por LUIZ MARQUÉS*
Lo importante es desalienar a la nación y acercarla al interés general
El concepto de “enajenación” es de origen legal, refiriéndose a la donación o venta de un bien o inmueble. A lo largo de los años, designó la falta de autonomía de un individuo o de una colectividad, como los pueblos originarios de Brasil, en la perspectiva de Pero Vaz de Caminha en carta al rey:: “El mejor fruto que ella (la tierra descubierta) puede llevar, me parece, será salvar a esta gente. Y esa debe ser la semilla principal que Vuestra Alteza debe sembrar en ella”.
Con Jean-Jacques Rousseau, en Du Contrat Social (1762), la alienación adquiere una connotación política al indicar la entrega positiva “de cada uno, uniéndose a todos, para que sólo se obedezca a sí mismo y quede tan libre como antes”. La enajenación, en este sentido, no quita la autonomía de los individuos porque “cada uno, dándose a todos, no se da a nadie, y, como no hay asociado sobre quien no se adquiere el mismo derecho que se le cedió a él, él gana obtienes el equivalente de todo lo que pierdes y mayor fuerza para conservar lo que tienes”.
Así nace la “voluntad general”. Con rasgos totalitarios por subsumir las particularidades en una férrea totalidad, según los intérpretes un tanto dramáticos del “caminante solitario”. La elaboración conceptual rousseauniana muestra que el pueblo puede ser el canal político a través del cual se expresa la conciencia colectiva, en la línea de la Revolución Francesa, la tarjeta de identidad de la modernidad. Aquí, el fenómeno resulta en un movimiento de fusión disruptiva.
Ludwig Feuerbach sitúa la alienación en la transposición de la esencia del hombre en un ser divino, en A esencia del cristianismo (1841). Karl Marx, por su parte, opera la crítica de la religión en el espacio de la política y el Estado, sacando metafóricamente la discusión del Cielo y plantando los pies en la Tierra. Habla de la alienación de un modo que le otorga una fría objetividad. Se refiere al proceso histórico que alejó al ser humano de la naturaleza e, igualmente, de los productos de su actividad (bienes y capitales, instituciones sociales y cultura) en medio de una cosificación de la sociedad. Ser “materialista” es combatir la alienación en las estructuras de lo real: en la propiedad privada, en la dominación de clase, en la explotación, en la racionalización del trabajo y, por supuesto, en el fetichismo de la mercancía.
Osvaldo de Andrade, en el Manifiesto Antropofágico (1928), abogó por la deglución del “otro externo” (la cultura americana y europea) y el “otro interno” (la cultura de los amerindios, afrodescendientes y eurodescendientes), para dar a luz a una auténtica cultura nacional. Es necesario metabolizar las influencias sin negarlas ni imitarlas, debido al “complejo de chucho”. El ímpetu de la desalienación se produce como represalia contra la fuerza de los oponentes, con la sofisticada técnica de los caníbales. El antropofagismo influyó/enseñó a Tropicália (Caetano Veloso, Gilberto Gil, Tom Zé) a lidiar con el cosmopolitismo cultural. “Estábamos 'comiéndonos' a los Beatles ya Jimi Hendrix”, desahogó el hijo de Odara al leer el libelo. En ese momento, la izquierda se tragó las raciones de Europa del Este sin masticar.
Os Manuscritos económico-filosóficos (1844), conocido como manuscritos de paris, publicado en 1932, sin duda ayudó a difundir el tema. “La crítica de la alienación parece haber adquirido una nueva urgencia histórica”, señala István Mészáros, en el prefacio a la tercera edición de La teoría de la alienación de Marx (1979), tres meses después del lanzamiento. La palabra ingresó a diccionarios serios de filosofía y política después de mediados del siglo XX.
ética individual
El problema de la alienación, en la actualidad, se tematiza como masificación, consumismo, anomia. José Saramago utiliza la alegoría del mito de la caverna, actualizada en el centros comerciales, para ilustrar la conversión de todos y de todo en mercancía. Los modernos templos del consumo no son espacios destinados a la praxis de la ciudadanía, sino vitrinas reservadas al consumidor soberano. Lo interesante es que las únicas tiendas que señalan el universo, fuera de las grandes cajas de cemento y vidrio, son las agencias de viajes y de cambio. Comprar y viajar en cruceros, con derecho a un espectáculo de mal gusto de Roberto Carlos, en esto, se reduce a la receta para llenar el alma vacía de la clase media, que plasman en el binomio la pasteurizada combinación de “buen gusto” y “ buena cultura”. Peor aún, creen en el entusiasmo de la publicidad engañosa.
Los posmodernos describen en detalle el goce con la alienación, aunque no emplean la palabra por el sello hegeliano-marxista que lleva. “La cirugía plástica no se trata de quitar una cicatriz o lograr una forma ideal negada por la naturaleza o el destino, sino de mantenerse al día con los estándares que cambian rápidamente, manteniendo el valor de mercado y descartando una imagen que ha perdido su utilidad o su encanto, para que una nueva la imagen pública se pone en su lugar, en un paquete que incluye (con suerte) una nueva identidad y (seguramente) un nuevo comienzo”, escribe Zygmunt Bauman, en consumiendo vida (2007). La intervención quirúrgica puede ahorrar algunos años de costosas sesiones de psicoanálisis; es probable que aumente los beneficios extraordinarios de la industria farmacéutica ansiolítica.
Nuestro tiempo se caracteriza por la privatización de la existencia de los individuos, la alienación. Nada refleja mejor esta tendencia que la “nueva razón del mundo”, el neoliberalismo. No es casualidad que el valor máximo del movimiento bolsonarista para licuar el neoconservadurismo/neoliberalismo/neofascismo sea la “libertad individual”, que no es libertad y ni siquiera es individual ya que forma parte de la lógica valorativa tipificada en la racionalidad de la estilo de vida americano, lo que equivale a una mentalidad de mercado para gozar de prestigio, poder y estatus social.
Es un principio que tiene como trasfondo la plena extensión del modelo capitalista de amplificación, para que todos tengan “libres relaciones contractuales”. No es un valor que pueda ser difundido en la sociedad colonial-esclavista, obviamente. La mistificación está en hacer de la libertad individual lo que no es. Está en proclamar la libertad como trofeo para el individuo aislado. Se trata de eludir sólidos referentes sociopolíticos y condicionamientos históricos. La idea de que “la sociedad no existe, lo que existe son los individuos y las familias” (Hayek, Thatcher) es fruto de un momento muy particular de la historia reciente.
Frente al ilusorio “nosotros” del ambiente en el capitalismo se encuentra un “yo” tomado de la revista Caras controlar los engranajes de la despersonalización, que hacen del trabajo una forma radicalizada de alienación. La pseudolibertad burguesa, lejos de encarnar la “libertad en general”, es un puntal del modo de producción capitalista. “La realización egoísta es la camisa de fuerza que la evolución capitalista impone al hombre, y los valores de la 'autonomía individual' representan su glorificación ética. ética individual es la expresión alemana sublimada del egoísmo burgués bruto, que prevalece como resultado de la cosificación de las relaciones sociales de producción. Antes de la evolución capitalista, era inconcebible abstraer, en nombre de la escala de valores del individuo, de un orden objetivo de la naturaleza y la sociedad”, subraya el viejo lukacsiano Mészáros (op. cit.).
Na Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (1843), Marx señaló: "La filosofía no puede realizarse sin la abolición del proletariado, y el proletariado no puede ser abolido sin la realización de la filosofía". La decodificación de la abstracción filosófica alemana sería la clave para superar la alienación en la realidad. A nosotros planos (1857-8), génesis de los poderosos Das Kapital, concluyó el razonamiento al analizar la relación entre el individuo y el entorno social. Luego señaló que la alienación sólo se trasciende si “los individuos se reproducen como individuos sociales”.
eje del programa
Lula da Silva destaca la importancia de colocar a los pobres en el presupuesto de la Unión (propuesta antineoliberal) y en la actividad política en instancias de democracia participativa para mejorar la propia democracia representativa, en plena crisis. El líder estadista levanta la bandera roja en el programa “Frente Juntos Pelo Brasil” contra la alienación del pueblo, con llamados inclusivos a reparar el rosario de injusticias salpicado de sangre, sudor y revueltas – y transformar a la clase trabajadora, de objeto pasivo , en verdadero sujeto de la política.
Aunque sin desplegar el término en cuestión, lo que implicaría cuestionar la concepción filosófica sobre el “reino de la libertad”, en detrimento de una agenda con lineamientos que dialogan directamente con el “reino de la necesidad” – ese es el eje programático del Partido de Trabajadores (PT). La columna vertebral de la lucha contra la dominación social, económica, política, cultural y civilizatoria: el exorcismo ineludible del infierno astral.
La lucha contra la alienación, que es una categoría fundamental del materialismo histórico, traza la línea de solidaridad de los partidos y movimientos progresistas en todo el mundo contemporáneo. En España, por ejemplo, Podemos (podemos, en catalán) reclama la plena aplicación del artículo 128 de la Constitución: “Toda la riqueza del país en sus diferentes formas y cualquiera que sea su titularidad (pública o privada) está subordinada al interés general”.
En medio de tantas demandas de innegable relevancia, reitera su oposición a una reforma restrictiva de la ley del aborto. Lo importante es desalienar a la nación y acercarla al interés general, por un lado; por otro lado, desalienar el cuerpo de la mujer (“mi cuerpo, mis reglas”). El Podemos original (de izquierda) nada tiene que ver con su exiguo simulacro (de derecha), en estas milicias. Es Estados Unidos el que está a contrapelo de la época contemporánea, que acaba de retroceder cincuenta años por una decisión reaccionaria de la Corte Suprema de Justicia.
Desde 2013, la violencia ha crecido y propagado los delitos de racismo, feminicidio y homofobia a través de las fronteras del país, reforzados por la acusación del presidente honesto en 2016, y la elección ilegítima para la Presidencia del vómito del diablo, en 2018. El mandatario, especialista en pandemia y negacionismo vacunal, se graduó con honores en charlatanería con cloroquina para el tratamiento del coronavirus y se graduó en genocidio, desempleo, hambruna y devastación ambiental. Fue el comienzo de la destrucción premeditada en áreas donde surgía el Estado de Bienestar, con participación ciudadana: educación, salud, seguridad, medio ambiente, cultura, infraestructura, ciencia y tecnología, integración latinoamericana, consolidación de la multipolaridad mundial con el pacto BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) y defensa de empresas públicas estratégicas (Petrobrás, Presal, Eletrobrás, entre otras).
Brasileñas y brasileños nunca han estado más lejos del tipo ideal de brasilidad que ahora. El “hombre cordial” fue reemplazado por el homo demens, capaz de ensuciar con mierda el honor que alguna vez se le otorgó a un nombre en la literatura universal. Las emotivas cartas al “querido Lula”, dirigidas durante su injusto encarcelamiento en Curitiba, llenas de emotividad gracias a las políticas igualitarias que potenciaron la movilidad social de amplios sectores de la población, sirvieron de estímulo para atravesar el período oscuro. De fondo resuenan disparos para quitarle la vida al PT Marcelo Arruda, junto con cánticos indígenas de indignación por los mártires “encantados” de la lucha por la preservación integral de la Amazonía, Bruno Pereira y Dom Phillips: “¿Dónde está mi hermano? / Pero donde esta mi hermano / Donde esta mi hermano / Pero donde esta mi hermano”.
* Luis Marqués es profesor de ciencia política en la UFRGS. Fue secretario de Estado de Cultura de Rio Grande do Sul durante el gobierno de Olívio Dutra.
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