por CARLOS EDUARDO BELLINI BORENSTEIN*
El campo progresista avanza en Sudamérica no sólo en resultados electorales. En Colombia hay chances reales de ganar
El resultado de las elecciones legislativas en Colombia trajo nuevos indicios sobre la existencia de una ola progresista en Sudamérica. La coalición Pacto Histórico, encabezada por Gustavo Petro, quien resultó elegido como candidato de izquierda a la presidencia de Colombia, en las elecciones que se realizarán el próximo 29 de mayo, logró una importante victoria. La coalición de Petro eligió a 16 senadores, ganando el escaño más grande de la Cámara junto con el Partido Conservador. En la Cámara de Diputados, el Pacto Histórico obtuvo 25 escaños, la misma cantidad de escaños que los conservadores.
El año pasado, Gabriel Boric, del partido de izquierda Convergencia Social, fue elegido presidente de Chile, lo que también indica el fortalecimiento de la ola progresista en la región, que comenzó en 2019, cuando Alberto Fernández ganó la presidencia de Argentina.
Después de Fernández, Luis Arce del Movimiento al Socialismo (MAS) ganó las elecciones presidenciales de 2020 en Bolivia, y Pedro Castillo de Perú Libre fue elegido presidente de Perú el año pasado. De las últimas seis elecciones presidenciales realizadas en la región (Argentina, Uruguay, Bolivia, Perú, Ecuador y Chile), solo en Uruguay -con Luis Lacalle Pou- y en Ecuador -a través de Guilherme Lasso- terminó prevaleciendo la derecha.
Vale recordar que, de 2017 a 2019, tuvimos una tendencia inversa. En ese período, cuatro elecciones presidenciales fueron ganadas por la derecha: Jair Bolsonaro (Brasil en 2018), Sebastián Piñera (Chile en 2017), Iván Duque (Colombia en 2018) y Mario Abdo (Paraguay en 2018). Y en Venezuela ganó la izquierda: Nicolás Maduro, del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), fue reelegido.
En esta ola progresista iniciada en 2019, que en el pasado se denominó “ola rosa” o “posneoliberalismo”, llaman la atención los resultados electorales en Chile y Perú. Los dos países, considerados ejemplos de modelos liberales en la economía, eligieron presidentes expertos en el protagonismo estatal. En el caso de Chile, el cambio fue aún más profundo, pues antes de la elección de Boric hubo grandes protestas que derivaron en la convocatoria a un plebiscito, y a una Asamblea Nacional Constituyente, que está reformulando la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet. .
Como vemos, el campo progresista avanza en Sudamérica no solo en resultados electorales -cuatro victorias en las últimas seis elecciones presidenciales-, sino también ganando terreno en países (Chile y Perú) que hasta hace poco tenían el libre mercado guiando incluso sus constituciones. .
Con el cambio en la correlación de fuerzas iniciado en 2019, cinco países de la región pasan a estar bajo control progresivo (Argentina, Bolivia, Chile, Perú y Venezuela). Otras seis naciones (Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay y Uruguay) están en manos de fuerzas políticas liberales/conservadoras. Si bien los gobiernos numéricamente derechistas aún se encuentran en mayor número en Sudamérica, todas las elecciones presidenciales ganadas por este campo en la región, con excepción de Uruguay (2019) y Ecuador (2021), se realizaron hasta 2018.
Además de las elecciones de mayo en Colombia, donde deberá polarizarse la disputa entre Gustavo Petro y el candidato de derecha, Federico Gutiérrez, del Movimento Acredita, el escenario central de la disputa en este juego de poder sudamericano será la elección presidencial. en Brasil, que hoy proyecta un enfrentamiento entre el expresidente Lula (PT) y el presidente Jair Bolsonaro (PL). Es decir, como viene ocurriendo en otros países de Sudamérica, izquierda y derecha enfrentarán un nuevo choque en Colombia y Brasil.
Así, las posibles victorias de Gustavo Petro y Lula confirmarían los indicios de la existencia de esta ola progresista en Sudamérica, pues la izquierda ampliaría sus victorias de cuatro a seis elecciones presidenciales en ocho disputas desde 2019. Sobre todo, alto desempleo y la pérdida del poder adquisitivo de porciones significativas de la población de la región, esta nueva “ola rosa” podría frenar las conductas económicas más fiscalistas en favor de una agenda en la que el Estado y la distribución del ingreso se convirtieran en una agenda común en muchos de estos países.
*Carlos Eduardo Bellini Borenstein Licenciado en Ciencias Políticas por la ULBRA-RS.