Cuba de Korda

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Por Afranio Catani*

Comentario al libro, organizado por Cristhophe Loviny, con testimonios y fotos del retratista del Che Guevara

“Cuando llegue el momento, estaré dispuesto a dar mi vida por la liberación de cualquiera de los países latinoamericanos, sin exigir nada a cambio” (Che, diciembre – 1964)

Justo al principio de Cuba de Korda, el hermoso libro de Cristhophe Loviny (Cosac Naify), junto a una niña muy pequeña, sucia y cargando un tronco de madera, dice lo siguiente: “Había elegido una vida frívola cuando, alrededor de los 30 años, un evento excepcional cambió mi vida: la Revolución. Fue entonces cuando tomé esta foto, de una niña abrazando un trozo de madera, reemplazando la muñeca que no tenía. Me di cuenta de que valía la pena dedicarle una obra a la revolución que proponía la suspensión de tales desigualdades”. (Loviny, 2005, p. 26).

La transcripción corresponde al testimonio de Alberto Díaz (1928-2001), conocido mundialmente como Alberto Korda, fotógrafo que tomó, el 05 de marzo de 1960, la famosa foto del Che Guevara (1928-1967), quien recorrió el mundo y lo proyectó. internacionalmente.

En una especie de presentación, su amigo de la universidad Jaime Sarusky cuenta que Korda se inició en la fotografía como lamer, “término aplicado a quien, cámara en mano, tomaba fotografías con motivo de banquetes, bautizos o bodas, para luego regresar a su estudio, revelarlas y volver a venderlas a quienes quisieran conservar un recuerdo. La calidad del material era mediocre (…) el papel se puso amarillo en unos meses y las caras se descoloraron”. (pág. 05). Poco después, con un amigo, Luis Pierce, abrió un estudio llamado Korda, apellido de dos directores de cine húngaros, Alexander y Zoltan, cuyas películas se proyectaban en La Habana en ese momento.

Después de otro corto período de tiempo, Alberto Korda (ahora tomando ese nombre definitivamente) comienza a ganar dinero fotografiando mujeres jóvenes y avanza hacia lo que podría llamarse fotografía de moda y fotografía publicitaria. Fue pionero en este campo en Cuba desde principios de la década de 1950. En 1953, en los Estudios Korda, ya estaban haciendo de todo: se fotografiaban paquetes de embutidos y paquetes de café.

El fotógrafo explicará que en ese momento “las modelos eran pequeñas, gorditas, con grandes caderas y pechos. Me costó mucho encontrar una que tuviera líneas muy puras, que fuera capaz de impresionar a otras mujeres (…) finalmente encontré a Norka” (p. 12), cuyo verdadero nombre es Natalia Méndez, quien “era mi modelo favorita, mi musa y luego mi esposa. De origen indígena sioux, poseía una fuerza expresiva incontrolable… Fue la modelo más famosa de Cuba, y desfiló para Dior, en París” (p. 14).

Quisiera hacer un aparte: a Norka la conocí en La Habana, en la primera mitad de los 1990, llevada por un par de amigos cubanos a su casa. Fue una época terrible, cuando los rusos ya se estaban retirando definitivamente del país y había mucha necesidad allí. La encontramos en la puerta del edificio donde vivía con su hija Diana Díaz, quien hoy se ocupa del trabajo de su difunto padre. Todavía era una mujer bonita que regresaba del supermercado con una bolsa que contenía poca comida, después de una larga espera en la fila.

Vitor y Maria me miraron y rápidamente dije que lamentablemente no podíamos subir, ya que teníamos que encontrarnos con la gente de Brasil - Vitor me guiñó un ojo por haber inventado esta excusa providencial, ya que sospechamos que le habíamos ahorrado un precio razonable vergüenza: tal vez solo tenía ron sin añejar para servirnos. Hablamos brevemente sobre las fotos de Korda, su actividad como modelo y las luchas cotidianas. No me pareció vanidosa ni pedante. Vestido con ropa sencilla, afrontó con gallardía una vida cotidiana que hacía tiempo que no era la misma. glamouroso de las pasarelas y parpadea quien la consagró.

La Revolución Cubana, que culminó con la toma del poder el 01 de enero de 1959, atropelló literalmente a Korda. El libro sigue un orden cronológico: comienza hablando de Fidel Castro Ruz (1926-2016) y la aventura a bordo del Granma, del desastroso desembarco de 1956, y concluye con una foto del Che fumando una colilla de cigarro, quizás poco antes de emprender su lucha guerrillera en Bolivia, que le costó la vida, el 09 de octubre de 1967.

Las maravillosas fotografías de Korda se intercalan con breves textos de Christophe Loviny y Alessandra Silvestri-Levy. La primera foto de Fidel aparece solo en la página 29, fechada en 1962, en un reportaje para el diario Revolucion. Hay un gran seguimiento del comandante en Sierra Maestra, donde se inició la guerrilla contra Fulgencio Batista (1901-1973). Korda se adelantó a la columna de soldados para tomar las fotografías y comenta que al regresar a su casa en La Habana, su hija Diana tuvo miedo de verlo acercarse: “Estaba tan sucio que no me reconoció” (p. 32). Fidel lo invitó a unirse a la expedición y él accedió, tenía que ser un fotógrafo que también supiera escribir un artículo, y Korda dijo que literalmente aprendió a escribir para no perder la oportunidad.

La cámara nerviosa de Korda registra a Fidel de lejos, en planos medios ya pocos centímetros de su cigarro; lo muestra llegando a La Habana a principios de enero de 1959, al lado de Camilo Cienfuegos, y tampoco deja de registrar imágenes de Célia Sánchez, quien fue, sin duda, la mujer más importante en la vida del máximo dirigente. de la Revolución Cubana, durante 23 años, hasta que el cáncer se la llevó. La conoció el 16 de febrero de 1957, siendo una de las cinco hijas de un médico de la región de la Sierra Maestra.

Aunque la cita no es pequeña, entiendo que vale la pena transcribir lo que los autores destacan sobre Célia: fue ella quien organizó los primeros contactos en la Sierra, antes de que desembarcaran los rebeldes. “Criada como un niño, de treinta y seis años, esta mujer, hecha de determinación e inteligencia, buscaba una tarea digna de ella. A partir de entonces se dedicaría, hasta el límite de sus fuerzas, a la causa de Fidel Castro (…) Secretaria y amiga, madre y enfermera, le preparaba la comida, transmitía sus órdenes y organizaba sus documentos. Entrenada también en el manejo de armas (…) se convirtió en la primera mujer en luchar entre la guerrilla. Encargada inicialmente de asegurar el enlace entre la Sierra y el resto de la isla, se vio obligada, a fines de 1957, a permanecer en la montaña, ya que la policía batistiana estuvo a punto de capturarla. Tras la victoria de los rebeldes, [ella] sería el alter-ego del 'líder máximo', el único con facultades para dar órdenes en su ausencia. El único, por razones de seguridad, en saber dónde dormiría Fidel. Pasaba cada noche recuperando, en los bolsillos de su chaqueta militar verde olivo, pequeños pedazos de papel: las ideas que el revolucionario garabateaba durante el día, y que tendría que poner en práctica” (p.44).

Fidel viaja a Caracas, conoce a Hemingway, realiza un paseo en barco con el Che y su madre durante un torneo de pesca, observa las marchas de los guajiros a La Habana, visita Estados Unidos antes de afirmar el carácter socialista de la Revolución cubana. Pero Korda declaró que no se había convertido en el fotógrafo oficial de Fidel: “era su fotógrafo personal. Nunca tuve un trabajo o un salario. Éramos como dos amigos” (p. 74)

Revela la ocasión exacta en que se tomó la famosa foto con el Che, mencionada en líneas anteriores. El 05 de marzo de 1960, con motivo de las ofrendas a las víctimas del atentado en el puerto de La Habana contra el carguero francés La Coubré ocurrido el día anterior, dejando 81 muertos y doscientos heridos. El carguero iba cargado con armas compradas por Cuba en Bélgica y se sospechaba que el ataque había sido atribuido a la CIA. Korda logró tomar esta foto histórica que, sin embargo, no fue seleccionada para el artículo publicado en Revolucion.

Recién en abril de 1961 lo publicó. Sartre y Simone de Beauvoir, recién llegados al país, participaron de la ceremonia y fueron fotografiados por Korda, tal como los captó paseando por la ciudad y encontrándose con el Che.

Cuba tenía 6,5 ​​millones de habitantes y los norteamericanos controlaban, antes de la Revolución, el 75% de las transacciones comerciales y poseían el 90% de las minas y las telecomunicaciones (p. 90). Se detallan las relaciones comerciales con la Unión Soviética, que involucraron la compra de azúcar, la expropiación de bienes extranjeros en el país a partir de 1960 y la bomba desatada por Nikita Khrushchev (1894-1971) cuando declaró, el 09 de julio de 1960: “La La Unión Soviética tiende la mano para ayudar al pueblo cubano y, si es necesario, su poderío militar podrá sostenerlo con el fuego de sus fusiles” (p. 96), puso en marcha la Guerra Fría.

A esto le siguió el bloqueo impuesto por Washington el 18 de octubre de 1960, los intentos de magnicidio contra Fidel, la ruptura oficial, el 03 de enero de 1961, por parte de Estados Unidos, de las relaciones diplomáticas con Cuba, la crisis de los misiles, la fallida Bahía de la invasión de los cerdos, la estancia de 42 soldados soviéticos en el país en plena crisis…

Korda fotografía el avión de los mercenarios derribado por las fuerzas cubanas, las baterías antiaéreas en el paseo marítimo, los soldados cubanos y las mujeres uniformadas, muchas de ellas maquillándose. Fidel no estaba contento con la forma en que la Unión Soviética actuó al retirar los misiles del país y, con el fin de deshacer las relaciones diplomáticas, Jruschov lo invitó a una visita oficial que marcará una época por su duración excepcionalmente larga.

“Castro y su séquito, incluido Korda, pasarían más de 40 días visitando el imperio soviético. Desde Europa hasta el Pacífico y Asia Central hasta las bases navales secretas del Báltico, la acogida fue extraordinaria” (p. 118). Korda captó todo lo que pudo de la partida, la llegada a Moscú, la cálida bienvenida, Fidel deslizándose en la nieve, paseando en un trineo, desfilando en un carro descubierto por las principales avenidas de la capital rusa. Un fin de semana en la quinta de Nikita, Fidel tomó fotografías con una Polaroid. “Nikita preguntó de dónde venía ese dispositivo mágico. Con una gran sonrisa, Fidel respondió: 'Boston, Massachusetts'…” (p. 132).

Fidel volvió a la URSS al año siguiente y hay fotos y más fotos: los dos líderes caminando en la nieve con ropa gruesa y rifles de caza y, lo más divertido, Fidel usando esquís por primera vez en su vida y, luego, totalmente tirados en el suelo, lo que llevó a Korda a escribir que la capacidad de los rusos para beber alcohol era sorprendente, y desde entonces se divertían como niños. “Durante la cacería, la gran broma entre Nikita y Leonid consistía en llenarse los pantalones de nieve…” (p. 146).

El libro también reserva cuatro preciosas fotografías. Los dos primeros con Dolores Ibàrruri (1895-1989), la pasionaria, líder del Partido Comunista de España exiliado en Moscú. Regresó a España recién en 1977, a los 82 años, retomando su cargo de diputada de Asturias (p. 150). Los otros dos están dedicados al Che. El último ya comentado, lo muestra sonriente, con una colilla de cigarro en los labios. Pero me gusta más el penúltimo, ya que refleja bien la personalidad de Ernesto.

Una vez más, dejo hablar a Korda: “Che probando la Alzadora, una nueva cortadora de caña de azúcar, cuyo funcionamiento había ideado con un ingeniero francés. Cuando lo encontré, con la cara sucia de hollín y suciedad, un poco hinchado por la cortisona que tomaba para tratarse en ese momento, me miró con una mezcla de ironía y sorpresa: '¡Ah, ahí estás, Korda! ¿Eres, después de todo, de la ciudad o del campo? - ¿I? De La Habana, comandante... —¿Y ya cortó caña? - Nunca…'. Luego se dirigió a uno de los guardias: 'Alfredo, busca un machete para el compañero periodista'. Luego, volviéndose hacia mí de nuevo: 'En cuanto a las fotos, ya veremos en una semana...'” (p. 154). ¡Nuestra suerte es que Korda ignoró esto y pronto tomó la foto del argentino-cubano!

*Afranio Catani es profesor jubilado de la USP y profesor invitado de la UFF.

referencia

LOVINY Christophe (org.), Cuba de Korda (textos de Christophe Loviny y Alessandra Silvestri-Levy; traducción de Newton Villaça Cassiolato). São Paulo: Cosac Naify, 2004 (https://amzn.to/47FQaKA).

[La edición original, de Calmann-Levy/Jazz Éditions (París), es de 2002].

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