por LUIS FELIPE MIGUEL*
Las medidas de Jair M. Bolsonaro para arrastrarse hasta el final de su mandato manteniendo la impunidad para él y su descendencia
Acorralado por la crisis sanitaria, social y económica, puesto a la defensiva por el CPI, el gobierno de Bolsonaro lucha por sobrevivir. El capitán sabe que la porción de electores que le son completamente leales, ese 25 o 30% que permanece invulnerable al impacto de la realidad, es fundamental para cualquier proyecto electoral de derecha. Esta es tu capital. Pero parece cada vez más improbable que gane los votos restantes que lo llevarían a la reelección. El discurso de “elección muy difícil” será, en 2022, aún más bochornoso que en 2018. A riesgo de ser abandonado por los aliados o incluso de ver acortado su mandato –abundan los delitos de responsabilidad–, Bolsonaro invierte en dos estrategias paralelas: amenaza con perturbar el proceso electoral y divide el gobierno entre los políticos del Centrão.
Estos son movimientos de alto costo. La bravuconería contra las elecciones aumenta la presión para que las famosas instituciones finalmente actúen para imponer límites a Bolsonaro. Y el acuerdo con Centrão, como recordó el general Mourão en otra estudiada declaración pública, aliena, de una vez por todas, a ese votante que creía que Bolsonaro representaba una ruptura con la “vieja política”. El precio a pagar por la supervivencia es aumentar la cuenta para el futuro inmediato.
Incluso porque el modus operandi del Centrão, sobre todo frente a gobiernos débiles, es el del saqueo, sin ningún compromiso a largo plazo – en lo que recuerda, por cierto, a la política económica de Paulo Guedes. Un ejemplo elocuente: incluso entregando la Casa Civil a Ciro Nogueira, quizás recreando el Ministerio de Planificación para devolver el control del presupuesto de la Unión al grupo, Bolsonaro puede no ser capaz de unirse al PP. La prensa informa de la resistencia de muchos jefes de partido, ya sea porque no quieren que el clan del presidente domine los directorios locales, o porque quieren tener la libertad de apoyar a otro candidato en 2022, en algunos casos nada menos que al expresidente Lula.
El panorama se complica aún más por el hecho de que el gobierno de Bolsonaro ya está ocupado en gran medida por un grupo dedicado a parasitar al Estado: los miles de funcionarios activos y de reserva que ocupan cargos civiles y hacen negocios, de los cuales Pazuello era el símbolo más conspicuo. Braga Netto es el vocero más activo. Este “Centro Unido”, por así decirlo, apoya las intenciones de Bolsonaro frente a las elecciones del próximo año, por temor a que, con un cambio de gobierno, pierda las prebendas que hoy disfruta. No se alegra, por tanto, de ver al Centrão civil invadiendo, con su típico apetito de saltamontes, los múltiples espacios que ha conquistado en los últimos años.
Por tanto, es razonable interpretar -como hicieron varios periodistas- la filtración de la conversación entre Braga Netto y Arthur Lira, en la que el Ministro de Defensa anuncia su intención de impedir la realización de las elecciones, como parte de este conflicto interno (no juego de palabras intencionado). El general se vio obligado a negarlo, aunque fuera poco, y la presión es fuerte para que al menos sea investigado. Es muy probable que el Congreso pida aclaraciones; queda por ver cuánto le costará al gobierno evitarlo. Esta es, de hecho, una de las ventajas de los civiles en la disputa en curso: tienen un amplio arsenal de medidas que pueden usar según la ocasión, calibrando su impacto. Los militares, por otro lado, solo confían en la amenaza, la cual, cuando se usa en exceso, tiende a exponerse como mera jactancia.
La posición del gobierno de Bolsonaro es incómoda. El recrudecimiento de la crisis sanitaria y social, la incompetencia directiva y la incapacidad política le hicieron desperdiciar, en poco tiempo, la ventajosa situación en la que parecía encontrarse a principios de año, cuando cosechó amplias victorias en las elecciones a las mesas. del Congreso y llegó una cierta pacificación, aunque tensa, en la relación con el Supremo. Su fórmula de “gobernabilidad”, que en este caso significa arrastrarse hasta el final de su mandato manteniendo la impunidad para él y sus descendientes, requiere tanto del civil Centrão como de los uniformados. Pero todo indica que la convivencia entre ellos está entrando en un momento de fuertes turbulencias.
*Luis Felipe Miguel Es profesor del Instituto de Ciencias Políticas de la UnB. Autor, entre otros libros, de El colapso de la democracia en Brasil (Expresión popular).