Dictadura, memoria e historia

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por HENRI ACSELRAD*

En el Brasil de hoy, el ejercicio de la memoria demuestra que por muchas libertades que se conquisten, nunca se conquistarán lo suficiente

El retorno a la escena pública brasileña de las ideas autoritarias y socialdarwinistas nos remite a una vieja discusión sobre la relación entre memoria e historia: la memoria, por un lado, se originó en fuentes orales; la historiografía, en cambio, a partir de documentos escritos analizados por quienes no necesariamente vivieron la experiencia histórica. Poco a poco se fue asentando la idea de que la historia y la memoria se conectan y se complementan. Podríamos agregar que cuando, temiendo el juicio de la Historia, agentes de prácticas violentas realizadas en regímenes autoritarios ocultan y destruyen documentos, como fue el caso de criminales nazis en Europa y torturadores y fiscales del régimen excepcional en Brasil, la memoria es más que un complemento – se convierte en un instrumento esencial para la Historia misma. El testimonio de quienes vivieron ese pasado es fundamental para restituir lo ocurrido y que los historiadores puedan, a su vez, tratar de explicar analíticamente por qué sucedió.

El aporte de la memoria a la Historia se puede representar de diferentes maneras. Entre las metáforas clave evocadas para expresar las obras de memoria[i], hay referencias a la arquitectura – la memoria sería como una construcción, compuesta de informes e imágenes. También se menciona la arqueología: la memoria procedería a una excavación de capas más o menos profundas de experiencias pasadas. También es común utilizar la metáfora de la cartografía: recordar sería revisar los espacios recorridos en el pasado para cartografiar y escoger mejor los caminos del presente. “No hay memoria colectiva que no suceda en un contexto espacial”, dice Halbwachs[ii]. “Los recuerdos florecen en lugares”, agrega la escritora Siri Hustvedt[iii], volviendo a los escolásticos del siglo XIII: los recuerdos necesitan lugar para funcionar. Los lugares mentales facilitan la retención de recuerdos y reflejan una concepción de la realidad. Esto explica que hoy existan destacados lugares de memoria que reflejen el proyecto democrático. Las instalaciones donde se concentraron las prácticas de tortura durante la dictadura de 1964-1985, por ejemplo, están debidamente señalizadas para enfrentar a quienes promueven el olvido, celebran las dictaduras y rinden culto a la inhumanidad.

La ausencia de trabajo de memoria en las escuelas y el silenciamiento de los crímenes de la dictadura nos llevaron a esta especie de democracia trunca que conocemos hoy, favoreciendo el surgimiento en la opinión pública de una porción -hay que reconocerlo- protofascista, que, para muchos , se ha alimentado de la ignorancia y de la explotación de la ignorancia. Pero también es necesario recordar que, además de olvidar la arbitrariedad del régimen de excepción, se desarrolló activamente una labor de enmascaramiento de los hechos, no sólo en el ámbito militar, sino también fuera de él.

En este sentido, vale la pena revisar un episodio de promoción de la falsificación histórica que se produjo en el apogeo de la acción represiva de la dictadura. En el Colégio Pedro II, en Río de Janeiro, el director general -entonces designado por el régimen- promovió, en 1970 y 1973, dos concursos de escritura, carteles e himnos destinados a premiar a los estudiantes en sintonía con la ideología imperante.[iv]. La Ordenanza del 31 de marzo de 1970 decía: “Considerando que debe despertarse en la juventud el interés de analizar los beneficios que la Revolución del 31 de marzo de 1964 ha brindado a la Patria; considerando que es oportuno y saludable inducir a los jóvenes estudiantes a preparar trabajos sobre la Revolución de 1964, decide instituir un concurso entre los miembros del cuerpo estudiantil, cuyo premio principal consistirá en un viaje de ida y vuelta a Manaus, con todos los gastos pagados. a los estudiantes autores de las mejores obras sobre la ´Revolución del 31 de marzo de 1964 y sus beneficios`”[V]. La Comisión Juzgadora estuvo integrada por miembros de las Fuerzas Armadas designados por el Ministro del Ejército. En total, en los dos concursos fueron premiados los trabajos de 77 alumnos, siendo los ensayos publicados íntegramente en dos volúmenes editados por el propio Colegio. Además del viaje a Manaus – dicho “para conocer las acciones militares en la selva” – uno de los concursos entregó premios en efectivo.

Los ensayos ganadores, además de contener reproducciones de piezas de propaganda oficial que ensalzaban la “seguridad nacional” y obras de gobierno, traían claros indicios de la distancia entre la prédica del régimen y la evidencia de los hechos. Afirmaron, por ejemplo, que “la creciente popularidad del Gobierno de los Medici, ya apuntada por algunos analistas en la prensa internacional, emana no sólo de la recuperación del prestigio del poder ejecutivo o del restablecimiento de la dignidad de la figura presidencial, sino de la el proceso mismo de reeducación del pueblo.”; o: “estaríamos envueltos en un caos total, si no fuera por la Revolución redentora de Marzo de 1964, que puso fin a un largo período de prácticas demagógicas, subversivas y serviles, inspiradas (sic), muchas veces, por naciones tradicionalmente enemigas de las democracias.”; o bien: es “extraordinaria en Brasil hoy la unión que sentimos en todas las clases, imbuidas de un mismo ideal. Las diferencias se resolvieron por completo; hoy el ideal de uno es el de todos, sin distinción de color, credo, posición…”[VI]. Entre los himnos compuestos para el concurso (según normas establecidas, “la melodía puede ser una marcha o un canto, pero con carácter épico”)[Vii], hubo un “Saludo musical al Almirante Rademaker” (“Benvindo Augusto Vicepresidente…”) y una metáfora antipoética de la “Revolución Niña” (“Todo iba muy mal hasta que la niña acabó con el carnaval…) [Viii]

A través de entrevistas realizadas cuarenta y cinco años después a una decena de los alumnos premiados en los citados concursos, fue posible recoger algunos elementos de la memoria de aquella experiencia. Hubo varias justificaciones para la participación de los entrevistados en los concursos: algunos afirmaron haber participado en ellos por razones utilitarias (“¡Yo quería ir a la Amazonía!”; o, “la Zona Franca en ese momento era un negocio interesante desde el punto de vista de comprar jeans”), sin –entonces, como hoy– creer en la justicia del régimen que ensalzaban en sus ensayos. Otros aseguraron haber participado en los concursos porque creían en la justicia del régimen de entonces, aunque hoy creen que fueron, en su momento, engañados o engañados; un exalumno afirmó haber participado en ellas porque, entonces como hoy, creía en la equidad del régimen de excepción.

A veces pesaba mucho el apoyo de los propios padres: “Mi padre era abogado militar y le pedí que me ayudara, que me diera algunas ideas. Escribimos el trabajo y él lo corrigió”. Pero la capacidad de esos jóvenes para cuestionar el material propagandístico era, de hecho, limitada: “Cada año que la 'Revolución' celebraba su aniversario, había una avalancha de material en la propia prensa. Estaba más o menos por encima de lo que me basé. tengo la información do que pasó.” A pesar de esta creencia en la veracidad del discurso oficial, este mismo entrevistado reconoce que no hubiera sido posible que nadie participara en el concurso si hubiera escrito que el país vivía una dictadura: “El que no esté de acuerdo, No se expongan de esa manera, escribiendo para criticar. No tendría ninguna posibilidad de ganar y aun así atraería miradas no deseadas”. Otro competidor premiado afirma que “todo fue muy confuso, sin tener en cuenta las opiniones del pueblo brasileño, que no tenía derecho a defender una educación donde el alumno podía cuestionar al profesor, exponer sus ideas, porque no debemos aceptar todo lo que se impone. Es importante tener nuestras ideas y poder defenderlas”. Como completó otro informante, por ser muy jóvenes, algunos estudiantes no habrían podido relacionar el concurso con el régimen de excepción que vivía Brasil: “Creo que tendríamos una visión más crítica de estos concursos y su objetivo real, si en su momento tuviéramos más edad".

Fue a través de este tipo de “colaboración espontánea”, en palabras del Director de la institución, que “la juventud demostró que no permitiría que aventureros internacionales y bolcheviques llevaran a cabo su macabro propósito de desmoralizarlos”.[Ex]. El concurso integró así una especie de pedagogía de la falta de inteligencia, que transformó la educación en un rito destinado a inhibir la crítica y difundir el lema autoritario de que “aquí no se pregunta”.

Este ejemplo de difusión de la falsificación histórica muestra que, además de ejercer la violencia represiva y la censura, los regímenes excepcionales se esfuerzan por descalificar a sus opositores y capturar ideológicamente a sus potenciales críticos, indicando que el terrorismo de Estado no es capaz, por sí solo, de eliminar por completo el pensamiento crítico. . Debe reconocerse, por otro lado, que también en contextos en los que prevalecen las libertades formales, como el actual, las condiciones para la producción y circulación del pensamiento reflexivo no están totalmente libres de constricciones y amenazas.

Como dice Hustvedt: “la memoria sólo otorga sus dones cuando es sacudida por algo del presente”[X]. La presencia viva de una ideología neofascista en el país hoy es una alerta para estremecer nuestra memoria. Porque es visible la convergencia que hoy se configura entre, por un lado, los valores de un proyecto neoliberal -que exalta la competencia social-darwinista, que produce y justifica las desigualdades como inherentes a la competencia- y, por otro lado, una discriminación ofensiva que los sujetos autoritarios abrieron de par en par en relación con los desposeídos y los diferentes. Reconstituir una memoria justa, fiel a la experiencia de quienes han tenido y han tenido, a lo largo de la historia, su dignidad y sus derechos irrespetados es un paso importante para detener la reproducción del racismo y las desigualdades.

En el mito griego de la invención de la escritura por los dioses, el dios Theuth se jactó de que la escritura sería un recurso salvador para la memoria y el conocimiento.[Xi]. El rey Thamus lo impugnó, alegando que la escritura podría, por el contrario, llevar a los hombres a descuidar su memoria, ya que podrían comenzar a depender excesivamente de los textos escritos, en lugar de registrar recuerdos vivos en sus propias almas. Sabemos que todo el aprecio que tenemos por los libros y documentos como registros escritos de la memoria y el conocimiento debe ir acompañado de un estímulo para su preservación, ante las amenazas de su posible destrucción. Pero también sabemos que estos registros impresos deben estar siempre expuestos a discusión e interpretación, para que se pueda revisitar y, como pensaba Thamus, grabar memorias vivas en la mente, alimentando y actualizando, como hoy estamos llamados a hacer, las luchas en defensa de las libertades públicas. El pensamiento de La Boétie, ya en el siglo XVI, advertía que “por profunda que sea la pérdida de la libertad, nunca se pierde lo suficiente; nunca terminas perdiéndola”[Xii]. Contrariamente a lo que postulaba La Boétie, en el Brasil de hoy, el ejercicio de la memoria demuestra que por muchas libertades que se conquisten, nunca se conquistarán las suficientes.

* Henri Acselrado es profesor del Instituto de Investigación y Planificación Urbana y Regional de la Universidad Federal de Río de Janeiro (IPPUR-UFRJ).

Notas


[i] Fernanda Areas Peixoto. “Derivas urbanas, memoria y composición literaria”. redoblar, norte. 13, año 5, 2014, pp.29-34;

[ii]  Mauricio Halbwachs, memoria colectiva, edición Vértices, Sao Paulo, 1990.

[iii]  siri hustvedt, la mujer temblorosa, Cia das Letras, São Paulo, 2011, pág. 97.

[iv] Este episodio se describe con mayor detalle en H. Acselrad, “Education and the Misadventures of Brainstorming”, Revista brasileña, año VI, n. 91, abril-mayo-junio de 2017, pág. 153-160, Río de Janeiro.

[V] Colegio Pedro II, A. Revolución de 1964 juzgada por estudiantes de 1970, Río de Janeiro, 1970, pág. 13.

[VI]  colegio pedro ii, La revolución y la juventud, Río de Janeiro, 1973. págs. 33, 47 y 68.

[Vii]  Colegio Pedro II, op. cit., 1973, pág. 22.

[Viii]  Colegio Pedro II, op. cit., 1973, págs. 323 y 303.

[Ex] Colegio Pedro II, op. cit., 1973, pág. 11.

[X] Siri Hustvedt, op. cit.

[Xi] werner jager, Paidea, Fondo de Cultura Económica, México, 1956.

[Xii] Pierre Clastres, “Libertad, mal encuentro, innombrable”, en Étienne La Boétie Discurso sobre la servidumbre voluntaria. ed. Brasiliense, Sao Paulo, 1982.

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