Jean-Pierre Chauvin*
"[...] Todo hombre puede hablar aceptablemente en público si confía en sí mismo y tiene una idea hirviendo en su cerebro."
(Dale Carnegie. Cómo hacer amigos e influir en las personas).
Desde el alineamiento económico de esta neocolonia con los Estados Unidos, materializado parcialmente en la Primera Constitución (llamada republicana) de Brasil, en 1891, se anunció la tragedia. Como el contagio sociocultural de los ingleses y franceses no fue suficiente, desde la "Independencia", nuestros desafiantes se distinguen por la afiliación de los a lo grande territorio a un país “fuerte” y protector, preferentemente armado con megatones y palabras obvias, en nombre de la democracia y la libertad.
Desde este punto de vista, los serviles representantes de esta tierra son personalistas (casi nunca estadistas, cosa muy distinta) y actúan como ese elector que, colocado al margen de la sociedad y metafóricamente tuerto, votó por el candidato grosero ( creyendo que decía la verdad, en nombre del bien y del orden); también votó por el rico (porque cree en la falacia de que el que más tiene roba menos y ayuda más). ¿No sería el caso sugerir al guardián de la papeleta de votación, con pistola o sin ella, que sospechara de dónde procedía la riqueza del candidato que creía haber elegido con coherencia y lucidez? O pregúntese cómo el discurso descontrolado de un líder puede resultar en buenos ejemplos para la nación, que manda como si fuera un Area de juegos ¿Del norte?
Volviendo… ¿qué tragedia transnacional menciono? No me refiero a las virtudes de jazz, Yo blues y el rock and roll; No aludo a Ernest Hemingway oa los descubrimientos de la NASA; menos me refiero a las películas de Hollywood, que pretenden universalizar valores e ideologías inciertas.
estoy hablando de fiebre ENTRENAMIENTO , que sugiere reagrupar parte de Occidente entre sujetos destinados a ser entrenador ou coachee – términos que a menudo se traducen mal al portugués, como “mestre” y “aprendiz”. Por cierto, de vez en cuando las estaciones de televisión aquí reinventan programas basados en este conjunto de pseudotécnicas para vender bienes y crear una imagen propia.
El primer aspecto a destacar es que ENTRENAMIENTO se traduce, más precisamente, como “entrenamiento”. ¿Quién ha seguido los partidos de UEFA Champions League, o los juegos Mundial del fútbol, te habrás dado cuenta de que los entrenadores se identifican de esta manera. Habitualmente, los equipos atribuyen parte de su éxito o fracaso al entrenador, o “maestro”, según el léxico de algunos jugadores. (Me abstengo de cuestionar este nombre, comenzando por la diferencia brutal entre el reconocimiento y la remuneración del “maestro” al margen, y en el centro de los debates en torno a las comodidades, frente al maestro que, a pesar de la mala gestión, trata de honrar el compromiso para ayudar en la educación de niños, jóvenes y adultos, en el aula modesta de ambientes a veces inhóspitos).
En una palabra, el ENTRENAMIENTO presupone una relación asimétrica, aunque sus representantes comerciales y pseudointelectuales, animadores de auditorio, traten de elevar los materiales que registran o firman más allá del estatus de manuales de autoayuda. Bastaría con pasar por algunas tiendas que alquilan nichos en es la, para verificar que los títulos de estas categorías ( ENTRENAMIENTO y autoayuda) casi siempre van juntos. Después de todo, ¿qué comparten los autores? Desde la intención de recordar “valores” compatibles con la agresividad del mercado y la supuesta virtud de (re)enseñar, de forma supuestamente sencilla e inmediata, cómo reprogramar, ajustar o igualar la mindset fuera, con miras a considerar oficios, reverberar marcas y ganancia Siempre pensando en positivo, por supuesto.
Adeptos al neoliberalismo, y ciegos a sus síntomas, estos sujetos aman personificar el mercado, como si fuera posible humanizarlo y conferir atributos razonables y ordenados (que, en teoría, caracterizarían al hombre) a una abstracción acuñada por la jerga pseudoeconómica. Para los crédulos –sujetos que “volvieron a aprender” a vivir y ganar dinero de cualquier forma, valiéndose de los más espurios expedientes– puede resultar difícil aceptar el significado literal de entrenador. Aun así, hay quienes defienden a estas figuras con un discurso tan denigrante de sí mismos, como ensalzador de tipos especializados en fraguar eslóganes con los que venden millones de ejemplares y alimentan reuniones y tratos de negocios, disfrazados de sesiones de hora feliz.
En verdad, los manuales de autoempleo y autoayuda funcionan como oráculos del sentido común: especie de escrituras que santifican el mercado, en el que el autoempresario ocupó el trono y el cielo metafísico dio paso al dios de la ganancia, en teoría. , ennoblecedor. Sin embargo, lo que el ENTRENAMIENTO , de hecho, enseñar? 1. Verse a sí mismo como mercancía y al otro como cliente; 2. Creer que el universo se divide básicamente entre ganadores e perdedores. 3. Al defender que gana quien más se esfuerza, pretende que los fracasos en la concepción y administración de la empresa, el crack bursátil o la quiebra bancaria son trasladables al aprendiz: sería él (y no la corporación) quien hubiera carecido compromiso, visión estratégica, prospectiva, pensamiento positivo, etc, etc, etc.
Una de las contradicciones de entrenador (efectivamente, un entrenador a sueldo) es que, en nombre de la cacareada modernización del empleo, fantasea con un mundo sin jefes ni jerarquías; sin carga fiscal, sin derechos laborales. En nombre de la autosuficiencia financiera, la austeridad administrativa y el control emocional, el amo (eufemismo de entrenador) reintroduce relaciones asimétricas en el plano teórico, por la notoria “práctica”, defendiendo falacias untadas con el barniz de quien cree comunicarse (si) bien, mediante el uso del lenguaje más virulento y vulgar.
O ENTRENAMIENTO presta terminología superficial y de fácil acceso a los lectores que carecen de parámetros y criticidad. Para asegurar la persuasión de sus clientes, futuros o existentes, el entrenador recurre a la jerga técnica (con acento inglés) y confunde energía con violencia. Quizás haya excepciones; pero, hasta ahora, los que he visto, escuchado o leído no son una excepción a la regla. Y aquí yace otro nudo de este “arte” utilitario. Como el ENTRENAMIENTO favorece la concepción gratificante, sus partidarios tienen horror a toda forma de crítica y, por extensión, al ejercicio de la solidaridad.
no importa entrenador que tu cliente (o aprendiz) mejora como persona, pero se vuelve más efectivo y eficiente. Es curioso que, si bien pretende embellecer el salvajismo del mercado a favor de la autoempresa y el autogobierno (con la ayuda de pasantías o “colaboradores” equivalentes), preferentemente sin injerencia del Estado, la entrenador no es más que un costoso y prolijo formador –contratado personalmente o en forma de libros, conferencias o videolecciones– para formar sujetos cuya fobia no es ser reconocida por lo que pretenden ser o por el lugar al que han llegado, aunque estén rodeados por gente miserable.
(No dudo que haya quien se jacte de sus pequeñas dosis de gloria no porque esté convencido de su pericia, sino por el contrario, desde el punto en que cree estar, con aquellos que no han tenido las mismas oportunidades.)
Entre el grupo entrenable aquí, en la tierra plana de los consumidores, es probablemente la falta de discernimiento y la necesidad de una guía comercial (casi un padre espiritual, sin metafísica) lo que transforma el coachee en un tipo predecible, grosero y fácil de moldear para la ilógica excluyente del éxito.
El hecho es que, olvidando la condición que diferencia a los humanos y les permitiría distinguirse de los seres entrenados, se limitan a interiorizar y propagar fórmulas prefabricadas que no tienen en cuenta las diferencias básicas (origen, nacionalidad, clase social, experiencia, escolaridad , formación, repertorio, edad, género, etc.), ni tiene en cuenta que la miseria social y cultural interfiere directamente en la relación entre los hombres, incluso en el sobreestimado universo de startups y proyectos empresariales.
*Jean-Pierre Chauvin Es profesor de la Facultad de Comunicación y Artes de la USP.