Crónicas de un fin

Charlie Millar, Sin título, Sin fecha
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por AFRANIO CATANI *

Comentario al libro de Daniela Picchai

Conozco a Daniela Picchai, maestría y doctorado en semiótica, investigadora universitaria y profesora, desde hace algún tiempo, más precisamente, desde que tenía tres o cuatro días, hija de un querido amigo que falleció hace poco. A lo largo de tres años, escribió varios cuentos, crónicas, ensayos y poemas en diversas revistas de arte, comunicación y filosofía. Crónicas de un fin es su primer libro… de crónicas, 26 en total.

Aunque sin fecha, la mayoría de ellos fueron escritos después de 2019, abarcando destellos de la vida cotidiana de un escritor-ciudadano que transita por espacios eminentemente urbanos. La ironía, el buen humor, cierta melancolía y el refinamiento reflexivo marcan la pauta en las crónicas de Daniela Picchai. En la contraportada se puede leer que el libro trata sobre Brasil, sobre el colapso y la decadencia del país, sobre la ruina de un mundo soñado; pero también se trata de despertar, de extrañarte, de escapar. En fin, “se trata de lo ridículo, de lo hortera, de poder crear (…) experimentar, equivocarse, volver a intentarlo, caer, y encontrar las palabras en el suelo (…) finalmente, se trata del caos que hay en nosotros”.

“O sal” habla de este villano, responsable de hipertensión, problemas renales y muchos otros; “Elimina la sal para una vida mejor”, proclaman algunas revistas de bienestar. Pero para los esoteristas la sal es un elemento fundamental, “que elimina las impurezas no físicas del cuerpo físico. Algunos místicos sugieren darse un baño de sal a la semana, pero eso sí, sin mojarse la cabeza”. Pero ¿qué pasa con Iemanjá? “Si es un baño de sal en el cuerpo, es mar” (p. 11-12).

En “Querida carta”, quien escribe la carta es un sobre, que le promete que “nuestro fin no estará en una caja de zapatos, en medio del molde de un armario” (p. 14). “Num sei” ataca el “horror expuesto con el nombre del Mesías” y los cuatro años de retroceso (p. 18-19), mientras que “el olor del cuerpo” (p. 20-21) contamina toda la casa. ¿Metáfora? Tal vez.

Llegan las facturas, las actividades en la agencia de publicidad escasean y ahí va ella, de un día para otro, respondiendo a una invitación para dar clases en el MBA de una universidad privada. Invitación realizada, fecha fijada y explicaciones, programas, información requerida (“La clase”). Y llegamos a la “Primera promoción” (p. 25-26), en un posgrado en una promoción de sesenta alumnos (¡guau!), en una institución donde el diálogo no era el punto fuerte. Decepción.

“La familia de los osos” habla de la trayectoria de un paño de cocina; en “La primera colonia” daniela reflexiona que “hay quienes dicen que colonia significa posesión de un territorio por parte de alguien de afuera, también dicen que puede ser para exploración o colonización, pero, como estamos en Brasil, la colonia también se ha convertido en unas vacaciones, un descanso, un ocio. Y, como siempre, para unos pocos” (p. 31).

"Señor. Tokuda” (p. 37-38) es el hombre que arregla todo en el barrio y, después de años, su casa y desaparece: “El señor Tokuda se convirtió en un edificio”. Está “El truco” y la frustración derivada de la cancelación de un proyecto que implicaba mucho trabajo no remunerado (p. 41-43), la imposibilidad de disfrutar plenamente de las vacaciones, tan necesarias para una “profesional autónoma” como ella ( p. 44-46) y “O Brasil das caravelas” (p. 49-52), donde se cuestiona la historia oficial, representada por la pintura de Oscar Pereira da Silva, presente en los libros escolares de varias generaciones de hombres y mujeres brasileños. mujeres, registrando el Desembarco de Cabral (¿o sería El Descubrimiento de Brasil?).

“El robo” (p. 53-54) tiene como tema los pequeños hurtos cotidianos que todos sufrimos cuando trabajamos, compramos algo, vivimos. “Quizás explotación y robo no sean palabras lejanas, quizás incluso sean sinónimos, y es en esta lógica de metrópoli y de control que la gente se acostumbra a los pequeños robos cotidianos, aunque sepa que no debe hacerlo” .

“Sonríe, te están filmando” (p. 57-59) combate las omnipresentes cámaras, que son el resultado del miedo. “El miedo está tan presente que parecen olvidar que, en la lógica del capital, parte de quienes nos roban son los vecinos de edificios de lujo que portan las cámaras”. “A farra”, escrita en enero de 2021, es la crónica de una lucha perdida contra “los pequeños y ruidosos ladrones de sangre” (p. 60), más conocidos como mosquitos. Todo va en su contra: velas de citronela, repelentes de enchufes y hasta el famoso ruido del electroshock. Nada funcionó: “Terminé el día sirviendo de festín a los mosquitos” (p. 61).

La última crónica, “Hacemos como que no sabemos”, constituye una cierta radiografía de los tiempos difíciles que enfrentan, en particular, los ciudadanos de las clases medias urbanas para sobrevivir: “Por dinero, pretendemos no saber”. Ver el chiste machista, la ausencia con la hija, las ganas de que termine el día. Hacemos como que no vemos el barco en el que estamos, la empresa para la que trabajamos, la cara enfurruñada de quienes nos pagan el salario. Por dinero pretendemos entender, pretendemos ser felices, pretendemos estar de acuerdo (…) Para seguir con la vida, pretendemos no ver los amores que pasan, el marido holgazán, el amigo molesto. pretendemos no ver al vecino armamentista, a la tía fascista, a la familia tirana. Tratando de seguir con la vida, pretendemos no ver la piel seca, la uña mal cortada, la barriga creciente y el corazón apesadumbrado” (p. 64).

Se podría decir más sobre estos Crónicas de un fin. Sin embargo, entiendo que ya he dicho lo suficiente como para despertar la curiosidad –o tal vez la angustia- de todo aquel interesado en enfrentar los certeros dardos lanzados por Daniela Picchai, quien los maneja con una sonrisa casi imperceptible, como declamando/recitando, por ejemplo de Vinicius de Moraes, en “Samba da Bênção”: “La vida no es una broma, amigo/La vida es el arte del encuentro/Aunque haya tanto desacuerdo en la vida…” ¡Saravá!

*Afranio Catani es profesor titular jubilado de la Facultad de Educación de la USP. Actualmente es profesor invitado en la Facultad de Educación de la UERJ, campus Duque de Caxias..

referencia

Daniela Picchai. Crónicas de un fin. Sao Paulo, Urutaú, 2023


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