Degradación de los recursos naturales

Imagen: Malí Maeder
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por ALEXANDRE MACCHIONE SAES*

El desafío de promover la reversión de la tendencia de aumento del consumo de recursos naturales es enorme y depende de una política internacional efectiva

Publicado en marzo de 2024, el Informe panorámico de recursos globales Señala que la extracción de recursos naturales se ha triplicado en las últimas cinco décadas. Si en el último artículo nos ocupamos de los preocupantes registros de los indicadores climáticos, registrado en 2023 por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el presente estudio ofrece otra dimensión preocupante sobre la degradación ambiental: el consumo acelerado y la degradación de los recursos naturales.

El consumo mundial de recursos ha aumentado de 30 mil millones de toneladas en 1970 a 106 mil millones en 2024, o de 23 a 39 kilogramos de materiales utilizados en promedio por persona por día. Dado que sólo el 10% de estos recursos se reciclan, se nota cómo el modelo global de producción y consumo todavía se basa en la necesaria y continua extracción de recursos naturales.

Según el informe, la construcción de equipamiento urbano y sistemas de transporte, la producción de alimentos y la generación de energía son responsables de aproximadamente el 90% de la demanda material mundial. Por lo tanto, la presión de la demanda agregada de recursos globales ha sido un reflejo del crecimiento poblacional y económico, la expansión de la urbanización y su “clase media”.

Entre 1970 y 2020, la población urbana creció del 37% al 56%: una población que requiere un mayor consumo de energía, agua y materiales –incluso para la construcción de extensas infraestructuras urbanas–, pero que también genera mayor desperdicio de recursos y contaminación.

El informe lo elabora desde 2007 el Panel Internacional de Recursos Naturales del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y los indicadores son cada año más críticos. La directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen, no deja lugar a dudas sobre el peligroso camino que está tomando la economía mundial: “En este momento (…) los recursos se extraen, procesan, consumen y desperdician de una manera que está impulsando un triple Crisis planetaria: la crisis del cambio climático, la crisis de la pérdida de naturaleza y biodiversidad, y la crisis de la contaminación y los residuos. Debemos empezar a utilizar los recursos naturales de forma sostenible y responsable”.

El uso sostenible y responsable de los recursos naturales lleva la cuestión a un campo cambiante de opciones políticas y la distribución de recursos entre los individuos. En un mundo donde la desigualdad económica aún preserva diferencias violentas tanto entre países como entre grupos sociales dentro de los propios países, el informe aboga claramente contra el acceso desigual a los recursos. Los países de altos ingresos, por ejemplo, consumen en promedio seis veces más materiales per cápita y producen diez veces más impacto climático que los países de bajos ingresos.

Por tanto, para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la disociación entre el uso de los recursos y la producción de bienestar es una condición fundamental para garantizar la mejora de los indicadores sociales, sin ejercer más presión sobre el medio ambiente.

Según el modelo presentado en el informe, es posible producir reducciones absolutas en el consumo de recursos naturales en los países de ingresos altos y medianos altos, compensando el aumento necesario para que los países de ingresos bajos y medianos bajos puedan satisfacer sus demandas de bienestar. Con una mayor eficiencia energética, en la producción de alimentos y la extracción de recursos, es posible lograr tasas de crecimiento más altas en el Índice de Desarrollo Humano que en el crecimiento del PIB mundial.

En este sentido, si bien el informe no defiende las tesis del decrecimiento, sus consideraciones apuntan a la necesidad de redistribuir las tasas (y los beneficios) del crecimiento económico entre los países con mayores ingresos hacia aquellos con menores ingresos.

La distribución de los usos materiales debe implicar una segunda y compleja dimensión del crecimiento: la distinción entre procesos de producción y consumo. Al observar los datos sobre la producción y el consumo de recursos naturales, la “huella material”, la participación de los países de Asia y el Pacífico creció del 41% en 2000 al 56% en 2020. Vale la pena recordar las altas tasas de crecimiento de la economía china en transición. al siglo XXI, lo que explica esta alta demanda de material para la región.

Sin embargo, aunque los países de Europa y América del Norte han reducido su participación del 19% al 11% en el mismo período, habiendo trasladado parte de su producción a otras regiones, siguen siendo los mayores consumidores de materiales del mundo. Esta es una de las preguntas centrales que abordan los autores que estudian la “huella ecológica”, que explica la diferencia entre los espacios de extracción de recursos materiales y los mercados que consumen estos materiales.

Para reducir el estrés en la extracción de recursos naturales, en el informe se ofrecen una serie de recomendaciones: revisión del modelo agrícola dominante –monocultivo y uso intensivo de productos químicos–, responsable de la pérdida del 90% de la biodiversidad mundial y la profundización de la crisis del agua; transición hacia una bioeconomía circular y sostenible, reduciendo los residuos y el impacto ambiental; y la descarbonización del sistema energético.

El desafío de promover la reversión de esta tendencia de consumo creciente de recursos naturales es enorme y depende de una política internacional efectiva. Considerando que todavía nos basamos en indicadores de crecimiento económico que estimulan el uso intensivo de nuevos recursos, mantener el bienestar de los países ricos, así como las condiciones para aumentar el bienestar de los países pobres, parece requerir el mantenimiento de este modelo depredador de interacción en el medio ambiente. El costo político de intervenir en el modelo parece alto, una difícil ecuación entre intereses nacionales y necesidades globales.

Sin embargo, el informe apunta a un escenario posiblemente optimista: a diferencia de la estructura productiva del siglo XX, la transición hacia un modelo sostenible parece ofrecer condiciones más favorables para equilibrar las tasas de crecimiento económico con una moderación de la presión sobre los recursos naturales. Con la formulación y articulación de los responsables políticos A nivel local, nacional e internacional, es posible producir una agenda global de sostenibilidad, reduciendo los impactos ambientales y asegurando la reducción de las desigualdades económicas y sociales globales.

En el prefacio del informe, Janez Potočnik e Izabella Teixeira, copresidentes del PNUMA, resumen el desafío que tenemos por delante: “No debemos aceptar que satisfacer las necesidades humanas tiene que requerir muchos recursos y debemos dejar de fomentar el éxito económico basado en la extracción”.

*Alexandre Macchione Saes Es profesor del Departamento de Economía de la USP. Autor, entre otros libros, de Conflictos de capital (EDUCACION). Elhttps://amzn.to/3LoAQIA]

Publicado originalmente en Revista de la USP.


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