por ANDREA RIBEIRO HOFFMANN*
Comentario al libro de José Maurício Domingues
El libro más reciente de José Maurício Domingues, De la pandemia al cambio climático, combina una sofisticada reflexión teórica del contexto contemporáneo basada en la sociología política y el concepto de subjetividades colectivas, que el autor desarrolló a lo largo de su carrera académica, con un análisis crítico empírico primordial de la pandemia de COVID-19 y el cambio climático.[i]
El libro es una colección de artículos del propio autor, publicados entre 2020 y 2024, que buscan comprender el contexto social y político contemporáneo y las posibilidades de transformación emancipadora. Además de la introducción, en la que José Maurício Domingues expone los aspectos centrales de su perspectiva, el libro se divide en dos partes: la primera analiza la cuestión de la salud y la pandemia de COVID-19, en tres capítulos, y la segunda, la cuestión ambiental y climática, también en tres capítulos.
Esta reseña se centra en el tema del cambio climático, y se estructura en torno a reflexiones sobre tres cuestiones centrales abordadas en el libro y particularmente en los capítulos tercero, cuarto y quinto, respectivamente: la relación hombre-naturaleza, los conceptos y marcos (enmarcado) cambio climático y diálogo con teorías económicas y del desarrollo.
Es importante destacar que el análisis del cambio climático se desarrolla de manera transdisciplinaria, en diálogo con otras disciplinas de las ciencias sociales y abierto también al compromiso con las ciencias exactas, y “se basa en la producción de una crítica inmanente y ecuménica, es decir, abierta a diferentes puntos de vista críticos sobre la civilización moderna y enraizada en la necesidad de transformarla, sin en modo alguno, por otra parte, descontar o descartar sus enormes logros, a pesar de lo que se configura en muchos aspectos como su unilateralismo y consecuencias deletéreas; la política está en su centro” (p.11-12).
La perspectiva política subyacente argumenta que “estratégicamente, no debemos oponer proyectos más localizados y posiblemente más radicales que pongan en tela de juicio el creciente “consenso sobre la descarbonización” a otros que vean al Estado como un agente fundamental en la lucha contra el cambio climático, su prevención y mitigación, nuestra adaptación a cambios que son irreversibles y el enfrentamiento de sus efectos disruptivos” (p.12), y es particularmente bienvenida, dada la actual situación de polarización política y crisis democrática en varios países del mundo, donde la agenda climática ha sido capturada por la extrema derecha a través del “negacionismo climático” y/o el “obstruccionismo climático”.[ii] , lo que hace imposible alcanzar consensos mínimos para implementar agendas efectivas en la escala temporal y territorial necesaria.
También es crucial el carácter global atribuido a los procesos de transformación que, como afirma José Maurício Domingues, necesariamente deben abarcar a toda la especie humana: todos tienen responsabilidades, no sólo la burguesía de los países industrializados, aunque la distribución de los costos financieros de la transición deba ser diferenciada (p. 15).
Relación hombre-naturaleza
La relación hombre-naturaleza es un tema particularmente relevante en el debate climático, que José Maurício Domingues trabaja en el capítulo cuarto (La dimensión política de la modernidad y la exterioridad insuperable de la naturaleza) y sexto (Teoría crítica y cambio climático: subjetividad colectiva, evolución y modernidad).
Su postura en este debate es la siguiente (p. 86): «En vista de algunos intentos de superar lo que considero una división insalvable, sostengo que la exterioridad de la «naturaleza» frente a la «sociedad» (moderna) no es fácil de disipar». La naturaleza se entiende, por lo tanto, como una construcción social, y como algo que ha invadido la vida social, en particular la dimensión política (p. 92).
Si bien estoy de acuerdo en que las principales perspectivas alternativas que existen actualmente generalmente terminan objetivando la naturaleza, ya que los humanos son sus portavoces de una manera u otra,[iii] Como afirma José Maurício Domingues, la discusión de la relación entre los seres humanos y la naturaleza sigue siendo un proyecto en curso en la teoría crítica, y tiene implicaciones no sólo para la justicia climática, sino también para la teoría democrática (p. 111, pp. 143-144).
José Maurício Domingues explora de forma original la idea de causalidad colectiva de la naturaleza a partir del concepto de subjetividad colectiva (p.103-104), pero el diálogo con Milja Kurki, teórica de la disciplina de Relaciones Internacionales, podría ampliar la discusión sobre las responsabilidades colectivas.
Milja Kurki trabaja con el concepto de 'habilidades de respuesta' al reflexionar sobre la justicia climática en diálogo con autores como Bruno Latour, Donna Haraway y Karen Barad, en contraste con el concepto responsabilidades, y con el fin de enfatizar la pluralidad ontológica de las partes involucradas y sus capacidades para contribuir a las respuestas al cambio climático (Kurki 2024, p.1195).
Como resume el autor: “Las capacidades de respuesta planetaria no son un "fin" de una categoría de escala espacial para "totales", sino que quizás implican más bien una atención a las formas de involucrarse con los mundos y de estar en relaciones..” (op. cit., p.1199).
Un diálogo entre el concepto de subjetividades colectivas y responsabilidades-capacidades parece ser fructífero para profundizar la reflexión sobre el papel del derecho y las normas en la implementación de consensos y la formulación de políticas públicas y, por ende, de la democracia, dada la perspectiva ontológica fluida presente en ambas reflexiones.
Conceptos y marcos (enmarcado) del cambio climático
El quinto capítulo (El cambio climático y su léxico: una mirada analítica y crítica) es sumamente didáctico y esclarecedor ya que reflexiona críticamente sobre los principales conceptos utilizados en el debate climático: daño potencial (peligro), vulnerabilidad, riesgo, amenaza y resiliencia, y cómo se articulan con los conceptos de adaptación, mitigación y precaución.
Como afirma José Maurício Domingues, los conceptos son polisémicos, y su objetivo en el capítulo es analizar su movilización en el campo del cambio climático siguiendo la tradición de la teoría crítica, es decir, elaborar primero una crítica inmanente que muestre posibles bloqueos y salidas, y, posteriormente, señalar cómo las relaciones de poder se entrelazan y sostienen la producción de esos conceptos (p.117), confrontando así su carácter supuestamente técnico y neutral.
La discusión sobre el “Capitaloceno”, otro concepto abordado en este capítulo, será abordada en la próxima sesión, pero una sugerencia que parece pertinente para la reflexión sobre los conceptos mencionados anteriormente sería la incorporación de la discusión sobre los procesos de ‘securitización’ de la agenda ambiental y climática, a partir del trabajo de Barry Buzan (Buzan et al 1998, Falkner & Buzan 2024).
El concepto de securitización va más allá del concepto de politización, y se refiere a la elevación del problema en cuestión al nivel de amenaza existencial, justificando medidas extraordinarias, lo que generalmente implica la suspensión de derechos y la intervención del uso de la fuerza.
La interfaz entre la agenda de seguridad y la del cambio climático incluye cuestiones como las intervenciones militares y las operaciones de mantenimiento de la paz en respuesta a conflictos armados resultantes de fenómenos climáticos extremos o la búsqueda de minerales raros necesarios para la transición energética, la biopiratería (comercio ilegal, transporte, uso y patentamiento de material originario de la fauna y la flora y del conocimiento de las poblaciones tradicionales sobre los recursos naturales a su disposición) y las migraciones irregulares resultantes de fenómenos climáticos extremos.
La situación global contemporánea, geopolitizada y permeada por crisis militarizadas como la guerra en Ucrania y Medio Oriente, exige reflexiones más profundas sobre el significado y las consecuencias sociales de potenciales procesos de securitización climática (Ribeiro Hoffmann 2025); un diálogo sobre el concepto de securitización con José Maurício Domingues podría ser un camino enriquecedor.
Diálogo con las teorías económicas y del desarrollo
Las reflexiones sobre la modernidad y el sistema capitalista impregnan todo el libro, pero los capítulos quinto y sexto abordan más directamente las teorías económicas y del desarrollo. El primer paso es analizar los conceptos de Antropoceno y Capitaloceno como parte del léxico del cambio climático.
El Antropoceno se refiere al impacto del hombre en el sistema terrestre, tal como lo definió originalmente el químico holandés Paul Crutzen. Sin embargo, como afirma José Maurício Domingues: «No habría un Antropoceno genérico, sino un Capitaloceno, en el que el impulso incesante de la acumulación capitalista implicaría una intervención continua y, de hecho, creciente en la naturaleza (o la constitución simultánea de la naturaleza y la sociedad a través del capitalismo, dialécticamente)» (p. 128).
La problematización del capitalismo como factor determinante del cambio climático no es consensuada. Paul Crutzen, por ejemplo, prefiere enfatizar la «gran aceleración» del crecimiento económico y poblacional generada por los procesos industriales y el uso del petróleo y el gas, que también incluye los efectos del «socialismo real».
A pesar de sus críticas al capitalismo, José Maurício Domingues evalúa su reproducción futura como incierta, “nada nos dice que sea intrínsecamente incapaz de reanudar un patrón de acumulación intensiva parcial “antropogenética”, relacionada con servicios como la salud, la educación, el entretenimiento y las redes sociales […] Por improbable que parezca, tal vez el capitalismo pueda de hecho reformar su relación con la “naturaleza”, produciendo la dimensión material de la vida social de una manera más sostenible, regenerándola en algún sentido y mitigando el cambio climático, por no hablar de adaptarse a él (parcialmente en un modo “postantropogenético”, se podría sugerir)” (p. 160).
En otras palabras, el autor sostiene que “las perspectivas “ecomodernizadoras” basadas en soluciones meramente tecnológicas al Antropoceno deben ser criticadas” (p.16), pero no debemos “suponer que podemos descartar soluciones tecnocientíficas de gran sofisticación y complejidad, que sin duda serán necesarias” (p.16).
Para José Maurício Domingues, sería importante, por tanto, avanzar alternativas con creatividad, combinar soluciones locales con las globales, y en ese sentido hay espacio para el diálogo entre perspectivas socialdemócratas heterodoxas (Nuevas ofertas verde), del ámbito del socialismo ecológico, y el ‘buen vivir’, concepto originario de las culturas indígenas de los Andes, especialmente quechua y aymara, aunque se distancia de respuestas simplistas o románticas.
Hoy en día, se considera que el ecosocialismo y el buen vivir carecen de poder efectivo, especialmente sin el apoyo del poder estatal. Pueden ser interesantes a nivel local, pero carecen de capacidad de transformación a gran escala. Por lo tanto, la solución propuesta sería una combinación de iniciativas y coaliciones innovadoras y descentralizadas que también incluyan a los socialdemócratas: «En esta gran subjetividad colectiva reformista hay espacio, en cualquier caso, para luchar por el socialismo u otros proyectos radicales» (p. 164).
Finalmente, José Maurício Domingues critica la relación del régimen climático internacional con el sistema capitalista. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas y el concepto de comunidad epistémica, del cual el IPCC sería un punto focal, se consideran dependientes de las relaciones de poder que constituyen la modernidad y el capitalismo (p. 134).
Aunque coincido con las limitaciones de las soluciones de mercado y las limitaciones del IPCC existente, aunque reconozco su papel histórico crucial (Haas 2015, Ribeiro Hoffmann 2024), considero que el concepto de comunidades epistémicas, tal como lo define Haas (1992, p. 3): “una red de profesionales que tienen experiencia y competencia reconocidas sobre un tema determinado y que reivindican autoridad sobre el conocimiento que es relevante para la formulación de políticas vinculadas a ese tema o campo”[iv] , es también polisémica, por lo que es válida una ampliación del diálogo teórico con el concepto de subjetividades colectivas.
De esta manera, sería posible imaginar posibilidades de transformar el consenso generado dentro del propio IPCC, por ejemplo, incluyendo en este espacio a científicos sociales con visiones alternativas a las perspectivas económicas ortodoxas.
Subjetividades colectivas y la COP30 en Belém
Para concluir, la colección De la pandemia al cambio climático Consolida la aplicación práctica de la construcción teórica de José Mauricio Domingues sobre la modernidad y el contexto social contemporáneo. El concepto de subjetividades colectivas se moviliza en los ámbitos de la salud y el cambio climático, contribuyendo así a la reflexión crítica y a las estrategias de acción que pueden y deben ser adoptadas tanto por gobiernos como por actores sociales.
Un mayor compromiso político es sin duda crucial dado el contexto actual de crisis democrática y de multilateralismo, y de una creciente geopolitización de la política global y de la securitización de campos como la salud y el cambio climático.
La lectura del libro de José Maurício Domingues ofrece varios puntos de partida para la movilización, incluso con vistas a la COP30, que se celebrará en Belém en noviembre de 2025. Como él mismo afirma: “La tarea que finalmente se perfila es cómo articular estos dos plazos, el inmediato y el de largo plazo, sin paralizarse ni simplemente aceptar cambios restringidos” (p. 138).
*Andrea Ribeiro Hoffmann es profesor del Instituto de Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (Puc-Rio).
referencia

José Mauricio Domingues. De la pandemia al cambio climático, Río de Janeiro, Mórula, 2024, 196 páginas. [https://amzn.to/4kZlXN9]
Bibliografía
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Buzan B., Waever O. y de Wilde J. (1998).Seguridad: un nuevo marco. Gavilla de trigo segadora.
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Falkner, Robert y Barry Buzan (eds.) Grandes potencias, cambio climático y responsabilidades ambientales globalesOxford: Oxford University Press
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Toni, A., y Feitosa Chaves, C. (2022). La diplomacia ambiental y climática populista de extrema derecha de Bolsonaro. Latin American Policy, 13(2), 464-483.
Notas
[i] El concepto de subjetividades colectivas se resume en el libro de la siguiente manera: “(1) Las subjetividades colectivas —o simplemente colectividades— son sistemas sociales entendidos como sistemas de interacción. Estas interacciones ocurren entre individuos, pero también entre colectividades. (2) Las colectividades se encuentran en cualquier ámbito de la vida social, con diferentes alcances. (3) Aunque las colectividades no deben considerarse “actores” ni debemos asumir que “actúan” o se constituyen como seres humanos, no son pasivas: se mueven, exhiben movimiento o lo bloquean. (4) Las colectividades tienen propiedades que resultan de la combinación de estos individuos y subsistemas (otras colectividades) internos o perpendiculares a ellos. Aunque dichas propiedades no son (“metodológicamente”) reducibles al individuo y los subsistemas, tampoco constituyen algo mayor que ambos (de ahí el uso impreciso de “propiedades emergentes”). (5) La causalidad colectiva deriva del movimiento de las colectividades, y su impacto causal colectivo consiste en una de estas propiedades. (6) Las colectividades tienen diferentes niveles de centrado. Dependen de su capacidad de organización (producida interna o externamente y permeada por relaciones de poder) y autoconciencia, es decir, autorreconocimiento (que incluye cómo se definen simbólicamente a sí mismos y son definidos por otros). Sus diversos niveles de centrado implican diversos niveles de intencionalidad. (7) Las colectividades ejercen un impacto causal mutuo, una causalidad colectiva entre sí y sobre los individuos considerados singularmente, así como sobre el mundo material. Dicho impacto es en gran medida responsable de los procesos y dinámicas sociales. (8) Las colectividades tienen cuatro dimensiones: simbólico-hermenéutica, material, poder y espacio-tiempo social (construido sobre el espacio-tiempo material). El concepto de subjetividad colectiva es, por lo tanto, una forma muy específica de teorizar los sistemas sociales, multidimensional y que aborda la “agencia” más allá de la acción individual. (p. 145-146).
[ii] De Campos Mello (2024, p. 115) argumenta que el negacionismo climático y científico ha sido reemplazado por el obstruccionismo climático. Edwards et al. (2023, p. 1) lo definen como:campañas y otras acciones políticas lideradas por redes bien organizadas y financiadas de actores corporativos y de otro tipo que han buscado activamente prevenir la acción global y/o nacional sobre el cambio climático durante las últimas cuatro décadasSobre la política climática nacional e internacional del gobierno de Bolsonaro, véase también Toni & Feitosa (2022), Budini (2024) y Pereira & Viola (2024).
[iii] Un ejemplo sería la categoría de tutela o guardianes en la discusión sobre los derechos de la naturaleza (ver por ejemplo Pecharroman 2018 y Maldonado 2019).
[iv] La definición más completa, en el original (Haas 1992, p.3): Una comunidad epistémica es una red de profesionales con reconocida experiencia y competencia en un dominio específico y una autoridad reconocida en el conocimiento relevante para la formulación de políticas dentro de dicho dominio o área temática. Si bien una comunidad epistémica puede estar compuesta por profesionales de diversas disciplinas y trayectorias, estos comparten (1) un conjunto compartido de creencias normativas y de principios, que proporcionan una justificación basada en valores para la acción social de sus miembros; (2) creencias causales compartidas, derivadas de su análisis de prácticas que conducen o contribuyen a un conjunto central de problemas en su dominio, y que sirven de base para dilucidar los múltiples vínculos entre las posibles acciones políticas y los resultados deseados; (3) nociones compartidas de validez, es decir, criterios intersubjetivos, definidos internamente, para ponderar y validar el conocimiento en su ámbito de especialización; y (4) una iniciativa política común, es decir, un conjunto de prácticas comunes asociadas con un conjunto de problemas a los que se dirige su competencia profesional, presumiblemente por la convicción de que, como consecuencia, el bienestar humano mejorará..
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