

Ya septuagenaria, en 1963 volvió al cargo de inspectora de Zona Maestro Normalista Urbano (que había ocupado en 1942).

Elena Torres Cuéllar falleció en la capital mexicana, en octubre de 1970, a la edad de 77 años.

Aportes al marxismo

Revolucionaria, feminista y educadora, Elena Torres Cuéllar fue una de las protagonistas del desarrollo de las ideas socialistas en México en la primera mitad del siglo XX. Habiendo crecido en un entorno marcado por el movimiento revolucionario, fue consciente desde temprana edad de la realidad de la desigualdad social en su país. Sus principales temas de lucha fueron la educación, los derechos y las condiciones sociales, políticas y económicas de los trabajadores, con especial dedicación a la causa de las mujeres y los campesinos.

En el ámbito político, su participación en el Congreso Nacionalsocialista, en 1919, que creó formalmente la partido comunista de mexico (del grupo inicialmente llamado partido Socialista) y solicitó membresía en la Internacional Comunista. Además, su contribución al proceso de establecimiento del programa feminista del Partido fue fundamental: el único comité designado para su elaboración fue una mujer. La organización del PCM estuvo liderada por varios grupos políticos y no fue un proceso único. En el Congreso, llamado por el Partido Socialista Mexicano (PSM), participaron representantes de diversas corrientes del movimiento popular –como Elena Torres Cuéllar, Luis N. Morones, Ciro Esquivel, José Allen e incluso algunos exiliados como Manabendra N. Roy, Frank Seaman y Mike Gold.

Adoptando apasionadamente las ideas socialistas, Elena Torres Cuéllar comenzó a participar activamente en el movimiento comunista. Al principio asistió a reuniones del Unión Panaderos [S. dos Padeiros], en el que, gracias a sus convincentes discursos, se ganó la simpatía de los trabajadores. Fue entonces directora de El soviético (1919), “semanario de propaganda socialista”, publicado por Grupo Hermanos Rojos, periódico que se basó en la estructura de este gremio y que sirvió como órgano de comunicación del PSM y, por ende, del naciente PCM (luego llamado el comunista). Como directora de este periódico –que promovía debates teóricos y propaganda revolucionaria–, se convirtió en la primera mujer en el mundo en comandar un órgano central de un partido comunista.

Entre 1919 y principios de los años 1920, Elena Torres Cuéllar fue una de las principales representantes de la Tercera Internacional en América. Como secretaria internacional y tesorera del Buró Latinoamericano de la Internacional Comunista, impulsó organizaciones comunistas en el continente, participando en la redacción de documentos históricos, como el “Manifiesto de la Mesa Latinoamericana de la III Internacional de los Trabajadores de América Latina(diciembre de 1919) – siendo la única mujer en firmarlo, junto con los otros cuatro miembros de la dirección de la Oficina.

La campaña impulsada por Álvaro Obregón contra el gobierno de Venustiano Carranza Garza (1859-1920) –uno de los líderes de la Revolución, junto a Emiliano Zapata y Pancho Villa, quien fue presidente entre 1917 y 1920– motivó la adhesión de varios miembros del el Partido Comunista de México. Este fue el caso de Felipe Carrillo Puerto y Elena Torres Cuéllar, quienes formaron parte del colectivo que creó el manifiesto “El Plan de Agua Prieta” contra Carranza –quien terminaría depuesto.

En 1921, Obregón –quien en diciembre de 1920 había asumido la presidencia, luego del breve gobierno interino de Adolfo de la Huerta– creó la Secretario de Educación Pública, designando para dirigirlo, como primer secretario, a José Vasconcelos. Desde entonces, junto a Vasconcelos, Elena jugaría un papel cada vez más central en las reformas políticas para el desarrollo del sistema educativo mexicano, actividad que la llevaría a alejarse del PCM (partido que en varios momentos entraría en conflicto con el Gobierno de Obregón y sus sucesores). Debido a esta ruptura, sufrió fuertes críticas por parte de sus antiguos compañeros del Partido, acusándolos de haber abandonado los principios comunistas.

A partir de mediados de la década de 1920 se destaca el rol que Elena Torres tuvo en la Secretaría de Educación Pública de México, como fundadora y primera directora de la Departamento de Misiones Culturales, y participando, en la década de 1930, en la organización de la educación indígena (cuando impulsó cursos populares de “economía doméstica”).

La contribución de Elena Torres Cuéllar a la creación de Misiones Culturales Ocurrió en dos momentos: el primero, entre 1923 y 1924, cuando elaboró ​​el plan de trabajo y dirigió la etapa “experimental” del proyecto, luego trabajó como educadora misionera en el interior del país, hasta septiembre de 1924, cuando ganó becado estudió y abandonó para dedicarse a su especialización en Educación Rural, en Columbia Uiversity (en Nueva York); la segunda fue a principios de 1926, cuando regresó de Estados Unidos y, nombrada inspectora comisionada, comenzó a organizar la Misiones a nivel nacional, ahora con el objetivo más amplio de la mejora cultural y profesional de los docentes, además de promover iniciativas encaminadas al progreso social y económico de las comunidades rurales.

La función principal de las llamadas. Misiones se trataba de orientar a las comunidades rurales sobre formas de desarrollar el bienestar y proteger la salud de sus ciudadanos, lo que se llevó a cabo, por ejemplo, mediante capacitación para combatir enfermedades. En 1923, durante el periodo de su participación inicial, Elena Torres Cuéllar, junto a un grupo de colaboradores (apoyados por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo), coordinó una misión experimental en San José Morelos, realizando tareas como establecer cooperativas y organizar una escuela para niños y otra para adultos analfabetos.

Es importante resaltar que la educación rural no se limitó a enseñar a leer y escribir, sino que incluyó sobre todo el aprendizaje de técnicas para la elaboración de productos (como la higiene personal), lo que además de redundar en una mejora de la economía local, amplió la cultura. y conciencia social de la población. Entre los maestros rurales participaron especialistas en curtido, jabonería, perfumería, canto, dibujo y agricultura.

En esta primera experiencia participaron 101 docentes de la región, ofreciendo cursos sobre producción industrial y agricultura. A finales de 1924, había seis Misiones, con cursos en Puebla, Iguala, Colima, Mazatlán, Culiacán, Hermosillo, Monterrey, Pachuca y San Luis Potosí, todos atendidos por un jefe, un maestro de industria, un maestro de música, un maestro de educación física, un maestro de economía doméstica y un médico. Responsable de enseñar higiene. Sin embargo, aunque Vasconcelos le concedió a Elena una licencia para llevar a cabo la misión experimental en Morelos, pronto cambiaría de opinión, lo que Elena percibió como la oposición de un líder “mimado” a su trabajo.

En la segunda etapa de su trabajo sobre el MisionesElena Torres Cuéllar fue nombrada directora general del proyecto en la República Mexicana. En esta época fue reconocido como “especialista en trabajo social y educación rural”. Luego desempeñaría un papel fundamental en la creación de internados indígenas regionales y en el desarrollo de la enseñanza de la economía doméstica, junto con Elena Landázuri y Catalina Sturges, también figuras importantes en la lucha por los derechos civiles de las mujeres. El foco de estos líderes estuvo, especialmente, en el papel protagónico que desempeñan las madres en la educación de sus hijos –como agentes nucleares en el proceso de transformación sociocultural–, entendiendo que la modificación cultural de las tareas domésticas fue un elemento importante en el proceso histórico. que atravesaba México: de construcción de su identidad nacional.

La idea feminista que abrazó Elena se centró en la idea de que las mujeres tenían derecho a dar su opinión y que sus pensamientos debían tener valor en cualquier espacio social, incluso en aquellos antes reservados a los hombres. Vale la pena señalar que ella misma fue un ejemplo de ello, habiendo sido, en 1917, la única mujer que participó en la primera reunión de la Partido Socialista de Yucatán, así como el único en incorporarse, en 1919, a la dirección de la Oficina Comunista Latinoamericana.

Con este objetivo, Elena Torres Cuéllar abrazó la causa campesina, agraria y feminista, poniendo el foco en la participación de las mujeres rurales en el trabajo; para ello, impulsó la organización de cooperativas nacionales, con el objetivo de mejorar las condiciones sociales y económicas de este grupo. Su postura feminista partió del reconocimiento de la realidad de las mujeres trabajadoras, dependientes del matrimonio para su existencia; y cómo la sociedad de la época la situaba como un simple apéndice del hombre.

En un mundo en el que la igualdad es inconclusa, Elena abogó por la emancipación de la mujer: “los hombres”, dice, no deben ni por “egoísmo” ni por “conveniencia”, negar la “independencia que exigen las mujeres”.

Su feminismo, sin embargo, no está desconectado de la cuestión de clase: “les pedimos que voten por las mujeres” – proclama – “pero por las mujeres conscientes”. Insiste en que es necesario combatir la ignorancia, porque de ella emanan muchas de las desgracias de la sociedad. Considera que la educación y las cuestiones económicas son factores esenciales para la emancipación de los trabajadores.

En resumen, la importancia de Elena Torres para el marxismo radica en su activismo socialista y feminista pionero, así como en sus actividades como educadora con instituciones gubernamentales enfocadas en reformas sociales, a través de las cuales trabajó para defender la educación y las condiciones de vida de los trabajadores. especialmente a la causa de las mujeres y los campesinos. Educadora y socialista, fue protagonista en la construcción del proyecto de identidad nacional de México.

Comentar la obra

Si bien los aportes de Elena Torres Cuéllar a la educación rural y la lucha de las mujeres en México fueron muy importantes, existen pocos datos sobre su vida y legado. Puede encontrar información al respecto, en particular, en el Archivo Elena Torres Cuéllar (AET), del Área de Colecciones Históricas de la Universidad Iberoamericana (México) – archivo integrado por sus artículos publicados entre 1913 y 1948 en revistas, libros, conferencias y correspondencia, además de contener otros documentos y fotografías.

Desde sus escritos iniciales, como miembro del PCM y de la dirección del Buró Latinoamericano de la Internacional Comunista, Elena es una de las autoras –junto a Antonio Ruiz, Martín Brewster, José Allen y el peruano Leopoldo Urmachea– de “Bases generales para el trabajo de la Oficina Latinoamericana de la Tercera Internacional”. En este documento emblemático, elaborado a finales de 1919, los comunistas convocaban a una tarea revolucionaria –“de acuerdo con la Tercera Internacional”- para realizar “amplia propaganda en todas las regiones” de México, aprovechando un movimiento armado que estaba que se produzca, con el fin de “apoderarse de armas” y “otros elementos de defensa y ataque”.

Se afirma que a medida que las regiones se comunicaran entre sí, se organizarían “administraciones generales”, encargadas de la adecuada distribución de los materiales de “defensa, producción, distribución e intercambio”, que deberían organizarse “según las necesidades de la comunidad”. , siendo algunos responsables de cultivar la tierra y producir los “bienes necesarios para la vida y defensa de la comunidad”, mientras que otros serían responsables de la “defensa militar del territorio dominado por los trabajadores”.

Es interesante señalar, en el documento, la atención dedicada a la protección de “instrumentos útiles” para la subsistencia de la comunidad, así como el claro rigor con el que se tratan cualquier “delito de robo”, “violación” o “destrucción innecesaria”. ”de equipo debe ser tratado de interés comunitario: ser “castigado con la muerte”. Además, el texto explica que los “mejores alimentos” y “cuidados” debían destinarse a “los mayores, los niños y los enfermos”, y también debían crearse escuelas –con “los mejores componentes materiales e intelectuales”- para niños y adultos. en todas las regiones que iban a ser controladas.

Durante este período, aún como la única mujer representante entre los cinco miembros del Bureau de América Latina, Elena participó en la elaboración del “Manifiesto de la Mesa Latinoamericana de la III Internacional de los Trabajadores de América Latina"(El soviético, n. 8, 16 dic. 1919), cuyo objetivo era “fortalecer las relaciones entre todas las organizaciones y grupos cuyos principios sean comunistas, similares a los de la llamada Tercera Internacional”. Citando a la Revolución Rusa –como una “vanguardia heroica” del proceso histórico que demostró que “la salvación del proletariado está en el comunismo”–, el manifiesto afirma la necesidad de que el movimiento obrero comprenda “la misión de la Tercera Internacional” y adherirse a él, alejándose de “organizaciones que sirven a gobiernos burgueses dominados por el capital”: “Despertad, camaradas, unamos nuestros esfuerzos para redimir a la humanidad, para fundar una nueva sociedad en la que todos trabajen y sean felices”.

Entre su labor como educadora, a partir de los años 1930, destaca Un libro de técnica a través de un curso de seis semanas. (Ciudad de México: Editorial de Cultura, 1937), obra colectiva que Elena Torres Cuéllar dirigió con docentes de zonas rurales del Estado de México, en la que se habla de educación y misiones rurales –obra poco común, pero disponible en la colección de la AET (recuadro 5).

Otro de sus textos más conocidos, aunque todavía inédito, es el manuscrito, fechado en 1939, “Misiones culturales y educación rural” (AET, recuadro 6), en el que describe su papel protagónico en los inicios de Misiones Culturales – del cual fue creadora y líder –, afirmando que, sin embargo, por dificultades políticas, su participación quedó eclipsada.

En el contexto de su actividad como docente de cursos de Economía del Hogar, escribió varios artículos, como el siguiente, incluidos en la serie “Economía doméstica: políticas para las mujeres rurales y las ciudades pequeñas”, que reúne discursos [“plástica”] enfocado a la educación popular publicado en la revista repertorio americano (Universidad Nacional de Costa Rica): “Economía doméstica” (febrero de 1933); “Los Alimentos” (marzo de 1933); “La nutrición” (marzo de 1933); “El uso de comestibles” (abril de 1933); “El hogar” (abril de 1933); y “Las Telas” (junio de 1933), entre otros.

En 1934 escribió: “Docencia y enseñanza pública”, texto en el que tenemos una pequeña muestra de su pensamiento sobre el papel asignado a las mujeres -tratadas en la sociedad como si fueran “sirvientas” de los hombres-; Afirma que la parte “más difícil” de su “disciplina interior” es tener la “tranquilidad necesaria para leer” sin dejarse desanimar por “los desprecios” contra las mujeres.

En cuestiones de educación pública sobre la condición de la mujer, aún en repertorio americano, publicó: “Fundamentos biológicos de la educación moral de la mujer” (1935).

En 1941 escribió: “El Personaje: datos biográficos, formación y trayectoria educativa.”(Ps: sn), una especie de autobiografía. El texto retoma la discusión sobre las mujeres y su participación en Convención de la Liga de Mujeres, declarando que los temas que la interesaron en el tema fueron la inseguridad causada por la pobreza, el abandono de los niños y la ilegitimidad, dependencia y violencia de las relaciones matrimoniales.

Fragmentos: nexo internacional (C. México: Editorial Libros de México, 1964) es otro escrito autobiográfico. En el libro revela las condiciones materiales concretas que rodearon su infancia, el abandono de su padre y la responsabilidad que recayó sobre ella para garantizar la supervivencia de la familia; afirma que su “opción” por el celibato en realidad estuvo dada por la situación de vida que se vio obligada a afrontar.

Además de su citado archivo y de la colección de otras universidades, la mayoría de los escritos de Elena Torres Cuéllar se encuentran dispersos en diversas revistas, y aún no han sido reunidos en una edición que haga justicia a su obra teórica y su activismo político. Algunos de sus textos pueden encontrarse en línea, citados parcial o íntegramente en obras de estudiosos de su pensamiento o temas afines, como el libro de Crespo, Jeifets y Reynoso titulado Formación del comunismo mexicano (1919-1921) – publicado en 2022 (disp. https://inehrm.gob.mx).

*Joana A. Coutinho Es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Maranhão (UFMA). Autor, entre otros libros, de Problemas teóricos del Estado integral en América Latina (luchas contra el capital).

*Mauricio Brugnaro Júnior es licenciado en Ciencias Sociales por Unicamp.

Publicado originalmente en el Núcleo de Praxis-USP.

Referencias


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FINZER, Erin. “La conservación campesina de Elena Torres Cuéllar: mujeres, dominio rural y medio ambiente en México (1923-1939)”. En Contracorriente, v. 18, 2020. Presentación: https://acontracorriente.chass.ncsu.edu.

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OXILIA Piña, Reicelda. “Elena Torres Cuéllar”. El sol de Cuernavaca, Jun. 2018. Disp.: https://www.elsoldecuernavaca.com.mx.

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ROCHA ISLAS, Marta Eva “La singularidad de Elena Torres Cuéllar: educadora y feminista mexicana (1893-1970) – biografía y autobiografía”. Antropología: Revista Interdisciplinaria del INAH, n. 10. Dispensación: https://revistas.inah.gob.mx.


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