Los coroneles obedecen a los generales.

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por ALEXANDRE ARAGÃO DE ALBUQUERQUE*

Los militares son de tipo autoritario: dan golpes de Estado, se dedican a la corrupción financiera y amenazan a la sociedad exigiendo que se les rinda homenaje.

La categoría “golpe” está consagrada en la ciencia política como el acto político de traicionar a alguien oa algo. Es un recurso extremo del que se sirve la clase dominante para asegurar o recuperar privilegios arrebatados dentro de un orden social injusto y desigual, construido a lo largo de la historia de una determinada sociedad.

El golpe no tiene una sola forma de ejecución, puede tomar varios formatos. No existe un golpe ideal, pero siempre un golpe posible. No se trata de un simple hecho puntual de toma del poder, sino de un proceso de ruptura y mantenimiento de un nuevo orden.

El fallecido politólogo Wanderley Guilherme dos Santos, en su obra “A Democracia Impedida. O Brasil no Século XXI” (2017), da fe de que el golpe parlamentario de 2016 es aún peor que el de 1964 por tener un carácter antinacional y reaccionario mucho más violento que el anterior, ya que en aquél hubo al menos una compromiso con los intereses nacionales. El conjunto de fuerzas militares y civiles que derrocaron a la presidenta Dilma Rousseff han declarado compromisos antinacionales, subordinados a Estados Unidos y corporativos.

Hace seis años, el 31 de marzo de 2015, publicamos un artículo titulado "La Defensa de la Democracia", como una señal de alerta de nuestra percepción del proceso golpista en curso, ya sea con la elección de Eduardo Cunha (MDB – RJ) a la presidencia de la Cámara Federal, como el hecho de que las manifestaciones callejeras, organizadas por movimientos de nueva creación, como como MBL y Vem pra Rua, satanizando la política y llamando al retorno del régimen militar, en una demostración evidente de todo el espectro bélico desatado en Brasil, de la mano de la CIA estadounidense, con amplia orquestación de la Rede Globo y otros organizaciones de medios corporativos.

En ese artículo recordábamos una importante manifestación del general Alfredo Souto Malan, publicada el 31 de marzo de 1979, en Folha de São Paulo, con motivo del decimoquinto aniversario del golpe de 64, haciendo un balance crítico de aquella dictadura militar.

En su discurso de 1979, el General Malan exigió con impaciencia el fin del arbitraje ya que, después de 15 años, el movimiento golpista “no ha logrado acabar con la corrupción, todo lo contrario; como tampoco logró ordenar la realidad administrativa del país, ni logró mejorar las condiciones de vida del pueblo brasileño”. Al concluir su diagnóstico, el general denunció que “la arbitrariedad solo ha incrementado el área de miseria del pueblo y la concentración de la renta nacional en manos de unos pocos”.

Aquí estamos en 2021, con un gobierno mayoritariamente militarizado, cuyo palaciego núcleo de poder está en manos de tres generales del ejército al frente de los ministerios de la Casa Civil (Eduardo Ramos), Defensa (Braga Netto) y el GSI (Augusto Heleno), con casi siete mil militares de las Fuerzas Armadas en puestos de mando en diferentes niveles de la administración federal. Como corte ilustrativo, nótese, entre estos, el presidente de Petrobras, general Joaquim Silva e Luna; el director general de Itaipú Binacional, general João Francisco Ferreira; el Ministro de Minas y Energía, Almirante Bento Albuquerque. El Ministerio de Salud, en plena pandemia, estuvo comandado hasta marzo de este año por otro general, Eduardo Pazuello.

En el Diario Oficial del 19 de mayo de 2020, General Pazuello nombró a varios militares del Ejército, un grupo de 10 (diez), para actuar en puestos clave de su ministerio. Entre ellos se encontraba el coronel Élcio Franco ocupando el cargo de secretario ejecutivo, una especie de ejecutor inmediato de las órdenes del general. El coronel Élcio Franco es precisamente el eje de las negociaciones de la vacuna, el centro de las denuncias, como ha descubierto ampliamente el CPI sobre Genocidio en su labor investigativa.

Sucede que desde abril, tras la renuncia de Pazuello, el coronel Élcio Franco, curiosamente, ha sido trasladado del Ministerio de Salud al interior del palacio presidencial, despachando como asesor especial del primer ministro de la Casa Civil de la Presidencia. de la República, ahora bajo las órdenes directas del General Eduardo Ramos.

El jueves 15/07, durante su testimonio ante el CPI Genocidio, el representante en Brasil de la empresa Davati Medical Supply, Cristiano Carvalho, abrió la caja de herramientas con los nombres de al menos siete coroneles involucrados en supuestas negociaciones sobrevaluadas para la adquisición de vacunas. contra el covid En vista de lo anterior, el presidente de la Comisión, senador Omar Aziz (PSD - AM), exigió la exoneración del Coronel Élcio Franco afirmando que “un elemento como él no puede estar disfrutando de la antecámara del Presidente de la República”.

Este hecho insólito se remonta a lo sucedido con el juicio Mensalão, cuando el ponente del caso, Ministro del STF Joaquim Barbosa, aplicó literalmente y con una hermenéutica discutible la Teoría del Dominio del Hecho para incriminar, sin pruebas, el entonces ministro de la Casa Civil, diputado federal José Dirceu (PT-SP), porque se presumía que por estar en la alta jerarquía estaría al tanto de los hechos clandestinos ocurridos en la estatal Petrobrás.

Ahora bien, en el caso del esquema de corrupción de la vacuna contra el Covid, los presuntos delitos no ocurren en una empresa estatal, sino en una secretaría del gobierno federal. Algo de una gravedad infinitamente mayor, sobre todo después de la denuncia presentada por los hermanos Miranda en declaración ante el CPI el 28 de junio. Uno se pregunta: en caso de que se presente una denuncia, ¿usará el STF el mismo criterio para juzgar y condenar a los ministros superiores del coronel Élcio Franco en las carteras de Salud y Casa Civil?

Pero el testimonio de Cristiano Carvalho va más allá al proporcionar lentes poderosos, permitiéndonos llegar a otros hechos, ayudándonos a comprenderlos un poco mejor.

En primer lugar, se destaca un episodio ocurrido el 27 de mayo de 2021, en São Gabriel da Cachoeira, en Amazonas, cuando el presidente Jair, después de 30 días de funcionamiento del CPI sobre Genocidio, en su habitual toma en vivo, en otro uno de sus numerosos actos fallidos: “Omar Aziz, por el amor de Dios, cierra pronto este CPI”. ¿Qué preocupó tanto al presidente Jair, al punto de lanzar este llamado desesperado? ¿Y por qué, a partir de esa fecha, él y sus cero hijos lanzaron un ataque descarado contra los tres senadores que coordinaban el trabajo de la CPI? ¿Estaría previendo Jair los riesgos de que la Comisión llegue a estas podridas revelaciones que involucran a su gobierno y sus generales?

El segundo hecho gira en torno a las fechorías perpetradas por Pazuello y su equipo militar al frente de la política sanitaria desarrollada en el Ministerio de Salud. Incluso después de su renuncia, Pazuello fue destinado a la Secretaría de Asuntos Estratégicos, vinculada directamente a la Presidencia de la República. ¿Porque sera?

Como agravante, el 16 de julio, el diario Folha de São Paulo publicó un reportaje documentado por un video denunciando una negociación, fuera de su agenda oficial, el 11 de marzo, del entonces ministro de Salud, general Pazuello, con un grupo de intermediarios en la compra de 30 millones de dosis de la vacuna china Coronavac por un precio 03 (tres) veces superior (US$28) a lo ya negociado con el Instituto Butantan de Brasil (US$10). Es importante señalar que el 19 de mayo, al rendir su testimonio ante la CPI sobre Genocidio, el General Pazuello dijo que “nunca lideró negociaciones con Pfizer porque un ministro nunca debe negociar con una empresa”, burlándose del relator de la Comisión.

Finalmente, es importante señalar que destituido el 100 de marzo del presente año, el General Pazuello participó poco tiempo después en una manifestación político-partidaria en apoyo al Presidente Jair, incumpliendo las normas militares. Pero, además de no ser sancionado por este acto público de indisciplina, el Comandante del Ejército, General Paulo Sérgio, impuso el encubrimiento por XNUMX (cien) años de todo el proceso que involucra a Pazuello, Bolsonaro y el Ejército en estos asuntos. ¿Qué es tan grave que debe mantenerse oculto durante un siglo?

Por lo tanto, el testimonio de Cristiano Carvalho nos ayuda a percibir muchas contradicciones, incluso en qué medida los militares son tipos autoritarios: realizan golpes políticos, se involucran en la corrupción financiera y, al mismo tiempo, amenazan a la sociedad exigiendo que se les rinda homenaje. , a pesar de su conducta delictiva. Promueven una autoimagen construida ideológicamente como si fueran santidades incorruptibles, como si sus uniformes fueran sotanas clericales. ¡Cuánta hipocresía!

*Alexandre Aragão de Albuquerque Máster en Políticas Públicas y Sociedad por la Universidad Estatal de Ceará (UECE).

 

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