Chico y Gaetano

Patrick Caulfield, La carta, 1967
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por DANIEL BRASIL*

Chico y Caetano también son escritores prolíficos, pensadores cada uno a su manera.

La música y la literatura suelen ir juntas, permitiendo comparaciones, contrastes, analogías y cruces simbólicos. Algunos de nuestros más grandes compositores, como Chico y Caetano, son también escritores prolíficos, pensadores cada uno a su manera. Caetano, autor de la minuciosa y autobiográfica verdad tropical, mantiene un trabajo constante de observación de la música y la cultura brasileña a través de artículos publicados en diversos medios. Probó también el cine, con la curiosa El cine parlante. Chico, además de compositor de indiscutibles obras maestras, es novelista, escribía para el teatro, pero en el cine sólo trabajaba como actor, de forma discreta.

Los dos han sido amigos desde la década de 1960, cuando se conocieron en festivales de discos. Hicieron shows juntos, grabaron discos, tuvieron un programa de televisión juntos, pero curiosamente, muchas personas practican una cierta Fla x Flu entre ellos. El grupo de Chico, supuestamente más comprometido, más politizado, el grupo de Caetano supuestamente más libertario, más, digamos, “odara”.

Bueno, eso podría haber tenido sentido en algún momento del siglo pasado, visto de una manera superficial y lineal. Pero la realidad no es esa, nunca lo fue. Cualquier mente más abierta puede ver la grandeza y la belleza del trabajo de estos dos genios. No crecieron aislados, pues pertenecen a la extraordinaria generación que también nos dio a Milton Nascimento, Gilberto Gil, Paulinho da Viola, Tom Zé, Luiz Melodia y otros creadores originales, pero estos nunca fueron puestos en confrontación, como intentaron que ver con Chico y Caetano.

Ambos compusieron fados inolvidables, y yo aprovecho esta señal sonora para cruzar el Atlántico. En Portugal hay dos lumbreras de la literatura contemporánea, una ya fallecida y otra de la misma edad que Caetano: Saramago y Lobo Antunes. Escritores de gran talento, originales en la forma y críticos de statu quo, pero se odiaban. Después de que Saramago ganó el Nobel, empeoró. Lobo Antunes, rencoroso, viendo desaparecer su oportunidad en el horizonte – ¡imagínense dos escritores portugueses ganando el Premio Nobel! – comenzó a despreciar el premio, hablando mal en cada oportunidad. Y obviamente hay una multitud pro-Saramago y otra multitud pro-Antunes en Portugal.

Chico Buarque ganó el Premio Camões de Literatura. Gaetano aplaudió. Una lección que los dos artistas brasileños dejan atrás, entre líneas. En el campo del arte, la competencia desmerece más que ennoblece.

Véanse estas palabras de Caetano, en un artículo reciente, sobre el ilustre hijo de Sérgio Buarque de Holanda: “Brasil es capaz de producir un Chico Buarque: todas nuestras fantasías de autodescalificación quedan anuladas. Tu talento, tu rigor, tu elegancia, tu discreción son nuestro tesoro.

Lo amo como amo el color de las aguas de Fernando de Noronha, el acento gauchesco, el pelo rizado, la lengua portuguesa, los movimientos del mundo en busca de la salud social. (…) Sus canciones imponen exigencias prosódicas que dominan incluso el valor de los errores creativos. (…) La samba en los noticiarios de fútbol de Canal 100, Antônio Brasileiro, Bruxo de Juazeiro, Vinicius, Clarice, Oscar, Rosa, Pelé, Tostão, Cabral, todo lo que representó un punto de inflexión para nuestra generación fue captado por Chico y transformado en coloquialismo sin esfuerzo. Vimos mejor y con más tranquilidad cuánto ya teníamos a Noel, Haroldo Barbosa, Caymmi, Wilson Batista, Ary, Sinhô, Herivelto. La Revolución Cubana, los puentes de París, el cosmopolitismo de Berlín, el refinamiento y brutalidad de diferentes zonas del continente africano, las consecuencias de Mao. Chico está en todo. Todo está en la dicción clara de Chico. Cuando el mundo se enamore completamente de lo que hace, finalmente habrá visto Brasil. Sin el amor que yo y algunos presumimos de nuestras raíces portuguesas, él hace mucho más por ella (y por lo que le suma) que todos nosotros juntos”.

Caetano, a quien sus enemigos acusan de egoísta y vanidoso, es pura pasión por la obra de Chico. Éste, más comedido, no escribe artículos derramados, pero no deja de honrar a su socio comercial. ¿O no notaste que tu última composición, ¿Qué tal una samba?, cita explícitamente versos del “rival”? “Un hijo moreno/ con belleza/ Muy brasileño, ¿qué tal eso?/ No con dinero, sino con cultura”. (Chico Buarque, 2022). ¿Recuerda algo? “El dinero no me ata / pero la belleza / El dinero no / la piel oscura / El dinero no” (Caetano Veloso, 1979).

¡Lo siento, portugués, pero nuestros dos genios te dan una lección de civismo, respeto y amor!

* Daniel Brasil es escritor, autor de la novela traje de reyes (Penallux), guionista y director de televisión, crítico musical y literario.

 

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