por JOSÉ DIRCEU*
Para que Brasil retome la senda del desarrollo, no queda otra opción que asumir su papel en América del Sur y el mundo y crear las condiciones para una revolución social con unidad nacional.
Es imposible hablar de los desafíos que enfrenta la izquierda y Brasil sin tener en cuenta que vivimos en un momento de hegemonía internacional de la extrema derecha y el conservadurismo. Las consecuencias de la globalización financiera y la desregulación del capitalismo fueron el desmantelamiento de los estados de bienestar y el resurgimiento de la extrema derecha, que hoy gobierna Italia, Países Bajos y Suecia; es una alternativa real en Francia; se consolida en Polonia y Hungría; puede recuperar el gobierno de Estados Unidos; es una amenaza en Alemania; y, derrotado en Brasil, acaba de ganar en Argentina.
Las crisis de 2008-9 y 2011-12, el Covid-19 y la ruptura de cadenas productivas y redes logísticas abrieron oportunidades para países como Brasil, al mismo tiempo que la crisis climática agravó la necesidad de que cada nación busque la seguridad ambiental. energía, alimentación y tecnología. Las políticas industriales y los subsidios se han convertido en parte de las decisiones tomadas por Estados Unidos y Europa, junto con el proteccionismo y una guerra comercial y tecnológica abierta contra China, que amenaza cada vez más la hegemonía norteamericana.
En Brasil, los años de Michel Temer y Jair Bolsonaro vieron el desmantelamiento del Estado y de las políticas sociales y de ingresos específicas de la Constitución de 1988, de los gobiernos del PT y del ciclo de desarrollo –lo que es en sí mismo una contradicción con los países desarrollados, donde la presencia de del Estado y de las políticas industriales y sociales está aumentando. Después de ganar cuatro elecciones y perder sólo la quinta debido a la detención ilegal de Lula, el PT y la izquierda regresaron al gobierno, pero en condiciones de minoría en la Cámara y el Senado. Este regreso vino con un desafío: ¿cómo gobernar y retomar el hilo de la historia del desarrollo sin unidad nacional o sin una alianza entre la izquierda y los sectores empresariales?
Yo explico. La izquierda, por sí sola, no tiene una mayoría para llevar a cabo reformas estructurales. Tampoco puede, por sí solo, construir un proyecto de desarrollo nacional que resuelva los obstáculos al crecimiento: las tasas de interés y la concentración del ingreso, retroalimentados por la estructura impositiva basada en el consumo y la producción. Los bancos y bancadas conservadoras de derecha bloquean los instrumentos que podrían superar los impasses nacionales: bajos ahorros, inversiones y productividad. Revelada por la pandemia y la guerra en Ucrania, nuestra dependencia de chips, fertilizantes, pesticidas, productos farmacéuticos y químicos es casi total. Brasil puede y debe superar esta dependencia, lo cual es de interés nacional, no sólo de la izquierda.
La condición radica en nuestra capacidad de construir un bloque social que impulse reformas que permitan el desarrollo con distribución del ingreso. Nuestra capacidad de movilizar a la sociedad para estas reformas encuentra límites en los partidos y la hegemonía de la derecha conservadora, por lo que el PT y la izquierda necesitan cambiar la correlación de fuerzas en el Congreso y en la disputa electoral, política y cultural. Sin esto, será imposible.
La extrema derecha aprovechó los avances tecnológicos y las guerras culturales y nos impuso derrotas políticas y electorales gracias a la alianza con los intereses económicos de las elites financieras y agrarias y con los neopentecostales. Para afrontar los desafíos de la próxima década, el PT y la izquierda necesitan renovación para afrontar esta nueva situación, condición para ser instrumentos de movilización que garanticen una base parlamentaria y apoyo social para las reformas necesarias.
Brasil necesita cumplir 100 años en 10. Con educación e innovación, reforma tributaria que revierta la estructura tributaria concentrada, reducción de intereses, reforma político-institucional y la redefinición del papel del Estado. También necesitamos recuperar nuestra soberanía en la política de desarrollo. La suposición de que Brasil puede resolver sus problemas ya sea mediante la austeridad o apoyado en la adición de valor de la agricultura y la minería, asociada a la negación del Estado y de las políticas industriales, es un error histórico. Las consecuencias son conocidas: crecimiento que beneficia a las elites y pobreza con pérdida de soberanía nacional.
Para retomar el camino del desarrollo, a Brasil no le queda otra opción que asumir su papel en América del Sur y en el mundo y crear las condiciones para una revolución social con unidad nacional.
* José Dirceu fue Ministro de la Casa Civil en el primer gobierno de Lula. Autor, entre otros libros, de Recuerdos - Vol. 1 (generacion editorial). Elhttps://amzn.to/3H7Ymaq]
Publicado originalmente en el diario Folha de S. Pablo.
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