por FERNANDO NOGUEIRA DE COSTA*
El pasajero presidente inhumano jadeó, irónicamente, mientras miles de personas respiraban a un ritmo inusual antes de morir.
“Humanitario” es alguien que se dedica a promover el bienestar de los seres humanos y el avance de las reformas sociales. Es relativo al humanitarismo ético más que exclusivamente teológico.
“Inhumano” es alguien que demuestra falta de humanidad, es un sujeto bárbaro, cruel, sin alma. Sin empatía -la capacidad de ponerse en el lugar del otro- es antihumano, atroz, duro. El antónimo de empatía sería la indiferencia ante el sufrimiento de otro ser humano que no sean los de su familia, su clan o su cuartel.
El inhumano pasajero jadeó, irónicamente, mientras miles de personas respiraban a un ritmo inusualmente alto, con gran esfuerzo, antes de morir. Para él, jadear es debilitar... ¡Es como tener una hija!
El proceso de humanización implica la evolución del ser humano. El expresidente perfeccionó sus habilidades a través de la interacción con su entorno social y sindical, del cual surgió. Como un verdadero estadista, utiliza su destacada capacidad de negociación y tolerancia escuchando atentamente todo lo que se dice en la mesa a su alrededor y presentando un resumen con una propuesta final aceptable para todos los participantes en la sociedad.
Ser empático es identificarse con otra persona o con la situación que vive. Es saber escuchar a los demás y esforzarse por comprender sus problemas, sus dificultades y sus emociones.
El estudio de las creencias sobre la humanidad es un interés relativamente reciente en la psicología o las ciencias humanas en general, aunque impregna muchos aspectos del surgimiento social a través de las interacciones humanas. Han surgido nuevas teorías y enfoques para comprender la deshumanización en las relaciones interpersonales y el significado del ser humano con todas sus consecuencias.
“Humanidad” se refiere al conjunto de características propias de la naturaleza humana. Entre otros, está el sentimiento de bondad, benevolencia, en relación con los semejantes, o compasión, piedad, en relación con los desfavorecidos.
“Altruismo” es el amor desinteresado a los demás, incluso con abnegación. Con el comportamiento altruista se evita la acción antagónica de los instintos naturales del egoísmo.
Muchos inhumanos temen el mal pero no se preocupan por el bien común. En las creencias generales de las personas sobre la humanidad destacan tanto aspectos específicos de la naturaleza humana, como el libre albedrío, como el Ethos, como modos de comportamiento que configuran el carácter o la identidad de una colectividad.
Por ejemplo, se utiliza el poder de las armas de la casta militar-guerrera uniformada, cuando interfiere en la sociedad civil, con la misma lógica militar de violencia y venganza, cuyos valores exaltados son el coraje, la fama, la gloria, etc. Se agrava cuando se mezcla con la lógica parroquial del localismo y la lógica familiar de respetar sólo la herencia de los clanes dinásticos, es decir, cuando se apoya en la oligarquía regionalista.
En cambio, la fuerza de trabajo de la casta de los trabajadores, organizada en sindicatos y partidos, adopta la lógica corporativa. Defiende el igualitarismo y se muestra escéptico ante el libre mercado, basado en la explotación sin restricciones.
Por eso, le resulta difícil aliarse con el neoliberalismo. La casta mercantil adopta la lógica del mercado: defiende únicamente la competitividad, la eficiencia costo/beneficio y el ajuste fiscal. Indiferente a los males sociales, se limita a la defensa del recorte del gasto público, para evitar la subida de impuestos y el riesgo de insolvencia sobre la base de la riqueza financiera, constituida por títulos de deuda pública.
Los trabajadores se aliaron, principalmente, con el poder educativo de la casta de los sabios educadores y su lógica cívica de tolerancia, defensa de los derechos civiles, sociales y políticos de las minorías. También reciben el apoyo del poder célebre de la casta sabio-creativa con su lógica artística en defensa de la autonomía, la autoexpresión, el liberalismo cultural, la creatividad, etc. Esta alianza ha caracterizado a la socialdemocracia desde la Segunda Guerra Mundial.
Frente a la lógica de los especialistas, basada en la formación y preparación académica de los técnicos y administradores pragmáticos, era notoria la dificultad de la casta de los “saber-pastores” para imponer su lógica religiosa. Manipulan el conservadurismo en las costumbres, el moralismo y la disciplina sumisa de los creyentes, y amenazan a los “infieles” incluso en la libre elección electoral.
En este sentido, las concepciones de humanidad dependen de este amplio debate ideológico. Los grupos y los individuos definen a la humanidad en formas que apoyan sus propios fines o intereses.
Una premisa de la teoría económica ortodoxa es la afirmación de que los humanos son solo racionales y egoístas. Este supuesto egoísta es utilizado para construir teorías con el propósito de justificar a priori la oposición a las políticas públicas y las intervenciones gubernamentales, ya que la sociedad debe apuntar, ante todo, al bien de los individuos y no al de la comunidad. Se encuentra entre el mercado y el estado.
De hecho, es difícil obtener una definición unificada de humanidad en todas las ciencias. Tal vez sea porque todos somos partes involucradas.
Sin embargo, podemos aprender mucho sobre la humanidad observando sus violaciones. Debemos centrarnos en el análisis de los procesos de deshumanización, en contextos intergrupales, por ejemplo, los genocidios cometidos por armas, gérmenes y virus.
Hay un sesgo heurístico de falso optimismo, cuando todos los seres humanos tienen la propensión a considerarse por encima de la media. Frente a la falsedad de esta hipótesis, buscan una validación ilusoria: “Solo hablo con mi grupo”, “Solo confío en mi cámara de eco”, “Vivo en mi burbuja”, “Niego toda investigación y ciencia”.
Ver a los demás como no humanos permite “desvincularse” moralmente de ellos (“zurdos” o “petralhada”), justificando tratarlos como animales y socavando la legitimidad de sus puntos de vista y necesidades sociales defendidas. Esta deshumanización no se restringe sólo a prejuicios extremos y explícitos, sino que puede ocurrir sutilmente e incluso sin conciencia del daño que se hace a uno mismo ya los demás, es decir, de manera idiota.
La infrahumanización se observa a través de la atribución de características exclusivamente humanas, como emociones complejas como la vergüenza o el optimismo, más al grupo interno que al grupo externo. Esta negación de la humanidad a los “otros” se llama deshumanización animalista.
En cambio, la negación de la naturaleza humana, señalada en la carencia de características como la emotividad, la cordialidad, la discreción y la flexibilidad cognitiva, hace que estas personas parezcan máquinas o robots. Se le ha llamado deshumanización mecanicista.
Una mayor atribución de la naturaleza humana a uno mismo en lugar de a los demás se asemeja al mencionado "efecto superior al promedio", cuando las personas se atribuyen rasgos más favorables a sí mismos en lugar de a los demás. Pero la autohumanización es distintiva en el sentido de que no se reduce simplemente a atribuir características más positivas de la humanidad al yo o al grupo interno: ver el en grupo positivamente y el grupo externo negativamente.
En este contenido estereotipado, los grupos sin competencia reconocida en el mercado laboral son especialmente propensos a ser deshumanizados como "vagabundos". Contradictoriamente, los Inhumanos tienen dificultades para comprender completamente las mentes que no sean la suya, o el reduccionismo mental de la "burbuja" y la "cámara de eco".
Aunque el estado básico no es reconocer completamente los estados mentales de los demás, esto se puede superar dirigiendo a las personas a pensar en los distintos estados mentales de otra persona y reconocerlo como un ser humano en particular. Esto tiene el efecto de humanizarla tanto a ella como a él mismo.
Pensar en los demás como individuos en lugar de miembros de una determinada categoría puede moderar o incluso revertir los procesos de deshumanización. La deshumanización de otros grupos descansa en parte en la división hecha entre humanos y animales.
Recordatorios de nuestra naturaleza animal, a saber, que todos somos criaturas como cualquier otra y por lo tanto inevitablemente moriremos, debilita una de las defensas contra este terror a la muerte. Podemos ser simbólicamente “inmortales” a través de nuestra cultura humana, compartida y/o heredada.
Las atribuciones de mayor o menor humanidad a los demás varían según lo valorado que sea un grupo y si se lo ve o no como una amenaza. Cuando se nos recuerdan nuestros rasgos animales, reaccionamos viéndonos a nosotros mismos y a nuestros grupos como más únicamente humanos.
Así como manejar el terror puede conducir a la deshumanización animal de los demás, también puede conducir a la deshumanización mecánica de nosotros mismos. La defensa psicológica contra la amenaza de muerte es vernos a nosotros mismos como objetos, porque a diferencia de los animales, los objetos o las máquinas no mueren. Pero vernos a nosotros mismos (oa los grupos) de manera mecánica es negar la naturaleza humana del altruismo.
*Fernando Nogueira da Costa Es profesor titular del Instituto de Economía de la Unicamp. Autor, entre otros libros, de Red de apoyo y enriquecimiento. Disponible https://fernandonogueiracosta.wordpress.com/2022/09/20/rede-de-apoio-e-enriquecimento-baixe-o-livro/
O el sitio la tierra es redonda existe gracias a nuestros lectores y seguidores. Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
Haga clic aquí para ver cómo