dentro de mi piel

Adir Sodré, Almuerzo sobre la hierba [acrílico sobre lienzo, 162 x 110,5 cm, 1995]
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por JOSÉ GERALDO COUTO*

Comentar el documental de Val Gomes y Toni Venturi

La historia de Brasil es, en gran medida, la historia de la violencia contra los negros y los pueblos indígenas. La esclavitud es el acontecimiento que nos constituye y que repercute hasta el día de hoy, en las formas más diversas. ¿Cómo puede un hombre blanco de clase media, consciente de su condición privilegiada, contribuir a comprender y afrontar el problema? Este dilema fue sin duda lo que motivó a Toni Venturi a realizar el documental dentro de mi piel, que se estrena en Globoplay el 23 de agosto.

Dejando claro desde el principio su “lugar de discurso” –el nieto de italianos que aprovecharon las oportunidades abiertas a los inmigrantes europeos tras la proclamación de la República–, el cineasta buscó un ejercicio de alteridad, no exento de contradicciones. Convocó a un sociólogo negro, Val Gomes, como codirector, y abrió micrófono y cámara a los relatos de vida y reflexiones de una decena de negros de las más diversas actividades y clases sociales.

El resultado es un panel conmovedor e inquietante, que desafía la noción de democracia racial y la ideología del blanqueamiento. La idea de un “pueblo mestizo, donde nadie sabe realmente quién es blanco y quién es negro”, es desmantelada sumariamente por la psicóloga Cida Bento: “Si no sabes quién es negro y quién es blanco, pregúntale a la policía. Ella sabe".

De hecho, una constante en los diversos reportajes -del camarero al filósofo, de la criada al artista, del médico al estudiante de economía- son los relatos de truculentas aproximaciones policiales, motivadas únicamente por el color de la piel. “Esto es algo que nunca he experimentado y nunca experimentaré”, admite Venturi, casi avergonzado. Tu lugar de expresión es un lugar en crisis, y esta crisis es uno de los puntos de interés de tu película.

Hay otros dos momentos en los que el director está visiblemente desconcertado. Una es cuando el activista trans Neon Cunha pregunta por qué el codirector negro Val Gomes no está a cargo del proyecto. La otra es al final, cuando la historiadora Salloma Salomão dice que ninguna acción del movimiento negro fue en nombre de la venganza, y agrega: “Quizás hasta sería interesante hacerlo. Matar a media docena de blancos, con crueldad, con un argumento racista, tal vez haría más sensible a esta sociedad con el tema del racismo antinegro, pero aún no hemos capitalizado en términos de perversidad para operar en este campo”.

La “naturalización del privilegio”, en la que las familias blancas pasan imperceptiblemente, de generación en generación, su presunción de valía y superioridad, se revela, denuncia y derriba en un puñado de declaraciones dolorosamente lúcidas de hombres y mujeres negros de distintos ámbitos.

Lo más terrible es cuando esta naturalización afecta a los propios negros. La maestra de escuela primaria Daniele dos Santos Reis, una mujer negra de piel clara, casada con un mesero mucho más oscuro, cuenta una historia reveladora. “Mi abuela, que era del mismo color que Cleber, me preguntó: '¿Vas a salir con ese negro de allá? ¿Por qué no conseguir un hombre blanco? ¿No viste que me casé con tu abuelo, que es blanco? Así blanquea la familia”.

Sin embargo, desde el momento en que los negros toman conciencia de su identidad racial, este conocimiento se convierte en una energía transformadora imparable, como se muestra en todas las historias narradas en la película. “Este proyecto [de naturalización del poder blanco] no funciona al 100% por una sola razón: nuestra extraordinaria e impensable resistencia”, dice la filósofa Sueli Carneiro.

Por brutales que sean los reportajes, lo que destaca en el conjunto es una clara asertividad, no solo en los discursos, sino también en la práctica cotidiana. Es curioso notar, por ejemplo, que casi todos los entrevistados realizan, además de su sustento, alguna actividad creativa o política. El médico toca el violín, la modelo crea collages visuales, el camarero compone música y toca la guitarra, la funcionaria es activista trans, la historiadora también es música, etc.

Los testimonios, siempre ilustrados con escenas de la vida cotidiana de los entrevistados, se entremezclan con carteles informativos sobre la historia de las leyes raciales y las cifras de letalidad policial en el país, además de uno que otro material de archivo (como la publicación de el Movimiento Negro Unificado, frente al Teatro Municipal de São Paulo, en 1978), y por números musicales que van desde el círculo de batuque hasta el slam.

Solo tres blancos, además del director, hablan brevemente en la película: el sociólogo Jessé de Souza, para quien “somos hijos de la esclavitud, el resto son tonterías”; la investigadora universitaria Lia Schucman, que estudia el tema; y el teniente coronel retirado del primer ministro Adilson Paes, quien denuncia la existencia extraoficial, en la policía, de un “tipo criminal, las '3 P': negro, pobre y habitante de la periferia”.

El director teatral José Fernando de Azevedo comenta en un momento que el momento ultraconservador que vivimos hoy en el país es una reacción violenta del poder blanco a un proceso de movilidad social y racial. La filósofa Sueli Carneiro cita el ataque a las cuotas como “el primer momento en que la blancura se organiza para luchar contra algo como grupo de interés”. Según ella, lo que pasó en el debate de las cuotas fue “una verdadera picota electrónica”. Supimos que, gracias a las cuotas, la proporción de jóvenes negros en la universidad ha pasado del 3% al 10 o 12% en las últimas décadas.

A pesar de los contratiempos momentáneos, el documental indica que se trata de una marcha sin retorno. “Algo va a cambiar”, canta Thaíde en la canción de los créditos finales de este imprescindible documental. Podemos estar seguros de eso.

*José Geraldo Couto. es crítico de cine. Autor, entre otros libros, de André Breton (Brasilense).

Publicado originalmente en BLOG DE CINE

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dentro de mi piel

Brasil, documental, 2020

Dirigida por: Val Gomes y Toni Venturi

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