Desempleo en la economía en espera

Norman Adams (1927-2005), The Whole (The Dream I), Óleo sobre lienzo, 864 × 914 mm, 1964. (Colección Tate)
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por ALDO PAVIANI*

Hay que mirar de cerca la economía con una visión de totalidad

Las noticias de los medios en general han estado informando que Brasil está llegando a casi 15 millones de desempleados. La cifra llegó a 14,761 millones o el 14,6% de la población económicamente activa (PEA). Con la crisis de la pandemia preocupan las casi 600 personas fallecidas por la covid-19. El quiebre de la economía productiva y de servicios ha ido acumulando problemas sociales no sólo en lo que se refiere a la ocupación de los trabajadores, sino que afecta a todo lo que gira en torno al trabajo humano: vivienda, consumo de alimentos, circulación, consumo de bienes duraderos, etc.

En el caso del consumo de alimentos, los medios de comunicación difunden las estrategias de los pobres para enfrentar la erosión de los salarios y el aumento de los alimentos básicos: frijol y arroz. En este sentido, el futuro de los niños de hoy está amenazado porque una mala alimentación puede conducir a una mala formación ósea y cerebral, comprometiendo el rendimiento escolar y retrasando o cortando la escolarización y no favoreciendo el crecimiento físico armónico de los niños. Un problema social y de salud pública digno de preocupación y de tomar acciones correctivas.

Por lo tanto, es urgentemente necesario aumentar los ingresos de los trabajadores y ayudar con la canasta básica a quienes perdieron su trabajo, trabajadores blancos o negros, hombres o mujeres. Asegurar que las familias tengan acceso a fuentes de proteínas y calorías para que los niños tengan un desarrollo físico y mental en condiciones de llegar al final de la escuela primaria y puedan continuar hasta, si lo desean, completar la educación superior. Un país que niega estas posibilidades está destinado al atraso humano, ya sea colectivo o individual (pero en cantidades que empiezan a perjudicar el avance de la economía y de los propios ciudadanos, individualmente).

Se tiene en cuenta la alimentación y el desarrollo humano, pero hay que mirar de cerca la economía con una visión de totalidad, como sugería el gran geógrafo y humanista Milton Santos. Con una visión global se evitan futuras actuaciones parciales o puntuales que puedan deteriorar la salud y el rendimiento de los ciudadanos. Y, en este sentido, es bueno recordar que si el trabajador no se ha desarrollado satisfactoriamente para producir, tendrá pocas condiciones para consumir, lo que puede llevar al círculo vicioso que se ve hoy en Brasil: el bajo consumo ha reducido la PIB nacional.

Los amantes del PIB deben estar atentos a otros posibles acontecimientos, incluida la disminución de la competitividad a nivel internacional. Esto nos ha llevado a la importación de alimentos. Recuerde que Brasil fue, en algún momento, considerado el “granero del mundo”. ¿Y esta clasificación ha perdido su sentido? El hecho de que importemos alimentos indica que esta información es cierta. Pero, la devastación de la selva amazónica para el avance de la agroindustria (cría y ganadería y cultivos extensivos) como aparecen en los medios diarios. Pero es una producción orientada a la exportación. No para alimentar a los brasileños hambrientos.

Así, blancos y negros, como productores/consumidores, deben recibir un trato idéntico desde la infancia para que tengan el desarrollo físico y mental para ser efectivos en la formación de la sociedad brasileña. Esta sociedad será lo que cada brasileño es desde la cuna. Es por eso que no podemos esperar que el desempleo discrimine a los negros, como lo ha hecho en el pasado. Na pesquisa do Dieese/Codeplan/Setrab, de junho último mostra que o desemprego, em geral, teve uma taxa de 18,7%, enquanto a dos negros havia tingido 21,4%, (em junho declinando para 19,7% ( en julio).

Pero son los jóvenes que buscan su primer empleo los que las tasas dan una advertencia: en junio, la tasa de paro de esta clasificación era del 24,3%, subiendo en julio al 28,6% de los parados. Se quiere pensar en el futuro de los jóvenes que no producen porque no tienen ingresos para comprar o lo esencial de la vida cotidiana, lo que termina repercutiendo en la retracción de la producción de bienes y servicios.

Un indicio de que la economía podría estar calentándose, superando los años de espera, es la reducción en el número de desocupados en el Distrito Federal: en junio de 2020 había 327 mil desocupados y, en junio de 2021, 308 mil. Estos números aún son altos, pero si se reducen gradualmente, es de esperar que este panorama sea más alentador de 2021 a 2022. La apuesta más optimista es que la economía se calentará nuevamente y, en consecuencia, los jóvenes volverá al mercado laboral o iniciará el camino de las ganancias salariales y la experiencia laboral. Volviendo a estar activa, la economía suma nuevos formatos de trabajo, aunque algunos quieren suprimir derechos primordiales. Sin derechos básicos, la superación del actual estancamiento de la economía no tendrá el desarrollo esperado para la economía del país. Es el pronóstico posible.

*Aldo Pavani, geógrafo, es profesor emérito de la Universidad de Brasilia (UnB).

 

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