por JONES MANOEL*
Presentación del libro recién publicado de Domenico Losurdo
Reconstrucción de la propuesta comunista y revolución en el siglo XXI
El título dado a este volumen, Colonialismo y lucha anticolonial: desafíos de la revolución en el siglo XXI, subraya cuál es el centro de su reflexión. No es un trabajo organizado por Losurdo, sino una selección de escritos, algunos inéditos en portugués, algunos ya conocidos por el público, otros retraducidos o revisados. Lo que los une es la centralidad de la cuestión colonial en la historia de la modernidad burguesa y la importancia del anticolonialismo en la lucha por la revolución socialista en el siglo XXI.
Repensar la historia de la modernidad y los conflictos sociales a la luz de la cuestión colonial es un elemento central de la producción losurdiana. No es “sólo” una cuestión historiográfica y filosófica en cuanto a la batalla de ideas, sino un tema candente de conflictos práctico-políticos en Brasil y en el mundo.
El libro está dividido en cuatro partes. El primero es “Colonialismo y Neocolonialismo”, y consta de tres escritos: “Panamá, Irak, Yugoslavia: Estados Unidos y las guerras coloniales del siglo XXI”; “El sionismo y la tragedia del pueblo palestino”; y “Se entiende el dominio de la manipulación: ¿qué pasa en Siria?”. Losurdo muestra en estos escritos que la contrarrevolución de 1989-1991 provocó una rehabilitación de la tradición colonial en todos los niveles -desde el cultural hasta el militar- y que el fin de la Guerra Fría no significó el establecimiento de la paz, sino el resurgimiento de la militarismo del imperialismo en forma de guerras neocoloniales: solo bajo Bill Clinton, Estados Unidos participó en 48 acciones militares.
Además de debatir la rehabilitación de la tradición colonial, Losurdo señala elementos del colonialismo clásico que nunca fueron superados. En el caso de los palestinos, el sionismo opera un tipo de dominación clásica: ocupación militar, régimen de segregación racial, control despótico sobre los recursos naturales, deshumanización del pueblo dominado y todos los demás determinantes de la larga duración histórica del colonialismo.
Señalar, sin embargo, la permanencia de las formas clásicas del colonialismo no significa que “nada haya cambiado”. El teórico italiano también trabaja sobre el papel de las redes sociales e internet en las guerras neocoloniales, las operaciones psicológicas a gran escala y las acciones de “cambio de régimen”. Recorre una larga historia del papel de la manipulación y la mentira institucional en la política exterior del imperialismo y muestra cómo la era de Internet, lejos de ser un ámbito de comunicación horizontal y libertad de opinión, ha mejorado la capacidad de Estados Unidos para subyugar a otros pueblos.
En la segunda parte del libro, titulada “Imperialismo, guerra y lucha por la paz” y compuesta por los escritos “Palmiro Togliatti y la lucha por la paz ayer y hoy”, “Por qué es urgente combatir la OTAN y redescubrir el sentido de acción política” y “La industria de la mentira como parte integral de la máquina de guerra del imperialismo”, el foco es la lucha por la paz, contra las guerras y por la autodeterminación de los pueblos. Como buen comunista, Losurdo no podía pensar sólo en denunciar el problema, o interpretar el mundo, al fin y al cabo, lo esencial es transformarlo.
El filósofo hace que el debate pase de un nivel teórico más abstracto a un nivel superior de concreción práctico-política. En el primer artículo, utilizando las reflexiones de Palmiro Togliatti, muestra la importancia de reflexionar sobre la dimensión histórica de la política y no pensar en la praxis como una mera recreación de formas pasadas. Muchos no pudieron entender, en ese momento, las diferencias entre la primera y la segunda guerra mundial (con tendencia a repetir tácticas de acción, consignas, etc.) y entre la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Losurdo busca presentar un marco teórico-metodológico para realizar un “análisis concreto de la situación concreta” en la lucha contra la guerra.
El segundo escrito, en menor grado de abstracción, trata de los problemas enfrentados en la construcción de una campaña contra la OTAN en Italia. El filósofo se encuentra tanto con la dificultad de algunos sectores para aceptar el carácter más amplio -más allá de comunistas y marxistas- de una campaña por la paz y contra la OTAN como con la dificultad de quienes piensan que consignas leídas como “pacifistas” no son lo suficientemente revolucionarias . La reflexión del autor, aunque ligada al contexto italiano, es útil para la izquierda brasileña, especialmente para aquellos sectores que se niegan a defender la soberanía nacional venezolana y luchan contra la guerra por antagonismos con el gobierno de Nicolás Maduro, o que guardan silencio sobre el diario Masacres en Colombia por desencuentros históricos con las FARC.
En el tercer escrito, retomando nuevamente el debate sobre la mentira institucional y la manipulación como arma de guerra y dominación, Losurdo busca teorizar sobre las formas en que la izquierda podría escapar a estas acciones. Resistir las manipulaciones del imperialismo no es fácil. Cuando George W. Bush intentó invadir Irak, avivando la mentira de las “armas de destrucción masiva” en el país, las pocas voces críticas que se alzaron fueron acusadas de simpatizar con el dictador iraquí y con las barbaridades cometidas por su régimen, tales como como la masacre de los kurdos, traída a la imagen para implicar que cualquiera que dudara de la necesidad de derrocar a Saddam Hussein estaba coqueteando con estas atrocidades en algún nivel.
Losurdo contribuyó decisivamente al examen de la resistencia a estas operaciones de terrorismo psicológico, de anulación del pensamiento crítico, alejándose de la dicotomía de base liberal –y siempre instrumentalizada por el imperialismo– de pensar la geopolítica como una confrontación global de “autoritarismo versus democracia” – oficial de justificación para destruir Libia, atacar Siria, cercar a Venezuela, etc.
La tercera parte del libro, “El imperialismo estadounidense, el principal enemigo”, es quizás la más controvertida. En los dos ensayos que la componen –“La doctrina Bush y el imperialismo planetario” y “Estados Unidos y las raíces político-culturales del nazismo”–, el pensador italiano recupera la tesis cara a la tradición bolchevique de que, en la multiplicidad de contradicciones , siempre hay un enemigo principal, el foco de la acción política. Cuando digo que la tesis es controvertida, me refiero al contrapunto a la tendencia actual de pensar el mundo como una red de conflictos interimperialistas de igual dimensión táctica y estratégica.
No pocos hablan de “imperialismo chino y ruso”, o se indignan por lo que, supuestamente, sería una minimización del papel del imperialismo francés y alemán en el mundo. Lo que argumenta Losurdo, sin negar la multiplicidad de contradicciones y la complejidad de las estructuras de poder global, es que Japón, Francia, Alemania y otros países de menor peso geopolítico -como la propia Italia- están subordinados al poder económico y político-militar del única superpotencia del mundo: Estados Unidos.
A su entender, el imperialismo yanqui es el principal enemigo a aislar y combatir con concentración de fuerzas. Si el análisis de Losurd es correcto, condiciona todo un proceso de reconfiguración táctica de la acción de la izquierda en Europa y en el mundo. Aliado a esto, y también a contracorriente, no entiende la acción de China en el mundo como un rival del imperialismo estadounidense, sino como un contrapunto a la dominación yanqui, con un horizonte anticolonial y tercermundista.
En este punto, tengo dudas de si estoy totalmente de acuerdo con la reflexión de Losurdo. Sería difícil, sin embargo, en este breve espacio, discutir en profundidad mis posibles desacuerdos. Diría, de manera más general, que su análisis tiende a no considerar en toda su profundidad la relación centro-periferia que China establece con la mayoría de los países de capitalismo dependiente, incluido Brasil. Y si bien esta relación no tiene, hasta ahora, rastros de militarismo, intervencionismo y neocolonialismo, sigue siendo una relación de apropiación del valor producido en las economías periféricas. Sin embargo, al atravesar la pandemia del covid-19 y observar la diferencia de comportamiento entre China y Estados Unidos, además de las repercusiones del virus en Europa, tiendo a mirar con más simpatía la tesis de este autor.
Para concluir, la última parte, titulada “Crítica al liberalismo, la democracia y la reconstrucción del marxismo”, está compuesta por cuatro escritos: “Marxismo y comunismo en el 200 aniversario del nacimiento de Marx”; “Revolución de Octubre y Democracia en el Mundo”; “Crítica del Liberalismo, Reconstrucción del Materialismo: Entrevista de Stefano G. Azzarà)”; y “Entrevista con la revista Novos Temas: Entrevista de Victor Neves)”. Ofrecen un panorama más amplio de la obra losurdiana, pero no pierden de vista el tema central del libro: el colonialismo y la lucha anticolonial. El primero reproduce la última conferencia de Losurdo: en él hace un balance del legado marxista, destacando su interpretación de la obra del fundador del materialismo histórico. Marx de Losurdo es un pensador antirracista, preocupado por la lucha anticolonial y las diversas formas de negación de la humanidad de los dominados operadas por el capitalismo. Esta interpretación innovadora y audaz de la obra de Marx y su categoría central, la lucha de clases, dialoga directamente con todos los temas vitales de nuestro tiempo. [ 1 ]
El segundo ensayo es una pequeña muestra de un tema querido y fundamental en la producción de nuestro filósofo: la democracia política y las llamadas “libertades formales” no son producto del simple desarrollo del capitalismo y el liberalismo, sino expresión de la clase. lucha e imposición al mundo burgués que alcanzó su máximo desarrollo con el repliegue de las “tres grandes discriminaciones” (contra la clase obrera, las mujeres y los pueblos negros y colonizados). Y es imposible contar la historia de la crítica –teórica y práctica– a las “tres grandes discriminaciones” sin mencionar el ciclo político abierto con la Revolución de Octubre.
Los últimos escritos son dos entrevistas con diferentes pesos teóricos y funciones. La primera, como indica el título, se centra en la crítica al liberalismo. Es un bello ejemplo de la crítica de Losurd a la ideología liberal que tanto se ha comentado en los últimos tiempos. La segunda entrevista, mucho más larga y densa, explora una multitud de temas y ofrece una visión general, aunque con algunas limitaciones, del marxismo de Domenico Losurdo. Para un contacto preliminar con la producción del comunista italiano, es un material precioso.
Por eso, usted, lector, tiene en sus manos un libro que le ayuda a reflexionar sobre los temas fundamentales de la lucha de clases contemporánea: contra la guerra, el imperialismo, el neocolonialismo y el racismo, hasta las disputas en torno a la historia del movimiento comunista y la lucha de ideas frente a la ideología dominante. Considere este libro como una introducción a la monumental producción losurdiana. Les deseo una buena lectura y mucha disposición para los enfrentamientos, siguiendo la recomendación de otro italiano universal, el también comunista Antonio Gramsci: “Pesimismo de la razón y optimismo de la voluntad”.
*manuel jones Es historiador, Magíster en Trabajo Social por la UFPE, educador y comunicador popular. Organizó, entre otros libros, La revolución africana: una antología del pensamiento marxista (Autonomía literaria).
referencia
Doménico Losurdo. Colonialismo y lucha anticolonial: desafíos de la revolución en el siglo XXI. Organización y presentación: Jones Manoel. Prólogo: Caetano Veloso. Traducción: Diego Silveira, Federico Losurdo, Giulio Gerosa, Marcos Aurélio da Silva, Maria Lucilia Ruy, Maryse Farhi, Modesto Florenzano y Victor Neves. São Paulo, Boitempo, 2020, 204 páginas.
Nota
[1] Esta interpretación se da con mayor extensión en La lucha de clases: una historia política y filosófica (trad. Silvia de Bernardinis, São Paulo, Boitempo, 2015).