por FABRICIO CESAR DE OLIVEIRA*
El “racismo inverso” de Antônio Risério y el Folha de São Paulo
“Reconozcan en serio que el mal fue sagaz”, así, axemanicamente, el rapero paulista Emicida suelta un verso crucial en medio de la bella y aireada melodía de la canción “Paisagem” – del disco Amarillo (2019). Los arpegios de guitarra eléctrica, a lo largo de toda la canción, no disimulan la denuncia de la apatía social frente al racismo estructural, nuestro mal más sagaz. Cómo ignorar tales críticas en los versos: “ahora cuántos árboles adornan nuestras rapaces/ en los alrededores todo ya es de roedores//es una locura lo poco que vale, pero oren, tal vez empeore//no se dejen engañar , porque nada cambia//en un silencio que nos permite escuchar las nubes cruzar el cielo//ver que los monstruos se originan aquí//los periódicos dicen, cálmate joven, todo está en paz”?
Toda esta habilidad lingüística y artística es propia del rapero que ganó notoriedad en las batallas de rimas en las periferias y centros del país, a principios del siglo XXI. Típico también de la fina y secular ironía de la Bruja de Cosme Velho, el escritor negro, a mediados del siglo XIX, Machado de Assis hace uso de su “Estrategia del Caracol” en el arte de la literatura para mostrar la podredumbre de la aristocracia. burguesía de su tiempo. Así sobrevivió y se convirtió en un genio en una sociedad marcada por las diferencias estructurales – véase el cuento “Padre contra Madre”, en el que innumerables violencias simbólicas y físicas recaen sobre una mujer negra y esclava.
No es la excepción, es norma tanto en Machado de Assis como en Emicida denunciar el mal sagaz que nos estructura. No es la primera ni será la última vez que Emicida -irónicamente- utilizará versos críticos en contraste con una melodía ligera para destilar su brío contra el sistema, como se puede ver en la armoniosa canción “Passarinhos”, a dúo. con Vanessa da Mata, 2015. Allí, si bien la canción hace “volar de buen grado” a los pájaros, la letra no deja vacíos, ya que denuncia insidiosamente el agronegocio, la depresión, el uso abusivo de pesticidas, la crisis del agua, la sociedad del espectáculo, el capitaloceno – la próxima extinción masiva en el planeta. Has escuchado y leído los versos: “Y dale antidepresivos// el mundo gira al derrumbarse// Babilonia es gris y neón// las ciudades son pueblos muertos/ desafío sin sentido/ competencia en vano que nadie gana// cuando la gente ve cosas, las cabezas se vuelven escalones // el agua escasea, nos toca a nosotros // para que no queden ni las cucarachas // elige que veneno te mata”?
Frente a estos versos, lo que veo es la realidad evidente declarada por una capa de arte, un espejo de Perseo para enfrentar la realidad monstruosa, una forma humana de no deshumanizarse y/o petrificarse. Así es Emicida, así fue Machado de Assis en los medios de comunicación de su tiempo, ocupando la literatura y los periódicos. Sin excepción, ambos tratan de la norma de denuncia. Solo aquellos que no quieren verlo, o aquellos que ya no lo escuchan, no lo ven, incluso con todas sus capacidades ópticas, auditivas y reflexivas. Es aún peor cuando proviene de alguien con un lugar de expresión respetado en nuestra sociedad: no se pueden tratar las excepciones como regla, las anécdotas como ciencia, los casos aislados como norma. Sin embargo, lamentablemente, esa fue la actitud del antropólogo bahiano Antônio Risério, en un artículo de opinión publicado en el diario Folha de S. Pablo, el 15 de enero de 2022, titulado “El racismo de negros contra blancos cobra fuerza con el identismo”.
Antônio Risério es parte de este artículo en Folha, de mala sagacidad. Para mí, el artículo puede implosionar por su final, cuando el autor elige la norma, de las excepciones que recoge durante el artículo, para hablar de una generalización absurda: “¿El neorracismo identitario es una excepción o una norma? Desafortunadamente, creo que es la norma”. Aquí, en este extracto, expone su punto de vista personal y anecdótico y se basa en él, como dijo, solo sobre la base de excepciones. La norma, piensa, son las excepciones que colecciona. Y son acientíficos, absurdos, delirantes y serios. Ampliamente grave en una sociedad donde el racismo es un sistema político, social, legal, mediático e histórico.
Antônio Risério recoge casos aislados – anécdotas – para intentar denunciar un supuesto “racismo al revés”. Y entonces niega lo que nos estructura, apoyarse en chistes sobre la vida de hombres y mujeres negros que han tenido contradicciones en sus trayectorias, como el de Abdias do Nascimento con un paso por el movimiento integralista, o en ejemplos mayoritariamente estadounidenses. Digo esto porque el texto de Risério está imbuido de un pensamiento colonizado que ve en los Estados Unidos su pilar de referencia. Hay ocho ejemplos de “racistas anti-blancos” del hemisferio norte, siete de ellos en Estados Unidos y uno en Canadá. Casos aislados en el metro de Washington, discursos de adolescentes en Brooklyn, peleas de pandillas en Michigan.
Estos son los ejemplos que se convierten en norma para Risério. La mayoría proviene de los EE. UU.; de un lugar donde hubo una sangrienta y abierta guerra civil y hoy solo queda el 11% de la población negra. Cualquiera que estudie un poco de Historia de las Américas, sobre Guerras de Independencia o Guerras Civiles pronto se topará con el exterminio negro de EEUU y cuáles son las consecuencias antropológicas de ello. El otro ejemplo proviene de Canadá, atribuido a un “joven mulato sudanés”. Es con estos términos salidos de la cloaca del siglo XIX que Risério cita a un activista que es una excepción entre las personas dignas de ser escuchadas.
Ella no representa la lucha de los negros. Ella no me representa a mí y a muchos de los míos, te lo puedo asegurar. No representa a Lélia Gonzalez, ni a Sueli Carneiro, ni a Angela Davis, ni a Silvio Almeida y Thiago Amparo. La norma para estas y estos intelectuales hoy es la lucha por la igualdad de derechos y la no violencia, aunque sus trayectorias presenten contradicciones, la regla en sus escritos es el antirracismo, porque eso es ser antisistémico. Su misión, y la de ellos, y por lo tanto la nuestra, es enfrentar la “sagacidad del mal”, tal como lo hacen las artes de Emicida y Machado de Assis.
Risério no está satisfecho y dice: “Nadie necesita tener poder para ser racista, y los negros ya tienen instrumentos de poder para institucionalizar su racismo”. Y más, para empeorar el vaticinio sin mostrar pruebas, sin probar con ejemplos lo absurdo del párrafo: “El caso es que no se puede sostener el cliché de que el racismo negro no existe porque la “comunidad negra” no tiene la facultad de ejercerlo institucionalmente. Incluso si la tesis fuera correcta, lo que está lejos de ser el caso, ya existen medios para el ejercicio del racismo negro”. Risério es el cliché del hombre blanco enfermo.
¡No, Antonio Riserio! Nadie necesita tener poder para ser racista, pero cuando el sistema es estructural e históricamente racista, los instrumentos de poder privilegian a ciertos grupos, haciendo verticalmente verdaderos los versos de Emicida: “Hay piel blanca y piel diana”. Y no necesitamos aquí – tú, yo y los lectores – señalar quién es quién entre los objetivos y “objetivos”. Los evidentes gritos de desgarramiento y dolor fatal cada 23 minutos en Brasil. Esta no es la excepción, es la cobarde regla, es la triste norma.
¡No, Antonio Riserio! Hay racismo en Brasil y, peor aún, hay algunos negros que aún no se han liberado de la opresión del sistema y que terminan reproduciendo violencia estructural, estructurante y sistémica; cómo hay mujeres machistas que aún no se han liberado, porque así persiste el patriarcado. Pero estos casos son pocos, cada vez más pequeños, más raros, muy pocos entre una multitud de negros y mujeres.
Por ejemplo, Sérgio Camargo no es la regla, es la excepción. Nuestro gobernante camina a otro nivel. Leer más Machado de Assis y escuchar Emicida puede ayudarnos a todos a entender que las excepciones no son la norma, pero pueden, con ellas en la silla de nuestros días, guiarnos hacia otras letras, otros versos, otros artículos de opinión con más honestidad intelectual. . Sólo para decir al final, que si “el mal es sagaz”, nosotros somos, por resistencia, más.
Debemos reconocer seriamente que el mal es astuto. Días antes, Tiago Leifert, hijo de Globo, dio un giro desconcertante con el magistral texto del actor negro Ícaro Silva y su talento que marca la diferencia. El periodico Folha de S. Pablo también meses antes, ya había perdido a la intelectual negra Sueli Carneiro de su consejo editorial. Ahora, vale recordar que el artículo de Antônio Risério en Folha de S. Pablo inaugura un año en el que “La ley de cuotas” volverá a ser discutida en los ámbitos jurídico y gubernamental. El año 2022 no ha hecho más que empezar, pero pronto veremos quién es más listo hoy. ¿Nuestra resistencia o el conjunto de anécdotas de unos blancos?
Nosotros y nuestros antepasados nos tomamos en serio el hecho de que el mal hasta ahora ha sido astuto. Pero nuestra resistencia es más.
* Fabricio César de Oliveira, profesor y poeta, doctor en Lingüística y Filosofía del Lenguaje por la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar).