por ANA LÚCIA VA, CLAUDIA MIRANDA & RENATO FRANCISCO*
La naturaleza de una organización sindical y la participación de la categoría en diferentes espacios deliberativos
1.
En períodos de movilización de los trabajadores por mejores condiciones para el desempeño de sus funciones, vuelve a escena la controversia sobre el lugar y el papel de los medios de organización del trabajo. En los intensos debates que se desarrollan en los foros deliberativos de las categorías emergen versiones contrapuestas sobre la naturaleza de los sindicatos y asociaciones, así como sobre la participación en diferentes espacios de coordinación y lucha.
Uno de los argumentos que circuló en las asambleas docentes de la Universidad Federal de Bahía (UFBA) afirma que el sindicato no es una empresa y, por tanto, no debe ser considerado propiedad de su dirección. A esta premisa le sigue la conclusión, obvia según sus formuladores, de que el sindicato, en el contexto de una huelga de categoría, debe ser dirigido por la mayoría de los presentes en las asambleas y reuniones del comando de huelga autoconstituido.
Aunque podemos estar de acuerdo con la premisa, podemos llegar a una conclusión diferente a la presentada anteriormente. De hecho, el sindicato no puede ser considerado una empresa. Es, más bien, una organización social creada y administrada por sus miembros con base en un estatuto, aprobado en asamblea, que establece los derechos y deberes de sus miembros, formas de organización y gestión, entre otras normas pertinentes.
Por lo general, las organizaciones sindicales tienen en sus estatutos una forma de elegir a los representantes de la categoría, quienes luego pasan a ser responsables de su gestión, por un período determinado y con reglas de conducta y deliberación establecidas. El proceso electoral involucra la participación de todos los afiliados que estén al corriente de sus obligaciones en relación con el sindicato. Desde el momento en que concluye este proceso y durante la duración del mandato, la junta electa pasa a representar a sus miembros, siendo responsable de sus acciones y respondiendo a los intereses de toda su base.
Por lo tanto, aún cuando nos encontremos en un período excepcional, como en épocas de huelga de categorías, sigue vigente lo estipulado en el estatuto, incluido el mandato de la junta directiva elegida por la mayoría de sus miembros. Incluso si los miembros movilizados de la categoría, reunidos en el comando de huelga, reivindican el derecho, basándose en una supuesta tradición establecida en huelgas anteriores, de sustituir a los representantes con un mandato actual, la junta tiene en última instancia la prerrogativa de definir las acciones a seguir. llevado a cabo, respetando siempre el estatus y los intereses de toda la base afiliada que lo eligió.
Ahora, la junta fue elegida, en un proceso legítimo, para representar a todos los miembros, y debe rendir cuentas y responder ante ellos, no sólo ante los miembros políticamente activos de la categoría, que participan en asambleas y reuniones del comando de huelga. La junta es responsable de administrar los recursos provenientes de los aportes sindicales y de toda la estructura del sindicato, ya que se le otorgó un mandato mediante un procedimiento establecido por estatuto, en el que todos tenían derecho a participar y cuyo voto tiene igual peso, independientemente. de su voluntad de participar en espacios organizativos establecidos en períodos excepcionales.
2.
Sabemos que cada vez es más difícil que los docentes estén dispuestos a participar en los diferentes espacios de la categoría, especialmente en asambleas y comandos de huelga. Históricamente hemos observado estrategias de prolongación de las reuniones, que agotan a los interesados en las decisiones. Hay secuencias de cuestiones de orden y aclaraciones, que se repiten en los siguientes discursos, que terminan retrasando la deliberación indefinidamente.
Cuando se gana la votación de la agenda, tenemos otra secuencia de discursos, supuestamente de reflexión y formación política, además de permitir la expresión de opiniones contradictorias. Sin embargo, lo que se espera y lo que realmente sucede nunca ha sido tan diferente: brutalidad, comunicación violenta, vergüenza, falta de respeto, gritos que contribuyen a alienar y silenciar a personas que no se alinean con el pensamiento de la mayoría allí establecida.
En lugar de ser espacios para la formación de consensos, para la identificación mutua de los docentes y para la promoción del sentido de pertenencia, las asambleas han promovido conflictos fratricidas y la desunión de la categoría. Los conflictos políticos, que se originan fuera del espacio universitario, acaban desbordándose en estos espacios y alienando a una parte importante del profesorado.
En este contexto, grupos que cuentan con el apoyo de la mayoría del pleno violan el estatuto del sindicato para que prevalezcan sus ideales, en detrimento de la expresión de todos los afectados por las decisiones a tomar. Es interesante observar la reacción explosiva por parte de los actores/actrices que participan en los espacios organizativos de la categoría docente, en varias universidades brasileñas, ante la mera sugerencia de que se adopten instrumentos de deliberación que amplíen el derecho al voto, en decisiones fundamentales para sus vidas, a personas que no están físicamente presentes en las asambleas.
¿Qué justifica, después de todo, el rechazo de métodos de consulta que permitirían la expresión de personas que, por diversas razones, no participan en estos espacios?
3.
Finalmente, por más que la movilización de la categoría y su coordinación en asambleas y comandos de huelga sean importantes para llevar a cabo luchas por mejores condiciones de trabajo, no se puede perder de vista que el sindicato es una organización de todos sus asociados, independientemente de su voluntad de participar en estos espacios.
Si no fuera así, no sería necesario celebrar elecciones para la dirección del sindicato: bastaría con que un grupo, que no cuenta con el apoyo más amplio de la categoría, se organizara para, en cada período, proponer en una asamblea el lanzamiento de huelgas y, así, tomar el control de los recursos del sindicato como si fueran suyos. El resultado más probable sería una desafiliación masiva del sindicato y la pérdida de su legitimidad.
Nadie quiere que sus contribuciones sindicales se apropien de grupos que no tienen la responsabilidad de rendir cuentas ante sus pares ni deben rendir cuentas a quienes, después de todo, no los eligieron como sus representantes.
*Ana Lucía va Es profesor de fisioterapia en la Universidad Federal de Bahía (UFBA).
*Claudia Miranda. es profesor del Departamento de Educación Física de la UFBA.
*Renato Francisquini Profesor del Departamento de Ciencia Política de la UFBA.
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