por LEONARDO BOFF*
El verdadero peligro es el mantra del futuro presidente estadounidense Donald Trump: “Make America Great Again” (MEGA) o el aforismo “America first” (“Estados Unidos primero”), pero lo que él pensó es: “Only America”
Nuestros antepasados (homínidos) irrumpieron en el proceso de evolución hace unos 7-8 millones de años. La corriente homo sapiens, portador de la conciencia refleja, de la inteligencia, de la capacidad de amar y del lenguaje, del que descendemos, surgió hace sólo 200 mil años. Anteriormente, vivió en África durante varios millones de años. Allí se desarrollaron nuestras estructuras antropológicas básicas que constituyen nuestra humanidad. Por tanto, todos somos africanos de alguna manera.
Entonces comenzó la gran dispersión por el vasto mundo hasta ocupar todos los espacios terrestres. Ahora ha comenzado el gran viaje de regreso para que todos se encuentren en la misma Casa Común, el planeta Tierra. Se ha abierto una nueva fase de la humanidad y de la Tierra, la fase planetaria que otros llaman globalización. Sólo en 1521, cuando Fernando de Magallanes y sus marineros realizaron una circunnavegación en el mar, se conoció la conciencia colectiva de que la Tierra es redonda y de que se puede llegar a ella desde cualquier lugar.
Las potencias de la época, Portugal y España, iniciaron su ocupación/invasión de África, Abya Yala y partes de Asia. Estos fueron los primeros pasos de la “planetización”.
Esta planetización ha crecido y se presenta hoy de muchas formas. Se habla de globalización económico-tiranosáurica, globalización humano-social y globalización ecozoica-espiritual. La predominante es la fase económico-financiera, que yo llamaría fase dinosaurio, ya que se configura de una manera voraz que nos hace pensar en los dinosaurios, ya que oprime al ser humano y devora la naturaleza.
De hecho, se trata de la occidentalización del mundo, de sus valores como la democracia, los derechos humanos, la ciencia y la tecnología y también de sus defectos como la voluntad de dominar, su espíritu beligerante, su individualismo (Serge Latouche, La occidentalización del mundo, Voces).
Nunca los seres humanos han vivido solos. El pensador alemán Norbert Elias vio la sociabilidad en “unidades de subsistencia” (El proceso de civilización.) cuya función era garantizar al grupo de riesgos existenciales y al mismo tiempo imponer control sobre la violencia, ya sea interna al grupo o contra grupos externos. La convivencia solidaria y el control de la violencia son la base de cualquier sociedad y civilización.
Estas “unidades de subsistencia” se han desarrollado históricamente en ciudades, metrópolis y hoy en megacorporaciones y potencias con un fantástico poder económico y poder militar con capacidad de destruir toda vida con sus armas nucleares, químicas y biológicas. Los estudiosos llegan a ver en la letalidad de las armas nucleares una curiosa función civilizadora en el sentido de preservar la guerra que sería definitiva. “Su utilidad estaría en su no empleo” ya que evitaría “la destrucción mutua asegurada” (Destrucción mutua asegurada)En palabras de Stephen Mennel, en Mike Featherstone (ed.), cultura global, Voces, pág. 389.
La cuestión urgente que aún no se ha abordado es la constitución de una gobernanza democrática planetaria. El nuevo hecho de que todos estemos dentro de una misma Casa Común exige una instancia plural de hombres y mujeres, representantes de todos los pueblos e intereses para pensar en el destino de la humanidad y principalmente para encontrar soluciones globales a problemas globales como el Covid-19, la actual del creciente calentamiento de la Tierra y la devastación de la biodiversidad.
Actualmente se produce una paradoja: por un lado, se verifican por todos los medios las interrelaciones técnicas, económicas, políticas y culturales de la planetización, el descubrimiento de la única Casa Común, como un hecho irreversible y, por el otro, la preservación de la soberanía nacional. soberanías, de por sí obsoletas con guerras altamente letales para garantizar los límites de determinadas naciones. No se ha formado la conciencia colectiva de que somos “ciudadanos planetarios” y que “Mi patria es la Tierra”.
Aquí radica el peligro real del mantra del futuro presidente estadounidense Donald Trump: “Make America Great Again” (MEGA) o el aforismo “América primero” (“Estados Unidos primero”), pero lo que se piensa es: “Sólo Estados Unidos”.
Si la más poderosa potencia económica, tecnocientífica y militar se aísla y no asume su responsabilidad de afrontar, junto con todos, los graves riesgos que afectan a la vida y a la humanidad, podremos ver las severas palabras pronunciadas recientemente por el Secretario General hecho realidad de la ONU António Gutérrez: “O tomamos medidas colectivas o viviremos un suicidio colectivo”.
Bien lo observó Edgar Morin a sus 93 años: “Haría falta una repentina y terrible escalada de peligro, y la llegada de una catástrofe para constituir el shock eléctrico necesario para la conciencia y la toma de decisiones” (“Sociedad-mundo o imperio” en Politica Externa vol. 1, pág. 85).
Donald Trump y nuestro partido no elegible son notorios negacionistas que, según Noam Chomsky, en un museo del mal “deberían tener una sala especial” (¿Cómo detener el reloj del fin del mundo?, Editora ICL, pág. 22).
En el momento actual nos enfrentamos a este dilema: o establecemos una paz duradera entre todos y con la comunidad de vida o podríamos vivir un holocausto nuclear, consecuencia del negacionismo y la irresponsabilidad. Cuando las potencias compiten por la hegemonía, como en el caso de Estados Unidos, Rusia y China, dicen los académicos, normalmente termina en guerra. Si es nuclear, podría ser una guerra terminal.
Me hago eco de las palabras del astronauta Sigmund Jähn, al regresar a la Tierra: “Las fronteras políticas ya han sido superadas, las fronteras de las naciones también han sido superadas. Somos un solo pueblo y cada uno es responsable de mantener el frágil equilibrio de la Tierra. Somos sus guardianes y debemos cuidar de nuestro futuro común”.
*Leonardo Boff es ecologista, filósofo y escritor. Autor, entre otros libros, de Cuidar nuestra Casa Común: pistas para retrasar el fin del mundo (Vozes). Elhttps://amzn.to/3zR83dw]
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