por CELSO FAVARETTO*
Comentario a los libros “ Figurações Brasil Anos 1960”, de Daisy Peccinini y “Poéticas do Processo”, de Cristina Freire
Se puede decir que un libro comienza donde termina otro. El primero habla del pasado de algo, el otro muestra desarrollos posteriores. De hecho, las figuraciones de los años sesenta, descritas por Daisy Peccinini, así como otras propuestas simultáneas, ya manifiestan los tonos procesuales y conceptuales de las experiencias de artistas de las más variadas tendencias. Cristina Freire muestra cómo, desde principios de la década de 1960, el conceptualismo se desmarca de las proposiciones que prevalecieron de 1970 a 1965. Entonces se abre otro ritmo experimental, en el que se diferencia conceptualismo y participación pública, despojando la asociación entre concepto e imagen de las figuraciones. de la década de 1968.
Si Daisy Peccinini trabaja con propuestas que tendían cada vez más a lo efímero, pero aún recuperable, si no por el museo, al menos por una teorización que implicaba figurabilidad, Cristina Freire, al reconstruir restos, despojos de experiencias efímeras, conductuales, necesita proponer otras formas de recuperación de ideas y procesos depositados en los pasillos del MAC.
Así, los dos libros resultan sumamente útiles para percibir la continuidad que históricamente se constituye entre el inicio de las vanguardias en los años sesenta hasta el desvanecimiento de sus pretensiones a mediados de los setenta.
Ese pasaje se remonta a los cambios operados en la década de 1950 y se extiende hasta la plena realización de la contemporaneidad a fines de la década de 1970”, ejemplificado en el trabajo de Cristina Freire con el acervo del Museo de Arte Contemporáneo (MAC-USP). También es útil señalar que estos libros muestran el debilitamiento del esfuerzo por constituir una vanguardia brasileña - patente, a fines de la década de 1960, en el texto de Hélio Oiticica Esquema General de la Nueva Objetividad – y la consiguiente entrada de la experimentación al ritmo de la internacionalización de las propuestas artísticas, impulsada por el conceptualismo y, aquí, activada por el trabajo de Walter Zanini al frente del MAC.
El centro neurálgico del libro de Daisy Peccinini -la asociación en todas las neofiguraciones entre concepto e imagen- le permite esclarecer, y valorar mejor, el alcance del "realismo mágico" de Wesley Duke Lee, del "neo-fantástico y neo-surrealista" de Wesley Duke Lee. figuraciones". José Roberto Aguilar y otros artistas de São Paulo. El estudio reconstruye las actividades multifacéticas de Wesley, los gestos volcánicos, pictóricos de Aguilar, articulándolos, a través de dicha asociación, con la plataforma y actividades del Grupo Rex y establece conexiones con líneas consideradas opuestas a éstas, como el “arte concreto” y la semántica” de Waldemar. Cordeiro.
Daisy sorprende en las amplias actividades de la vanguardia paulista, así como en Río de Janeiro, el rechazo de las formalizaciones teórico-prácticas de los años 50, la resistencia a la simple transposición de las el pop art norteamericano en términos brasileños, los imperativos de la realidad brasileña que, sensibilizando a los artistas, los impulsó a reinventar formas de figuración del imaginario, a la vez modernas y particularmente brasileñas. Por eso Oiticica, al final de la trayectoria de las vanguardias, que va de opinión 65 e Propuesta 65 a Nueva objetividad brasileña, en 1967, decía que el problema fundamental al que se enfrentaban él y los demás artistas era el de la imagen y, en particular, de una imagen brasileña. El tema común, por tanto, fue la resignificación de la imagen tras las críticas y proposiciones de concretistas y neoconcretistas.
El “problema del realismo” no se restringe, por tanto, a un retorno a la figuración, en cualquiera de las tendencias, sino que, como decía Cordeiro, se caracterizó por la búsqueda de nuevas estructuras significativas. Las ambigüedades de esta búsqueda fueron muchas: coexistencia de rechazo al consumo y uso de su lenguaje comunicacional, figuración fantástico-surrealista e iconicidad. Señalando las ambigüedades, informando sobre detalles que esclarecen los antecedentes y los impasses de las actividades de vanguardia, principalmente en São Paulo, el libro de Daisy arroja luz sobre un período aparentemente conocido en la historia del arte brasileño, que, de hecho, ha ha sido ampliamente interpretado, y no tan bien conocido.
Considerando la proliferación y diferenciación de la experimentación artística en la primera mitad de la década de 1970, con el MAC-USP dirigido por Walter Zanini como polo aglutinador y difusor de propuestas, Cristina Freire plantea un problema diferente al historiográfico de Daisy Peccinini: cómo tratar en un museo arte desmaterializado, casi sin obras, ahora reducido a una acumulación de registros en papel, fotografía, fotocopia, video y cine? Salvar la documentación abandonada en el museo significa, para el autor, poner en valor una época y una obra que, aunque efímera, permitió el tránsito de una imagen del arte a otra con la liberación del tono procesual-conceptual implícito en los planteamientos de los años sesenta. .
Se trata, sobre todo, de mostrar cómo la utopía vanguardista de articular arte y vida se implementó de diversas maneras a principios de los años setenta, produciendo, además de un cambio en la relación de los artistas y el público con el arte, el desplazamiento de la política función del arte. El compromiso ético-estético que prevaleció desde los albores de la modernidad brasileña da paso a una política de los cuerpos, a una ética del comportamiento, al poder ejemplar del gesto simbólico. Ya no un arte político, sino la reivindicación de una política de las artes, con el cuestionamiento de los lugares institucionales de su aparición.
Cristina Freire señala la “incomodidad intelectual” de este admirable emprendimiento –destacando una producción que sólo existió como acontecimiento, acontecimiento, idea o incluso una poética del instante y del gesto–, que cuestiona el objeto mismo del arte y no sólo los objetos de arte. El malestar es superado por una decisión que vale una forma de entender la contemporaneidad en el arte: dar “inteligibilidad a los registros” equivale a reinsertar en el horizonte de la producción actual las ideas y procesos una vez realizados.
Es a través de los libros que los dossiers nos permiten reconstituir la red simbólica que presidía el imaginario de aquellas acciones. Su estrategia, que problematiza el concepto de museo, es tratar los registros como síntomas. Signos, signos que reemplazan proposiciones vividas, sustitutos de impulsos irrecuperables, los registros aluden a una presentificación de los significantes inscritos en esos acontecimientos.
Es una operación ambigua, sin duda, sobre todo en un museo, pero es una forma sugerente de mostrar que el lugar institucional del arte coincide con su función política: la formación de nuevos públicos para otra concepción del arte, que ha estado vigente durante mucho tiempo, en el que la atención fructífera se desplaza hacia la actitud reflexiva.
*Celso Favaretto es crítico de arte, profesor jubilado de la Facultad de Educación de la USP y autor, entre otros libros, de La invención de Helio Oiticica (Edusp).
Referencias
Margarita Peccinini. Figuraciones Brasil en los años 60: neofiguraciones fantásticas y neosurrealismo. Nuevo realismo y nueva objetividad. Edusp/Itaú Cultural, 180 páginas.
Cristina Freire. Poéticas del proceso: el arte conceptual en el museo. Iluminaciones/MAC-USP, 197 páginas.
Publicado originalmente en Folha de S. Paulo / Diario de Reseñas no. 61, el 08 de abril de 2000.