Cinco tesis filosóficas de Mao Zedong

Imagen: Zhang Kaiyv
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por LUIZ EDUARDO MOTTA*

Prefacio a la colección de textos del líder revolucionario chino

La Revolución Rusa de 1917 fue un hito en el siglo XX por haber iniciado un proceso de movimientos revolucionarios -de carácter marxista- durante décadas. Y la Revolución China, encabezada por el PCCh, y encabezada por la figura de Mao Zedong, es sin duda una de las más destacadas, sobre todo por su peso y su representatividad en los países coloniales y semicoloniales, en lo que se denominó la Tercera Mundo.

Pero la Revolución China tiene en Mao Zedong, especialmente en su legado político y teórico, su mayor propaganda en la que influyó no solo en varias organizaciones políticas revolucionarias (en su mayoría provenientes de las grietas de los Partidos Comunistas prosoviéticos), sino también en la intelectualidad marxista. -en una parte significativa- ubicados en Europa, especialmente en Francia e Italia, de donde provinieron las principales contribuciones. Su originalidad en el campo de la dialéctica marxista fue reconocida por su aporte fundamental a la teoría de las contradicciones y sus consecuencias en el campo de la ciencia militar, en el análisis de la transición socialista, en la configuración interna del Partido Comunista y en la constitución de las clases sociales en la China prerrevolucionaria.

El libro que el lector tiene en sus manos – publicado por la Editora Ciência Revoluárias – es una colección clásica de Mao, y contiene cinco de sus principales textos teóricos: Acerca de la Práctica e Sobre la contradicción fueron escritos a fines de la década de 1930; Sobre la justa solución de las contradicciones del pueblo e Sobre el trabajo publicitario fueron escritos en la segunda mitad de la década de 1950 durante la fase inicial de la transición socialista en China que siguió al Primer Plan Quinquenal, y se ubicaron en el contexto de la campaña del Gran Salto Adelante, donde se iniciaba una lucha interna en el PCCh, en en el que Mao criticó las desviaciones derechistas presentes en la Dictadura Democrática Popular constituida en 1949; Es, ¿De dónde vienen las ideas correctas? fue escrito en 1963 en medio de la campaña del Movimiento de Educación Socialista que precedió a la Revolución Cultural de 1966.

El texto Sobre la contradicción es central en la teoría marxista maoísta, pues entendemos que las contradicciones no se derivan de una contradicción central (capital x trabajo como señalan los partidarios de la ontología lukcasiana), ya que tienen su propio origen, aunque están interconectadas a la contradicción principal de las relaciones de produccion x fuerzas productivas, en las que se expresa la lucha de clases (contradiccion) entre la burguesia y el proletariado. En cada contradicción específica articulada a la contradicción principal hay un aspecto principal y otro secundario, pero no hay rigidez interna en las contradicciones, ya que hay variaciones internas en cada contradicción. Esto significa afirmar que las contradicciones no son estáticas, sino internamente dinámicas, ya que son parte de un proceso dinámico impulsado por este conjunto de contradicciones.

Al resaltar este aspecto interno de cada contradicción, Mao argumenta que en una determinada formación social, las contradicciones internas determinan las contradicciones externas, ya que el desarrollo social se debe principalmente a causas internas y no externas. Esta posición de Mao rompe con cualquier determinismo económico, ya sea interno o, sobre todo, externo: para que las contradicciones externas se expresen en una formación social, debe existir una predisposición interna del conjunto de contradicciones internas. Como dice Mao, la dialéctica materialista no excluye las contradicciones externas, dado que esta dialéctica considera que las causas externas constituyen la condición de las modificaciones, y las causas internas son la base de estas modificaciones y, por lo tanto, las causas externas operan a través de las causas internas.

Este aporte teórico de Mao es fundamental para comprender las particularidades de las revoluciones de carácter de liberación nacional en las formaciones sociales del llamado Tercer Mundo, ya que no eran reducibles a la contradicción capital x trabajo, dada la presencia de anti -rasgos nacionalistas imperialistas, como los de las revoluciones cubana, vietnamita, y de las diversas formaciones sociales africanas. Las huellas de la resistencia histórica y nacional de estos pueblos moldearon sus ideologías anticolonialistas y antiimperialistas.

Louis Althusser fue el primer pensador marxista de Occidente en percibir y aprehender la innovadora visión pluralista de la dialéctica marxista de Mao, que iba en contra de la concepción monista de la influencia hegeliana.[i]. La contradicción nunca es simple, pues está sobredeterminada por una pluralidad de contradicciones y determinaciones, y cuando se produce su condensación, es el momento explosivo revolucionario, el momento de ruptura. Por tanto, si la determinación última es la de lo económico, esto significa también que hay una relativa autonomía de las demás estructuras y prácticas respecto de estas estructuras, con sus propias y específicas temporalidades, y no determinadas de manera mecánica por lo económico, ni emanar de una “esencia”.

Las contradicciones son interdependientes, se mueven y cambian según la situación. Esta influencia de Mao Zedong en la teoría althusseriana se hace explícita en los textos Contradicción y sobredeterminación e Sobre la dialéctica materialista publicado en la primera mitad de la década de 1960. Y esta influencia se mantendrá en la década de 1970 cuando Althusser analizará los aparatos de estado, el papel del partido comunista y su defensa del concepto de dictadura del proletariado.[ii].

La dialéctica definida por Mao se opone a la llamada “síntesis”, o “negación de la negación”. No hay momento de conciliación entre las contradicciones. Según Mao “no hay negación de la negación. Afirmación, negación, afirmación, negación… En el desarrollo de las cosas, cada eslabón de la cadena de los acontecimientos es a la vez afirmación y negación. (...) La sociedad capitalista era la negación con relación a la sociedad feudal, pero es, a su vez, la afirmación con relación a la sociedad socialista. ¿Qué es el método de síntesis? ¿Es posible que la sociedad primitiva pueda coexistir con la sociedad esclavista? Pueden existir uno al lado del otro, pero eso es solo una pequeña parte del todo. El cuadro total es que la sociedad primitiva va a ser eliminada. (...) En una palabra, uno devora al otro, uno derroca al otro, se elimina una clase, aparece otra. Naturalmente, en el proceso de desarrollo nada es tan puro. (...) Una cosa destruye a la otra, las cosas aparecen, se desarrollan y se destruyen, todo es así. Si las cosas no son destruidas por otros, entonces se destruyen a sí mismas”.[iii]

Esta dialéctica destructiva y no conciliadora de Mao fue rescatada por los marxistas franceses que gravitaron en torno a Althusser, como Bettelheim y Badiou. Ambos parten de la máxima de Mao Zedong en 1957 en la que afirmaba sobre la unidad de los opuestos: "uno se divide en dos",[iv] en oposición a la máxima conciliadora hegeliana de que “los dos se unen en uno”. Para Bettelheim, “la negación que inicia es una falsa negación, una negación que no es destrucción de lo negado, sino conservación dentro de una 'nueva' síntesis. Por eso, esta dialéctica es idealista y tiende a cerrarle el camino a la destrucción de la burguesía y del capitalismo al proletariado. En efecto, por capricho, en la concepción hegeliana de la 'negación de la negación' es la negación misma la que es negada”.[V]

Alain Badiou fue uno de los que mejor encarnó esta concepción de la dialéctica destructiva de Mao. en tu folleto Teoría de la contradicción 1975, hizo una brillante síntesis de la teoría de las contradicciones de Mao. Basándose en el lema de la Revolución Cultural “Tenemos razón en rebelarnos contra los reaccionarios”, Badiou mapea los principales aspectos de esta dialéctica de ruptura con la teoría de las contradicciones de Mao. El marxismo se define como sabiduría acumulada de revoluciones populares, y la revuelta como lugar originario de ideas justas construidas cuya teoría legitima la destrucción de los reaccionarios.

La verdad marxista es aquella que hace de la rebelión su motivo para masacrar al enemigo, y por eso repudia toda igualdad frente a la verdad. En un solo movimiento, que es conocimiento en su específica división en descripción y directiva, juzga, pronuncia sentencia y se sumerge en su ejecución. Las revueltas son conscientes, según su movimiento esencial ya dado, de su poder y de su deber: destruir a los reaccionarios. Por eso no hay síntesis en la dialéctica marxista, sino rupturas. Por lo tanto, toda verdad es esencialmente destructiva. Todo lo que conserva es falso, y el campo del saber marxista es siempre un campo en ruinas.

Así, la resolución de una contradicción requiere que uno de los elementos de la contradicción desaparezca. O, como dice Badiou, la resolución de una contradicción incluye la parte de la muerte. Por tanto, el proletariado no ocupa el lugar de la burguesía, sino que lo que hace es destruir ese lugar, porque el proceso de ocupación por el proletariado del lugar dominante es también el proceso de disolución de ese lugar.[VI]

Mao Zedong, en efecto, introduce novedades teóricas y políticas en el marxismo. Como él mismo afirma en varios textos, el marxismo no puede ser visto como un dogma, sino como una teoría que sustenta la acción política revolucionaria, y debe ser pensado a la luz de realidades específicas. Y anticipándose a Althusser –cuando define al marxismo como un problema abierto– Mao afirma que por no ser un dogma, el marxismo no responde a todas las preguntas, por lo que su innovación teórica y política es necesaria, y no puede aplicarse mecánicamente en realidades completamente diferentes, sino más bien repensada a la luz de estas diferencias presentes en las diversas formaciones sociales.

Su definición de una dialéctica materialista que no es conciliadora, sino de ruptura, se aplica precisamente en sus textos militares. Como observa Mao, las leyes generales generan leyes específicas, y esto se aplica a las leyes de la guerra. Para Mao, la guerra es la forma suprema de lucha para resolver las contradicciones, en una determinada etapa de su desarrollo, entre clases, naciones, estados o grupos políticos. Según Mao, “La guerra revolucionaria, ya sea una guerra de clases revolucionaria o una guerra revolucionaria nacional, además de las condiciones y naturaleza de la guerra en general, tiene sus propias condiciones y naturaleza, y por lo tanto está sujeta a las leyes de la guerra en general y , también a leyes específicas”.[Vii]

Mao, sin duda, se puede insertar en la corriente del pensamiento realista de la política: la violencia es parte de la política. Una tradición de pensamiento político que tiene como referente fundacional la figura de Maquiavelo, y recuperada por Marx en su definición de que el Estado es un instrumento de fuerza de las clases dominantes, y no de una racionalidad consensuada. Y esta perspectiva de que la violencia es uno de los elementos esenciales de la política y del Estado también estará presente en opositores a la obra de Marx como Max Weber, Vilfreto Pareto y Carl Schmitt. La violencia es uno de los elementos centrales de la política, ya que la política no puede reducirse al “consenso” de partidos diferentes y desiguales.

La revolución lleva consigo este elemento de violencia política. Como dice Mao “una revolución no es una invitación a una cena, la composición de una obra literaria, la pintura de un cuadro o la costura de un bordado; no puede ser tan refinada, tranquila y delicada, tan mansa, tan afable, tan cortés, sobria y generosa. Una revolución es una insurrección, es un acto de violencia por el cual una clase derroca a otra”.[Viii] La guerra, según Mao, es un "monstruo que hace que los hombres se maten unos a otros, eventualmente será eliminado por el desarrollo mismo de la sociedad humana".[Ex] Y hay dos tipos de guerra: justa e injusta. Todas las guerras progresistas son justas, y todas las guerras que impiden el progreso por ser contrarrevolucionarias son injustas.

Su innegable contribución a la ciencia militar fue incluso reconocida por Carl Schmitt quien lo definió como el “nuevo Clausewitz”[X]. Y es en Clausewitz donde Mao se apoya al definir que la guerra es en sí misma un acto político.[Xi]. La guerra tiene sus propias características y, en ese sentido, no es idéntica a la política en general. Como dice Mao, “cuando la política se desarrolla hasta cierto punto más allá del cual ya no puede proceder de acuerdo con los medios habituales, estalla la guerra para eliminar los obstáculos del camino político. (…) Cuando se eliminan los obstáculos y se logra el objetivo político, la guerra termina. (...) Puede decirse, pues, que la política es la guerra sin derramamiento de sangre, y la guerra, la política sangrienta”.[Xii]

Mao es el teórico por excelencia de la guerra revolucionaria y de la violencia política revolucionaria. Su influencia estuvo presente en las obras de autores tercermundistas como Frantz Fanon y John William Cooke, en las que encontramos una férrea defensa de la guerra revolucionaria como medio de liberación de la opresión colonial y semicolonial en la fase del capitalismo imperialista.

Estos fueron los referentes teóricos de movimientos armados tercermundistas presentes en África como el FLN en Argelia, el PAIGC en Guinea y Cabo Verde (liderado por Amílcar Cabral), el movimiento armado peronista (en particular los Montoneros), los Panteras Negras en el UU., y decenas de movimientos armados que van desde las Brigadas Rojas italianas hasta el EPL colombiano, pasando por el controvertido Sendero Luminoso. Y su influencia teórica y política no solo traspasó las fronteras de China, sino también su contexto histórico, y es contemporánea a los movimientos y organizaciones revolucionarias y antiimperialistas de hoy.

* Luis Eduardo Motta es profesor de ciencia política en la UFRJ. Autor, entre otros libros, de A favor de Althusser: revolución y ruptura en la teoría marxista (Contracorriente).

 

Notas


[i] Ver a Louis Althusser por marx, Campinas: Editora Unicamp, 2015. Sobre la influencia teórica de Mao Zedong en la obra de Althusser, ver Luiz Eduardo Motta, A favor de Althusser, Río de Janeiro: FAPERJ/Gramma, 2014.

[ii] Ver tus textos Acerca de la reproducción, Responder a John Lewis, Conferencia sobre la Dictadura de proletariado, El 22º Congreso, Lo que no puede estar en un partido comunista, Marx dentro de sus límites, El marxismo como teoría “finita”.

[iii] Mao Tsetung, “Conversación sobre cuestiones de filosofía” en Mao Tsetung; Zizek, Slavoj Sobre la práctica y la contradicción páginas. 225-226. Río de Janeiro: Jorge Zahar, 2008.

[iv] Mao Tsetung, “El concepto dialéctico de la unidad dentro del partido” en Obras escogidas, vol. 5, PAG. 619. São Paulo: Alfa–Omega, 2012.

[V] Bettelheim “Carta sobre el 'marxismo de Mao'” en Mao Tsetung, Rossana Rossanda et alli ¿Quién le teme a China? Lisboa: Don Quijote, pág. 80, 1971.

[VI] Badiou, Alain. Teoría de la contradicción, págs. 16-17, 26, 86-87, 102-103. París: Maspero, 1975. Sobre la dialéctica materialista destructiva, ver también Naves, Marcio Marxismo, ciencia y revolución. São Paulo: Barrio Latino, 2008.

[Vii] Mao Tsetung “Problemas Estratégicos de la Guerra Revolucionaria en China” en Obras escogidas, vol. 1, PAG. 297. São Paulo: Alfa–Omega, 2011.

[Viii] Mao Tsetung “Informe sobre una investigación realizada en Hunan sobre el movimiento campesino” en Obras escogidas, vol. 1, PAG. 28. São Paulo: Alfa-Omega, 2011.

[Ex] Mao Tsetung “Problemas Estratégicos de la Guerra Revolucionaria en China” en Obras escogidas, vol. 1, PAG. 302. São Paulo: Alfa–Omega, 2011.

[X] Schmitt, Carl. El concepto del político; teoría partidista, PAG. 205. Belo Horizonte: Del Rey, 2009.

[Xi] Según Clausewitz “vemos, por tanto, que la guerra no es sólo un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una realización de éstas por otros medios” en Clausewitz, Carl Von. De guerra. São Paulo/Lisboa: Martins Fontes, 1979.

[Xii] Mao Tse Tung. “Sobre la guerra prolongada” en Obras escogidas, vol. 2, PAG. 242-243. São Paulo: Alfa-Omega, 2011.

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