por RODRIGO MENDES*
Consideraciones sobre el concepto de Juan César de Castro Rocha
En literatura, la base de la crítica marxista reside en la dialéctica entre la forma literaria y el proceso social. Este es un lema fácil de lanzar, pero difícil de llevar a la práctica.
(Roberto Schwarz, ¿Qué hora es?).
1.
He estado investigando la forma del rap durante aproximadamente ocho años. Sobreviviendo en el infierno, de Racionais MC's, habiendo llegado a la síntesis que llamé dialéctica de la palabra directa en este momento intermedio de acumulación. Propone el procedimiento como principio estructural del álbum, un elemento que media entre la forma estética y el proceso social.[i]
Todo esfuerzo crítico que se realiza se inspira y busca dialogar con el método crítico de Antonio Cándido al interpretar la novela de Manuel Antonio de Almeida,[ii] con el objetivo de encontrar un elemento formal, en su dinámica interna, que tenga un carácter estructurante, y que mantenga un vínculo intrínseco con la sociedad en la que la obra fue erigida, cuyas influencias históricas plasmadas en la forma social también serán explicadas por este elemento.
João Cesar de Castro Rocha sobre la construcción de la “dialéctica de la marginalidad”[iii] También se inspira y dialoga con Antonio Candido, pero aquí la relación es culturalista y comparativa, mientras que en mi caso es teórica y metodológica. João Cesar de Castro Rocha se refiere a elementos que afectan directamente mi investigación sobre el grupo de rap y también a otros objetos a los que pretendo ampliar mi interpretación, de ahí mi crítica a su categoría, principalmente por la inconsistencia metodológica y la falta de lectura formal de las obras.
¿Cómo podemos analizar una obra de arte de forma autónoma y al mismo tiempo ser capaces de ver aspectos del contexto histórico en el que fue creada? Ésta es la pregunta que se esconde detrás del famoso ensayo de Antonio Cándido y del “Prefacio” de El discurso y la ciudad, en el que el autor presenta el punto de vista teórico relativo a la primera parte del estudio. La obra, ya en un período maduro de su acumulación crítica, fue el primer ensayo verdaderamente dialéctico sobre suelo nacional (SCHWARZ, 1987),[iv] permitir la maduración del campo de la crítica literaria buscando hacer autónomo el objeto de estudio.
Con una vena histórica, Antonio Candido propone analizar lo que llama reducción estructural: desde la forma estética, en su estructura interna, se entiende que hay aspectos del proceso social impregnados en la obra, que reorganiza estéticamente hasta el punto de que puede ser estudiada como un objeto relativamente autónomo –Roberto Schwarz quien coloca el adverbio, enfatizando la dialéctica de la interpretación marxista. La caracterización de Memorias Es conocido, discutido y criticado. Esto es una consecuencia de la innovación crítica que Antonio Candido trajo al proponer este método de análisis –según Roberto Schwarz, “es el paso de la crítica (…) en la que se celebra lo nacional a la crítica en la que se historiciza” (1987, p. 136).
Metodológicamente, en resumen, es posible comprender el paso que Antonio Candido dio hacia la independencia de la crítica literaria como campo de estudio en Brasil. Sin embargo, todo ensayo tiene límites, que surgen de los límites del proceso social en el que escribe el crítico y que, sin embargo, es necesario señalar, so pena de fetichizar el gesto crítico y de cosificar el pensamiento. Roberto Schwarz y André Bueno[V] criticó aspectos fundamentales del texto de Antonio Candido, y creo que algunas de las críticas están relacionadas con los problemas del ensayo de Castro Rocha, especialmente la separación, en la última sección del ensayo, entre el procedimiento analítico y el material literario, operación con base ideológica (SCHWARZ, 1987, p. 150).
El problema es que, para Roberto Schwarz, a veces la dialéctica del malandragem es “la experiencia y la perspectiva de un sector social (…) históricamente determinado” y a veces es “una manera brasileña de ser” (1987, p. 150). Desde un punto de vista histórico, en el presente de la crítica de Schwarz y posteriormente de André Bueno, vemos el agotamiento de la posibilidad de emancipación nacional debido al desarrollo del capitalismo y nuestra posición en la periferia del sistema.
Un análisis materialista, construido en el ensayo candidiano de las partes 1 a 4, en el que el autor demuestra una acumulación crítica dentro del propio texto, llegando a la síntesis con la proposición metodológica y los resultados obtenidos de ella, se opone, por tanto, al análisis culturalista de la parte final, en el que hay un desapego del proceso social, quedando suspendidas las ideas generalistas de tipo nacional. Es el talón de Aquiles del ensayo que es heraldo de la crítica dialéctica brasileña, pero que sirve como advertencia de los riesgos de generalizaciones sin base histórica y social, lo que invalida cualquier tipo de crítica si se hace desde la perspectiva de la epistemología materialista dialéctica.
2.
En otro contexto histórico y, por tanto, bajo otra influencia social, el artículo de João Cesar de Castro Rocha centra su interés, si no me equivoco, en las formas literarias de finales del siglo XX y principios del XXI, y su propuesta pretende abarcar un amplio conjunto de objetos artísticos del período que sintetizan lo que se llama la dialéctica de la marginalidad. En el resumen del artículo, el autor señala que propondrá un “enfoque alternativo en relación a la sociedad brasileña y, sobre todo, a la cultura brasileña contemporánea” (2006, p. 1).
Aquí ya tenemos un elemento generalizador problemático, dado que ‘sociedad’ y ‘cultura’ brasileñas pueden significar muchas cosas: ¿está hablando de la cultura (desde el punto de vista antropológico de un conjunto de elementos simbólicos que identifican a un grupo social) que sabemos que existe en el sur del país, en el bioma pampeano, en franco diálogo cultural con Uruguay y Argentina? ¿De la cultura amazónica? ¿O sería aquella cultura arraigada en las instituciones brasileñas debido a la colonización portuguesa, que se manifiesta en el clientelismo y la cordialidad?
Todos estos aspectos distintos de la cultura están presentes en nuestra sociedad a lo largo de los muchos kilómetros cuadrados del territorio brasileño. El autor continúa, caracterizando el término por primera vez: «Quizás la «dialéctica del malandragem», tal como la formuló Antonio Candido en un texto fundamental, esté siendo reemplazada por una «dialéctica de la marginalidad». La «dialéctica de la marginalidad» busca superar la desigualdad social mediante la confrontación, en lugar de la conciliación; mediante la exposición de la violencia, en lugar de su ocultación» (2006, p. 1).
Bueno, ¿cómo entiende João Cesar de Castro Rocha la palabra 'dialéctica'? Representa una epistemología, un método crítico que Antonio Candido, con especificidades en suelo brasileño, construye para hacer inteligible su interpretación de una novela. Por eso me parece absurdo decir que uno está siendo sustituido por el otro, ya que estamos hablando de construcciones teóricas, no de periodos históricos, por ejemplo, o de elementos de la cultura. A continuación mencionamos algunos atributos de la dialéctica de la marginalidad, que percibimos como aspectos culturales y formas de vida individuales como el “conflicto” y la “exposición a la violencia”. Veremos cómo funciona esto en tu texto.
3.
En la sección 2 del artículo, presenta trabajos para ilustrar su modelo de análisis de la cultura brasileña contemporánea. Esto indica, de inmediato, que “Carolina de Jesús, de hecho, es una de las precursoras más destacadas de lo que yo llamo la “dialéctica de la marginalidad”. (2006, p. 7). Este fenómeno existe desde la década de 1950, de ahí el auge del desarrollismo, antes de Brasilia, antes de la dictadura de 1964 y antes del neoliberalismo. Al indicar el curso temporal, afirma que hay una transición del malandragem como «estrategia social del malandro» a la marginalidad, entendiendo estas dos categorías como «formas de entender el país» (2006, p. 9).
En cuanto al término “transición”, ya hemos discutido que es impreciso determinar una palabra cuyo significado sea epistemológico, y más adelante tenemos otro problema. La 'estrategia social del pícaro' se presenta en el ensayo de Antonio Cándido de una manera diferente, en mi opinión. Hay una sociabilidad, que el autor llama la dialéctica de la picardía, que es la oscilación entre el orden y el desorden en la novela, que presenta varios personajes; Leonardinho en particular, que es el protagonista y por ello lo observamos en el ir y venir entre los polos del orden y el desorden, cuyo final es ascendente.
Antonio Candido identificó en la forma de la novela un principio estructural, presente allí y también en la dinámica de la sociedad carioca de mediados del siglo XIX, según intuye. Esto es lo que hay en el ensayo: la posibilidad de interpretar una novela mediante un método específico, en el que un elemento mediador establece la correlación entre la forma estética y el proceso social; Cándido no “conceptualizó la estrategia social del pícaro”, algo de carácter sociológico, antropológico, aunque en el tramo final del ensayo, como hemos visto, se encamina hacia una generalización del modo de ser brasileño.
El segundo problema se refiere a la interpretación de la dialéctica de la picardía como “manera de entender el país”. A partir de allí, Antonio Candido hace una derivación indebida para hablar del modo de ser brasileño, pero no es una manera de entender el país –a diferencia, por ejemplo, de la obra de Roberto DaMatta, que pretende proporcionar una explicación cultural amplia. Si João Cesar de Castro Rocha pretende construir un modelo para comprender el país, éste debe tener una fuerte base empírica, apoyada en un método claro, un objeto determinado y una hipótesis señalada, lo que no parece ser el caso, como estamos viendo.
De hecho, y entre paréntesis, siguiendo el razonamiento, João Cesar de Castro Rocha dice que debe a Sergio Paulo Rouanet la “aclaración más precisa del significado del término “dialéctica””, y que lo utiliza “a la luz de la dialéctica negativa de Theodor Adorno, que no exige la producción final de una síntesis, valorando en cambio la tensión de la co-presencia de elementos antitéticos”. (2006, pág. 40)
Ahora bien, parece haber aquí una grave inconsistencia metodológica, en la raíz del pensamiento construido que da título al ensayo, pues el término dialéctica utilizado no es caracterizado o utilizado como epistemología, metodología, sino más bien en un sentido fetichista, cuya razón superficial se superpone al constructo teórico históricamente acumulado.
En Antonio Candido, la dialéctica es un procedimiento crítico/metodológico en el que el autor hace inteligible su crítica literaria; en João Cesar de Castro Rocha es una palabra, inspirada en Antonio Candido, que designa una forma de ser brasileña. Hay incluso una contradicción, pues al señalar el paso de la picardía a la marginalidad, sugiere la exclusión de la primera, y al citar a Theodor Adorno, indica que apunta a la “tensión misma de la copresencia de elementos antitéticos”.
En un intento de caracterizar la categoría, João Cesar de Castro Rocha dice: “Quiero proponer un enfoque diferente para analizar la sociedad brasileña y, sobre todo, la producción cultural contemporánea (…) En otras palabras, me interesa identificar las representaciones culturales y simbólicas de este conflicto” (2006, p. 14). ¿El objeto de estudio, después de todo, es la sociedad brasileña o sus representaciones culturales y simbólicas?
Porque son cosas diferentes: la primera es la sociedad misma, objeto de análisis de las ciencias sociales y de la filosofía, y requiere una metodología específica, cuyo libro de Florestan Fernandes, Fundamentos empíricos de la explicación sociológica es un buen ejemplo epistemológico. La crítica literaria dialéctica también interpreta el proceso histórico-social, pero a través de una construcción del propio crítico, apoyada y construida a partir de una acumulación bibliográfica interdisciplinaria.
La sociedad como objeto de estudio no tiene primacía en el análisis del crítico literario; Por el contrario, es suscitada por la forma estética y se explicará, en ese contexto específico de la obra, a partir de ésta y no al revés. Por lo tanto, las “representaciones culturales y simbólicas de ella”, que implícitamente significa “obras estéticas, libros o películas, desde 1950 hasta la actualidad del texto, 2006, que abordan la violencia en primer plano e indican una visión de mundo de conflicto más que de conciliación”, representan una cuerpo de otro campo del conocimiento, como la crítica literaria o de arte, y requieren también procedimientos analíticos y metodológicos específicos. Son áreas que interactúan, pero no son lo mismo.
4.
Hemos visto que la categoría dialéctica de marginalidad es imprecisa con respecto al primer término, y veremos que también lo es con respecto al segundo. ¿Qué es “marginal” para João Cesar de Castro Rocha? Explica: “el término “marginal” no tiene necesariamente y exclusivamente un significado peyorativo, representando, sobre todo, aunque no exclusivamente, a la mayoría de la población empobrecida excluida de los beneficios del progreso social”. (2006, pág. 15).
¿Quién constituye esta población? De nuevo, implícitamente, tenemos la respuesta, a través de los objetos estéticos que presenta, pero notemos la imprecisión. Se refiere a la población nororiental que huye de la sequía, a los indígenas que viven aislados, a los campesinos estudiados por Antonio Cándido en Socios de Río Bonito, de los habitantes de miles de pequeños pueblos del interior de los estados? De una manera determinada y de otra, todos estos grupos sociales comparten la característica socioeconómica de estar “empobrecidos y excluidos de los beneficios del progreso social”.
Además, la periferia de Rio Grande do Sul es diferente a la de Minas Gerais, que es diferente a la de Acre, y así sucesivamente. Rocha cita luego a Ferréz hablando de la periferia, e implícitamente caracteriza a este “marginal” como aquel que está marginado de la periferia urbana de los grandes centros, como la capital, São Paulo. También atiende a las favelas de Río.
Estos entornos tienen varios elementos que los caracterizan. Rocha señala una de ellas: “Creo que el desarrollo del concepto de “dialéctica de la marginalidad” puede ayudar a comprender el surgimiento de una producción cultural contemporánea centrada en la violencia” (2006, p. 15). Tomemos nota de que, y passant, que el término dialéctica de la marginalidad sea ahora tratado como un concepto, con lo cual no estoy de acuerdo, pues es inconsistente en algo elemental, la delimitación de su objeto de análisis.
Pero centrémonos en otro elemento, la cuestión de la “violencia” en el corazón de la “producción cultural contemporánea” (léase: libros y películas de 1950 a 2006, guiados por una visión de mundo del conflicto, anticonciliadora, de las periferias urbanas de los grandes centros brasileños). En otros momentos el autor refuerza esta idea de que uno de los rasgos que identifican la dialéctica de la marginalidad es “una imagen [del país] que se define por la violencia” (2006, p. 15).
¿Qué tipo de violencia? ¿Violencia de género, racial, de clase? ¿Los tres entrelazados? ¿Violencia religiosa y política? ¿Violencia estéticamente explícita o implícita? ¿Violencia en sentido macro, desde el Estado, la violencia policial, por ejemplo, o desde las microrelaciones cotidianas? Por qué Las memorias póstumas de Bras Cubas Es una novela violenta, como la mayoría de las novelas de los años 30, por ejemplo. O Gran Sertão: Veredas, contemporáneo de sala de desalojo, por Carolina de Jesús. Una vez más tenemos un término vago e impreciso para delimitar un objeto que a su vez tampoco se presenta con claridad.
Un presupuesto de la crítica materialista dialéctica es la objetividad de la forma. Esta noción en Antonio Candido es discutible –pero no entraré en ese debate–, pero él considera claramente la obra de arte como un objeto autónomo, como hemos visto. En cierto momento del artículo de João Cesar de Castro Rocha, señala una diferencia entre Paulo Lins y Carolina de Jesus (2006, p. 17) en cuanto a sus “objetivos”.
Ahora bien, en un análisis formal las obras son objetivas, los objetivos de los autores tienen poca importancia, pues se comportan intrínsecamente en función del proceso social que los decantó. La diferencia entre análisis de la forma –que el autor no hace– y selección de temas presentes en las obras genera errores interpretativos, en sí mismos de poca fuerza explicativa, como pretende João Cesar de Castro Rocha con su categoría/concepto. Por ejemplo, dice que “una de las innovaciones más importantes de lo que he llamado la “dialéctica de la marginalidad” es precisamente su naturaleza colectiva” (2006, p. 18).
Hasta aquí todo bien, pero ¿qué elemento formal enumera el autor para justificar esta afirmación? Cuando se trata de arte, el argumento debe basarse en su estructura interna, ya que es ésta la que lo explicará, y no lo que dice su superficie. Rocha señala como elementos de colectividad el hecho de que Mano Brown escribiera el “Prefacio” de Capão Pecado. Si pensamos en la intertextualidad, gran parte de la literatura mundial será colectiva… Siguiendo hablando de Marc Ferréz, comenta que su libro está ilustrado con fotografías, “una estrategia utilizada por la mayoría de los libros de este género” (2006, p. 19). “Género” caracteriza la propia dialéctica del malandragem, que hoy se ha convertido en un género literario (más adelante el autor todavía lo llama “movimiento literario” (2006, p. 15) o “esta literatura” (2006, p. 24), lo que hace muy difícil saber a qué se refiere y cómo puede ser una herramienta analítica relevante en la crítica literaria brasileña).
André du Rap, Carolina de Jesus, Paulo Lins, Ferréz, Racionais MC's, son algunos de los autores que João Cesar de Castro Rocha cita como representantes de la dialéctica de la marginalidad, a pesar de su imprecisión analítica. Se podrían enmarcar bajo otro prisma, la literatura marginal-periférica, pero no he abordado este tema ahora. Reconocemos a estos artistas como pertenecientes a un proceso social específico, históricamente situado.
Un problema grave surge cuando João Cesar de Castro Rocha, a través del sesgo de hacer explícita la violencia –algo superficial, no estructural–, alinea a Rubem Fonseca con estos autores, “quien puede ser visto como el verdadero precursor de la actual “dialéctica de la marginalidad”” (2006, p. 22). Además de llamar la atención sobre el ‘precursor’, dado que usted había mencionado anteriormente a Carolina de Jesús, ¿cuál es el parámetro histórico para ubicar a Rubens Fonseca en la acumulación literaria desde Carolina hasta Ferréz? El arte de Rubens Fonseca, interesante en sí mismo, pertenece a otra tradición estética, transmite otra visión del mundo y se sitúa en otro contexto histórico-geográfico.
Lo mismo puede decirse del Cinema Novo, que João Cesar de Castro Rocha señala como precursor de la ética de la “radiografía de la desigualdad”, que el autor no explica qué es, pero que está relacionada –si no es sinónimo– con la dialéctica de la marginalidad. “Estética del hambre” de Glauber Rocha contenía una crítica social, si éste es el principio rector, pero tampoco pertenece a la tradición de Carolina, Ferréz y Racionais; Su origen es otro, formalmente distinto –el arte de vanguardia– e ideológicamente situado, en el sentido de la cosmovisión, en otro lugar.
La dialéctica de la marginalidad, en definitiva, es, si no me equivoco, una categoría amplia que abarca obras artísticas de mediados de la década de 1950 hasta 2006, que expresan violencia, tienen una visión de mundo anticonciliadora, buscan el conflicto para hacer explícita la desigualdad social y es producida por los excluidos – residentes de la periferia urbana de los grandes centros del país, como Río de Janeiro y São Paulo – y esto representa, desde el punto de vista cultural, una forma de ser brasileño, es una identidad que sustituye a la identidad malandra, o al menos entra en conflicto con ella.
Desde mi punto de vista, una categoría imprecisa, cuyo objeto de estudio no está claramente delimitado, y su alcance va más allá de la crítica literaria (en la que no existe un procedimiento metodológico de análisis de la forma estética y del proceso social como propone el materialismo dialéctico en la literatura) para ser un comentario genérico sobre la sociedad brasileña contemporánea, aunque tengo una buena intuición para entender que desde la década de 1990 principalmente, pero pudiendo ver en Carolina de Jesus una manifestación de ese fenómeno, entra en escena un tipo de objeto estético que explicita la fractura de la formación social brasileña y que tiene una visión de mundo exigente, intransigente y potencialmente fuerte en la esfera cultural al presentar otra sociabilidad posible en un país como Brasil. Racionais MC's es un ejemplo.
*Rodrigo Méndez es estudiante de maestría en Literatura, Sociedad e Historia de la Literatura en la UFRGS.
Notas
[i] Véase MENDES, Rodrigo E. Dialéctica del lenguaje directo: proceder como principio estructural en Sobreviviendo en el infierno (1997). Trabajo Final del Curso. IL-UFRGS, Porto Alegre, 2023.
______. “Dialéctica de la palabra clara: diálogo para generar conciencia en Sobreviviendo en el Infierno”. En: SEDA – Revista de Literatura Rural-RJ, v. 4, n. 10, pág. 138-159, 21 de marzo de 2020. XNUMX.
[ii] CÁNDIDO, Antonio. El discurso y la ciudad. Río de Janeiro: Oro sobre azul, 2015.
[iii] ROCHA, João CC “La guerra de historias en Brasil. O la dialéctica de la marginalidad”. En. Letras, (32), 23–70). Santa María, 2006.
[iv] Todas las citas de SCHWARZ, Roberto. “Supuestos, si no me equivoco, de la ‘Dialéctica de la picardía’”. En: ¿Qué hora es? São Paulo: Cía das Letras, 1987.
[V] BUENO, A. “Dialéctica y engaño”. En: Revista de Literatura. N. 74, pág. 47-69. Editorial UFPR: Curitiba, 2008.
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