por LUIZ CARLOS BRESSER-PEREIRA*
Deuda externa es una palabra prohibida porque los países ricos y sus instituciones financieras quieren que los países en desarrollo sigan endeudándose en moneda extranjera.
La Sra. Kristina Georgieva es directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta semana dio una gran entrevista al periódico. Folha de S. Pablo, en el que modificó lugares comunes uno en lugar del otro. Sólo habló de déficit público y de deuda pública.
Aprendió estos lugares comunes y la teoría económica neoclásica en la Universidad de Sofía, Bulgaria, y luego en London School of Economics y en el MIT en Cambridge, Massachusetts.
En la entrevista, aunque el FMI fue creado para brindar apoyo a los países cuya deuda externa (externa, no pública), no dijo una palabra sobre la deuda externa, la apreciación del tipo de cambio que provoca y el riesgo de una crisis de balanza de pagos. .
¿Por qué? Porque 'deuda externa' es una palabra casi prohibida; quien lo utiliza no se está "portando bien" hacia el Imperio o el Norte Global. Está prohibido porque los países ricos y sus instituciones financieras quieren que los países en desarrollo sigan endeudándose en moneda extranjera.
Es por eso que el Norte Global y la ortodoxia liberal consideran “bueno” que el país tenga déficits en cuenta corriente – “moderados” naturalmente – para que el Imperio pueda exportar capital. Déficits que la cuasicolonia también considera buenos, porque "crecerán con el ahorro externo".
De hecho, es necesario financiar los déficits de cuenta corriente (no los déficits públicos), y las inversiones directas y los préstamos implican una entrada de capital que aprecia el tipo de cambio mientras dura el déficit. Las empresas industriales dejan de ser competitivas y no invierten.
De esta manera, la felicidad del Imperio aumenta porque, de esta manera, puede exportar su capital y obtener ganancias que no puede obtener en el Norte, y también aumenta la felicidad de los tontos (trabajadores, rentistas y economistas ortodoxos).
Lo cual dura mientras dure el déficit de cuenta corriente. Y por eso temo la felicidad general, mientras se desalientan las inversiones en los países en desarrollo y se fomenta el consumo y la deuda externa.
Por esta razón, la señora Kristina Georgieva, fiel servidora del Imperio, no habla ni de déficit por cuenta corriente ni de deuda externa. Ella es una dama de buen comportamiento.
* Luiz Carlos Bresser-Pereira Profesor Emérito de la Fundação Getúlio Vargas (FGV-SP). Autor, entre otros libros, de En busca del desarrollo perdido: un proyecto nuevodesarrollista para Brasil (Editorial FGV) [https://amzn.to/4c1Nadj]
Publicado originalmente en las redes sociales del autor.
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