democracia ecosocialista

Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram

por LEONARDO BOFF*

Una utopía necesaria si aún queremos vivir en este planeta

La Tierra está cambiando irreversiblemente. Estamos entrando en un nuevo régimen climático que es mucho más cálido y amenazante. La ciencia y la tecnología llegaron tarde. Sólo la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera transformó el curso del planeta vivo. Los diversos tipos de conocimiento, desde los populares hasta los más científicos, solo pueden mitigar los efectos nocivos. Pero esos vendrán más a menudo y más severos.

Si queremos continuar en este planeta, tenemos que desarrollar otro paradigma civilizatorio, amable con la vida y sintiéndonos hermanos y hermanas con todos los demás seres vivos, como postula el Papa Francisco en el Todos hermanos (2020). Bueno, tenemos el mismo código genético básico con ellos. En este contexto, urge otro tipo de democracia: socioecológica o ecosocialista. Representaría la culminación del ideal democrático, precisamente en este momento en que asistimos a un grave declive de los ideales democráticos en un contexto de auge de movimientos autoritarios. A esto se suma la difusión de la inteligencia artificial que combina millones de algoritmos y puede amenazar la democracia y distorsionar la figura del Papa con una chaqueta gruesa, rara y carísima.

A pesar de todo esto, tenemos que discutir la democracia amenazada. Detrás de ella está la idea original de toda democracia: todo lo que interesa a todos debe ser pensado y decidido por todos.

Hay democracia directa en pequeñas comunidades o en un país como Suiza. Cuando estas agrupaciones sociales son más grandes, se proyecta la democracia representativa. Como lo controlan generalmente los poderosos, se proponía una democracia participativa en la que los de abajo pudieran participar en la formulación y seguimiento de las políticas del país.

Se avanzó más y se creó una democracia comunitaria, vivida por los pueblos andinos, en la que todos participan en todo dentro de una gran armonía humano-naturaleza. Y el "pues vivamos y vivamos juntos”. Se vio que la democracia es un valor universal (Norberto Bobbio), vivida cotidianamente en la vida, en la familia, en las asociaciones y en la forma de organizar el Estado. También una “democracia sin fin” (Boaventura de Souza Santos), ya que siempre se puede perfeccionar y nunca está lista. Ante el riesgo inminente de la desaparición de la especie humana, todos, para salvarse, se unirían en torno a una superdemocracia planetaria (Jacques Atalli).

Más o menos en esta línea, las diversas formas de democracia deben ser pensadas y vividas. Los sobrevivientes de la gran transformación de la Tierra, que estabilizó su clima promedio en alrededor de 38 o más grados centígrados, han aprendido de estos cambios drásticos. Como medio de supervivencia, deberán incorporar nuevas formas de relación en armonía con la naturaleza y la Madre Tierra. De ahí que se pensara en este tipo de democracia socioecológica. Es social porque involucra a toda la sociedad.

Es la gran propuesta del ecosocialismo que nada tiene que ver con el socialismo real frustrado que ha desaparecido. Esta democracia socioecológica o ecosocialista tiene como eje estructurante lo ecológico. No como técnica para garantizar la sostenibilidad del modo de vida humano, en la línea del paradigma actual del ser humano dominus=señor y fuera y por encima de la naturaleza, sino como frater=hermano y hermano, parte de y dentro de la naturaleza. La ecología, entonces, sería más bien un arte, una nueva forma de convivencia tierna y fraterna con la naturaleza.

El modo de producción y las instituciones ya no obligarán a la naturaleza a adaptarse a los deseos humanos. Estos se adaptarán a los ritmos de la naturaleza, cuidándola, dándole descanso para regenerarse. El ser humano sentirá la propia naturaleza de modo que cuidándola, se estará cuidando a sí misma.

La singularidad del ser humano, y así lo han comprobado neurólogos, genetistas, bioantropólogos y cosmólogos, es presentarse como un ser-nudo-de-relaciones, de amor, cooperación, solidaridad y compasión. Esto lo dijo James D. Watson en el libro ADN: el secreto de la vida: el amor y la solidaridad pertenecen al código genético humano.

Tal singularidad aparece mejor cuando la comparamos con los simios superiores de los que nos diferenciamos en sólo un 1,6% de carga genética. También tienen una vida corporativa. Pero se guían por la lógica de la dominación y la jerarquización. Pero nos diferenciamos de ellos por la cooperación y la comensalidad.

Hoy se acepta que tanto la naturaleza como la Tierra son sujetos de derechos. Son los nuevos ciudadanos con los que debemos convivir amistosamente. La Tierra es un ente biogeofísico, Gaia, que articula todos los elementos para mantenerse viva y producir toda la biodiversidad. En un momento avanzado de su evolución y complejización, comenzó a sentir, pensar, amar y cuidar. Fue entonces cuando apareció el ser humano, hombre y mujer, que es la Tierra pensante y amante.

Si queremos sobrevivir juntos, esta democracia debe ser una biocracia, una sociocracia, una geocracia y una cosmocracia, en definitiva, una democracia ecológica-social o eco-socialista. El tiempo apremia. Debemos generar una nueva conciencia y prepararnos para los cambios que no tardarán en llegar. ¿Es una utopía? Sí, pero una utopía necesaria si aún queremos vivir en este planeta.

*Leonardo Boff Es ecologista y filósofo. Autor, entre otros libros de Cuidando la Tierra-Protegiendo la Vida: Cómo Evitar el Fin del Mundo (Record).


El sitio web de A Terra é Redonda existe gracias a nuestros lectores y simpatizantes.
Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
Haga clic aquí para ver cómo

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES

Suscríbete a nuestro boletín de noticias!
Recibe un resumen de artículos

directo a tu correo electrónico!