por ARNALDO SAMPAIO DE MORAES GODOY
Comentario sobre la película de Roman Polanski sobre el asunto Dreyfus
Si una sentencia absolutoria es la confesión de un error judicial (Foucault), la posterior rehabilitación, seguida de un indulto, es una admisión de que la condena fue el acto final de una farsa legal. Esta es la lógica que se deriva del caso Dreyfus, que sacudió a Francia a finales del siglo XIX y XX. Pantomima legal, con antisemitismo y pruebas falsas, el caso Dreyfus ilustra varios temas de extrema actualidad. Entre ellos, los disimulos judiciales, en los que la pureza de las formas crea una suciedad de los contenidos. Es la justicia como farsa. Hoy lo llamamos "lawfare.
¿Por qué Polanski abordó este tema? Esta pregunta sugiere un tema recurrente en la crítica de cine. Se puede remontar a André Bazin (icono de la crítica francesa, padre intelectual de François Truffaut). Para Bazin, las películas revelan (sic) directores autor. Esta es la tesis del “autorismo”. En otras palabras, una cinta es una obra centrada en la cosmología de un autor determinado. Me atrevo a decir que la opción por retomar una farsa jurídica y una injusticia histórica puede ser, de alguna manera, un argumento, en su propia causa. La respuesta de Polanski a las gravísimas acusaciones vertidas contra él en Estados Unidos. Tema controvertido. La comparación es posible. No hay ingenuidad.
Volvamos al caso Dreyfus. Simetría de la información. Alfred Dreyfus, un oficial del ejército francés, judío, de origen alsaciano, fue acusado de vender secretos militares franceses a los alemanes. Un fuerte antisemitismo hizo estragos en Francia a fines del siglo XIX. El caso fue juzgado en secreto, a puerta cerrada, “hiut-clos”, Cómo se dice en francés. Edgard Demange, abogado de Dreyfus, no tuvo acceso a varios documentos que incriminaban a su cliente. La condena fue unánime. Cadena perpetua con trabajos forzados. Las cartas estaban marcadas. El ejército estaba convencido de que se trataba de una cuestión de Estado que debía resolverse con la eliminación sumaria de Dreyfus.
En defensa de Dreyfus el escritor Emile Zola, que publicó un libelo grandilocuente a favor del acusado. La pieza central en el desmantelamiento de la trama fue el coronel Georges Picquart, perseguido sin descanso por los farsantes. Picquart es el personaje central de la película. Es en el obstinado coronel que Polanski centra la indignación contra la falsa condena.
Polanski es muy competente. Snobs moviendo cuadros. La fotografía es impresionante. La dirección de arte recrea el París de Belle ÉpoqueCon latas y hombres que invariablemente llevan bigotes. Hay un corte con un coche, primitivo, que se cruza con un pequeño carruaje. Épocas de cambios. Incluida la dirección. Los actores brillan (y cómo brillan). Jean Dujardin es el coronel que está descontento con la injusticia. El montaje es impecable.
Los planos muestran habitaciones enormes, con techos enormes; en el fondo, una luz permanente, como afirmando que la verdad (que es luz) sacude la mentira (que metafóricamente es oscuridad). La escena del duelo imaginario es una clase magistral en el uso del espacio y el color en la formación de una ilusión. En tiempo. ¿Cuánto tiempo estuvo permitido el duelo en Francia? 1967, según algunos registros, aunque la práctica quedó obsoleta a fines del siglo XIX. Contestada.
Para la galería de eventuales defectos (quizás intencionados), la escena inicial, con la Torre Eiffel de fondo. La degradación de Dreyfus se produjo antes de la inauguración de la famosa torre. La torre es del 31 de marzo de 1889. Dreyfus ya había sido condenado y humillado ante los demás soldados.
Una película para ser apreciada como una escultura. Como la escena del Louvre, cuando se vislumbran copias romanas de originales griegos. Nada falso. Solo una copia. Escena que ilustra la propuesta final de la película: una copia de un hecho, no una falsificación de una historia vivida.
* Arnaldo Sampaio de Moraes Godoy es profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de São Paulo (USP).
referencia
El oficial y el espía (j'accuse)
Francia, 2020, 132 minutos
Dirigida por: Roman Polanski
Reparto: Jean Dujardin, Louis Garrel, Emmanuelle Seigner.