por LEONARDO BOFF*
Barrer a Bolsonaro y su gobierno de la muerte por medios legales y democráticos, con un candidato progresista y popular
Este artículo está dedicado a quienes luchan por la democracia herida y rescatan una nación devastada.
Las fuerzas políticas, enemigas de la vida, se han aliado con el Coronavirus y favorecen la aniquilación de más de 600 mil vidas. Su objetivo es llevarnos a tiempos premodernos, desmantelando nuestra cultura y nuestra ciencia, suprimiendo derechos laborales y de seguridad social, difundiendo mentiras, odio cobarde a los pobres, pueblos indígenas, quilombolas, afrodescendientes, homosexuales y personas LGBTI.
Ideológicamente, estas fuerzas son ultraconservadoras con un carácter claramente fascista. Se elevaron al máximo poder de la república. El principal representante de estas fuerzas quiere, por todos los medios, incluso desafiando la ley, ser reelegido. Como parlamentario engrandeció a los torturadores y defendió las dictaduras. Como jefe de Estado, fue indulgente con los grandes incendios en la selva amazónica, con los madereros y con la intrusión de empresas mineras y de extracción de oro, incluso en tierras indígenas. Cometió crímenes de lesa humanidad por su negación de vacunas contra el Covid-19 y demostró ser insensible y sin ninguna empatía ante el sufrimiento de miles de familias en duelo y millones de desempleados y hambrientos.
Lamentablemente vemos la fragilidad, incluso la omisión de nuestras instituciones oficiales o jurídicas y la baja intensidad de nuestra democracia que mediada por la justicia social y el respeto a los derechos parece más bien una inmensa farsa oficial. Nada o poco se hizo para remover esta figura siniestra, autoritaria y fascista. No se les permite mirar, impasibles, la desintegración poblacional, cultural, política y espiritual de nuestro país.
Ante esta tragedia histórica, necesitamos, a través de las elecciones, frenar la pulsión de muerte presente en el poder ejecutivo y sus auxiliares. Es necesario infligir una derrota electoral contundente a este hombre que se ha mostrado loco, indigno, malévolo e incapaz de gobernar al pueblo brasileño. Merece ser, legalmente, borrado del escenario político y pagar por sus crímenes, para que, al final, podamos vivir con un mínimo de desarrollo justo y sostenible, con paz social, con alegría abierta y con felicidad colectiva.
Para llevar a cabo este paso político y ético, dentro de los límites de la Constitución y el orden democrático de derecho, es importante, a mi juicio, dar los siguientes pasos:
Primero, garantizar, si es posible, ya en primera vuelta, la victoria para presidente, de alguien con carisma, con la confianza de las grandes mayorías y con capacidad para sacarnos del pozo oscuro en el que fuimos arrojados. Él ha demostrado previamente que es capaz de lograr esta redención. No hace falta desvelar su nombre pues ya ha salido victorioso de las encuestas electorales.
En segundo lugar, no basta con elegir un presidente de tales características. Es fundamental garantizar una amplia bancada parlamentaria para que el presidencialismo de coalición no comprometa ideales y propósitos, presentes en los orígenes y redimibles, como la opción por políticas sociales que sirvan a las grandes mayorías empobrecidas y oprimidas, con transparencia, con la ética de la solidaridad de los más vulnerables y con una soberanía activa y orgullosa. Realizar alianzas con partidos afines a los fines sociales y populares. También es importante garantizar la elección de gobernadores y, en su momento, de alcaldes y concejales que, en las regiones y en las bases, apoyen al gobierno central con sentido de justicia social y cuidado de la vida de las personas y naturaleza.
Tercero –y lo más importante– reforzar y, en su caso, retomar el trabajo de base, organizando comités populares de todo tipo, para que participen y se articulen con organizaciones existentes como salud, educación, igualdad de género y otras, creando conciencia ciudadana. No basta asegurar la inserción en el sistema imperante, perverso y antipopular, sino crear conciencia de cambio, apuntando a otro tipo de sociedad con democracia participativa, social y ecológica.
Este trabajo de base es imperativo si queremos crear las condiciones para la transformación desde abajo y crear movimientos progresistas y libertarios que traduzcan los sueños en prácticas cotidianas viables. Es en este nivel, planta baja, que comienza a ensayarse lo nuevo y comienza a ensayarse la energía necesaria para continuar la refundación de un nuevo Brasil, contra la extensión de la dependencia histórica, contra el mestizo, presente en las élites atrasadas. y contra el oligopolio mediático, brazo ideológico de la clase dominante, heredera de la Casa Grande.
Estamos convencidos de que este sufrido caos destructivo pasará y se transformará en el prometedor caos generativo de un nuevo orden, más alto, más justo, fraterno y solidario con toda la vida: en fin, un Brasil en el que tendremos la alegría de vivir y convivir con justicia. , donde la simpatía y jovialidad que caracterizan lo mejor de nosotros mismos será más fácil.
*Leonardo Boff es ecologista, filósofo y escritor. Autor, entre otros libros, de Brasil: refundación total o ampliación de la dependencia (Voces).