por RICARDO GEBRIM*
Un Frente Político entre diferentes organizaciones es un concepto con definición e historia en la lucha de la clase obrera. Su diseño, composición y objetivos tienen que transmitir un mensaje claro
El hecho central en la coyuntura actual es la trágica aceleración de la pandemia, arrojando a nuestro país a una situación catastrófica de epicentro mundial, con consecuencias impredecibles. La perspectiva cada vez más concreta de cientos de miles de muertos en unos meses será decisiva en la evolución política.
Bolsonaro asumió, desde un principio, la lógica genocida de oponerse al aislamiento social, única forma que la ciencia propone como efectiva para contener las muertes. Gobernadores y alcaldes ya comienzan a ceder ante la presión empresarial y aflojar las medidas de contención, permitiendo que la tragedia adquiera proporciones inimaginables.
Bolsonaro ha ido perdiendo apoyo en su base, especialmente en la clase media.
Las representaciones políticas burguesas se distancian cada vez más del gobierno de Bolsonaro y engrosan la oposición. Todavía es pronto para que el hecho demuestre una adhesión efectiva de las fracciones burguesas que, hasta hace poco, se cohesionaban en torno al programa de Paulo Guedes. Sabemos que existe una relativa autonomía política de estas representaciones, que se definen y posicionan con mayor rapidez que sus respectivas bases de apoyo, especialmente en momentos convulsos de profunda crisis.
Lo importante es que el escenario se está sumando a la necesidad, un potencial para construir una fuerte campaña por la destitución de Bolsonaro, tema decisivo en el que debemos apostar todas nuestras fuerzas.
Cuanto más acorralado, Bolsonaro y su movimiento se vuelven más agresivos y buscan mantenerse a la ofensiva. Una postura que asusta e intimida a la vacilante oposición burguesa e incluso a los miembros del poder judicial.
Los recientes actos antifascistas fueron importantes para frenar la ofensiva del movimiento bolsonarista y evitar que ostente el monopolio de las calles. Sin embargo, un probable crecimiento vertiginoso en el número de muertes crea una dificultad inevitable para que se masifiquen en la proporción requerida para obtener la victoria necesaria. La contradicción entre la distancia social cada vez más necesaria y las movilizaciones masivas es cada vez más concreta.
Surge una pregunta para todas las organizaciones populares: ¿cómo se organiza la resistencia al fascismo?
Luchar ampliamente, construir acciones y posiciones con todos los que apoyan el Fora Bolsonaro y la defensa de la democracia es, sin duda, una necesidad política. Saber construir una articulación que pueda atraer a los más amplios sectores en torno a luchas concretas es una tarea urgente.
Para las fuerzas de izquierda, profundizar su propia unidad y, simultáneamente, articular todos los sectores y representaciones, incluidos los burgueses y los conservadores, se convierte en un desafío inmediato.
Pero, ¿es posible combinar desafíos que mantengan tales contradicciones?
No se trata simplemente de “poner un pie en la barca y el otro en el barranco”, como dicen los parenses. Es necesario identificar cuál es el desafío central de la táctica.
Es necesario tener claro que si las fuerzas de izquierda no recomponen su capacidad de representar los intereses de las clases trabajadoras -y las manifestaciones de los simpatizantes demostraron esta debilidad-, no sólo quedarán fuera del juego político, sino que habrá Tampoco habrá una resistencia consecuente capaz de derrotar al fascismo.
Mientras la confrontación política siga siendo una disputa interburguesa, no habrá solución favorable a los intereses populares y la vacilación y la conciliación inevitablemente tenderán a predominar.
Por tanto, el centro de la táctica de las fuerzas de izquierda no puede ser otro que reconstruir su capacidad de expresión de los intereses del proletariado y sus aliados fundamentales. Esto no es sencillo. Requiere una verdadera inflexión táctica y, como he repetido en estos artículos, requiere la reanudación del debate estratégico.
¿Y cómo podemos recomponer esta representación que implica desafíos tan complejos?
Hay una cuestión primordial, decisiva, sin la cual ningún esfuerzo será suficiente para reconstruir la capacidad de representación del proletariado y las clases populares: la cuestión del programa.
Es necesario tener un programa claro e inequívoco que exprese los intereses de las clases trabajadoras. Este programa, con medidas antimonopolio, antiimperialista y antilatifundista, es el supuesto decisivo. Participaremos y construiremos amplias luchas comunes, con todos los sectores que asuman la consigna “Fuera Bolsonaro”, pero con su propio programa y alternativa, cuyo contenido limita la posibilidad de alianzas con fracciones burguesas.
Un programa que se presenta con medidas inmediatas para asegurar las condiciones de vida de los más pobres y de las clases trabajadoras, que pone en disputa los recursos públicos con los intereses capitalistas.
En nuestra historia reciente, el ejemplo que sale a la luz es la “Campaña dedirecto ahora”, donde el PT supo construir y articular grandes acciones unitarias de masas, pero siempre mantuvo su independencia, utilizando las plataformas para agitar el Programa Democrático Popular, que pocos años después se presentaría como la alternativa fundamental en las elecciones de 1989.
Repito. Es evidente que para derrotar al neofascismo, sacando a Bolsonaro de la presidencia, no debemos dudar en aliarnos, en este punto, con cualquier dirección burguesa, por grandes que sean las incompatibilidades de nuestro proyecto. Alianza puntual, en luchas y acciones concretas.
La forma de conjugar estas tareas, que son necesarias pero que encierran contradicciones, no es proponer dos frentes y buscar hacerlo participando en ambos.
El llamado Frente Ampla, o Frente Democrático, si llegara a constituirse, inevitablemente estaría dirigido por representaciones políticas burguesas.
Este no es un debate de nomenclatura semántica. Un Frente Político entre diferentes organizaciones es un concepto con definición e historia en la lucha de la clase obrera. Su diseño, composición y objetivos tienen que transmitir un mensaje claro.
Hay una propuesta, en el seno de la izquierda, formulada por organizaciones importantes y representativas, defendiendo la formación de un Frente Ampla, con desarrollos programáticos para enfrentar la crisis actual e, incluso, con posibilidad de construcción conjunta de candidaturas electorales. Por eso mismo, los defensores del Frente Ampla, o democrático, como suele llamarse, no admiten que sea sólo una unidad de acción y quieren invertir energías en construirlo como principal polo organizador de la unidad.
A su vez, un Frente Popular no puede ser una mera cumbre conjunta, aunque esta sea la primera fase que se vive en el esfuerzo por construirlo. Necesita arraigarse, construir trabajos e iniciativas conjuntas y coordinadas, y tener como objetivo la formulación de una estrategia mínima unitaria y, en consecuencia, de un programa.
Su objetivo debe ser explícito. Buscar recomponer la representación política del proletariado, con la clase media, la pequeña burguesía, los campesinos y las llamadas masas marginales. Esto debe traducirse en su programa, sus mensajes, sus acciones.
Por lo tanto, no se puede permitir ninguna ambigüedad en esta definición. Debemos construir una unidad de acción amplia con todos los que luchan contra Bolsonaro, pero considerar esto como un Frente Político crea confusión, desinforma y nos lleva a remolque con los líderes burgueses. Todo lo que no podemos hacer ahora.
*Ricardo Gebrim Es abogado y miembro de la Junta Nacional de Consulta Popular.