por JORGE LUIZ SOUTO MAYOR*
El bolsonarismo ha logrado orientar las discusiones e incluso la producción intelectual del país.
Varios textos publicados, con el objetivo de hacer un balance de lo sucedido en los dos años del gobierno de Bolsonaro, ya han traído muchos elementos capaces de demostrar los errores de las iniciativas del gobierno (u omisiones) en lo que respecta a los aspectos económicos, sociales, socioambientales. , cuestiones políticas y humanas.
Una vez cumplida debida y eficientemente esta importante tarea, creo que se abre la oportunidad –y es lo que propongo en este texto– de avanzar hacia una investigación sobre los efectos de mantener esta actitud vigilantemente defensiva.
La atracción fatal y sus efectos.
Yendo directo al punto al que pretendo llegar, me parece muy relevante visualizar en qué medida las agresiones verbales, los excesos, las tonterías, el desprecio a la razón como elemento de superación de la humanidad y los estímulos al odio promovidos por la El presidente de la República y sus seguidores han guiado a la gran prensa, impulsado reacciones y dominado, de alguna manera, el pensamiento de todos -lo que sirve también para disfrazar los diversos reveses impuestos desde principios de 2019.
Veamos esto a través de algunos ejemplos. Al día siguiente del anuncio de la cifra récord de 1.910 muertes, en 24 horas, provocadas por la COVID-19 en Brasil,[ 1 ] Bolsonaro dijo que había llegado el momento de dejar de ser "cool" y "mi mi mi".[ 2 ] El mismo día, a la demanda pública de compra de vacunas por parte del gobierno, Bolsonaro reaccionó diciendo: "solo si es en la casa de tu madre".[ 3 ] A partir de entonces, lo que se vio, en el ámbito de los opositores al gobierno, fue una avalancha de manifestaciones en forma de “memes” y “tarjetas”, sin confrontación concreta con los discursos de Bolsonaro y muy poco en términos concretos respecto a la Responsabilidad. del gobernante y demás ocupantes de las instituciones públicas por el número de muertos y los efectos concretos de esta responsabilidad. Y menos, casi nada, en realidad, sobre lo que hay que hacer -y con urgencia- para que salgamos de este engranaje destructor de todo y de todos en el que nos encontramos.
Cuando se celebraba el “Día Internacional de Lucha de la Mujer”, se difundió la noticia de que Bolsonaro se uniría al Partido de la Mujer, para presentarse a las elecciones de 2022.[ 4 ]
En momentos en que el caos era completamente evidente, con Brasil registrando un promedio récord de muertes por vigésimo día consecutivo, y, finalmente, los Estados y Municipios comenzaron a anunciar medidas de restricción más drásticas y necesarias para contener el contagio, ya con un largo retraso e incluso insuficiente, por no llegar a lo necesario”lockdown(con raras excepciones – Araraquara-SP, por ejemplo), con aliento de los medios, vale la pena señalar – el Presidente volvió a la acusación para decir que esas medidas de los gobernadores generarían caos y agregó: “El pueblo no incluso tienen patas de pollo para comer más. Ahora, de lo que he estado hablando, se acerca el caos. El hambre expulsará a la gente de la casa. Vamos a tener problemas que nunca esperamos tener problemas sociales muy graves”.[ 5 ]
Esta vez, no solo presentó su habitual bravuconería, también actuó, interponiendo, en su propio nombre, ante el Supremo Tribunal Federal, una Acción Directa de Inconstitucionalidad, para cuestionar la validez legal de los Decretos estatales que determinaron las restricciones a la circulación y funcionamiento del comercio.[ 6 ]
Estos son solo algunos ejemplos entre innumerables otros que demuestran cómo, desde el período preelectoral de 2018, el bolsonarismo ha logrado orientar las discusiones e incluso la producción intelectual del país y, con ello, en el período de la pandemia, impedir los intentos de todas las personas, entidades e instituciones -según fuera necesario- se dirigieron hacia la lucha científicamente recomendada (prevención y preparación para la vacunación), incluso dirigiendo acciones colectivas y solidarias a nivel nacional, contra el nuevo coronavirus, lo que suponía, sobre todo, la eliminación de los impedimentos, incluidos los políticos, que supondrían un obstáculo para este empeño.
Con todos siguiendo el camino estratégicamente desviado por el Presidente, y por lo tanto sin reaccionar de manera efectiva y oportuna, el número de muertes no hizo más que aumentar, hasta llegar a una situación que estaba completamente fuera de control y sin expectativas de mejora, si la misma situación se produjera. mantenida dinámica desviada de la realidad concreta.
Inicialmente, se podía ver en las diversas iniciativas presidenciales meras coincidencias resultantes de una espontaneidad inconsciente, irresponsable y sin límites, pero, considerando todos los eventos juntos, queda claro que las manifestaciones bolsonaristas constituyen una estrategia bien articulada para generar asombro e indignación en unos, y estado de éxtasis e histeria en otros, desviando el foco de la realidad y, con ello, atrayendo a todos a una burbuja donde todo se mueve por la ausencia de razón, la estupidez y el odio.
Dentro de esta burbuja, quienes se oponen a ella también tratan el mismo tema y, en cierta medida, dan aún más visibilidad a los ataques al conocimiento, permitiéndoles equipararlos a la razón responsable. Y, llevado por las reglas del juego preestablecido, acaba actuando movido por la misma lógica, bien burlándose de afirmaciones que deberían causar asco, bien llevando el debate al campo de las agresiones personales, mediante el uso de adjetivos que no dan cuenta de lo que representa, políticamente, la conducta bolsonarista.
El mayor problema es que, no pocas veces, al formular argumentos contrapuestos se termina reproduciendo la misma lógica del agresor y tratando de enfrentar el odio con odio; ignorancia, con convenientes escapes de la realidad total; el revisionismo histórico, con la historia mal contada de los dominantes; autoritarismo, con otras formas de autoritarismo; el negacionismo, con la negación de la propia parte de culpa, etc.
Este tipo de reacciones, en buena medida, retroalimenta y da un toque de “razonabilidad” a las formulaciones que preconizan retrocesos en la evolución humanitaria del conocimiento, pues si se ataca con la misma ofensiva odiosa a quien se acusa de promover el odio intensidad, deja de ser el agresor para asumir la posición de víctima y viceversa.
El hecho es que, jugando con las mismas reglas impuestas por el bolsonarismo, las posiciones se invierten fácilmente, aunque solo sea retóricamente. Y lo que más necesita el desprecio por el saber para mantenerse vivo y hasta predominante es precisamente la buena retórica. No se puede olvidar que el bolsonarismo creció con el recurso retórico de la “moralización” del país y el antiPTismo, que se basa en el prejuicioso sentimiento de que cualquier cosa es mejor que el PT y que todo método o alianza es válido en la medida en que se sacar al PT del gobierno.
Pero hay una enorme dificultad para formular un enfrentamiento efectivo y sólido con el bolsonarismo. Es que las instituciones y los valores atacados por el bolsonarismo (aunque se reconozca que son solo ataques vociferantes, carentes de racionalidad) no son fácilmente defendibles. Para hacer prevalecer el desprecio por el saber y el aprecio por el odio, el bolsonarismo llega incluso a hacer una especie de esclavo de los valores e instituciones democráticas, pero lo hace aprovechando su propia fragilidad, frente a los constitucionales y democráticos. compromisos, en los que tales valores e instituciones fueron históricamente superpuestos.
Sin darse cuenta o no queriendo asumir los errores históricos cometidos, bajo el argumento (que contribuyó mucho a que lleguemos a donde estamos) de que no es el momento oportuno para esta confesión, terminan formulando confrontaciones argumentativas que, aun reconociendo la a diferencia de su grado de intensidad, reproducen los mismos defectos, siendo en su base la falta de sinceridad con el otro y consigo mismo, lo que erosiona el fundamento necesario para la construcción colectiva del pensamiento.
Es extremadamente importante, por lo tanto, antes de cualquier confrontación con el bolsonarismo, reconocer que la formulación de comprensiones desvinculadas de la realidad, siguiendo, de hecho, el cálculo matemático de la conveniencia política, ya habitaba nuestra vida cotidiana desde hace años y que, en forma progresivamente manera acumulada, nos alejaba cada vez más del conocimiento y compromiso ético del pensamiento.
En varios textos publicados desde las manifestaciones de junio de 2013,[ 7 ] Vengo denunciando la existencia de una escalada de desvinculación empírica y cuánto ese debilitamiento ético corrompió “nuestra capacidad de ser humanos”[ 8 ] y dio cabida al miedo y al fanatismo de los que se alimenta el autoritarismo.[ 9 ]
Hay que reconocer, por tanto, que no es una tarea sencilla enfrentarse al bolsonarismo, sobre todo porque es, en gran medida, fruto de nuestros propios errores y omisiones. Para enfrentar el bolsonarismo, por lo tanto, debemos enfrentarnos juntos a nuestros fantasmas. Esta es la única manera de establecer una narrativa que pueda ser efectivamente propositiva, interrumpiendo el juego ilusionista que se estableció y que el bolsonarismo, como subproducto, utiliza para profundizar la destrucción de todo y de todos.
la confrontación
a) Ciencia y conocimiento
Así, al formular una oposición a los actos de gobierno que se presentan como un total desprecio por la ciencia y, en consecuencia, es necesario hablar de la importancia del conocimiento científico, no se debe olvidar que la ciencia, entre nosotros, ha estado marcada por el dominio de la lógica del mercado.
¿Cuánto de nuestro “conocimiento” no ha sido, durante décadas, forjado para satisfacer los intereses de las grandes corporaciones, que incluso, no pocas veces, financian la “investigación”? De este sistema comprometido con determinados intereses en la producción de “conocimiento”, surge su privatización, para su explotación comercial. El conocimiento producido por el esfuerzo conjunto de la humanidad, históricamente concebido, pasa a ser propiedad de unos, como forma, inclusive, de establecer y mantener relaciones de dominación.
Quienes dominan y son dueños de las nuevas tecnologías ejercen una relación de poder sobre quienes dependen de ellas para sobrevivir o quieren o necesitan contar con ellas para integrarse al mundo. Fue así, incluso durante la tragedia humana de una pandemia, la supervivencia de todos sigue dependiendo de unas pocas empresas en el mundo que puedan producir vacunas.
Por tanto, al mismo tiempo que se defiende la ciencia, es necesario subrayar cuánto la ciencia, desligada de la mejora de la condición humana y comprometida con la lógica del lucro y la apropiación privada del conocimiento y la tecnología, acaba contribuyendo a la muerte. de , las privaciones, la dependencia y el sufrimiento de millones de personas.
La mayor contribución que la “ciencia” –o, más propiamente, quienes la dominan– podría hacer en este momento sería renunciar a sus patentes. Pero esto también podría (y debería) ser promovido por el Estado. Finalmente, aún en este aspecto, es sumamente importante recordar la dificultad que se impone, especialmente en la realidad de países periféricos como Brasil, a la generalización del acceso al conocimiento. Las preguntas que surgen de esta implicación son necesariamente: ¿Qué ciencia queremos? ¿Qué conocimiento producimos?
(b) Democracia
Cuando ante los estallidos autoritarios, por los que se propugna abiertamente el retorno de la dictadura militar, es necesario posicionarse en defensa de la democracia, hay que cuestionarse de qué democracia se está hablando. Si es la democracia que hemos tenido hasta ahora, que es, en cualquier caso, innegablemente mejor que cualquier tipo de dictadura, hay que hacerlo con muchas reservas.
En primer lugar, esta democracia -concepto que, idealmente, no se concibe sólo como una posibilidad de expresión y el derecho al voto, sino como una experiencia práctica y que presupone el goce efectivo de los derechos civiles, políticos y sociales fundamentales- ha no ha llegado a la mayor parte de la población brasileña, población que, incluso por eso mismo, no siente el más mínimo entusiasmo por defender la democracia y se convence fácilmente de que una dictadura podría darle mejor suerte.
En segundo lugar, la democracia representativa tiene graves fallas cuando los grupos económicamente dominantes dominan -con el apoyo y hasta la sumisión de la prensa- el escenario de formación de una opinión pública que no refleja las necesidades de la población en su conjunto, sino los intereses de sus empresas. y, con ello, dominan al propio gobierno, que, por tanto, o es elegido por los compromisos asumidos con estos sectores o, para mantenerse en el poder, ante la presión mediática, firma y actúa de acuerdo con ese mismo compromiso. ¿Qué democracia defendemos?
c) Libertad de prensa
A la hora de denunciar los ataques a la libertad de prensa, cabe recordar que la defensa de la libertad de prensa está vinculada al derecho fundamental a la información. Así, sin sumarse a quienes quieren inviabilizar la prensa y atacan a los mensajeros de la noticia (periodistas y reporteros), es necesario cuestionar si la prensa brasileña, dominada por empresas privadas, ha cumplido efectivamente el papel de democratizar la país mediante información veraz de los hechos o si, por el contrario, utiliza su cargo para defender, de manera velada, algunos intereses.
Innegablemente, la prensa tradicional brasileña desinforma más de lo que informa, especialmente cuando se trata de temas laborales, actuando en correspondencia con su ideología reconocidamente liberal o incluso neoliberal. Para defender la prensa y enfrentar el autoritarismo, tampoco es posible hacer una asociación ciega con las empresas de la prensa tradicional brasileña. Deben rendir cuentas por los males cometidos, al mismo tiempo que se debe reivindicar la urgencia de retomar el proyecto de una efectiva y amplia red pública -independiente de los gobiernos- de comunicación. ¿Qué prensa debe informarnos?
d) Libertad de expresión
Cuando hay que defender la libertad de expresión hay que estar dispuesto a oír o leer lo que no se quiere o no se quiere oír o leer. La noción de que uno tiene la libertad irrestricta de defender su propia idea, admitiendo la represión de expresiones de ideas con las que no está de acuerdo o que considera repugnantes, es incompatible con el sentido pleno de la libertad de expresión. Una cosa es reparar el efecto concreto de un discurso desde la perspectiva de los derechos que puede vulnerar. Otra, bien diferente, es utilizar un mecanismo autoritario, como la Ley de Seguridad Nacional, con un tipo abierto de tipificación criminal, para reprimir al autor del discurso y disciplinar el pensamiento. ¿Qué libertad de expresión defendemos?
(e) El Poder Judicial
Cuando es necesario salir en defensa del Poder Judicial, considerándolo, como en realidad lo es, una institución relevante del régimen democrático, debe recordarse que el Poder Judicial en nuestro país ha servido, a lo largo de su historia, como gestor de los intereses de la burguesía, tanto que es bastante rígido en lo que se refiere a la defensa de los derechos de propiedad y, al mismo tiempo, extremadamente flexible en lo que se refiere al incumplimiento de los derechos sociales, que ni siquiera es visto como la comisión de una ilegalidad.
El Supremo Tribunal Federal, desde 2014, de forma más intensa y sistemática, se ha dedicado a desacatar el pacto constitucional para vaciar el contenido legal y obligatorio de las normas laborales. Entonces, en el momento en que el STF es atacado maliciosamente y sus Ministros son atacados cobardemente y se hace necesario expresar una defensa de la institución y de la integridad física y psíquica de sus miembros, también hay que poner sobre la mesa todas las cartas que, por actuación del STF y en contra de las normas impuestas por la Constitución, fueron utilizados contra los trabajadores en el juego político y económico del conflicto entre el capital y el trabajo.
El mismo Tribunal Laboral, además, en varias decisiones, ha pasado por alto la inconstitucionalidad formal de la Ley n. 13.467/17, que fue resultado y motivo del golpe de Estado de 2016, y así legitimó las diversas formas de contratación precaria propiciadas por la ley de “reforma” laboral, que empeoró considerablemente las condiciones de vida de los trabajadores (as) y deteriorar aún más las condiciones sociales y económicas del país y, posteriormente, agudizar los males de la pandemia. Durante la pandemia, en efecto, el Tribunal Laboral, amparado en la misma ley “reformista” y desligándose de la Constitución y de los tratados internacionales, garantizó a las grandes empresas el “derecho” a llevar al paro a miles de trabajadores. No debe olvidarse, además, que fue la propia estructura del Poder Judicial, en particular del CNJ, siguiendo los mandatos del Banco Mundial, la que difundió, dentro del poder judicial, la lógica de un juez-gestor, ávido de producción numérica. y reproductora, en sus decisiones, de la lógica del mercado y que, ajena a ésta, promovió persecuciones y amenazas a los jueces que se atrevieran a ejercer la garantía –insertada en prácticamente todos los Tratados Internacionales de Derechos Humanos– de la independencia jurisdiccional. ¿Qué Poder Judicial dicta nuestras reglas?
(f) El Poder Legislativo
De la misma manera, cuando se confronta al Congreso Nacional y se somete a los parlamentarios a una coacción abusiva y criminal y, para ahuyentar el fantasma del fascismo, tenemos entonces que estar, obligatoriamente, en su defensa, eso no se puede hacer jugando bajo la alfombra toda la historia reciente (y no tan reciente) de la acción legislativa que se compactó con golpes de Estado y con una producción legislativa encargada por el poder económico, sustentada en preceptos neoliberales, como la “PEC del fin”. del mundo”, la “reforma” laboral, la “reforma” de la seguridad social, Ley n. 14.020/20 y EC 109/21 -por citar algunos ejemplos más recientes- que se tradujeron en una mayor concentración de la riqueza en manos de un número aún menor de personas, evasión fiscal, sufrimiento y empobrecimiento más intenso de las clases trabajadoras y la población en general y el desapego total del compromiso de solidaridad. ¿Qué legislatura queremos?
g) La historia
Finalmente, al formular una oposición al revisionismo histórico, según la cual, para justificar retrocesos, se niegan o pervierten hechos pasados públicamente conocidos, es necesario no considerar esta contestación como una oportunidad para resaltar, para satisfacción de un interés personal de carácter meramente teórico. o de carácter político, una versión histórica igualmente desvinculada de los hechos. En nuestro caso específico, si es un hecho que la situación económica, política y social del país se encuentra en una etapa de profundo deterioro, al borde del caos, esto no significa que todos nuestros problemas sean obra del actual gobierno y que, por tanto, , todo se resolverá, como por arte de magia, con la alternancia de poderes en 2022.
Algunos incluso dicen que Brasil llegó al punto en que está porque la élite nacional no pudo soportar la evolución social que estaba siendo impulsada en el país por los gobiernos del PT, dando a entender que hasta ese momento, antes del golpe de 2016, todo iba de maravilla. justo en nuestra realidad. Este argumento, cabe señalar, se asemeja, en gran medida, al argumento que, en 2016, dominó la retórica del golpe político, que era la necesidad de volver a encarrilar a Brasil, o devolver Brasil a los brasileños, ya que La presidenta Dilma (y sólo ella) habría llevado a Brasil a la ruina.
Al argumentar que el gobierno de Bolsonaro (y solo él) fue responsable de todas las desgracias de Brasil, incluso de haber roto nuestros lazos sociales, se omite el hecho histórico real, de conocimiento público, de que los gobiernos anteriores también dejaron fuera de las posibilidades de una vida digna una parte significativa de la población brasileña, para la cual el Estado siguió estando más concretamente presente a través del uso de la represión. Esto termina reforzando, en la mente de muchos, la cosmovisión bolsonarista, que estaría justificada para enfrentar el negacionismo del PT.
¿Qué posibilidad, después de todo, puede tener de convencer a una persona simpatizante del bolsonarismo si el argumento utilizado contra el revisionismo histórico es otro revisionismo, en el sentido de que Brasil hizo maravillas en los gobiernos del PT? Por cierto, ¿cuál es la diferencia, desde el punto de vista del respeto por los hechos históricos, entre el discurso que exalta la dictadura como un período virtuoso para la nación brasileña y el que afirma que en los años 2003 a 2015 se completó una etapa de ¿justicia?
Lo concreto es que, como denuncié en numerosos textos (siempre bajo el ataque de que no era el momento adecuado para hacer críticas explícitas), los 14 años que precedieron al golpe estuvieron marcados por una especie de “descifradme si podéis”. , con el avance de las políticas sociales por un lado, pero siempre con grandes guiños al mercado y al poder económico, tanto que el entonces presidente se enorgullecía de decir que los bancos nunca habían ganado tanto dinero como en aquella época.
Muchos de los avances sociales se realizaron en alianza con contratistas, los medios corporativos e instituciones educativas privadas. Mientras tanto, bajo el argumento de la conveniencia electoral, se mantuvieron bajo control las estructuras organizativas de la clase obrera, burocratizándola y reprimiéndola, con violencia, mediante el uso de formas legales creadas durante la dictadura militar y otras que desconocieron el pacto de solidaridad establecido. en la Constitución Federal de 1988, como la Ley de Huelga de 1989, movimientos sociales que buscaban llevar sus agendas más allá de los límites calculados por el gobierno.
Siempre es bueno recordar que, aunque con amplia aprobación popular y viviendo un momento de avance económico, incluso a nivel internacional, dichos gobiernos, además de mantener iniciativas de flexibilización en las relaciones laborales impulsadas por el gobierno neoliberal de Fernando Henrique Cardoso, también ignoró agendas históricas como la reforma agraria, la legalización de tierras indígenas o la imposición de impuestos a las grandes fortunas y permitió acciones de rapiña como las ocurridas en Jirau y Belo Monte.
Todo ello, diluido con mucha retórica y un fuerte ataque a los opositores (independientemente de su sesgo ideológico), dio lugar a que los falsos argumentos de la moralización y la lucha contra la corrupción parecieran expresar un movimiento de la razón contra el disfraz. El hecho es que, como ya se advirtió en su momento, la falta de sinceridad y la ausencia de elaboración y explicación clara de un proyecto de nación debilitaron al gobierno frente a las fuerzas reaccionarias y promovieron su alejamiento de las movilizaciones populares y obreras.
Es tan grave este entorpecimiento frente al camino histórico que muchos, leyendo estas líneas, aunque lo reconozcan –lo que ya es un gran paso, porque tantos otros ni siquiera llegarían a este reconocimiento– dirán, en todo caso, que no es el momento para esta explicitud y para la formulación de críticas, y los esfuerzos deben concentrarse en la unidad para enfrentar el fascismo que representa el actual gobierno.
Ocurre que considerando el enfrentamiento en cuestión solo como una oportunidad para recuperar el poder en las elecciones de 2022, para que la misma política anterior pueda continuar, tanto que Lula, cuyo encarcelamiento político fue finalmente y tardíamente reconocido, en su primer discurso después retomar la elegibilidad ya ha hecho varios guiños al mercado–, perpetuando la versión de que todo iba bien en Brasil hasta el golpe de 2016, que fue el presagio del ascenso del bolsonarismo, con la ruptura definitiva, en 2018, de los lazos sociales, representa un reforzamiento del negacionismo que, en gran medida, nos trajo hasta aquí, perpetuando una visión política que no cambia las estructuras que permiten la práctica de violencia institucional de la intensidad que hoy sufre la población brasileña.
Además de constituir un flaco favor a la formación del conocimiento, que requiere ética y apreciación de la realidad, contribuyendo así a reforzar barbaridades de todo tipo, el gran problema de esta postura es que Brasil vive un momento de tragedia, con miles de muertos cada día, como resultado de una política de gobierno negacionista, y estas vidas perdidas no pueden ser integradas a la conveniencia del cómputo político electoral, ya que esto hace igualmente responsables de la situación a todos los que ven, de alguna manera, algún beneficio en ella. Tenemos que actuar y el momento es ahora.
Además, defender que la solución a la tragedia en la que nos encontramos es volver al pasado –que fue, como se ve, lo que, en gran medida, nos trajo hasta aquí– representa, de entrada, negarnos la esperanza de un futuro. . ¿Qué compromiso con la historia queremos tener y qué pretendemos aprender de ella?
Conclusión
En definitiva, para que esta forma tan peculiar de ver el mundo, que niega lo que existe y poco hace por la vida de los demás, llamada bolsonarismo, sea encarada con eficacia y seriedad y tenga posibilidades reales de conquistarla, primero es necesario reconocer su fuerza y, en segundo lugar, hay que admitir que no es un elemento exógeno a nuestra trayectoria histórica. Más bien, debe verse como algo que agrava y atrae varias de nuestras enfermedades no curadas. De una manera grotescamente simplificada, el bolsonarismo es más un efecto que una causa, aunque, una vez establecido, se reproduce como causa de nuevos y aún más graves hechos.
Lo que hay que entender es que no vamos a salir de la trágica situación en la que nos encontramos -y esto también hay que reconocerlo (el negacionismo optimista o el mero conformismo también milita contra la necesaria reacción)- sin una reflexión profunda de lo que somos como nación y como seres humanos y esto debe hacerse, necesariamente, sin tomar como punto de partida los fantasiosos lineamientos bolsonaristas, estratégicamente masificados, incluso por el poco efecto concreto de este enfrentamiento, ya que, en cierto modo, especialmente entre los que ya están convencidos, es muy fácil (aunque arriesgado, dada la estructura represiva cada vez más intensa y articulada) ser antifascista. Lo difícil y lo más importante es decir a favor de lo que, al fin y al cabo, está en juego, sin omitir los problemas y desafíos a enfrentar, tema por tema...
Pensando específicamente desde la cosmovisión que me inspira, es fundamental que el bolsonarismo sea derrotado por un proyecto de izquierda sólido y consecuente, porque, de lo contrario, el riesgo es que pueda ser superado, con el apoyo y compromiso de las fuerzas sociales (partidos políticos , movimientos sociales y organizaciones obreras), por el desarrollo, sin oposición alguna, de un proyecto ultraneoliberal, sin importar quién ocupe el trono. Y no se trata de plantear la disyuntiva: fascismo dictatorial o ultraneoliberalismo democrático, porque, aunque de formas diferentes, ambos oprimen y matan.
Además, como se mencionó anteriormente, este dilema, que es una reproducción del “mal menor” que nos domina desde hace años y que, en gran medida, nos ha llevado hasta donde estamos, tiene el efecto de atraernos hacia la campo magnético el desprecio de la racionalidad humana, vale recordar que la razón fue englobada como la esencia de la existencia mundana, precisamente porque cumple el papel de permitir al ser humano creer que, a través del conocimiento, podría dominar la naturaleza y racionalizar las relaciones sociales y proyectar así el futuro de la humanidad en una perspectiva de superación constante.
La acomodación frente a la inexorabilidad o como resultado del apego a las posibilidades dadas por el menor de los males ha sido, a lo largo de los años, la fórmula perfecta para la mutilación de la razón y la destrucción de las utopías, a la vez que ciertamente sirve unos pocos y sus propósitos egoístas.
Es de suma importancia en este momento histórico que seamos capaces de presentarnos como mejores seres de lo que fuimos y que no caigamos en las trampas que impone la violencia, el vocifero y el miedo, que nos hacen desprestigiar a los seres humanos y nos llevan a creer que sólo podemos ganar el odio con más odio, el autoritarismo con otras formas autoritarias de convivencia, etc.
Podemos y debemos ser mejores que eso. Recordemos a los muchos que lucharon por nosotros para llegar a una realidad diferente a la que alguna vez vivimos, haciendo eco del lema, “mañana será otro día”. Efectivamente necesitamos otros y renovados días, en los que la humanidad esté marcada por el imperio de las utopías, la igualdad, la inclusión, el respeto, la tolerancia, la superación de las estructuras racistas y patriarcales, la razón, el saber comprometido con todo lo social, desde el dominio público hasta el proceso y efectos de producción científica, claridad, sinceridad, amor, solidaridad y humildad.
En otras palabras, la interacción social cosificada y fetichizada, que son las señas de identidad de la sociedad capitalista, ya ha mostrado sus limitaciones o, por así decirlo, su incompatibilidad con la condición humana.
Y para que seamos efectivamente mejores de lo que hemos sido hasta ahora y salgamos de las cadenas de la probada atracción fatal del bolsonarismo, es fundamental asumir el desafío de la superación del sistema inhumano que nos aprisiona, punto de partida de este cambio. , cuyos pasos pueden y deben darse, por ejemplo, en cada uno de los aspectos discutidos anteriormente, ya se evidencia, de manera urgente, en el caso brasileño, en las más de 300 muertes (víctimas de COVID-19 y negligencia), en el derrumbe institucional y en la ausencia de cualquier perspectiva de futuro. ¿Qué mundo queremos? ¿Qué sociedad vamos a construir y para qué seres humanos?
*Jorge Luis Souto Maior. es profesor de derecho laboral en la Facultad de Derecho de la USP. Autor, entre otros libros, de Daño moral en las relaciones laborales (Editores de estudio).
Notas
[ 1 ]. https://saude.ig.com.br/coronavirus/2021-03-03/em-novo-recorde-brasil-registra-1910-mortes-por-covid-19-em-24-horas.html.
[ 2 ]. https://www1.folha.uol.com.br/equilibrioesaude/2021/03/chega-de-frescura-e-mimimi-vao-chorar-ate-quando-diz-bolsonaro-sobre-pandemia.shtml?utm_source=app&utm_medium=push&utm_campaign=pushfolha&id=1614881578
[ 3 ]. https://www.istoedinheiro.com.br/bolsonaro-tem-idiota-que-diz-vai-comprar-vacina-so-se-for-na-casa-da-tua-mae/
[ 4 ]. https://www.correiodopovo.com.br/not%C3%ADcias/pol%C3%ADtica/bolsonaro-vai-filiar-se-ao-partido-da-mulher-brasileira-para-disputar-a-reelei%C3%A7%C3%A3o-1.582364
[ 5 ]. https://noticias.uol.com.br/saude/ultimas-noticias/redacao/2021/03/19/o-caos-vem-ai-a-fome-vai-tirar-o-pessoal-de-casa-diz-bolsonaro.htm?cmpid=copiaecola
[ 6 ]. https://www.cnnbrasil.com.br/politica/2021/03/19/bolsonaro-entra-com-acao-no-stf-contra-restricoes-de-governadores-do-df-ba-e-rs
[ 7 ]. Véase, por ejemplo: https://www.cartamaior.com.br/?/Editoria/Politica/Vencendo-o-terrorismo-do-medo-a-hora-da-politica/4/28133
https://blogdaboitempo.com.br/2013/11/25/o-dominio-do-fato-no-imperio-da-farsa/
[ 8 ]. https://blogdaboitempo.com.br/2014/02/13/os-outros-sao-os-outros-e-so/.
[ 9 ]. https://www.jorgesoutomaior.com/blog/do-estado-de-excecao-ao-autoritarismo