Deleuze y Guattari a la luz de la crítica de Spivak

Imagen: Eugenio Barboza
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por BERNARDO JOÃO DO REGO MONTEIRO MOREIRA*

Consideraciones sobre el concepto de interés para Deleuze y una posible respuesta al problema de la subalternidad

Gayatri Spivak aparece en el libro ¿Puede hablar el subalterno? una construcción teórica muy importante sobre los debates poscoloniales sobre la subalternidad. Tal aporte se debe no sólo a denunciar la constitución del sujeto subalterno como efecto del discurso dominante, sino a criticar la forma en que los intelectuales de izquierda del Primer Mundo estarían corroborando dicho discurso al “ignorar sistemáticamente el tema de la ideología” (SPIVAK, 2010, p. 27) y al asumir un “sujeto subalterno irrepresentable que puede saber y hablar por sí mismo” (ibídem, P. 78).

Los intelectuales en cuestión son Michel Foucault y Gilles Deleuze (y, en consecuencia, su colaborador Félix Guattari), analizados a partir de su conversación en Intelectuales y poder: Conversación entre Michel Foucault y Gilles Deleuze. La crítica de Spivak se centra en un amplio conjunto de temas discutidos por Foucault y Deleuze; discutiremos aquí uno de los puntos centrales de dicha crítica: el concepto de interés para Deleuze.

La primera referencia de Spivak a este problema aparece en: “Al no considerar las relaciones entre deseo, poder y subjetividad, Deleuze y Guattari son incapaces de articular una teoría de los intereses. En este contexto, su indiferencia hacia la ideología —teoría necesaria para entender los intereses— es notable pero consistente”. (ibídem, P. 32).

Tal desprecio de Deleuze y Guattari por las relaciones entre deseo, poder y subjetividad se debe a su teoría de las máquinas deseantes en el inconsciente, que maquinan conexiones, disyunciones y conjunciones con objetos parciales, siendo el sujeto: “… Producido como residuo junto al máquina, apéndice o pieza contigua a la máquina (…) El sujeto mismo no está en el centro, ocupado por la máquina, sino en el borde, sin identidad fija, siempre descentrado, concluido a partir de los estados por los que pasa” (DELEUZE, GUATTARI, 2011, p. 35) .

El concepto de sujeto como residuo se produce a partir de la crítica al subjetivismo actual en psicoanálisis, crítica que se explicita en pasajes como: “El inconsciente no sigue los caminos de una generación en progresión (o en regresión) (…) El único sujeto de reproducción es el inconsciente mismo contenido en la forma circular de producción” (ibid, p. 147). Con esto no se excluye la subjetividad, sino que se la piensa como producida a partir de la síntesis conjuntiva del inconsciente, que rompe con toda anterioridad del sujeto en relación al proceso deseante.

El sujeto de la teoría de la producción deseante de Deleuze y Guattari no tiene injerencia en los procesos en los que se ve envuelto para adaptarse a la crítica de Spivak contra una concepción de sujeto “con pasaporte fuerte”, aunque el autor entiende su carácter de sujeto -efecto (SPIVAK, 2010, p. 31). Sin embargo, para comprender el alcance de la crítica de Spivak, es necesario comprender la posición de este sujeto nómada de Deleuze y Guattari en el debate sobre la teoría de los intereses. Para Spivak, el problema radica en la “oposición mecánicamente esquemática entre interés y deseo” (ibid, p. 34).

Es necesario entonces analizar esta teoría del interés tal como aparece en el anti-edipo: “No es una cuestión de ideología. Hay una catexis libidinal inconsciente del campo social, que coexiste, aunque no necesariamente de forma coincidente, con inversiones preconscientes o con lo que “deberían ser” las inversiones preconscientes”. (DELEUZE, GUATTARI, 2011, p. 142).

De entrada, no se ignora en modo alguno el tema de la ideología, a pesar de la polémica frase que inicia esta cita. Sin embargo, si se superan las apariencias inmediatas y se indagan los significados de tal concepción, queda claro que la convivencia no casual que describen Deleuze y Guattari indica, no sólo que hay un campo para la ideología, sino que esta se relaciona con el inconsciente. . Si las catexis libidinales inconscientes del campo social atañen a la instancia de producción deseante en la que el sujeto es sólo un resto, las catexis preconscientes absorben el significado que Freud atribuye al preconsciente: “… llamamos al sistema Cs [conciencia] también de “preconsciente”. Si resulta que el devenir consciente del preconsciente también está codeterminado por cierta censura, entonces discriminaremos más rigurosamente entre sistemas. Pcs e Cs. Por ahora, tenga en cuenta que el sistema Pcs compartir propiedades del sistema Cs y que la estricta censura cumple su papel en el paso de ICS [inconsciente] a la Pcs.” (FREUD, 2010, p. 82).

Para entender la relación entre lo que Deleuze y Guattari entienden como investiduras inconscientes y preconscientes en su teoría de los intereses, Freud también será la referencia: “En la frontera de Pcs,el ics es rechazada por la censura, y derivados de ella pueden eludir esta censura, organizarse superiormente, crecer en la Pcs hasta que alcanzan cierta intensidad en la inversión, pero después de haberla superado, al pretender imponerse a la conciencia, se les reconoce como derivados de la ics y nuevamente reprimida en la nueva frontera de la censura entre Pcs e Cs. "(ibídem, PAG. 98-99).

Para Freud, así como para Deleuze y Guattari, la relación entre el preconsciente (como parte del sistema de la conciencia) y el inconsciente se expresa a través de la censura y represión de los flujos de deseo de producción inconsciente. Tal economía libidinal guiará entonces el análisis de Deleuze y Guattari hacia una relación que excede una mera oposición mecánica entre ambos: “Por eso, cuando los sujetos, individuos o grupos van manifiestamente en contra de sus intereses de clase, cuando se adhieren a los intereses e ideales de una clase que su propia situación objetiva debe determinarlos a combatir, no basta decir: fueron engañados, las masas fueron engañadas. No es un problema ideológico, de ignorancia e ilusión, sino un problema de deseo, y el deseo es parte de la infraestructura. Las inversiones preconscientes tienen lugar o deberían tener lugar de acuerdo con los intereses de las clases opuestas. Pero las inversiones inconscientes ocurren según posiciones de deseo y usos sintéticos, muy diferentes a los intereses del sujeto individual o colectivo que desea” (DELEUZE, GUATTARI, 2011, p. 142-143).

La convivencia no coincidente no es, por tanto, una oposición, sino una relación entre dos campos de inversiones que tienen intersecciones y desencuentros. Después de todo, la no coincidencia no es necesaria, pero nada indica que no pueda ocurrir. Por el contrario, tal posibilidad se plantea en Deleuze y Guattari, aunque Spivak pretende negarla a través de una cita sintomáticamente recortada. En el texto de Spivak se esconde la última parte de la respuesta de Deleuze a Foucault: “Es que quizás en términos de inversiones, tanto económicas como inconscientes, el interés no es la última palabra; hay investiduras del deseo que explican que se pueda desear, no contra el propio interés —pues el interés es siempre una consecuencia y se encuentra donde el deseo lo pone—, sino desear de una manera más profunda y difusa que el propio interés” (DELEUZE citado FOUCAULT, 1979, pág. 76).

La relación entre deseo e interés para Deleuze, que no coincide porque es posible que el deseo opere de un modo más profundo y difuso que el carácter fundamentalmente oposicional del interés de las clases antagónicas, es producto de un conflicto represivo entre investidura inconsciente y “contrainversión””, preconsciente, como diría Freud (FREUD, 2010, p. 88). Así, no se trata de un sujeto deseante separado de los intereses de clase, sino de una producción deseante inconsciente que no se confunde con los intereses del sujeto individual o colectivo. En lugar de exclusión o ignorancia, otra relación de dependencia: “la ideología, Edipo y el falo no tienen nada que hacer aquí, porque dependen de ella, en lugar de estar en su principio” (DELEUZE, GUATTARI, 2011, p. 143).

La acusación de reintroducir un “sujeto indivisible” (SPIVAK, 2010, p. 35) pierde entonces su base fundamental. La distinción entre formas de representación que Spivak moviliza para criticar la concepción de sujeto indivisible que supondrían los autores resulta algo similar a una serie de sus análisis, al menos en el caso de Deleuze: “La plena agencia de clase (si tal cosa existiera) (…) es una sustitución contestataria así como una apropiación (un complemento) de algo que es “artificial” para empezar: “las condiciones económicas de existencia que separan su modo de vida”. (ibíd., pág. 49).

“Organizar una bipolarización del campo social, una bipolaridad de clases, fue la tarea del movimiento socialista revolucionario. Por supuesto, podemos concebir una determinación teórica de la clase proletaria al nivel de la producción (aquellos de quienes se extorsiona la plusvalía), o al nivel del dinero (ingresos salariales). Pero tales determinaciones son demasiado estrechas o demasiado amplias; El ser objetivo que definen como interés de clase permanece puramente virtual mientras no se encarne en una conciencia que ciertamente no lo crea, pero que lo actualiza en un partido organizado, capaz de proponerse a la conquista del aparato de Estado. ” (DELEUZE, GUATTARI, 2011, p. 338).

Tanto en Spivak como en Deleuze y Guattari, el artificio que construye el proletariado en el campo político, en lugar de una mera conciencia de su posición, es una agencia. La diferencia entre Spivak y Deleuze y Guattari no radica en un mero desconocimiento de este último respecto a cuestiones de representación política, sino que Deleuze y Guattari lo piensan en términos de la relación entre investiduras inconscientes e investiduras preconscientes: “Es que el interés de clase sigue siendo del orden de los conjuntos molares grandes; sólo define un preconsciente colectivo, necesariamente representado en una conciencia distinta, sobre la cual no se puede siquiera preguntar, en este nivel, si traiciona o no este interés, si aliena o no, si deforma o no. El verdadero inconsciente está, por el contrario, en el deseo grupal, que pone en juego el orden molecular de las máquinas deseantes” (ibid, p. 340).

Por lo tanto, la cuestión de la representación para Deleuze y Guattari es un epifenómeno: si la Revolución Rusa, por ejemplo, logró organizar tal bipolaridad de clase, es decir, inversiones preconscientes revolucionarias, su problema fue la movilización de inversiones inconscientes, es decir, reaccionarias. , “según el interés de la clase dominante”, ya que se organiza en función de “la dominación de su conciencia o vanguardia partidaria, es decir, (…) una burocracia o una tecnocracia que es considerada por la burguesía como “ gran ausencia”” (ibíd., p. 144; p. 339). Aparece entonces un nuevo problema político: ¿cómo hacer coincidir las catexis revolucionarias preconscientes y las catexis revolucionarias inconscientes?

Con tal comprensión de la teoría del interés de Deleuze y Guattari, es posible hacer una crítica de la crítica de Spivak. Si acaso se puede aplicar a Foucault (que no es responsabilidad de este texto), no se aplica a Deleuze. También es posible comprender por qué Deleuze critica a los que hablan por los oprimidos: “Es la naturaleza de las inversiones del deseo en relación con un cuerpo social lo que explica por qué los partidos y los sindicatos, que tendrían o deberían tener inversiones revolucionarias en nombre de intereses de clase, pueden tener inversiones reformistas o perfectamente reaccionarias al nivel del deseo.” (DELEUZE citado FOUCAULT, 1979, pág. 76-77).

Spivak dice que tal “paradigma post-representacionalista esconde una agenda esencialista” (SPIVAK, 2010, p. 76), lo cual no se sostiene en vista de la teoría de los intereses de Deleuze y Guattari. Una política revolucionaria posrepresentacionista no apuesta por una identidad entre deseo e interés, sino por una lucha incesante contra la fijeza que pueden asumir las agencias colectivas al promover prácticas políticas identitarias de integración a la mayoría: “En general, las minorías tampoco recibir una solución a su problema por integración, incluso con axiomas, estatutos, autonomías, independencia. Su táctica pasa necesariamente por ahí; pero si son revolucionarios es porque traen consigo un movimiento más profundo que cuestiona la axiomática del mundo. El poder de la minoría, de la particularidad, encuentra su figura o su conciencia universal en el proletario. Pero, mientras la clase obrera se define por un estatus adquirido o incluso por un estado teóricamente conquistado, sólo aparece como “capital”, parte del capital (capital variable) y no sale del plano del capital. A lo sumo, el plan se vuelve burocrático. Por otro lado, es saliendo del plano del capital, sin dejar de salir de él, que una masa se vuelve incesantemente revolucionaria y destruye el equilibrio dominante de los conjuntos contables” (DELEUZE, GUATTARI, 2012, p. 188-189).

Con Deleuze y Guattari, por lo tanto, tenemos una posible respuesta al problema del subalterno: si esta posición es un mero efecto del discurso dominante y por eso el subalterno no puede hablar, entonces su tarea política es convertirse en un innumerable conjunto, para luchar contra la simple integración y luchar incesantemente contra el plan del capital. De esta manera, finalmente, la crítica de Spivak al carácter monótono de la representación en Deleuze es la base para un rebote crítico contra el carácter monótono de la teoría del interés de Spivak, que ve sólo inversiones preconscientes, donde hay, también y principalmente, inconscientes. inversiones.

*Bernardo Joao do Rego Monteiro Moreira Estudia Ciencias Políticas en la Universidad Federal Fluminense (UFF).

 

Referencias


DELEUZE, Gilles; GUATTARI, Félix. el anti-edipo🇧🇷 São Paulo: Ed. 34, 2011.

DELEUZE, Gilles; GUATTARI, Félix. mil mesetas. vol. 5. São Paulo: Ed. 34, 2012.

FOUCAULT, Michael. “Intelectuales y Poder: Conversación entre Michel Foucault y Gilles Deleuze”. En: Microfísica del poder. Río de Janeiro: Edições Graal, 1979.

FREUD, Sigmundo. “oh inconsciente. En: Obras Completas Tomo 12: Introducción al Narcisismo, Ensayos de Metapsicología y Otros Textos (1914-1916). São Paulo: Companhia das Letras, 2010.

SPIVAK, Gayatri Chakravorty. ¿Puede hablar el subalterno?. Belo Horizonte: Editora UFMG, 2010.

 

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