Por Afranio Catani*
Durante varios meses en la década de 1970, leí la revista Esto es. Había un espacio de pocas líneas dedicado a las artes, firmado por Geraldo Ferraz (1905-1979). No tenía idea de quién era. En las revistas masculinas publicadas por la Editora Abril, aparecieron comentarios de Geraldo Galvão Ferraz. como el espacio de Esto es era pequeño, ingenuamente imaginé que era la misma persona, con el nombre abreviado –aunque los estilos presentaban marcadas diferencias. En la época anterior a internet, supe que Geraldo Ferraz era un ex periodista, socialista, crítico de arte, escritor, militante, y que tenía como compañera a Patrícia Galvão (1910-1962), Pagu. Eran los padres de Galvão Ferraz… Me emocioné más y comencé a leer con más atención lo que escribía Geraldão.
Nacido en Campos Novos do Paranapanema, en el sur del Estado de São Paulo, trabajó en tipografía desde joven y comenzó a revisar libros y periódicos, hasta que en 1927 se incorporó a la Diario de noche, patrocinado por Plínio Barreto, un conocido periodista de la época. Además de reportero, se involucró en la difusión de las ideas modernistas y llegó a ser secretario del Revista de antropofagia en su segunda etapa, en 1929, conviviendo de cerca con Oswald de Andrade, Raul Bopp, Tarsila do Amaral y Pagu. En 1933-34 dirigió el periódico político antiintegralista, antifascista y antinazi Oh Homem Livre, con Mario Pedrosa. Pero un poco antes de eso, Assis Chateaubriand lo colocó en la dirección de la Correo de la tarde, su posición inicial en el periodismo. Posteriormente, importantes obras en el Hoja de la tarde y Una Tribuna, de Santos.
En la década de 1930 también participó en la creación de salones y movimientos vinculados a las artes visuales en São Paulo. En 1942 se trasladó a Río de Janeiro, donde trabajó en Diario de Noche y como secretario editorial de Oh Jornal. Con Pagu, en 1945, publicó La revista famosa, habiendo lanzado, con Mário Pedrosa, Pagu, Hilcar Leite y Eduardo Moniz, el periódico Vanguardia Socialista (1945-1948). De regreso a São Paulo, se trasladó a Santos, trabajando como secretario. Una Tribuna, desde 1954, escribiendo editoriales sobre el contexto internacional – especialmente sobre América Latina – y firmando artículos en el “Cuaderno de Cultura” sobre literatura y artes. Al mismo tiempo, intensificó su actividad como crítico de arte, participando en jurados de selección y premiación, además de formar parte del jurado internacional de las Bienales de São Paulo.
Geraldo fue, durante quince años (1956-1971), crítico de arte. El Estado de S. Pablo, fundador de la Unión de Periodistas Profesionales del Estado de São Paulo y autor, entre otros, de doramundo (1956) Después de todo (1983), Km 63: 9 historias desigual (1979) Retrospectivo. Figuras, raíces y problemas del arte contemporáneo (1975), de un estudio sobre el grabador Lívio Abramo (1955), de Warchavchik, Introducción a la Arquitectura Moderna en Brasil (1925 a 1940)de Wega libera en el arte (1954-1974), sobre la obra del pintor y diseñador Wega Nery Gomes Pinto (1912-2007), con quien convivió en sus últimos años.
En 1978, cuando Geraldo aún vivía, vi doramundo, adaptación para el cine dirigida por João Batista de Andrade, teniendo como autores del guión, en sus diferentes versiones, al propio Batista, Vladimir Herzog y David José. La película, protagonizada por Armando Bogus, Antônio Fagundes, Irene Ravache, Rolando Boldrin, Sérgio Hingst, Celso Frateschi, Oswaldo Campozana, Rodrigo Santiago, recibió el premio a la mejor película en el Festival de Gramado de ese año, en plena dictadura militar.
El ejemplar que hojeo corresponde a la tercera edición (Mejoras, 1975), con un precioso prefacio de Adolfo Casais Monteiro, escrito en septiembre de 1958, para la segunda edición. Fue comprado y leído el mismo día, 13 de septiembre de 1981, en catorce o quince horas. Nunca más se volvió a abrir, hasta que el 11 de octubre de 2018 fui con la familia, en una mañana lluviosa, a Paranapiacaba, donde transcurre la acción, aunque no se menciona claramente –la ciudad de la novela se llama Cordilheira, “ciertamente en el interior de São Paulo, dadas las referencias a lugares cercanos, como Amparo y Jundiaí (...) El pequeño pueblo está ubicado en una colina, frente a una estación de ferrocarril. Hay muchos trabajadores ferroviarios en las aproximadamente cien casas que se amontonan en la ladera” (Mussa, 2014). A la vuelta del viaje me puse a releer doramundo.
Una especie de ,, insertado en la edición de Melhoramentos, señala que 1956 fue un año memorable para la literatura brasileña, con la aparición de buenas novelas: Grandes caminos del interior, de João Guimarães Rosa; La cita, de Fernando Sabino; Vila dos Confins, de Mário Palmério, además, por supuesto, de doramundo.
Releyendo el libro y parte de la fortuna crítica que lo rodea, no es exagerado considerarlo sumamente original, muy bien escrito y una de las mejores novelas policiacas que he leído. Se abre con una dedicatoria-poema-epígrafe a Pagu, hablando de la “inmortal delicadeza en los páramos del dolor” y del “largo camino que hoy me permite, en humildad y respeto a esta piedra transitoria, abrir esta inscripción, el homenaje , que debéis y debéis y debéis”.
Violencia y pasión, un relato no lineal de los acontecimientos a lo largo del texto, con voces que se alternan y narradores que se suceden; la conversación o evento que ocurre en un pasaje dado aparecerá integrado en las páginas siguientes. Casais Monteiro escribió, en el prefacio, que “si la historia está ahí, es decir, si hay, sin duda, una trama, la verdad es que no está contada, sino, por así decirlo, reconstituida, recompuesta, así convirtiéndose en la sucesión de eventos eventos de importancia secundaria. Y así, desde el principio, la atmósfera se vuelve más significativa que la historia; El objetivo de Geraldo Ferraz no era narrar, sino construir; no es descriptivo, sino arquitectónico” (p. 12-13).
Leda Botton (2014) señala que doramundo Se inspiró en hechos reales ocurridos en 1937 y 1938, y el proceso de escritura involucró una serie de fragmentos dispersos recopilados en viajes que Geraldo realizó como parte de su trabajo como periodista. El libro debía ser un breve reportaje ficticio, “un intento fallido de reportaje o una novela fallida”. En la última página el autor revela que comenzó a escribir la novela en São Paulo (diciembre/1952) y la terminó en Praia Grande (octubre/1955).
La historia de doramundo es relativamente simple: en la ficticia Cordillera, prácticamente toda la población estaba compuesta por empleados de la empresa ferroviaria, que transportaba personas y carga desde el puerto de Santos, en la costa, hacia el interior de São Paulo, y viceversa. “Cordillera fue el lugar de encuentro y paso obligado desde la época del tren de hierro, chirriando ruedas de fuego. Yacía en la boca del conducto del cable sobre otras ruedas que rechinaban, hierro contra hierro. (...) A pesar de la cercanía de la Gran Central, Cordillera sólo tenía un alumbrado público, el de las estrellas. Esto facilitó muchos crímenes” (p. 21-22).
¿Qué crímenes? Varios asesinatos sucesivos y extraños que comienzan a producirse de repente, todos con la misma característica: las víctimas son siempre hombres solteros que, tras ser aplastados en la cabeza por un golpe con una barra de hierro, son abandonados en las vías del tren, con la intención de de disfrazar las pruebas y confundir los homicidios con accidentes.
Sin embargo, pronto se desvela la artimaña y la empresa que opera el ferrocarril, temiendo repercusiones negativas de los hechos a través de la prensa, solicita una actuación discreta de las autoridades, recibiendo un delegado, policías y un agente secreto. No descubren nada, aunque todos los vecinos saben que los asesinos son hombres casados que se vengan de los solteros que se acuestan con sus mujeres. Pero nadie dice nada: “Cordillera es una vaca amarilla” (p. 151); “Oh vaca amarilla gigante. ¡Ay vacacaracu! (...) El que habla primero come todo…” (p. 169).
El delegado, Dr. Guizot, comienza a investigar y torturar a los que considera sospechosos, creando un clima de terror insoportable. Mussa destaca la atmósfera seca, densa, pesada, con todo oscuro en la novela: “ahí está el niebla con humo permanente, carbón, hierro, aceite, noche”, quedando la narración toda fragmentada, sin rigor cronológico. Casi todo se sabe y nada se revela en esta situación de oposición entre el amor y el sexo. Buscando sortear el problema, la empresa “importa” tres prostitutas, las “flores”, reduciendo los asesinatos a casi cero. Las “flores” atienden a solteros y casados, desatando el enojo de parte de la población, que quema casas y expulsa a trabajadoras sexuales.
La acción de la policía, torturando y agrediendo a los habitantes en busca de los delincuentes, no se diferenció mucho de las prácticas comunes del Estado Novo (1937-1945), época en que parte de los hechos se desarrollaron en la realidad. La versión de João Batista de Andrade para el cine, a su vez, puede asociarse, o metaforizarse, al clima imperante en la dictadura (1964-1985) resultante del golpe militar de 1964, en el que la arbitrariedad marcó la pauta en varios de sus dimensiones La violencia de Guizot se acentúa tras el asesinato de Rolando Matos, un espía de la empresa, en otra emboscada nocturna. No se revela nada. De nuevo, “¡vaca amarilla!”
El título de la novela, artificialmente ingenuo, nace de la unión de los nombres de dos personajes esenciales, Teodora (Dora) y Raimundo (Mundo), que al final del primer capítulo (p. 33), en medio del ambiente nebuloso, involucran el crimen , carbón, noche, ya insinúa la posibilidad real de amor entre ellos. En palabras de Mussa, emerge la originalidad de la obra de Ferraz, mostrando que “en una novela policiaca, el asesino no siempre es el verdadero objeto de la investigación”.
Con el amor entre la adúltera Dora y el soltero Mundo existe la expectativa de romper el ciclo de crímenes, pues pretenden huir de Cordillera. Pero Mundo se encuentra muriendo en las vías, luego de ser golpeado. Rescatado por compañeros y apoyado por la empresa, abandona el pueblo en estado grave, acompañado de Dora. Esperaban salir de allí y tener hijos. Sin embargo, “al final de las últimas líneas seguiremos sin el esperado acceso a su historial” (Botton, 2014, p. 13).
Esta sencilla historia, a cargo de Geraldo Ferraz, logra un lenguaje sofisticado, presentando la fusión de monólogos y diálogos interiores, con la narración siempre cambiando de tiempo. Para Casais Monteiro, el estilo del autor “unifica descripción, diálogo, análisis, de tal manera que no podemos distinguirlos” (p. 14).
Algunas gemas de doramundo: “el tren que llega resoplando en hierro rueda de fuego riel, carguero sí, tan tarde. Absceso de fijación. Sólo el fuego salvará” (p. 32-33); “Los solteros necesitan una mujer. Muchas personas casadas ya están cansadas. Y a las mujeres les gusta la gente joven, temeraria…” (p. 37); “Quedarse ahí esperando el tren de las cinco es guampudo que mata” (p. 59); [Fue el investigador Alferes quien sugirió] “Hay que preguntarle cosas a la mujer. A los hombres brutos les gusta eso con mano dura no dice. No sienten nada. La mujer pronto llora y da el trabajo” (p. 63); “La pausa de la brutalidad se abrió en un escalofrío helado durante segundos que se extendía sin fin” (p.201); “Se demora más de lo esperado, todo siempre se demora como se espera” (p. 201); “Ojos largos ruedan suplicantes sobre los alambres de acero dejados en el suelo, tornillos firmes en las huellas de traviesas, tan evidentes estas durezas en el crepúsculo, hundidas en la curva” (p. 202); “Sobre los rieles que corren contra los cortantes vientos fríos, entre musgos y filos, va la mano, sobre un puñado de vida palpitante, amorosa, anclada” (p. 203).
Em Km 63: 9 cuentos desiguales, publicado unos meses antes de su muerte, Geraldo Ferraz sigue siendo relativamente duro con el producto de su obra, clasificando los relatos como “irregulares, disparejos, inventados, a veces pegados en verdaderos pasajes de lugar y tiempo, divergen, algunos en el fondo , otros en la forma (...) Había los que venían de la crónica periodística, de la conversación cotidiana, expandiéndose en relatos dispares (...) No se pretende aquí la autocrítica, sino una justificación necesaria, dada la pura número de páginas; al fin y al cabo, si hay desigualdad, nada que explicar, hay desigualdad porque realmente la hay” (Ferraz, Justificación y gratitud, p. 4).
Tal vez doramundo no alcanza el nivel de calidad que le gustaría establecer al cineasta Michelangelo Antonioni, como preconiza en uno de sus relatos inéditos: “'Dadme nuevos finales', dijo una vez Chéjov, 'y yo reinvento la literatura'”; pero se acerca bastante.
*Afranio Catani es profesor jubilado de la Facultad de Educación de la USP y profesor invitado de la UFF.
Referencias
ANTONIONI, Miguel Ángel. Entonces simplemente para estar juntos. En: ________. El peligroso hilo de cosas y otras historias (trad.: Raffaella de Filippis). Río de Janeiro: Nova Fronteira, 1990, p. 153-154 (https://amzn.to/45vS13v).
BOTON, Leda. La sinuosa elasticidad de las líneas: sobre el conflicto de la forma en doramundo (1956), de Gerardo Ferraz. recuerdo – Revista de Lengua, Cultura y Discurso, Maestría en Letras – UNINCOR, v. 9, núm. 1, pág. 1-14 de enero - Jun. 2018.
CASAIS MONTEIRO, Adolfo. Prefacio. En: FERRAZ, Geraldo. doramundo. Sao Paulo: Mejoras, 3º. ed., 1975, pág. 9-18 (https://amzn.to/3QSdlf3).
FERRAZ, Gerardo. doramundo. Sao Paulo: Mejoras, 3º. ed., 1975 (https://amzn.to/3QSdlf3).
FERRAZ, Gerardo. Justificaciones y agradecimientos. En: __________. Km 63: 9 cuentos desiguales. São Paulo: Ática, 1979, pág. 4.
MUSA, Alberto. doramundo. Sequía. Número 175, octubre de 2014www.rascunho.com.br>. Consultado el: 03.10.2019.