Por Nelson Cardoso Amaral*
El ministro Weintraub busca así retomar una agenda y una discusión obsoleta. El propio Banco Mundial (BM) revisó su posición histórica que señalaba acciones en este sentido, reconociendo las pérdidas inherentes a la adopción de esta política pública. El BM publicó, en 2000, un documento sobre educación superior, titulado Educación superior en los países en desarrollo: peligro y promesa, que reevalúa sus propuestas anteriores.
En un texto proporcionado a la prensa el día de la publicación de este documento, el Grupo del Banco Mundial encargado de estudiar este tema llama a los gobiernos que los han seguido a lo largo del tiempo a actuar de otra manera: “Desde la década de 80, muchos gobiernos nacionales y agencias de financiamiento Las organizaciones internacionales han dado a la educación superior un nivel de prioridad relativamente bajo. Análisis económicos, con una mirada estrecha – y, en nuestra opinión, mal – han contribuido a formar la opinión de que la inversión pública en universidades e instituciones de educación superior se traduciría en ganancias insignificantes en comparación con las ganancias de invertir en escuelas primarias y secundarias; así como que la educación superior exagera la desigualdad de ingresos. (...) El Grupo de Estudio está unido en la convicción de que la adopción urgente de medidas para ampliar la cantidad y mejorar la calidad de la educación superior en los países en desarrollo debe constituir una prioridad máxima en las actividades de desarrollo”.
El Grupo de Trabajo también defendió que los países en desarrollo aumenten la cantidad y calidad de la investigación nacional para seleccionar, absorber y crear conocimiento de una manera más eficiente y acelerada. Además, afirma que “la educación general pretende desarrollar al individuo como un todo, más allá de la formación ocupacional específica” y más, que “las disciplinas específicas varían de un país a otro, incluyendo, sin embargo, una combinación de humanidades y ciencias sociales y naturales”. .
Las dramáticas consecuencias de aplicar la política equivocada instaurada en las décadas de 1950 y 1960 pueden ser examinadas en el informe de Marco Antônio Rodrigues Dias, Director de la División de Educación Superior de la Unesco: “Hace algún tiempo, tuve la oportunidad de presenciar un emotivo testimonio de uno de los jefes de Estado africanos más expresivos, el tanzano Julius Nyerere, apartado del poder (desde 1985), pero que se ha convertido en una figura mitológica y una de las personalidades africanas más respetadas tanto en su continente como en el extranjero. De visita en el Consejo Ejecutivo de la UNESCO, Nyerere recordó que, tras la independencia, su país logró un gran éxito, en las décadas de 1960 y 1970, con una política proactiva a favor de la alfabetización y la educación básica. Sin embargo, enfatizó, Tanzania cometió un gran error. Siguiendo los consejos de expertos internacionales, dejó de prestar especial atención a la educación superior y, hoy, parece que no cuenta con el personal ni los investigadores necesarios para su desarrollo. Por otro lado, mucho de lo que se hizo en educación básica se perdió, al faltar las condiciones para asegurar la calidad por deficiencias en la formación de docentes y en la preparación de investigadores en educación, que normalmente son formados por las universidades. Dirigiéndose a sus colegas africanos en particular, Julius Nyerere subrayó: “¡no cometan el mismo error que nosotros!”.
El discurso que afirma que se debe priorizar un nivel educativo en detrimento de otros niveles es una falacia. Al evaluar la hipótesis de que la educación básica brasileña podría ser mucho mejor si se transfirieran recursos de las Universidades Federales para este nivel educativo, no es difícil concluir que esto no es cierto.
El Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Educativas Anísio Teixeira (Inep) divulga el total de recursos financieros públicos invertidos tanto en el sector público como en el privado, separándolos por nivel educativo. En 2014, se invirtió el equivalente al 4,8% del PIB en Educación Básica (EB), lo que significa un monto de R$ 265 mil millones invertidos en EB. En 2014, el número de alumnos de la EB era de 49.771.371, lo que resulta en R$ 5.324,00 por alumno.
En 2014, se invirtieron R$ 36 mil millones en recursos del tesoro en las Universidades Federales. Si asumimos que la mitad de estos recursos fueron transferidos a EB, el valor por estudiante aumentaría de R$ 5.324,00 para R$ 5.684,00 en EB, un aumento del 6,8%.
Muy poco podría mejorar la Educación Básica si se llevara a cabo esta acción y cabría preguntarse: ¿qué pasaría con las 63 Universidades Federales si se redujeran sus recursos a la mitad? Podemos decir que serían destruidos.
*Nelson Cardoso Amaral es profesor de la Universidad Federal de Goiás (UFG).
Referencias:
DÍAS RODRIGUES. La Unesco ante el cambio de la educación superior en América Latina y el Caribe. Publicación de CRESALC/UNESCO – Caracas, 1996.
disponible aquí. Consultado el: 30 de julio. 2019.
SGUISSARDI y AMARAL. El Banco Mundial revisa posiciones: ¿quién pagará la cuenta? PERSPECTIVA. Florianópolis, v.18, n.33 p. 65-76, enero/junio. 2000.
UOL. MEC quiere tomar recursos de la educación superior, para guarderías. ¿Qué disputa es esta?. Disponible aquí.
BANCO MUNDIAL. Grupo de Trabajo sobre Educación Superior y Sociedad. Educación superior en países en desarrollo: peligro y promesa. Washington, DC: Banco Mundial, 2000. Disponible aquí.