por IGOR GRABOIS*
Consideraciones sobre la captura por el neoliberalismo de la máquina pública
Es impresionante lo que el neoliberalismo le ha hecho a la máquina pública brasileña. El presidente electo tiene, en la práctica, que pedir gobernar. Y no estoy hablando de aprobar leyes en el Congreso y demás. Me refiero a las atribuciones del Poder Ejecutivo.
Una serie de organismos públicos tienen “mandatos”, que protegen a sus líderes del voto popular. El Banco Central independiente -debe ser del padre y de la madre, porque depende del mercado- es el caso más flagrante. Bob Fields Neto, socio del siniestro Paulo Guedes, aún tiene dos años para sabotear la política económica del gobierno.
Aneel, el organismo muy captado por los regulados, las empresas del sector eléctrico, advierte al gobierno de transición que la energía aumentará un 5,3%, en algunas distribuidoras más del 10%. Por cálculos que nadie sabe cuáles. Bastaría cambiar los directores de Aneel e implementar tarifas bajas. Solo que no. Aneel tiene un “mandato”. El sector está totalmente privatizado y hay que “respetar los contratos”. Malditos sean los consumidores residenciales y comerciales.
La situación se repite en muchos otros sectores como aeropuertos, telefonía, puertos. Incluso Embratur tiene un “mandato”. Bozo nominó al acordeonista Gilson por un período de cuatro años (!). El próximo gobierno está impedido, de hecho, de implementar una política para el turismo. El acordeonista Gilson, es de conocimiento común, piensa que el turismo es el juego y el turismo sexual.
En Petrobras, con un estatuto que favorece a los accionistas minoritarios, el presidente de la empresa, exsecretario de Paulo Guedes, anuncia que permanecerá hasta abril de 2023, hasta la nueva Asamblea de Accionistas. Se aprovechará para vender algunas partes más de la empresa.
El vicepresidente Geraldo Alkmin negocia con Sebrae posponer la elección de sus directores para febrero. Sebrae es parte del sistema S, pero recibe camiones cargados de dinero público para no apoyar, con medidas concretas, a las micro y pequeñas empresas.
La mayoría de la gente no sabe esto. El aumento de la electricidad va al regazo del nuevo presidente. El aumento de las tasas de interés y la política monetaria contractiva convertirán al Tesoro y la política fiscal en hielo seco, con efectos devastadores sobre los precios y el empleo. La cuenta también será pagada por Lula.
Este mercado cuenta con sucursales, el Banco Central y los llamados “contratos” que solo benefician a las empresas. Y todavía quieren imponer un nombre que les guste al Ministerio de Hacienda y dictar la política fiscal. La política fiscal es la única que el presidente, por el momento, puede implementar, ya que las tasas monetarias y cambiarias son responsabilidad del Banco Central “independiente”.
Para implementar el programa elegido por las urnas, es obligatorio que se rediscutan los arreglos institucionales implementados desde el gobierno de la FHC, con la devolución a los ministerios del poder usurpado por la miríada de organismos reguladores que trabajan a favor de los privados. regulado.
*Igor Grabois é economista
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