por Antonio Valverde*
El intelectual público -erudito, bohemio, librepensador- fue reemplazado paulatinamente por el profesor universitario proletarizado de la era digital, adaptado a la forma fragmentada de trabajo de la línea administrativa toyotista.
“Los hombres saben las cosas que pasan. […]. / De las cosas futuras, los sabios perciben las que se acercan. Su audición /a veces, durante las horas de estudio serio, / está perturbada. El clamor misterioso / les llega de los acontecimientos que se avecinan. /
Y, respetuosamente, vigílelo. (Constantinos Kavafis).[i]
1.
Descendiendo a los infiernos de la tradición filosófica (y vuelta) para inaugurar la nueva Filosofía, desde el grado cero de la escritura y librando la “lucha más vana” con términos, lenguajes, conceptos, linajes, al amanecer, y, al lo mismo, inventar el problema rector que explica la necesidad de iluminar el futuro – más allá de la lotería acumulada de la historia de la filosofía, con resultados más o menos anunciados, demarcados. Aquí está el desafío, el probable desafío de inventar un nuevo Iluminación, asimilada y superada por la anterior, la de la vertiente del siglo XVIII, iniciada en el XVII.
Si Eurídice, tejida en el mito, no pudo volver del Hades, descendiendo a los infiernos de la tradición filosófica, en un movimiento de superación conservando, corresponde a la motilidad de la logotipos de prueba traer de vuelta al imaginario la primera invención de los fisiólogos griegos, la pregunta ontológica inaugural, “¿qué es?” Por lo tanto, no más cuestionamientos sobre lo que ha sido.
– ¡Un golpe de efecto!
2.
El infierno fue el peor invento imaginativo/ideológico de la humanidad, ya que la humanidad es incapaz de reconstruir el Paraíso de los comienzos míticos. Sin embargo, ha construido, bajo la “niebla”, el ruidoso infierno material de la actualidad, reflejado ficcionalmente en distopías tecnocientíficas de regímenes totalitarios.
3.
el morbo Zeitgeist de principios del siglo XXI parece materializarse en la imagen de un “espectro que gira en torno a la civilización globalizada debido a la combinación estructural-gestionada –entre capital financiero, toyotismo, tecnociencia, neoliberalismo/autoritarismo/totalitarismo[ii] y calculado sufrimiento psíquico, fruto de la explotación brutal del trabajo[iii] y el desempleo-, que, prácticamente, penetra todas las porosidades de la vida social y de la naturaleza, del tiempo y del espacio, en una escala planetaria jamás representada mentalmente. Junto a una religiosidad de tipo espectacular y mercantil, guiada, en modo alguno contradictoria, por el desencanto del mundo, como observa Weber. Además del pauperismo creciente, bajo la ruina galopante de los derechos civiles.
Sin embargo, si “pensar significa transponer”, será posible imaginar y proyectar una filosofía del futuro, que no sea una alternancia de problemas y subproblemas derivados de linajes filosóficos, extraídos del circuito polifónico contemporáneo, que, a grandes rasgos, , están prácticamente en proceso de agotamiento, extraídos, en parte, de su fuerza inicial? ¿Qué caminos serán posibles y razonables para idear una filosofía del futuro, en la Era de la cuarta revolución industrial, más allá de los callejones sin salida del abismo del Grande Hotel?
– Bajo niebla densa.
4.
En una primera consideración sobre la filosofía del futuro, está la figura pública del intelectual.[iv] Inventado en la época de Iluminación, junto con la fuerza del conocimiento científico de Newton y Gauss, y el fervor revolucionario burgués, bajo el contagio de la posibilidad de la Revolución Francesa. Sin embargo, el intelectual público -erudito, bohemio, librepensador- fue reemplazado paulatinamente por el profesor universitario proletarizado de la era digital, trasladado de la cadena de montaje fordista a la forma fragmentada de trabajo de la línea administrativa toyotista. La producción en serie de papeles académicos expresa el toyotismo en un régimen de introspección, que tomó asiento y fijó una cátedra cautiva en los departamentos universitarios.[V]
Sin prescindir de Hegel, en la ola de Iluminación, por mucho que fueran críticos con la Ilustración y contaminados por el virus revolucionario, sin embargo, sin ceder a ninguna aplicación mecánica del espíritu original de la necesidad de cambiar el pensamiento instituido, intelectuales, aún no eclipsados por la obsolescencia, como Darwin (1809 -1882), Marx (1818-1883), Nietzsche (1844-1900), Freud (1856-1939), Einstein (1879-1955), no florecieron por casualidad, sino en el contexto de un desarmado ejemplar de modelos de conocimiento pasados. , dirigido a la frontal o trasero invenciones de nuevas claves interpretativas de la biología, el desarrollo de las fuerzas productivas, los usos de la razón por parte de la civilización occidental, los nexos consciente/inconsciente y la teoría general de la relatividad.[VI]
5.
Para circunscribir el tema,[Vii] es necesario recordar a Kant como precursor de un ensayo sobre el tiempo de la filosofía del futuro, Prolegomena zu einer jeden künftigen Metaphysik die als Wissenschaft wird auftreten können (Prolegómenos a toda metafísica futura que se presente como ciencia), de 1783. Kant defendía: “Estos prolegómenos no están destinados a principiantes, sino a futuros maestros, y no deben servir para organizar la exposición de una ciencia existente, sino, sobre todo, para inventar esa misma ciencia. […] la búsqueda de ella no desaparecerá, porque el interés de la razón universal está demasiado íntimamente involucrado en ella, reconocerá que una reforma completa, o más bien un nuevo nacimiento de la metafísica, según un plan hasta ahora completamente desconocido, inevitablemente tendrá lugar, a pesar de las resistencias que, desde hace algún tiempo, puedan oponérsele”.
Feuerbach fue el pionero en nombrar la filosofía del futuro, aquella que respondía a la necesidad de reformar la filosofía, o mejor dicho, la teofilosofía, con el conspicuo propósito de suplantar el idealismo alemán, sobre todo, el hegelianismo, inscrito en Grundsätze der Philosophie de Zukunft (Principios de la filosofía del futuro), de 1843.[Viii]
La filosofía de Feuerbach terminó por corroborar el desmantelamiento crítico de la modernidad, a través de su concepción antropológica innovadora y la consecuente crítica a la religión. Pues “Feuerbach había pedido un retorno de las ideas puras a la contemplación sensorial, del espíritu al hombre, incluyendo la naturaleza como nueva base. […] este rechazo tan 'humanista' de Hegel (teniendo al hombre como idea central, a la naturaleza como prius en lugar del espíritu) tuvo una influencia muy fuerte en el joven Marx” (Ernst Bloch, 2005, I, 19, p. 247).
Imbuido de la filosofía feuerbachiana, Marx, desde Kreuznach, durante el verano de 1843, había advertido de primera mano: “En Alemania, la crítica de la religión está, en esencia, acabada; y la crítica de la religión es el presupuesto de toda crítica. […] La supresión [abrogación] de la religión como felicidad ilusorio del pueblo es la exigencia de su verdadera felicidad” (Karl Marx, 2010, p. 145). Anticipando así lo que sería la conceptualización demoledora de la ideología.
Sin embargo, en el Manuscritos económico-filosóficos, Marx había superado a Feuerbach. A nosotros manuscritos, “la relación 'del hombre con el hombre' no se queda en una relación antropológico-abstracta de carácter general, como en Feuerbach, al contrario, la crítica de la alienación humana en relación consigo misma (transpuesta de la religión al Estado) penetra [. ..] en el núcleo económico del proceso de alienación. […] En lugar del hombre genérico de Feuerbach, con su naturalidad abstracta e invariable, surgió un conjunto de relaciones sociales históricamente alternadas y, sobre todo, antagónicas en cuanto a clase social” (Ernst Bloch, 2005, I, 19, pp. 248-249). ) . Comenzó por exponer la (primera) superación y fractura de la filosofía alemana posidealista y, por extensión, de la (miseria) realidad alemana, como brechas para una “filosofía del futuro”.
6.
Nietzsche, en Jenseits von Gut und Böse. Vorspiel einer Philosophie der Zukunft (Más allá del bien y del mal: preludio de una filosofía del futuro), pregunta y responde, aparentemente, con una fina ironía de sí mismo: “Está surgiendo una nueva especie de filósofos: me atrevo a bautizarlos con un nombre que no está exento de peligros. Tal como los percibo, tal como se dejan percibir, porque es su naturaleza querer sigan siendo enigmas en algún momento - estos filósofos del futuro bien, o incluso difícilmente, podrían ser llamados tentador (experimentadores). Este nombre en sí mismo es, después de todo, solo un intento y, si se quiere, una tentación” (Nietzsche, 2005, § 42).
7.
Desde la distancia, el filósofo parece estar gesticulando para dar materialidad a la hipótesis filosófica del futuro: “Con el mismo derecho podrían llamarse críticos; y sin duda serán experimentadores. A través del nombre con el que me atreví a bautizarlos, ya he subrayado claramente la experimentación y el placer en lo experimental: ¿será porque, críticos en cuerpo y alma, les encanta usar la experimentación en un sentido nuevo, quizás más amplio, quizás más peligroso? […] – No hay duda: estos futuros de ninguna manera podrán prescindir de las cualidades serias y nada inofensivas que distinguen al crítico del escéptico, esto es, la seguridad en las medidas de valor, el manejo consciente de unidad de método, coraje abierto, estar solo y responder por uno mismo; sí, no niegan, en sí mismo, uno placer en decir no y descuartizar, y cierta curiosidad reflejada, que sabe manejar el cuchillo con seguridad y delicadeza, aunque el corazón sangre. […] Estos filósofos del futuro no sólo se exigirán disciplina crítica y todo hábito que conduzca al rigor y la limpieza en las cosas del espíritu; bien pueden mostrarlos como su propio tipo de adorno, y sin embargo, no desean ser llamados críticos” (Nietzsche, 2005, § 210).
8.
El alemán redobla la apuesta: “¿Serán estos futuros filósofos nuevos amigos de la 'verdad'? Muy probable: porque hasta ahora todos los filósofos han amado sus verdades. Pero ciertamente no serán dogmáticos. […] será como es y ha sido siempre: las cosas grandes quedan para las grandes, los abismos para las profundidades, las dulzuras y los temblores para las sutiles y, en fin, las cosas raras para las raras”. A lo que añade: “serán espíritus libres, mucho libres, estos filósofos del futuro, que no serán tampoco espíritus libres, sino algo más, más grande, más elevado, radicalmente otro, que no quiere ser malinterpretado y confundido? Pero al decir esto siento - hacia ellos no menos que hacia nosotros, sus heraldos y precursores, ¡nosotros espíritus libres! - El obligación de barrer de nosotros, juntos, un concepto erróneo y un prejuicio viejos y tontos, que ha oscurecido durante mucho tiempo, como un niebla, el concepto de 'espíritu libre'. […] en cuanto somos amigos naturales, jurados y celosos de soledad, de nuestra soledad más profunda, más soleada y más nocturna, ¡así de hombres somos, espíritus libres! y también tú ¿Sería algo así, tú que apareces? Tú, nuevo filósofos?” (Nietzsche, 2005, § 43, § 44).[Ex]
9.
Pronto, bajo un matiz nietzscheano, Gilles Deleuze, en Diálogos con Claire Parnet, respondiendo a una pregunta aparentemente prosaica, “Una conversación, ¿qué es, para qué sirve?”, retoma la cuestión del futuro, en forma de devenir, devenires. Para Deleuze, “los devenires son geografía, son orientaciones, entradas y salidas”. Así, “hay un devenir-filósofo que nada tiene que ver con la historia de la filosofía y pasa, más bien, por aquellos que la historia de la filosofía no puede clasificar”.
Por tanto, “devenir nunca es imitar, ni actuar como, ni ajustarse a un modelo, sea de justicia o de verdad”. Al contrario, es el resultado de un acto solitario de capturar y unir al azar, como una tirada de dados, con un movimiento en zigzag, sin un método previo que guíe la acción, “nada más que una larga preparación”, en el forma de ascetismo solitario, el trato con el repertorio acumulado y sin destino movido a priori al surgimiento de lo nuevo. Rompiendo la representación apilada de la filosofía, fosilizada por la historia de la filosofía, como un otro, quizás el gran Otro, a ser reconocido por el lenguaje –por nuevos términos puestos en movimiento–, identificado por la invención de nuevas armas conceptuales críticas para demoler el la fijeza del ejército filosófico de reserva, en el ínterin de lo accidental, en el estilo innovador como salto en la oscuridad de la posibilidad.
Ciertamente, a partir de los descubrimientos y porosidades que cada época logra producir, como la porosidad de Sartre significó para Deleuze la brisa de puro viento a la masacre de Hegel, Husserl, Heidegger. Un refugio, un desconcierto fuera de orden, al mismo tiempo una promesa contra el represor sistemático, el obsesor del antipensamiento para ser descarrilado de la formalidad de la historia de la filosofía, sin ataduras. Desde la posibilidad de comienzos olvidados en la historia de la filosofía (referencias extraídas de Deleuze, 1998, pp. 2-16), como el deslumbramiento de Giambattista Vico, que (en este contexto) puede sonar como un (im)probable anacronismo. Lo cual no es el caso del deslumbramiento de Ernst Bloch, dada la niebla generada por los continuos choques disonantes de la polifonía filosófica.
10.
El mundo de la investigación académico-científica aún le debe, salvo mejor juicio, a las invenciones de aquellos pioneros, cuyas teorías se despliegan en piezas académicas de comprensión de la actualidad. Siguen siendo los mayores acreedores de las explicaciones teóricas, en proceso. Al ritmo combinado de que la idea de revolución llevada a cabo por la burguesía, ha ido perdiendo su fuerza original, y deriva la tarea revolucionaria en manos de los trabajadores organizados para la lucha social.
Sin embargo, la lucha proletaria se diluyó tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, al son de la instalación del Estado de Bienestar Social. Y el espíritu de revolución dio paso a la contrarrevolución y la revuelta (Marcuse, 1973), llevándose consigo los ideales utópicos. Anticipado por los espeluznantes versos de la música pop, El sueño se acabó ou este sueño ha terminadode la década de 1960. A raíz de mayo de 68, acontecimiento político que registró el desenlace del Estado de Bienestar Social, la producción y el consumo de textos filosóficos entraron en escena en la sociedad del espectáculo, sin la correspondiente rumiación en la línea nietzscheana.
A los diecinueve años, Marx, entre romántico e irónico, rumiaba: “Todo gigante, […], deja tras de sí un enano; todo genio, un estúpido filisteo; toda agitación en el mar, el lodo; y tan pronto como los primeros se retiran, los segundos se presentan, tomando asiento a la mesa y estirando sin freno sus largas piernas. […] Los primeros son demasiado grandes para este mundo; por tanto, son echados fuera. Estos últimos, sin embargo, arraigan y permanecen, como nos demuestran los hechos, porque el champagne deja un regusto perseverante y repulsivo; el heroico César deja tras de sí al actor Octavio; el emperador Napoleón, el rey burgués Luis Felipe; el filósofo Kant, el caballero Krug; el poeta Schiller, el consejero de la corte Raupach; el celestial Leibniz, el aprendiz Wolff” (Marx, 2018, pp. 38 y 40). Marx, el precursor de Feuerbach...
Pensar una filosofía del futuro o señalar alguna filosofía existente con características de una filosofía venidera resulta, en muchos sentidos, problemático, serio y, en el límite, a deslindarse más allá del buen y el mal humor.
11.
Hay quienes sugieren el fenómeno del “silencio de los intelectuales” frente al drama contemporáneo. Sin embargo, el hallazgo choca con la imponente pregunta: ¿cuáles intelectuales? En el mismo movimiento de afirmación del espíritu de negación del pasado reciente, a contrapelo, estaban los artistas en general, en las figuras de pintores, poetas, novelistas -destacando los realistas-, compositores, escultores, bailarines, arquitectos, que hizo un esfuerzo por romper con el orden convencional y conservador, en un esfuerzo por proyectar otras formas de ver y percibir la crisis sociopolítica.
Si el espíritu de la revolución se ha encogido, si los auténticos intelectuales han desaparecido y sus críticas se han debilitado, puede ser que, bajo la más extrema alienación frente al desarrollo de la base material, la creatividad artística siga anticipándose a la crítica de los orden social, aunque los artistas de la época no alcancen cotas previamente alcanzadas, como observaron Schiller y, más tarde, Marcuse. Hoy, las artes parecen describir el tiempo, fragmentariamente. En los años sesenta del siglo pasado, la Internacional Situacionista (IS), en torno a Guy Debord, lanzó la fórmula político-estética de vanguardia: la creación artística de “situaciones” futuras.
La tarea filosófica -de una filosofía del futuro- podría comenzar con la transformación de lo aterrador Zeitgeist del presente en concepto, para iluminar la filosofía misma, los saberes de la tecnociencia, el arte y la religión, y, en el límite, los saberes prácticos, la ética, la política y la economía.
– ¿El toyotismo penetró en el universo de las artes?
12.
Sin resentimiento El tiempo de los intelectuales, digamos, de fibra, con la escala necesaria para sintetizar todas las contradicciones en movimiento, expuestas y comprendidas sobre el actual escenario de la Historia, hasta el punto de explicarlas en clave de análisis esclarecedor, capaz de arrojar luces para el presente y el futuro? El intelectual, que movía el pensamiento crítico e inventaba horizontes de negación del orden, prácticamente desapareció.
La pregunta superficial que se plantea es si habrá un futuro relevante para la filosofía misma, si es producida por el tipo académico universitario proletarizado, en acción. Por supuesto, la filosofía puede seguir existiendo mientras exista. los logotipos preguntador. Pero, el futuro, en el sentido de la altura intelectual alcanzada por quienes, en el pasado reciente, rompieron la servidumbre a las verdades silenciosas, de tránsito perdurable, parece haber quedado para las calendas. Al menos momentáneamente.
Si los nombres fueron pocos, su alcance es inconmensurable, ineludible, pues las matrices de las teorías innovadoras iluminaron y siguen iluminando el pensamiento contemporáneo. Los cambiadores de monedas falsificados, meros fenómenos de mercado, no cuentan, ya que no pueden ser considerados intelectuales o eruditos en el sentido original y fuerte de los términos. Si los verdaderos intelectuales estuvieran en escena, ciertamente, se evitaría el camino de ir de cabeza en busca de la inalcanzable explicación teórica de lo que está pasando y, sobre todo, de la acuciante pregunta: ¿qué é ¿el presente? ¿Qué le debe el presente al pasado? ¿Y, por extensión, el futuro?
13.
Según Lukács, “tan pronto como la historia se lanza al presente –y esto es inevitable para comprender realmente el presente–, este 'espacio nocivo', en palabras de Bloch, se hace evidente. Como resultado de la incapacidad para comprender la historia, la actitud contemplativa de la burguesía se polariza en dos extremos: los 'grandes individuos' como soberanos creadores de la historia y las 'leyes naturales' del medio histórico. Ambos son igualmente impotentes -tanto separados como reunidos- ante el desafío de producir una interpretación del presente en toda su radical novedad” (Lukács, 2012, pp. 323-324).
Enzo Traverso, en Melancolía de izquierda: marxismo, historia y memoria, analiza, en detalle, el interés por el presente, desde la “melancolía” y la deconstrucción de la “memoria” obrera, marcada por el fin de las utopías, en particular la socialista, durante el siglo XX, anclado en Benjamin, Bloch, Bensaïd. Al final, aventura Traverso: “El siglo XX fue una época de rupturas repentinas, inesperadas, fulminantes, que escaparon a toda causalidad determinista: creó muchos 'tiempos ahora' (Jetztzeit), en el que el presente se encuentra con el pasado y lo reactiva. Su final llegó en forma de una condensación de memorias en las que se reabrieron heridas y la historia encontró su experiencia vivida” (Traverso, 2018, p. 456).
El desmoronamiento de la utopía, a partir de imágenes que viajan en el tiempo, fue señalado por Benjamin, en 1935: “La forma del nuevo medio de producción, que al principio sigue dominado por el del viejo (Marx), corresponde en el colectivo conciencia a imágenes en las que lo nuevo y lo viejo se entrelazan. Estas imágenes en las que se busca tanto superar como transfigurar las imperfecciones del producto social, así como las deficiencias del orden social de producción. Al mismo tiempo, en estas imágenes de deseo, emerge el deseo expresado de distanciarse de lo que se ha vuelto anticuado, es decir, del pasado más reciente. Estas tendencias remiten la fantasía imaginaria, impulsada por lo nuevo, al pasado más remoto. En el sueño, en el que la era siguiente aparece ante los ojos de cada era en imágenes, aparece asociada a elementos de la historia primigenia, es decir, de una sociedad sin clases. Las experiencias de esta sociedad, que se depositan en el inconsciente de lo colectivo, generan, en interacción con lo nuevo, la utopía que ha dejado su huella en mil configuraciones de vida, desde construcciones perdurables hasta modas pasajeras” (Benjamin, 2006, pág. 41).
14.
A modo de hipótesis, será necesario que una supuesta Filosofía del Futuro comience, de algún modo -ciertamente a través de un procedimiento dialéctico, de interrogación y verificación de respuestas-, por desentrañar las contradicciones subliminales de las verdades mudas, en circulación, que se impusieron en el camino de la construcción de la Historia de la Filosofía, paralizando su crítica, paralizando la Logos preguntador. Para (re)introducir la comprensión y el debate sobre los “universales fundamentados en la concreción” movilizados por el pensamiento del capital, como recordó Marcuse, en El hombre unidimensional.
Y recuperar el uso propio de la razón objetiva, que es la forma crítica distanciada de lo que sucede en el mundo, de la cotidianidad, para interrogar qué es, en realidad, para ascender a categorías universalizadoras, por encima de la cotidianidad misma. En un movimiento para desarmar gradualmente la resiliencia de la razón instrumental, operada en vista de los medios, y sólo para fines intermedios, menores. No destinado a los fines éticos, estéticos y políticos que la humanidad juró perseguir y alcanzar tras la Ilustración.
Pues, sólo la razón objetiva, siendo crítica, logra formular y, en el límite, alinear la posibilidad de realización filosófica, de lograr disponer tales fines como horizonte trascendente -en sentido propio- del aparente sumidero de valores en la vida cotidiana. Pero, como es en la vida cotidiana donde todo lo humano viene al caso, es necesario interpenetrar la posición crítica de la razón objetiva con los contenidos prosaicos de tal medida de tiempo.
Quizás en parte, esta sea una tarea de la filosofía del futuro: su (re)invención a partir de la pregunta ¿qué es? como hicieron los primeros griegos cuando inventaron la ontología. Y, al mismo ritmo, con ejemplar valentía histórica, ensayar el abandono del castillo de naipes de los conceptos generados a partir de situaciones al dominio de la conjugación capital-toyotismo-tecnociencia-neoliberalismo/totalitarismo. Para generar un nuevo frontal o trasero. Una situación para la que las filosofías actuales parecen no ofrecer una comprensión razonable y mucho menos una crítica plausible y completa. Salvo, por una apuesta, la filosofía de Ernst Bloch.
15.
El genuino espíritu de máxima agudeza crítica frente a las filosofías circulantes, guiado por la necesaria comprensión del presente, bajo una nueva base ontológica, se presenta como requisito fundamental para la adecuada proyección de una filosofía y su correspondiente praxis, – transformadores de vida . De modo que la primera remite a la segunda y viceversa, repensadas tal cual en sus concepciones originales, articuladas entre sí desde las categorías de la Historia del presente. Sin embargo, la mayoría de las filosofías en circulación, imbuidas de un acento acrítico, aún operan a nivel del campo ideológico, sin considerar el dinamismo de la base material-tecnológica de la sociedad actual, conformando un pensamiento común acorde con la expansión del control social. , abajo del hallazgo de los Frankfurtianos.
Sobre el dinamismo y la expansión, la filosofía debe teorizar y elevar la crítica a categorías universales. Una vez que la ideología cambió sus “hábitos” y se materializó, superando la barrera de la distinción y sus nexos causales entre infraestructura y superestructura, en el ámbito de la sociedad polivalente y caleidoscópica del espectáculo, como había develado Debord.
Después de todo, todo es ideología. A pesar de, aproximadamente, la ideología parece -para los incautos- seguir reflejando, de manera invertida e idealizada, la base material para el desarrollo del actual modo de producción, desde la convergencia entre el techo ideológico y la base material. Para Debord, “la ideología es la bases del pensamiento de una sociedad de clases, en el curso conflictivo de la historia. Los hechos ideológicos nunca fueron simples quimeras, sino la conciencia deformada de las realidades, y, como tales, factores reales que ejercen una acción deformante real; tanto más cuanto que la materialización de la ideología provocada por el éxito concreto de la producción económica autónoma, en forma de espectáculo, prácticamente confunde con la realidad social una ideología que logró recortar toda la realidad según su modelo” (Debord, § 212, 1997).
– ¡Debord a la cabeza! La contravención de la filosofía en torno a los efectos purgantes del Mayo del 68.
16.
Apropiarse y superar críticamente el plano ideológico parece ser uno de los desafíos proyectivos de la filosofía contemporánea de tránsito hacia (a) Filosofía del Futuro, bajo fuertes niebla. Con el propósito conspicuo de pensar el movimiento real de la sociedad, en el sentido de que la crítica efectiva a la ideología materializada pueda pasar a formar parte de la filosofía.
Se de hecho, la supresión de la victoria del positivismo, marcada por la filosofía analítica, la tecnociencia, la tecnobiología, la behaviorismo (convirtiéndose en psicología experimental) y, de manera complementaria, por la neurociencia, aunque aparentemente fuera del marco positivista del conocimiento científico o pseudocientífico.
Sin olvidar, en el límite, el neoliberalismo y el toyotismo. Para retomar el espíritu genuino de la dialéctica inventada por Platón, reinventada por Hegel, finalizada (en abierto) por Marx, bajo la forma de la pregunta inaugural sobre “lo que es”, como fundamento de la ontología. La herramienta de la pregunta directa puede brindar una alternativa, desde el horizonte de la niebla, para desdibujar la comprensión de lo que sucede frente a la acumulación de trabajo muerto, la investigación científica y su aplicabilidad tecnológica, junto con la apropiación y destrucción de la naturaleza en el mismo tiempo límite de irreversibilidad. Más allá de la monstruosidad de la plusvalía universalizada.
– Se ve que este es un problema ético-político, y la política precede al ser.
17.
ensayando ¿Cuál es el problema ético de la dominación material planetaria a través del factor económico, bajo la corriente neoliberal? ¿Qué significa entrar y destruir las formas más o menos tradicionales de organización de la vida social y, además, destruir la naturaleza, en vista de la producción y consumo de bienes superfluos, que en una parte significativa son prescindibles para el mantenimiento mismo? de la vida, biológica y social? ¿Por qué todas las porosidades invadidas aparecen como requisitos inevitables del orden expandido e ilimitado del orden económico? Lo que las filosofías contemporáneas han ofrecido en forma de análisis crítico radical, para señalar la línea de la (in)viabilidad práctica de superar los problemas generados por el sistema económico, reforzando así parte de la alienación humana en curso, como si ¿Se cumpliría el destino humano?
– sísifo, el héroe absurdo de la obra, metamorfoseado, parece indistinguible de la piedra que lo empuja cerro arriba.
18.
A principios del siglo XX, algunos filósofos de inspiración marxista se centraron en la dificultad teórica y práctica de criticar el modo de producción capitalista y la urgencia política de expandir el régimen socialista, considerado el invento político-filosófico relevante del siglo XIX. Así, entre las filosofías en circulación –en los vientos de un presunto nuevo viento histórico–, quizás la más destacada para un horizonte futuro sea la de Ernst Bloch. Recomponiendo la posibilidad de que la filosofía supere su propio superyó, bajo el renovado espíritu de la utopía concreta, amalgamada con la ontología del “todavía-no-ser” o “todavía-no-conciencia”. Para ir más allá de la tradición consolidada por la acumulación de sabiduría, proyectada y cumplida desde la forma de la Historia de la Filosofía y sus múltiples planos: ética, estética, saber, lógica, lenguaje, método, política, filosofía de la ciencia, metafísica, ontología, filosofía de la religión, filosofía de las ciencias humanas y (la descarriada) filosofía de la educación. En movimiento para saltar hacia adelante en un nuevo frontal o trasero.[X]
Hay que admitir que el edificio de laberintos de planos se levantó sobre sólidos cimientos: la finísima argamasa mítica y la dureza mineral de la racionalidad rasgos registrados en los poemas homéricos, particularmente en los Odisea, antes del advenimiento “oficial” del poder crítico de la razón, la Filosofía, alrededor del siglo VI a.C. C. Así, la Filosofía, soportada con tanto peso y gloria, fruto de la dilatación capilar, dada la porosidad del conocimiento de su contenido, junto con la teología, el arte y la ciencia cristianos, podrá, después de todo, por hipótesis llevar fuera si? – Si ese sigue siendo el caso.
Este es el desafío posible que debe lanzarse a la filosofía contemporánea, anticipada como fue por la invención de Hegel, al soplo de proyección y eficacia del Espíritu Absoluto, al término de la proyección de su giro histórico-filosófico completo. Marx pensó en el futuro de la filosofía, apostando: “Así como la filosofía encuentra sus armas materiales en el proletariado, el proletariado encuentra sus armas espirituales en la filosofía. […] la cabeza de esta emancipación es la filosofía, el proletariado es su corazón. La filosofía no puede hacerse efectiva sin la supersuposición [abrogación] del proletariado, el proletariado no puede ser suprimido sin la realización de la filosofía” (Marx, 2010, pp. 155-156).
– Sin embargo, la hábil arquitectura de hacer efectiva la filosofía a través del vínculo con el proletariado parece postergada o suspendida.
19.
En un paso crítico, inmediatamente después de Hegel, el desafío fue explicitado por Marx desde la comprensión ontológica de la materialidad histórica, sintetizado en la premisa: “No se puede reprimir la filosofía sin darse cuenta(MARX, 2010, p. 150). Posteriormente, fue aclarado por la tesis 11 ad Feuerbach: “Los filósofos hasta el día de hoy interpretado el mundo, de otra manera, permanece convertirlo”, en traducción adaptada.[Xi] Imbuido de tal perspectiva, a mediados de la segunda mitad del siglo pasado, bajo el impacto político de la Revolución Rusa, la noción de un “reemplazo” de la filosofía circuló por toda Europa, con débiles ecos fuera de ella, –en la cara de las pretensiones de la ciencia y la ciencia tecnología, que, en el proceso de metamorfosis, se convertiría en metafilosofía.
Roland Corbisier (1914-2005), uno de los fundadores de la ISEB de inspiración hegeliana, para la entrada “Filosofía”, registró: “En el umbral de la mayor revolución de todos los tiempos, la revolución social y tecnológica, estaría la filosofía en en crisis, a punto de sufrir una metamorfosis o de ser sustituida por otras formas de reflexión y conocimiento? La pregunta es legítima, y filósofos como Henry Lefebvre sostienen que la filosofía en crisis será superada y sustituida por la metafilosofía. Otros, como Heidegger, creen que, con la reconversión de la metafísica, operada por Marx, (sic), la filosofía ha llegado a su posibilidad extrema, entrando en la fase terminal. (Así), el 'devenir filosofía del mundo' sería también 'un devenir mundo de la filosofía'” (Corbisier, 1974, p. 71).
– Noción, aparentemente, desapareció del radar filosófico. ¿O no?
20.
Sin embargo, ¿qué filosofía puede ofrecer la oportunidad de romper con los lazos circunstanciales y no circunstanciales, generados por la propia producción filosófica, en escala, y proyectar un nuevo amanecer filosófico, de los tantos que aún no han amanecido? Si se admiten las diversas luces encendidas por la razón en la Historia, desde la antigua filosofía griega, asimiladas y ampliadas por la luz de la revelación cristiana, durante la Antigüedad Tardía y la Edad Media. A su vez, la Ilustración, que negó la ilustración cristiana, sólo cumplió parcialmente su propósito, el de la emancipación humana. in totum et totaliter, cuya denuncia de ineficacia procedía de la precisión de la filosofía marxista, que parece ser la última luz nueva para problematizar las anteriores, sin haber obtenido todavía una eficacia real, si por casualidad llega a buen puerto.
Ya que la filosofía nietzscheana ofreció un profundo balance crítico del uso de la razón en Occidente y la crítica de la decadencia burguesa, eso es todo. quizás entre los linajes marxistas, sobre todo el del llamado marxismo “occidental”, como hipótesis, la filosofía de Ernst Bloch pueda al menos presentar el ensayo de una nueva frontal o trasero, para sustituir el citado desafío, con razón, en una nueva clave: la de docta spes, “esperanza entendida”, nombre fantasioso de la ontología “todavía-no-ser” o “todavía-no-consciente”, pues, la “filosofía de la esperanza entendida se sitúa, [...], por definición al frente del proceso del mundo, es decir, en el tramo más avanzado, muy poco reflejado del ser, de la materia movida utópicamente abierta” (Bloch, I, 16, p. 198).
21.
Konstantinos Kavafis: “Los hombres saben las cosas que ocurren. [...] De las cosas por venir, los sabios perciben / los que se acercan". El tema del futuro, ciertamente, tuvo menos relevancia en la Antigüedad que en la actualidad. Por cierto, “Varro, en su primer intento de producir una gramática latina, olvidó el futurum” (Bloch, I, “Prefacio”, 2005, p. 16). Hoy, el problema del futuro apunta al estrechamiento de la Camino de la Cruz del Grand Hotel abismo de la filosofía, bajo los arcos de la obstinada confluencia del capital financiero, el toyotismo, el neoliberalismo/autoritarismo/totalitarismo, la tecnociencia, la destrucción de la naturaleza, la venganza religiosa, la brutal explotación visceral del trabajo, la precariedad del trabajo, frente a la la única virtud que queda en la caja de Pandora moderna: la docta spes, prospectado por Ernst Bloch.
Habrá posibilidad de una nueva Iluminación empezar desde docta spes? Preferiblemente, junto con la ética de la responsabilidad, acuñada por Hans Jonas, que, como la filosofía de Bloch, fue concebida bajo plena niebla.[Xii]
*Antonio José Romera Valverde es profesor del Departamento de Filosofía de la PUC-SP.
Publicado originalmente en Peruzzo Jr., L. (org.). El futuro de la filosofía, Curitiba, CRV, 2019.
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[i] Konstantinos Kavafis (1863-1933), poeta de habla griega, nacido y muerto en Alejandría, Egipto, inspirado en un pasaje de Filóstrato: “Porque los dioses perciben las cosas por venir; hombres, las que ocurren; y los sabios, los que se acercan (FILÓSTRATO, Vida de Apolonio de Tyana, VIII, 7), y bajo el ascetismo epicúreo, escribió el poema “46. y los sabios, los que se acercan, In KAVÁFIS, K., poemas, traducción Isis Borges B. da Fonseca, São Paulo, Odysseus, 2006, p. 135.
[ii] Marcuse había anticipado la cuestión en los años treinta del siglo pasado, en el texto “El combate contra el liberalismo en la concepción totalitaria del Estado”, que dice: “Hay una prueba clásica del parentesco interno entre la teoría social liberal y la teoría totalitaria del Estado… (MARCUSE, 1997, p. 53).”
[iii] Dardot y Laval, en La nueva razón del mundo: ensayo sobre la sociedad neoliberal, (2016), analiza, interdisciplinarmente, el neoliberalismo como “racionalidad global”, no solo ideología y economía, así como el propósito de destruir las adquisiciones democráticas y los derechos civiles. Con énfasis en el cálculo del sufrimiento psíquico para ser transformado en DESEO como factor para aumentar la fuerza productiva del trabajador. Dejando atrás las propuestas del liberalismo clásico y de los utilitaristas Bentham y Stuart Mill.
[iv] “Los grandes pensadores, desde Galileo hasta Freud, no se contentaron con descubrimientos solitarios; buscaron y encontraron una audiencia. Si parecen demasiado distantes, un estándar demasiado alto, mi criterio es la última generación de intelectuales estadounidenses. Ellos también se dirigieron a una audiencia, la siguiente generación no lo hizo. […] Los intelectuales independientes, que escribieron para el lector culto, están al borde de la extinción; […] Una ironía caracteriza esta investigación de una generación ausente. Los intelectuales ausentes de la vida pública son principalmente aquellos que alcanzaron la mayoría de edad en la década de 60, un nombre abreviado para los trastornos que duraron casi quince años. […] Se convirtieron en sociólogas radicales, historiadoras marxistas, teóricas feministas, pero no precisamente intelectuales. público (JACOBY, 1990, pp. 19 y 21).” Por cierto, a través de la clave semiológica del análisis, Roland Barthes registró: “Ante el maestro, que está del lado de la palabra, llamemos escritor a cada operador de lenguaje en el lado de la escritura; entre los dos, el intelectual: el que imprime y publica su discurso. No hay incompatibilidad entre el lenguaje del profesor y el del intelectual (muchas veces coexisten en el mismo individuo); pero el escritor está solo, separado: la escritura comienza donde el habla se convierte en imposible (BARTHES, 1975, págs. 25-26).”
[V] la novela premiada ruido blanco, de Don De Lillo, de 1985, retrata la mediocre vida de los profesores universitarios norteamericanos, desesperados por surfear la ola toyotista de la producción de papeles. Las cátedras académicas especializadas en Elvis Presley y Hitler cumplen el rol de innovar la investigación y obtener la Gracias de las agencias de financiación. Sin embargo, los maestros se consuelan de su soledad con el consumo superpuesto de bienes, que llenan falsas necesidades, en la antesala de la locura.
[VI] Marcuse amplió la imagen del intelectual señalando al ingeniero, al tecnólogo y al técnico que, comprometiéndose política y críticamente, –ya que el drama contemporáneo es el de integración al orden capitalista administrado- podría poner en picada el funcionamiento de las instituciones administrativas, se desarrollar una nueva tecnología no instrumental. Además de diseñar agencias de producción que no explotaran despilfarradoramente la naturaleza, y promovieran la pacificación de la existencia, bajo la tendencia de Eros a dominar a Tánatos, en una civilización libidinal para el futuro cercano.
ilustrando “[…] el hombre se encuentra con la naturaleza transformada por la sociedad, sujeto a una racionalidad específica que se ha convertido, cada vez más, en una racionalidad tecnológica e instrumentalista, sometida a las exigencias del capitalismo. Y esta racionalidad terminó también por influir en la propia naturaleza del hombre, actuando en contra de sus impulsos primordiales. Para recordar sólo dos características de las formas contemporáneas de adaptación de los impulsos primordiales a las necesidades del sistema establecido: la orientación social de agresividad, al trasladar el acto agresivo a instrumentos técnicos, reduciendo así el sentimiento de culpa; y la orientación social de sexualidad, a través de la desublimación controlada, de la industria plástica de la belleza, lo que conduce a una reducción del sentimiento de culpa y promueve, por tanto, una satisfacción 'legítima' (MARCUSE, 1973, pp. 63-64).”
“La liberación de la naturaleza es la recuperación de las fuerzas estimulantes de la vida en la naturaleza, las cualidades estéticas sensuales que son ajenas a una vida desperdiciada en interminables actuaciones competitivas; sugieren nuevas cualidades de libertad. […] La naturaleza, cuando no se la deja sola y protegida como 'reserva', es tratada de manera agresivamente científica; existe para ser dominado; es una materia libre de valor, un material. Esta noción de naturaleza es una a priori histórico, pertinente a una forma específica de sociedad (MARCUSE, 1973, pp. 64-65).”
[Vii] En el contexto de la civilización luso-brasileña, la primera y quizás única gran obra para pensar el futuro es el Historia del Futuro, por el jesuita P. Antônio Vieira (Lisboa, 1608-Salvador, 1697), que, en palabras del organizador de la obra, había sido “aprobado por los censores y con licencias del Santo Oficio y de Palacio, salió a la luz, en Lisboa, en 1718, editado por el taller de Antonio Pedrozo Galram, obra del P. antonio vieira Historia del futuro: libro anterior. Prolegómenos a toda historia futura, en los que se declara el fin y se prueban sus fundamentos. Materia, verdad y utilidad de la historia del futuro (VIEIRA, 2005, p. 19).” Vieira, quien, según Fernando Pessoa, es el “emperador de la lengua portuguesa”, anticipó la historia del futuro en los cuatro volúmenes de La llave de los profetas (Clavis Prophetarum), (VIEIRA, Loyola, 2014). En Historia del Futuro hay una proyección del sebastianismo y del V Imperio portugués, basada en la interpretación de los libros proféticos, que subyace en la tesis: “Nada puede prometerse a la naturaleza humana más acorde con su mayor apetito, ni más superior a toda su capacidad, que las noticias de los tiempos futuros y los éxitos.” Y el techo ideológico de la Inquisición, cuyas armas acabaron llegando a Vieira, manteniéndolo prisionero entre 1665 y 1667, tras lo cual fue absuelto por el Papa Clemente X. Y se abrió el futuro.
[Viii] Os Principios de la filosofía del futuro fueron precedidos por dos textos, titulados “Necesidad de una reforma de la Filosofía” y “Tesis Provisionales para la Reforma de la Filosofía”, de 1842 (FEUERBACH, 2002, pp. 13-18 y pp. 19-35, respectivamente).
[Ex] No conviene parafrasear a Nietzsche.
[X] el termino militar frontal o trasero saltó a la literatura con la novela nada nuevo en occidente (Nada nuevo en frontal o trasero), del veterano de la Primera Guerra Mundial Erich Maria Remarque, publicado en diciembre de 1928. De hecho, la novela de Remarque se oponía a una anterior, En Stalhelgemitter (La tormenta de acero), de Ernst Jünger, de 1922, – un elogio de la guerra. La intención de Remarque era disuadir a los jóvenes de participar en guerras.
[Xi] Las “Tesis ad Feuerbach”, escrito durante la primavera de 1845, nunca se convirtió en un libro, como pretendía Marx, publicado póstumamente como una adición a Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, por Engels, en 1888. He aquí dos traducciones de la “11ª tesis": “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo, de otra manera, encaja convertirlo (MARX, 1978, p. 53).” Otro, “Solo filósofos interpretado el mundo de diferentes maneras, lo que importa es transformarlo (MARX, 2007, p. 535).” Por cierto, compruebe el análisis fino, el desmontaje y la asimilación de los Tesis a la filosofía de la esperanza, In BLOCH, “19. La transformación del mundo o la once tesis de Marx sobre Feuerbach (BLOCH, 2005, I, 19, pp. 246-282).”
[Xii] “[…] el cambio de siglo coincidió con la transición del 'principio de esperanza' al 'principio de responsabilidad'. […] El ‘principio de responsabilidad’ surgió cuando el futuro se nubló (TRAVERSO, 2018, p. 38).” – Más nublado.