por CARLOS HORTMAN*
Mientras exista un ser humano dispuesto a luchar por otra sociedad, Amílcar Cabral vivirá. ¡Amílcar Cabral, presente!
¡Esta breve crónica conmemorativa del centenario de Amílcar Lopes Cabral es el resultado de mi reflexión sobre qué escribir ese día, sobre un pensador que he estudiado sistemáticamente durante los últimos 10 años! Me pregunté ¿qué transformó en mí el trabajo Cabalista?
La conclusión sintética fue que su producción teórica y su intervención política me hicieron repensar mi propia comprensión del marxismo (o, como algunos gustan, de los marxismos), pero sobre todo su capacidad esperanzadora de nunca dejar de luchar por los explotados y oprimidos, incluso en la cara de una montaña que parece imposible de derribar.
En este sentido, siempre me hacen una pregunta: “¿por qué todavía crees en una sociedad que supere el capitalismo (socialismo, comunismo, poscapitalismo, etc.)? Y cuando la gente me pregunta esto, normalmente completan la pregunta con el argumento de que tal objetivo parece imposible, que el fin del mundo está más cerca que el fin del capitalismo.
Sin embargo, Amílcar Cabral me enseñó que hay momentos en los que la materialidad de algunas ideas parece inalcanzable, pero si seguimos luchando creativamente, críticamente y con “los pies plantados” en la realidad concreta, llegará el día en que serán históricamente inevitables. . Así como lo fue para él [Amílcar Cabral] la larga marcha de liberación del pueblo, que vivía bajo el yugo de la violencia, el saqueo y la explotación del colonialismo.
Todavía recuerdo el día en que, mientras caminaba por una feria popular en Lisboa durante la época de austeridad de la Troika (donde la pauperización masacraba a la clase trabajadora en Portugal), vi un folleto escrito a máquina con el título: Arma de la teoría. Lo cogí y me senté en el césped, donde aquella librería de segunda mano anunciaba “¡todos los libros a 1 euro!”. Mientras lo hojeaba, vi un extracto que marcó mi vida política, una llama de esperanza que continúa alimentando mi sueño colectivo de futuro.
“Más allá de la concepción vulgar, según la cual la política es el arte de lo posible, Lenin demostró que es más bien el arte de transformar lo aparentemente imposible en posible (hacer posible lo imposible), rechazando categóricamente el oportunismo. Así definida, la acción política implica creatividad permanente. ¡Para ella, como parte del arte, crear no es inventar!”
Me resultó evidente la importancia del pensamiento de Lenin para las luchas anticoloniales, ya que el leninismo de Amílcar Cabral era creativo, en el sentido de aplicar los métodos políticos del líder de la Revolución de Octubre a la realidad de Cabo Verde y Guinea.
Amílcar Cabral escribió en Algunos principios del Partido: “Avanzamos a nuestra lucha seguros de la realidad de nuestra tierra (con los pies puestos en la tierra)”. En otras palabras, es el análisis concreto de la situación concreta. Por eso, Amílcar Cabral sabía que la tarea inmediata (“programa menor”) era la liberación nacional y que debía estar permanentemente ligada a la tarea histórica (“programa mayor”) de construir una sociedad socialista.
Destaco que, además del alardeado internacionalismo de Amílcar Cabral, él era un revolucionario marxista y socialista con un compromiso inquebrantable con la clase trabajadora en todo el mundo. Fue un hombre que nunca se doblegó ante el liberalismo capitalista, que a veces algunos “cabaralistas” intentan ocultar.
Dicho esto, mientras exista un ser humano dispuesto a luchar por otra sociedad, Amílcar Cabral vivirá. ¡Amílcar Cabral, presente!
* Carlos Hortmann Es filósofo, historiador y músico.
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