por FACULTADES DEL DEPARTAMENTO DE HISTORIA DE LA USP*
Carta abierta
Un almacén de la Cinemateca Brasileira, en São Paulo, 'incendiado' el 29 de julio de 2021, con pérdida de películas y documentación textual relacionada, material de inestimable importancia y, en gran parte, irrecuperable.
Numerosas voces, en protesta por este desastre, señalaron que se trataba de una tragedia anunciada y más que previsible, tomando en cuenta las denuncias realizadas por funcionarios de la institución, cineastas, investigadores y prensa sobre la negligencia del gobierno federal en relación con la seguridad. de esas instalaciones y la preservación de su preciada colección, sofocada y ahora incinerada por un desprecio gubernamental inaceptable a su mínimo apoyo, con fondos y otros recursos materiales negados o minimizados.
Documentos históricos importantísimos, después de su destrucción criminal por la irresponsabilidad de quienes debieron cuidarlos, no vuelven en una nueva cosecha.
Las películas, los textos y otras fuentes históricas son más que su materialidad visible. Representan acciones humanas, relaciones entre hombres y mujeres de diferentes generaciones, resultados y potencialidades de las experiencias sociales. Perderlos es reducir drásticamente la capacidad de comprender ese mundo y su posteridad, nuestro mundo y el futuro, es mutilar las perspectivas de las relaciones sociales que posibilitaron esos materiales y posibilitan su posterior comprensión y su despliegue en nuevas acciones de mujeres y hombres. .
Comunicadores, historiadores, educadores y muchos otros profesionales de la universidad y otras instituciones de investigación y enseñanza, así como todos los ciudadanos, fueron atacados irremediablemente, victimizados por este terrible evento.
Las tragedias, en el mundo sin dioses, remiten a responsabilidades políticas humanas, demasiado humanas, por sus consecuencias.
Denunciamos a los responsables de la destrucción de una parte significativa de la Cinemateca Brasileira, entidad admirable para la preservación y estudio del cine nacional, y exigimos a la justicia que investigue con rigor los hechos y sancione a quienes los posibilitaron.
La pérdida de documentación histórica, repetimos, va más allá de su dimensión material inmediata. Significa menor posibilidad de indagar sobre las condiciones sociales de quienes lo produjeron y de quienes lo estudiaron, estudian y estudiarán.
Nosotros, que estudiamos Cine y otras prácticas sociales, en nombre de la Historia, no podemos quedarnos callados ante la calamidad instituida.
La Dignidad de la Política engloba la Responsabilidad y la Ética.
Sin estas dimensiones, la gestión pública se reduce al vacío o, peor aún, al bandolerismo oficial.