por EMILIO CAFASSI*
La amenaza a las instituciones universitarias y sindicales argentinas derivó en una gigantesca e histórica manifestación contra el gobierno de Milei
Era esperado; Yo esperaba que. Los ríos humanos desbordaron los canales de las ciudades en todo el país. La conquista de las calles sigue un proceso acumulativo, particularmente en la capital argentina. Fue el 24 de enero con el llamado de la CGT que reforzó la presencia y participación en las embrionarias asambleas populares y grupos autoconvocados que aún sobreviven de manera limitada. Luego el 8 de marzo por la igualdad de género y más tarde el sonoro 24 de marzo por la memoria, que superó en varias cuadras los límites de la historia. Plaza de Mayo.
En el caso que analizaré, el 23 de abril, no recuerdo haber tenido tanta dificultad para alcanzar el punto de concentración de mi profesorado, ni tal nivel de densidad de personas por superficie, hasta el límite de la asfixia. Superó todo lo vivido en 40 años de vigencia constitucional, abundantes en protestas callejeras. Cerrar esta publicación al regresar de la marcha me hace apresurarme a escribir, tanto como me impide analizar las repercusiones que inevitablemente tendrá. No sólo por su magnitud en la ciudad de Buenos Aires, sino en todo el país.
La policía, siempre subestimando, estimó la asistencia en más de 150 mil personas. Para los organizadores fue de 800 mil. El periódico argentino La Nación, que suele seguir la negligencia policial, desarrolló una infografía con una estimación aproximada de 430 mil en base a tres categorías de densidad por metro cuadrado: cuatro en el área más comprimida, dos en el promedio y uno en el área dispersa, aplicando estas reglas en todo el territorio. Toda la superficie de calles y avenidas relevadas por drones. Posiblemente la realidad esté más cerca de una intersección entre la estimación más optimista y la del periódico. Toda la prensa, sin embargo, parece aceptar sin mayores detalles ni cálculos que fueron más de 1.000.000 en todo el territorio nacional. Verdaderamente histórico.
La semana anterior, el gobierno comenzó a implementar maniobras con el objetivo de romper o eventualmente debilitar el llamado. Comenzó afirmando que había llegado a un acuerdo con las universidades para garantizar el funcionamiento, ya que otorgaría un aumento limitado a dichos gastos. Fue simplemente un anuncio informal y unilateral que, en el mejor de los casos, sólo cubriría el 10% de las necesidades básicas.
El Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) rechazó la medida, insistiendo en la invitación a la marcha. El partido en el poder siguió ejerciendo presión individual sobre los rectores del CIN y los gobernadores de las provincias, necesariamente cercanos e interesados en la oferta universitaria en su territorio, con la misma metodología que el ministro del Interior utiliza con ellos para convencer a los parlamentarios. en sus distritos para votar el nuevo proyecto de ley general reducido: el chantaje. A pesar de que se habla de renovar la política, siguen apelando a lo peor que hay en ella: la corrupción y el intercambio de favores y recursos entre representantes a puerta cerrada y a espaldas de aquellos a quienes representan. La ofensiva culminó con la amenaza de ratificación del temible protocolo de seguridad de la ministra Patrícia Bullrich, violando el derecho constitucional a la protesta y a la libertad de asociación y reunión, ya utilizado en manifestaciones más pequeñas con cientos de participantes golpeados, heridos, intoxicados y detenidos -además de heridos-. periodistas.
Ya durante la desconcentración, las dos máximas autoridades mostraron, a través de X (antes Twitter) en un caso, y a través de Instagram en otro, el odio repugnante que los anima y el clima de violencia y crueldad que proyectan en la sociedad. El vicepresidente Villarruel publicó una foto de Taty Almeida, madre de Plaza de Mayo hablando en el escenario con la siguiente frase: “Hebe qué perdiste” (la omisión de la coma es del autor). Alude a una de las fundadoras y líder de las Madres, Hebe de Bonafini, a quien “perdiste” porque murió hace poco más de un año. Revelando la naturaleza de este empleado.
El presidente Javier Milei, por su parte, publicó un dibujo de un león (normalmente se presenta diciendo en tono rugiente: “Hola, soy el león”) bebiendo de una taza con la inscripción “lágrimas de izquierdistas”. No deja de ser alentador que la tiranía de Javier Milei lo lleve a detonar sin mayores condiciones las alianzas que le ofrece, ampliando la temática de sus fragmentos comunicacionales. En su discurso en Davos, metió a los magnates y líderes presentes en el mismo saco “colectivista” que incluía a todos, desde nazis, keynesianos y neoclásicos. Consideró al parlamento argentino un “nido de ratas”, al que al mismo tiempo exige la aprobación de sus proyectos de ley.
Mención de Edipo merece el caso del ex ministro de Economía ultraliberal López Murphy, expulsado por el gobierno de la Alianza, porque lo consideraba su “segundo padre”, al celebrar su candidatura a diputado. Javier Milei, una vez fuera, mencionó esto al advertir a su audiencia que “es bueno que sepan quiénes son los que se disfrazan de liberales y son verdaderas aberraciones que van en contra de las ideas”.
Un destino similar corrió más de una docena de periodistas, la mayoría de los cuales demostraron gran indulgencia, espíritu de colaboración y sumisión a sus ataques. No sólo odia a los izquierdistas. De esta manera, se presenta como un cruzado heroico y solitario frente a un ejército de mercenarios del “socialismo estatista”, aunque ellos no lo saben. Un Rambo en una guerra de los reality shows y tuits.
Así como para McLuhan el mensaje era el medio, para Javier Milei el odio es política. El vínculo entre dogma y violencia nos remonta al oscurantismo conservador y religioso del siglo XVIII, contra el que se posicionaron los filósofos de la Ilustración, entre los que prefiero incluir a Immanuel Kant, contrariamente al juicio de Frederich Nietzsche que le atribuyó la oscuridad. por su complejo estilo literario y la ausencia de mediaciones explicativas.
Kant respondería que la inteligencia se puede medir por la cantidad de incertidumbre que es capaz de soportar. Independientemente de esta detallada distinción, sigue siendo útil para la discusión sobre el progreso universitario, cuando en su pequeño libro sobre la disputa entre facultades, defiende el poder crítico de la facultad filosófica, frente a los tres saberes prácticos restantes de la época (derecho, medicina y teología) porque tienen la posibilidad de investigar las doctrinas específicas que deben transmitir dogmáticamente (El Streit Der Facultaten).
Javier Milei no puede tolerar una sola incertidumbre, su concepción es que las facultades adoctrinan, por eso imagina que se ha formado todo el arco ideológico contra el que lucha valientemente. Lo que Javier Milei considera adoctrinamiento es lo que hace dos siglos y medio Kant atribuía a la facultad filosófica y a la ilustración como avance y difusión del conocimiento. Hace poco más de un siglo, los protagonistas de la reforma universitaria de 1918 en Córdoba sostenían que si “en nombre del orden quieren seguir burlándose y brutalizándonos, proclamamos a gritos el derecho a la insurrección”.
También en Córdoba, hace casi medio siglo, los protagonistas del “Cordobazo”, los sindicatos más combativos de la época, mantuvieron una alianza de trabajadores y estudiantes para enfrentar la represión de la dictadura. El mismo que tres años antes desplazó la ocupación de cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires cuando intervino esa dictadura, eliminando así el cogobierno. Obligó al éxodo de sus mejores exponentes en la conocida “noche de los palos largos” de 1966.
No pretendo que exista una correspondencia mecánica entre estos acontecimientos y los que permitieron la marcha de esta semana. Sin embargo, hay tres enfoques. Por un lado, el gobierno de Javier Milei, aunque no es una dictadura, tiene tantos rasgos de autoritarismo y violencia represiva que pone bajo presión la validez de las garantías constitucionales. Sin embargo, más allá de eso, las universidades no están bajo intervención, ni tampoco la prensa.
Por otro lado, las representaciones sindicales actuales no tienen el perfil combativo ni la influencia sobre el cada vez más precario e informal mundo del trabajo, como lo tuvieron durante gran parte de la década de 1960. Finalmente, el actual movimiento estudiantil es mucho más heterogéneo debido al aumento exponencial. en las universidades, sus estudiantes y su penetración en todo el territorio nacional. El Consejo Nacional Interuniversitario, más amplio y diverso, ahora también difiere del de hace medio siglo.
Sin embargo, la naturaleza de la amenaza, la intervención de instituciones universitarias y sindicales, desafió a una magnitud sin precedentes de la población que respondió a un llamado que consideraban unitario y unificador. La diversidad ideológico-partidista del Consejo Nacional Interuniversitario y el pluralismo de las principales universidades, la estructuración de un frente intersindical universitario, el apoyo de las tres confederaciones sindicales, algunas organizaciones piqueteras y algo aún más poderoso: el imaginario de ascenso social movilidad que tiene el público universitario en la sociedad lo que significa que, según el último registro (2022), 2.162.497 adultos estudiaron en 73 universidades públicas frente a 551.330 en universidades privadas (de excelencia, investigación y extensión, con algunas excepciones puntuales). De los retretes surgieron cuatro de los cinco políticos, no casualmente conservadores, para usar una expresión suave, que se postularon para presidente en la última década: Macri, Scioli, Massa y Milei.
Aunque parezca trillado, unas mínimas conclusiones provisionales indicarían que sobre esta alianza larval la resistencia podría profundizarse. Sobre todo, buscar formas de institucionalizar las coordinaciones que efectivamente se constituyeron. El detalle debería dejarse para una futura contribución.
Recordaré haber participado en un partido colosal, heterogéneo, ruidoso y transversal. Festival de abrazos, sorpresas y reencuentros. Oxigenando en el apretón de bienvenida, compresión pulmonar paradójica.
*Emilio Cafassi es profesor titular de sociología en la Universidad de Buenos Aires.
Traducción: Arturo Scavone.
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