Desafíos de la lucha antifascista

Imagen: Felipe Durante
Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram
image_pdf

por PEDRO TIERRA*

La lucha contra el neofascismo pasa inevitablemente por un castigo ejemplar a los responsables del intento de golpe de Estado

El asalto de las hordas fascistas inspiradas (¿engendradas?) por el loco, que se refugió en Estados Unidos horas antes de que asumiera el cargo electo, se consumó el domingo 8 de enero de 2023.

Las instalaciones de los tres poderes de la república quedaron arrasadas por el impulso destructivo acumulado durante cuatro años de la pesadilla neofascista, alimentada a diario por el discurso de odio contra las instituciones democráticas de los delincuentes derrotados en las urnas en octubre pasado.

El intento de golpe fracasó. Como los anteriores fracasaron desde enero de 2019, espoleados por el gobierno de milicianos de Rio das Pedras, surgidos del hampa criminal para tomar el gobierno central de un país aturdido por el fanatismo y el culto a la ignorancia, con connivencia, si no con el apoyo explícito del capital financiero, los agrosectores y los empresarios religiosos.

La mayoría del pueblo brasileño que resistió la estrategia de demolición del país, a lo largo de seis años, fracasó en el intento de reelección de la siniestra figura que encarnó la barbarie, el 2 y el 30 de octubre de 2022. Punto de inflexión histórico cuando la enérgica fue derrotado por el frente amplio liderado por Lula.

El silencio que siguió a la derrota no aceptada no fue más que un caldero de resentimiento que alimentó la furia y el terror contra las instituciones y votantes que le negaron las pretensiones de perpetuarse, hasta el estallido del 8 de enero.

Lo que la sociedad brasileña presenció aquel domingo asombroso fue una metáfora de lo que vivió el país mientras duró el gobierno de liquidación nacional, en todos los ámbitos de acción del Estado. Una metáfora plasmada en la destrucción física de los edificios sede de los tres poderes de la república. Como no fueron capaces de destruir el país -porque el pueblo brasileño resistió-, la legión de los resentidos se quedó con el último gesto de demoler sus símbolos más emblemáticos.

Una acción típica de las hordas fascistas que buscan destruir por la fuerza lo que ni siquiera pueden entender: la democracia. Incluso si es esta democracia liberal mal diseñada que el país ha estado construyendo desde 1988.

El lienzo de Emiliano Di Cavalcanti que recibió las huellas dactilares del fascismo -siete golpes asestados con piedras portuguesas recogidas en la Praça dos Três Poderes, utilizadas con un instrumento contundente- será un testimonio perdurable del paso de la barbarie del 8 de enero, un especie de epílogo siniestro al gobierno derrotado.

Es evidente para la sociedad –el 90% de los brasileños y brasileñas repudia la tentativa de golpe de Estado– la indulgencia, la incompetencia o incluso la connivencia de las autoridades de seguridad pública del Distrito Federal.

El exministro de Justicia del gobierno derrotó en las urnas del 30 de octubre de 2022 a Anderson Torres, designado inexplicablemente secretario de Seguridad Pública del DF por el gobernador Ibaneis Rocha, a una semana de asumir el cargo, se encontraba disfrutando de unas vacaciones en Florida, donde, casualmente, el inspirador se refugió de la devastación perpetrada por las hordas fascistas contra el STF, el Congreso Nacional y el Palacio del Planalto.

El interino que lo reemplazó envió un mensaje al gobernador en la tarde del domingo 8 de enero, asegurando que las manifestaciones serían pacíficas, mientras su policía encabezaba feliz la horda que media hora después estaría destrozando los edificios públicos que albergan el institucional. corazón del país. Un hecho que llevó al gobernador del DF a exonerarlo y al presidente Lula a decretar prontamente la intervención federal en el área de Seguridad Pública del DF, visiblemente cómplice de las manifestaciones golpistas del pasado 12 de diciembre y ahora de los actos terroristas del XNUMX de enero. . .

Un dato curioso y revelador: las hordas de extrema derecha que se movilizaron para perpetrar la barbarie en la Praça dos Três Poderes, partieron de un campamento mantenido a la sombra de las atalayas del Cuartel General del Ejército Brasileño, desde la derrota del loco, el 30 de octubre El ministro de Defensa del gobierno, José Múcio Monteiro, llanero, adoptó la táctica de "comer por los bordes" para desmovilizar los campamentos -verdaderas incubadoras de actos terroristas en opinión de su colega, el ministro de Justicia Flávio Dino- y cosechó las catástrofe del 8 de enero de 2023.

El ministro Múcio Monteiro reveló, una semana después de asumir, que no era el hombre hecho para liderar un área cuyo cotidiano está marcado por el desafío de convertir en realidad lo que determina la Constitución: subordinar el estamento armado, portador histórico de un cultura autoritaria y golpista, al poder civil que confiere la soberanía popular en un gobierno democrático.

El estamento militar brasileño cultiva con envidiable celo, a lo largo de la historia, la pretensión de colocarse por encima de la Constitución, y como si algún ente sobrenatural lo definiera como guardián del poder civil.

El impulso económico, social y cultural que derivó en el intento de golpe de Estado promovido, el pasado 8 de enero, por la extrema derecha, sigue latente en la sociedad. Aunque su mito se refugió en Orlando, llevándose consigo la expectativa de volver a los brazos de los mineros ilegales, los asesinos de indígenas, los arrasadores y madereros, acaparadores de tierras y envenenadores ambientales en este intento, que finalmente fracasó. Los defensores de la democracia deben recordar que los factores que lo llevaron al poder durante cuatro años conservan la energía suficiente para sostenerlo a él oa cualquier otro aventurero con un perfil similar.

Lo que impone, más que nunca, en la historia de Brasil, la unidad de las fuerzas populares y democráticas para enfrentar el neofascismo en todas sus manifestaciones. Ya sea en estructuras estatales contaminadas por la ideología autoritaria de la extrema derecha –y el lavajatismo es solo una de ellas– o en una sociedad donde la “guerra cultural” se ha convertido en un elemento movilizador de lo más reaccionario de la sociedad para reconstruir una utopía regresiva, en búsqueda de un pasado que, en rigor, nunca existió.

Los sectores populares, los movimientos obreros, los sindicatos, los movimientos culturales tienen ante sí la tarea permanente de presionar al gobierno Lula, apoyado en un frente heterogéneo como todos saben, para avanzar más allá de las políticas públicas de combate al hambre, de inclusión social, de reducción desigualdades regionales, hacia la construcción y consolidación de mecanismos de participación democrática capaces de sustentar la vocación transformadora del proyecto que lo eligió por tercera vez.

La lucha contra el neofascismo pasa inevitablemente por el castigo ejemplar de los responsables del intento de golpe de Estado -y de sus patrocinadores- y sólo se hará realidad con una importante participación popular organizada en los lugares de trabajo, escuelas, universidades y centros de investigación y diariamente en redes sociales sociales.

¡Lula en el Planalto y militancia antifascista en las calles!

*pedro tierra es poeta y expresidente de la Fundación Perseu Abramo.

 

El sitio web de A Terra é Redonda existe gracias a nuestros lectores y simpatizantes.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
Haga clic aquí para ver cómo

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

El Papa en la obra de Machado de Assis
Por FILIPE DE FREITAS GONÇALVES: La Iglesia está en crisis desde hace siglos, pero insiste en dictar la moral. Machado de Assis se burló de esto en el siglo XIX; Hoy, el legado de Francisco revela: el problema no es el Papa, sino el papado
La corrosión de la cultura académica
Por MARCIO LUIZ MIOTTO: Las universidades brasileñas se ven afectadas por la ausencia cada vez más notoria de una cultura lectora y académica
¿Para qué sirven los economistas?
Por MANFRED BACK y LUIZ GONZAGA BELLUZZO: A lo largo del siglo XIX, la economía tomó como paradigma la imponente construcción de la mecánica clásica y como paradigma moral el utilitarismo de la filosofía radical de finales del siglo XVIII.
¿Un Papa urbanista?
Por LÚCIA LEITÃO: Sixto V, papa de 1585 a 1590, entró en la historia de la arquitectura, sorprendentemente, como el primer urbanista de la Era Moderna.
El gobierno de Jair Bolsonaro y la cuestión del fascismo
Por LUIZ BERNARDO PERICÁS: El bolsonarismo no es una ideología, sino un pacto entre milicianos, neopentecostales y una élite rentista: una distopía reaccionaria moldeada por el atraso brasileño, no por el modelo de Mussolini o Hitler.
La cosmología de Louis-Auguste Blanqui
Por CONRADO RAMOS: Entre el eterno retorno del capital y la intoxicación cósmica de la resistencia, develando la monotonía del progreso, apuntando bifurcaciones decoloniales en la historia
Reconocimiento, dominación, autonomía
Por BRÁULIO MARQUES RODRIGUES: La ironía dialéctica de la academia: al debatir sobre Hegel, una persona neurodivergente experimenta la negación del reconocimiento y expone cómo el capacitismo reproduce la lógica del amo y el esclavo en el corazón mismo del conocimiento filosófico.
Dialéctica de la marginalidad
Por RODRIGO MENDES: Consideraciones sobre el concepto de João Cesar de Castro Rocha
La situación actual de la guerra en Ucrania
Por ALEX VERSHININ: Desgaste, drones y desesperación. Ucrania pierde la guerra de números y Rusia prepara el jaque mate geopolítico
Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES