Los desafíos económicos de Cuba

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Por Luiz Bernardo Pericás* 

La economía cubana atraviesa un momento delicado, si bien tiene hoy más condiciones para la recuperación que durante el llamado “período especial”, en la última década del siglo pasado. El cronograma para restaurar la salud financiera de la isla, sin embargo, aún es incierto y dependerá, por un lado, de los cambios (aunque sean parciales) en el escenario internacional y, por otro lado, del aumento de las políticas e inversiones gubernamentales. en algunas áreas estratégicas. Razones extrínsecas e intrínsecas, por tanto, contribuyen a la desaceleración y retracción de los índices económicos del país: cuestiones relacionadas con la baja productividad y eficiencia laboral, el déficit de inversiones, la insuficiencia de ingresos derivados de las exportaciones y la persistencia de la burocracia, así como el endurecimiento de las bloqueo impulsado por Estados Unidos son algunos de los problemas reconocidos por las autoridades locales. 

Con un crecimiento promedio de 1,77% en los últimos cinco años, Cuba, sin embargo, cuenta con una amplia gama de socios comerciales (como la Unión Europea y China), recibe importantes aportes de divisas del exterior (especialmente dinero enviado por familiares, como como los que viven en Florida, por ejemplo; en 2017 fueron US$ 3,5 millones en esta modalidad) y ha fortalecido el sector turístico (que actualmente cuenta con 70 habitaciones disponibles). En el caso de las remesas externas, estas aumentaron un 143% entre 2008 y 2017. En lo que respecta al rubro turístico, el incremento fue de 117% en el interregno 2007-2017, e incluso con una leve disminución en ese último año, a partir de las medidas estrictas medidas adoptadas por Washington, comenzó a dar señales de reactivación en la segunda mitad de 2018. 

Sin duda, la intensificación de las sanciones estadounidenses desde 2017 ha contribuido a configurar el complicado contexto actual. Ese año se decidió que sus ciudadanos ya no podían hospedarse en hoteles ni asistir a restaurantes administrados por las FAR. Luego, se ampliaron los castigos para los bancos extranjeros que realizaran operaciones con la isla. Y en 2019, la Casa Blanca autorizó a exiliados residentes en EE.UU. a presentar demandas judiciales para intentar retomar propiedades que habían sido expropiadas tras el triunfo de la revolución. Para colmo, el presidente Donald Trump anunció recientemente la prohibición de los viajes en crucero y todos los vuelos desde Estados Unidos a Cuba, con excepción de los que se dirigen a La Habana. Es decir, empresas como Jet Blue y American Airlines a Santa Clara, Holguín y Camagüey, a partir del 10 de diciembre, no estarán autorizadas a operar en estas rutas. El Buró de Industria y Seguridad (BIS) del Departamento del Tesoro estadounidense también dio a conocer, en octubre, nuevas medidas relacionadas con la compra de productos con componentes estadounidenses y el arrendamiento de aeronaves y embarcaciones a empresas estatales de la nación caribeña. Las restricciones están relacionadas, especialmente, con la adquisición de artículos que tengan más del 10% de componentes de ese país, con el fin de dificultar la exportación o reexportación de diferentes artículos a la isla (hasta hace poco tiempo, este porcentaje era del 25 por ciento). %, lo que permitió que La Habana pudiera adquirir una mayor cantidad de bienes). La regulación también limita la exportación de bienes para mejorar la infraestructura de telecomunicaciones, creando obstáculos para el mayor avance de este sector. Para colmo, EE.UU. ha decidido restringir el envío de dólares, transferencias y donaciones monetarias a través de sus instituciones bancarias. 

Cabe recordar que en 2017 la isla experimentó una prolongada sequía, seguida por el huracán Irma, hechos que resultaron en daños estimados en el 9% del PIB. Mientras que en 2018 la economía local tuvo un crecimiento de 1,1%, un pronóstico de la Cepal, de agosto pasado, indica que en 2019 probablemente será solo de 0,5%, cifra muy insatisfactoria, pero similar al índice esperado para el resto del país. América Latina y el Caribe. 

Vale lembrar que a taxa de natalidade do país é uma das menores do hemisfério e que há um processo gradual de envelhecimento de seus habitantes, o que cada vez mais obrigará o governo a elevar seus gastos para garantir o bem-estar desta parcela da população, um grupo etário que tende a aumentar bastante nos próximos anos, enquanto o número de cidadãos, de maneira geral, irá decrescer em ritmo constante (a expectativa de vida das mulheres lá é de 80,4 anos, e a dos homens, de 76,5, XNUMX años). Si Cuba quiere preservar y consolidar sus conquistas sociales, necesariamente deberá aumentar las contribuciones dirigidas a los ancianos (que requieren cuidados especiales) y al mismo tiempo mantener un nivel satisfactorio de servicios para el resto de sus habitantes. 

No se puede olvidar que el país importa la mayor parte de los alimentos que consume. Es fundamental, por lo tanto, abordar este tema con carácter de urgencia. Entre algunas medidas de emergencia para intentar solucionar el problema del desabastecimiento de determinados alimentos se encuentran ocho proyectos para incentivar la producción endógena de carne de cerdo y pollo, además de incentivar el fomento de la agricultura en las zonas urbanas y restringir la venta y distribución de determinados bienes. En este último caso, se trata de un caso de racionamiento controlado, que se promulgó en mayo de este año: la venta de alimentos como arroz, frijol y huevos, por ejemplo, fue objeto de intervenciones puntuales y provisional del Estado, limitándose a evitar que la población almacene estos artículos en sus casas, así como a implementar una distribución más armoniosa entre todos los cubanos. Incluso la zafra azucarera de 2018 resultó ser insatisfactoria, alcanzando apenas un millón de toneladas. El aumento salarial en 2019, por su parte, fue una iniciativa relevante (los precios, sin embargo, siguen siendo demasiado altos para la mayoría de los trabajadores), además de la expansión gradual del sector privado, con aproximadamente 590 mil cuenta.      

El área energética también ha sido una preocupación constante para las autoridades de La Habana. Es cierto que se ha reducido la dependencia de las importaciones de petróleo (alrededor del 40% del consumo interno se produce actualmente en el país). Aún así, la crisis en Venezuela sin duda afectó mucho a la isla en este sentido. Si Caracas enviaba 105 barriles diarios en 2012, esa cifra bajó a 47 barriles diarios en 2019. Sin mencionar la exportación de servicios de médicos, maestros y dentistas a la República Bolivariana, que ha visto una fuerte reducción en los últimos tiempos. Al fin y al cabo, el 75 % de los servicios de estos profesionales fueron contratados por esa nación sudamericana (el fin del programa Mais Médicos, en Brasil, también fue un duro golpe para el gobierno cubano, con una pérdida de ingresos estimada en 332 millones de dólares). ). En el apogeo de la relación entre Caracas y La Habana, en 2012, las ayudas, subsidios e inversiones de Venezuela ascendieron al 11% del PIB de la isla. 

El caso es que el racionamiento y uso restringido de combustibles, principalmente a partir de septiembre, llevó a Cuba a priorizar la distribución de víveres y el transporte público. Los sectores no esenciales debieron ralentizar sus actividades y se redujeron los niveles de producción de algunas industrias, para no coincidir con las épocas de mayor consumo energético y evitar apagones. Incluso las universidades se están viendo afectadas, cerrando sus puertas ciertos días de la semana, reduciendo el número de clases y acortando su horario diario de apertura. 

Debe reconocerse, sin embargo, que hubo un importante esfuerzo conjunto de los diferentes poderes del Estado para llevar a cabo un plan de circunstancial que permita, en la medida de lo posible, paliar esta situación. En septiembre, el ministro de Minas y Energía, Raúl García Barreiro, garantizó la distribución de gas licuado de petróleo (GLP) a 1,7 millones de consumidores, así como el suministro de gas natural. De esta forma, no se perjudicó la disposición de combustible para las termoeléctricas y para los motores de combustión interna (ni para las viviendas, que en este caso consumen el 60% de la energía). Por su parte, el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, señaló que en el desplazamiento de pasajeros y carga se debe priorizar el diésel (responsable del 10% de la generación diurna del país). Y el ministro de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, definió como líneas maestras de la política en su zona, favorecer el uso de los ferrocarriles; asegurar la movilidad de combustibles, alimentos y productos de exportación; mantener comunicación con la Isla de la Juventud; preservar los niveles de actividad en los puertos; mantener la canasta básica familiar de alimentos; dar preferencia a la atención médica; rediseñar las líneas de transporte público urbano en los momentos de mayor demanda; y realizar un trabajo coordinado con cuentapropista y cooperativas para proteger los servicios, entre otras medidas. 

El gobierno también decidió abrir casas de cambio y permitir la venta de artículos importados en establecimientos estatales a cambio de dólares y divisas extranjeras, mediante el uso de tarjetas (que pueden recibir transferencias del exterior, sin pagar impuestos), preservando la circulación de los Peso cubano (CUP) y peso convertible (CUC) en las transacciones diarias. La unificación monetaria todavía se está discutiendo.      

Las relaciones con algunos socios internacionales, además, parecen prometedoras para el próximo período. En noviembre de 2018, Cuba y Rusia firmaron varios acuerdos, entre ellos los destinados a modernizar el sector eléctrico y siderúrgico, el transporte ferroviario y la exploración petrolera. Con Beijing, en el año anterior, La Habana había firmado acuerdos en las áreas de turismo, proyectos de ciberseguridad y energías renovables. Por cierto, Cuba ha prestado especial atención a este último punto. Para 2030, el consumo eléctrico de fuentes como parques eólicos (“Herradura 1 y 2”, en Las Tunas, por ejemplo, con 54 turbinas generando electricidad con tecnología china) y dispositivos fotovoltaicos (el Centro de Estudio de Tecnologías Energéticas Renovables, de la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría, se ha dedicado a la investigación sobre el tema), así como la biomasa de la caña de azúcar y las pequeñas centrales hidroeléctricas, debe llegar al 24%. 

En el caso de los paneles solares, en 2016 solo el 0,15% de la energía consumida procedía de esta fuente. Al año siguiente, la producción fue del 1% del total generado. Y en 2019, en lo que va, dependiendo de la fuente, ha sido entre el 1,15% y el 2,4% del total (al cierre de 2018, el país ya contaba con 151.980 megavatios hora sincronizados con el sistema eléctrico nacional, el equivalente a ahorrar 32.873 toneladas de combustible). Todavía es poco, pero hay un claro interés por expandir el sector. Los proyectos más recientes en este sentido son el parque fotovoltaico Cárdenas I, resultado de una alianza entre la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena) y el Fondo de Desarrollo de Abu Dhabi (ADFD), que tiene una capacidad instalada de 3,75 MW (que puede enviar energía a 7.000 hogares); el parque solar en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, ejecutado por la británica Mariel Solar SA; y el construido por la empresa alemana EFF Solar SA, que deberá aportar cinco megavatios en la provincia de Mayabeque. En este momento, hay 65 parques ya concluidos y otros 15 en construcción, lo que podría aumentar la potencia instalada en 42 megavatios. 

Todo esto solo es posible porque la población tiene plena confianza en el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel, quien ha sido extremadamente transparente en relación con la situación actual (exponiendo claramente al público todos los problemas recientes y señalando soluciones audaces para superar las adversidades), al mismo tiempo que se sitúa como un obstinado defensor de la soberanía nacional. Los cubanos, por lo tanto, apoyamos plenamente a sus líderes. Los amplios debates sobre la nueva Constitución y su aprobación masiva solo muestran la vitalidad de los cauces democráticos construidos y perfeccionados a lo largo de los años por la revolución (aunque diferentes a los aplicados en otros países de la región) e indican la participación activa de los ciudadanos en las discusiones sobre los rumbos de la nación. Cuba nunca volverá a ser un títere de Estados Unidos. La isla ha pasado por otros momentos difíciles a lo largo de su historia y siempre ha superado todas las dificultades. Esta vez no será diferente. Cuba resistirá. 

* Luis Bernardo Pericas es profesor de Historia Contemporánea en la USP.

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