Desenvolvimiento sustentable

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por DANIEL ARRUDA CORONEL & JOSÉ MARÍA ALVÉS DA SILVA*

Un concepto que aún no es prioritario para la sociedad, debido a la búsqueda e inclinaciones del hombre por otras cosas, como el máximo beneficio y las “maravillas exosomáticas” de la sociedad posmoderna.

1.

Últimamente, el tema del desarrollo sostenible ha recibido gran atención en la prensa, con la reciente publicación de informes internacionales y sus conclusiones sobre los problemas climáticos del planeta. A menudo, las advertencias de estos estudios son publicadas por los medios de comunicación, sin tener debidamente en cuenta ciertas cuestiones que están en el centro del problema.

En la década de 1970, la preocupación por el desarrollo sostenible comenzó a hacerse latente a través de la publicación, por parte del Club de Roma,[i] del trabajo Límites al crecimiento, que definió cinco puntos que inhiben el crecimiento económico: población, producción agrícola, recursos naturales, producción industrial y contaminación. A partir de entonces, las discusiones y debates sobre el desarrollo sostenible crecieron, generalizándose su concepto a partir del informe Brundtland (1987) y alcanzando su apogeo en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en Río de Janeiro, en 1992, donde se aprobó la Agenda 21. se definió: un conjunto de supuestos que las naciones deberían adoptar con miras a la sostenibilidad.

En el informe Brundtland, el desarrollo sostenible se define como aquel “que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” (Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, 1987). A partir de este concepto, la discusión ha ido evolucionando, girando casi siempre en torno a la búsqueda de un supuesto equilibrio entre las dimensiones económica, social y ambiental.

Ya sea a nivel de naciones (Gladwin et al., 1995; Banerjee, 2003; Greaker, 2003; Antón et al., 2004; Spangenberger, 2004), ya sea a nivel de gestión empresarial (Buysse; Verbeke, 2003; Russo, 2003; Bansal, 2005; Sharma; Henriques, 2005; Barin-Cruz et al., 2006), en el nivel ontológico-religioso (Francisco, 2023), o incluso a través del impacto en los cambios estructurales de las actividades económicas (Guarini; Oreiro, 2024), el desarrollo sostenible entró en la agenda de preocupaciones de los gestores públicos y privados.

Desde esta perspectiva, considerando la ética individual, basada en el imperativo categórico kantiano, el comportamiento de cada individuo debe basarse en la siguiente máxima: “obra de tal manera que la máxima de tus acciones pueda convertirse en ley universal, o incluso, actúa para que la razón que os llevó a actuar así se convierta en ley universal”. ¿Sería plausible, entonces, considerar el desarrollo sostenible basándose en el imperativo categórico kantiano? De ser así, ¿cuáles serían sus implicaciones?

2.

La ética puede definirse como la disciplina que se ocupa de la acción humana y sus reglas, principios o ideales, con el fin de determinar la mejor manera de actuar individual o socialmente en la relación entre los hombres, es decir, la ética implica una relación con el otro ser.

El objeto de estudio de las investigaciones que involucran la ética se centra en los actos humanos, es decir, los actos humanos voluntarios y conscientes que afectan a otros individuos, a otros grupos sociales y a otras personas.

Las cuestiones éticas, a pesar de ser más estudiadas por los filósofos, no pueden ser usurpadas por la filosofía, según Mendonça (2003), ya que involucran conceptos transdisciplinares como libertad, justicia, sociabilidad, sostenibilidad, valor, necesidad, etc., compartidos con diferentes áreas del conocimiento. .

Para Immanuel Kant (2003), la ética consiste en no tomar a las personas como medio ni como fin. La ética kantiana es autónoma y formal, en cuanto formula un deber para los hombres independientemente de sus condiciones sociales y económicas, ya que son seres libres, activos, productores y creativos.

Las ideas de Kant son un resultado lógico de su creencia en la libertad fundamental del individuo, como se afirma en su Crítica de la razón práctica (2004). Esta libertad no puede confundirse con el anarquismo, sino que debe entenderse más como la libertad de autogobierno: la libertad de obedecer conscientemente las leyes universales reveladas por la razón.

El imperativo categórico kantiano se puede formular de la siguiente manera: actúa de tal manera que la máxima de tus acciones pueda convertirse en ley universal, o incluso actúa de tal manera que la razón que te llevó a actuar así pueda convertirse en ley universal. ley. Así, exige de todos los individuos el cumplimiento del deber moral y proporciona, para ello, el criterio de la ley universal, o mejor dicho, de las máximas según las cuales se practican las respectivas acciones (HAMM, 2003).

Para intentar ejemplificar mejor el imperativo categórico, Kant (2003) presenta cuatro ejemplos: suicidio, mentira, ocultación de talentos y preocupación por los demás.

Kant (2003) intenta primero explicar la ley universal y el imperativo categórico con la relación entre una persona que se encuentra en dificultades extremas y piensa en suicidarse. De ahí surge la primera cuestión kantiana, es decir, si es posible transformar el suicidio en una ley universal. Obviamente no, dice, ya que, por grandes que sean las dificultades, la muerte nunca puede ser la solución a los problemas.

El segundo punto que aborda Kant (2003), para esbozar el imperativo categórico, es la mentira, es decir, una persona se encuentra en grandes dificultades, intenta pedir dinero prestado y dice que saldará la deuda en una fecha determinada. Sabe que no podrá cumplir su compromiso, pero si no lo pide, no obtendrá el dinero que necesita. De ahí surge la segunda pregunta: si es posible hacer de la mentira una ley universal, es decir, si todos los hombres deben mentir para lograr sus objetivos.

El tercer punto para sustentar el imperativo categórico utilizado por Kant (2003) es el ocultamiento de los talentos. Si una persona tiene determinadas capacidades y no se esfuerza por mejorarlas, esto no puede convertirse en una ley universal, porque, según Kant, este comportamiento no anima a las personas a mejorar su potencial y afrontar retos.

Finalmente, el último punto que deja claro Kant (2003) se ilustra en el caso de una persona que ve a otra similar necesitada y podría ayudar a aliviar su dolor y no hace absolutamente nada. En este sentido, Kant (2003) cuestiona si la insolidaridad podría convertirse en una ley universal. No, porque sin solidaridad la especie humana no podría sobrevivir.

De la explicación del imperativo categórico surge la pregunta de cómo determinar si la máxima personal debe ser elevada a la categoría de ley universal, introduciendo en este contexto el concepto de buena voluntad. Para Kant (2003), una buena voluntad es libre, autónoma y las acciones no son determinadas ni causales. De este modo, son prerrequisitos para la acción del hombre y para definir si lo que practica puede ser una ley universal; Sin embargo, muchas veces, las elecciones y acciones del hombre resultan en que no tenga buena voluntad. Según Pascal (2005), en el hombre la voluntad muchas veces no es buena, debido a inclinaciones y sensibilidad hacia determinadas cosas, actos y personas.

A partir de estos conceptos kantianos se puede establecer una relación mezclando elementos de la epistemología sobre el desarrollo sostenible con supuestos filosóficos kantianos. Los hombres sabemos que el desarrollo sostenible es un requisito previo fundamental para que las generaciones futuras vivan en una sociedad habitable, o mejor aún, en un planeta que sea sostenible desde el punto de vista económico, social, político y cultural, pero ¿por qué no lo hace la sociedad? ¿No le preocupa el desarrollo sostenible y no lo convierte en una ley universal, en la línea del imperativo categórico kantiano?

Empezamos a notar la implicación de más sectores de la sociedad, que reclaman la búsqueda de soluciones que tengan en cuenta el desarrollo sostenible. Universidades, ONG, organizaciones públicas y privadas, algunos gobiernos y medios de comunicación. Este movimiento que ha ido avanzando en los últimos años ha despertado la conciencia de cada vez más individuos.

En este sentido, todavía es necesario avanzar. Las actitudes del hombre muchas veces no son del todo autónomas, ya que muchas veces busca el máximo beneficio, tiene actitudes oportunistas, tendiendo a ideologías, visitudes, relativismo, las “modas del momento” y, de esta manera, su actitud de hacer de la búsqueda del desarrollo sostenible una el derecho universal acaba pasando a un segundo plano. Sin embargo, esta opción podría comprometer el futuro de las próximas generaciones, que podrían tener que vivir en entornos inhóspitos e insalubres, como consecuencia de las actitudes de hombres sin compromiso social, político y económico con sus semejantes y con el planeta en el que viven. vivir.

Los fundamentos de la ética kantiana siguen vigentes, ya que, con la buena voluntad de los hombres, la búsqueda del desarrollo sostenible podría considerarse una ley universal. Sin embargo, como advirtió Kant (2003), el hombre muchas veces, debido a sus actitudes, inclinaciones y preferencias, no tiene buena voluntad. En cierto modo, esto es lo que todavía sucede hoy con el desarrollo sostenible. Es un concepto que aún no es una prioridad para la sociedad, debido a la búsqueda e inclinaciones del hombre por otras cosas, como el máximo beneficio y las “maravillas exosomáticas” de la sociedad posmoderna.

*Daniel Arruda Coronel es profesor del Departamento de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de Santa María (UFSM).

*José María Alves da Silva Es profesor jubilado de la Universidad Federal de Viçosa (UFV).

Referencias


ANTON, W RQ; DELTAS, G.; KHANNA M. Incentivos para la autorregulación ambiental e implicaciones para el desempeño ambiental. jDiario de Economía y Gestión Ambiental, v. 48, pág. 632-654, 2004.

BANERJEE, SB. ¿Quién sostiene el desarrollo de quién? Desarrollo Sostenible y Reinvención de la Naturaleza. Estudios organizacionales, vol. 24, pág. 143-180, 2003.

BANSAL, P. Evolucionando sustentablemente: Un estudio longitudinal del desarrollo sustentable corporativo. Revista de gestión estratégica, v. 26, pág. 197-218, 2005.

BARÍN-CRUZ, L.; PEDROZO, EA; ESTIVALETE, V. Hacia estrategias de desarrollo sostenible: una mirada compleja siguiendo el aporte de Edgar Morin. Decisión de gestión, vol. 44, núm. 7, pág. 871-891, 2006.

BUYSSE, K.; VERBEKE, A. Estrategias Ambientales Proactivas: Una perspectiva de gestión de partes interesadas. Revista de gestión estratégica, v. 24, n. 5, pág. 453-470, 2003.

FRANCISCO. Exhortación apostólica Laudate Deum-sobre la crisis climática. Brasilia: CNBB, 2023.

GLADWIN, T.; KENNELLY, J.; KRAUSE, T. Cambios de paradigma para el desarrollo sostenible: implicaciones para la teoría y la investigación de la gestión. Academia de la revisión de la gerencia, v. 20, n. 4, pág. 874-907, 1995.

GREAKER, M. Política ambiental estratégica; ¿Ecodumping o estrategia verde? Revista de Economía y Gestión Ambiental, v.45, pág. 692-707, 2003.

GUARINI, G.; OREIRO, JLC Transición ecológica y cambio estructural: un análisis nuevodesarrollista. Ciencias de la Planificación Socioeconómica, 2024.

HAMM, C. Principios, motivos y motivos de la voluntad en la filosofía práctica kantiana. En: NÁPOLI, R.; ROSSATO, N; FABRI, M. (org.). Ética y justicia. Santa María: Palloti, 2003.

KANT, I. Crítica de la razón práctica. São Paulo: Martín Claret, 2004.

KANT, I. Fundamento de la metafísica de las costumbres y otros escritos. São Paulo: Martín Claret, 2003.

MENDONÇA, W. Cómo deliberar sobre cuestiones morales En: NAPOLI, R.; ROSSATO, N.; FABRI, M. (org.). Ética y justicia. Santa María: Palloti, 2003.

PASCAL, G. Entendiendo a Kant. Petrópolis, RJ: Vozes, 2006.

RUSSO, M. El surgimiento de industrias sostenibles: aprovechando el capital natural. Revista de gestión estratégica, v. 24, n. 4, pág. 317-331, 2003.

SHARMA, S.; HENRIQUES, I. Influencias de las partes interesadas en las prácticas de sostenibilidad en la industria canadiense de productos forestales. Revista de gestión estratégica, v. 26, n. 2, pág. 159-180, 2005.

SPANGENBERG, J H. Conciliar sostenibilidad y crecimiento: criterios, indicadores, políticas. Desarrollo Sostenible. v. 12, pág. 74-86, 2004.

COMISIÓN MUNDIAL DE MEDIO AMBIENTE Y DESARROLLO. Nuestro futuro común. Nueva York: Oxford University Press, 1987.

Nota


[i] El Club de Roma surgió en 1968, formado por científicos de diferentes nacionalidades, con el objetivo de discutir los problemas que aquejaban a la humanidad, así como, a partir de políticas concretas, apuntar a solucionar dichos problemas.


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