por JIANG SHIXUE*
¿Qué pasará con el mundo en los próximos cuatro años? Y específicamente, ¿cómo se llevará a cabo la gobernanza global?
Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos. Él, junto con sus seguidores en el país – poco más de la mitad de los votantes – comenzará a implementar la llamada estrategia MAGA (Hacer de Estados Unidos Gran nuevo). Sin embargo, en otros países la gente plantea preguntas cruciales: ¿Qué pasará con el mundo en los próximos cuatro años? Y específicamente, ¿cómo se llevará a cabo la gobernanza global?
La gobernanza global es el mecanismo para abordar los problemas globales. Es ampliamente reconocido que la globalización no es la causa directa de los problemas globales, pero el rápido avance de la globalización ha hecho que estos problemas sean aún más evidentes. Estos problemas han causado un enorme sufrimiento a la humanidad, lo que refuerza la necesidad de redoblar los esfuerzos para fortalecer la gobernanza global.
El número de desafíos globales es inmenso. Así, desde un punto de vista académico, es fundamental dividir el concepto general de “gobernanza global” en áreas específicas, como gobernanza económica, gobernanza comercial, gobernanza financiera, gobernanza fiscal, gobernanza climática, gobernanza de Internet, gobernanza digital, salud. gobernanza, gobernanza de la inteligencia artificial (IA), gobernanza de los derechos humanos, gobernanza marítima, gobernanza cultural, gobernanza ambiental, gobernanza espacial, gobernanza de los bienes comunes globales, gobernanza de nuevas fronteras, gobernanza de la seguridad, gobernanza de la pobreza, gobernanza de la propiedad intelectual, entre otros . Cada una de estas áreas requiere conocimientos específicos, teorías distintas, metodologías de investigación apropiadas, así como propuestas de políticas y acciones concretas.
La gobernanza global requiere liderazgo global. En teoría, las Naciones Unidas (ONU) deberían desempeñar este papel con excelencia. Sin embargo, en la práctica, la organización no ha cumplido las expectativas globales. Varios factores explican esta ineficacia, siendo el egoísmo nacional uno de los principales. Como los países no están dispuestos a sacrificar sus propios intereses, es difícil llegar a un consenso entre ellos. Este dilema ha empeorado con el abandono del multilateralismo por parte de Estados Unidos, la única superpotencia global, dejando a la ONU en una posición cada vez más frágil frente a los desafíos globales.
La eficacia de la gobernanza global depende de la cooperación internacional. En este contexto, el mayor obstáculo no es sólo la falta de un liderazgo global eficiente por parte de la ONU, sino también los cuatro “ismos” profundamente arraigados en la política exterior estadounidense: hegemonismo, unilateralismo, proteccionismo e intervencionismo. Desde el abandono de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Acuerdo de París hasta la imposición arbitraria de aranceles, pasando por el uso de la seguridad nacional como arma política y el bloqueo de nuevos miembros del Órgano de Apelación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), EE.UU. Estas acciones han debilitado los esfuerzos globales para fomentar la cooperación y fortalecer la gobernanza global.
Desafortunadamente, es poco probable que estos “ismos” desaparezcan en los próximos cuatro años o en el futuro cercano, a pesar de los constantes llamados de los países en desarrollo y del Sur Global para que Estados Unidos asuma su responsabilidad como superpotencia.
En los últimos años, el cambio climático ha recibido una atención cada vez mayor debido a los graves daños que causa a la humanidad. Aunque se cree que Estados Unidos y la Unión Europea (UE) están fuertemente comprometidos con este tema, sus acciones han demostrado lo contrario. Ambos se niegan, por ejemplo, a importar vehículos de energía limpia fabricados en China. Si este tipo de proteccionismo persiste, las discusiones sobre cómo abordar el cambio climático global no serán más que retórica vacía.
La gobernanza global está estrechamente vinculada al orden internacional, cuya configuración influye en la forma en que se llevan a cabo los esfuerzos globales. Estados Unidos defiende con frecuencia la necesidad de respetar un “orden basado en reglas”, pero rara vez explica cuáles son esas reglas o quién las establece.
Como ha subrayado en numerosas ocasiones el presidente chino, Xi Jinping, China busca seguir siendo un “constructor de la paz global, contribuyente al desarrollo global y defensor del orden internacional”. También propuso que los países promuevan un orden internacional sustentado en el derecho internacional. Sin embargo, ¿aceptaría el presidente Trump esta propuesta de un orden basado en el derecho internacional? La respuesta más probable es “no”.
Estados Unidos necesita reconocer que también sufre muchos problemas globales. Por lo tanto, se espera que asuman sus responsabilidades y cooperen con otros países para avanzar en la gobernanza global en los próximos años.
*Jiang Shixue es Investigador Senior en el Instituto Charhar (China).
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